Con sólo quince años, Elizabeth Gurley Flynn tuvo que enfrentar a un juez luego de ser arrestada. «¿Espera convertir a la gente al socialismo hablando en Brodway?», preguntó él. «De hecho, sí», le respondió la chica, que tenía que subirse a los cajones de frutas para que su voz que agitaba las ideas socialistas se […]
Con sólo quince años, Elizabeth Gurley Flynn tuvo que enfrentar a un juez luego de ser arrestada. «¿Espera convertir a la gente al socialismo hablando en Brodway?», preguntó él. «De hecho, sí», le respondió la chica, que tenía que subirse a los cajones de frutas para que su voz que agitaba las ideas socialistas se oyera en las calles neoyorquinas. Elizabeth nació en Estados Unidos en 1890, en una familia de militantes socialistas. A los dieciséis años dio un discurso en un club del barrio negro de Harlem, titulado «Qué hará el socialismo por las mujeres». Elizabeth era parte de la juventud socialista que, a principios del siglo XX, al calor de las nacientes luchas obreras, quería cambiar el partido: «Nosotros, la generación más joven, éramos impacientes. Sentíamos que [el partido] era anticuado. Sus dirigentes eran (…) profesores, abogados, doctores, ministros, todos de mediana edad y viejos, y nosotros deseábamos algo más militante, más progresivo y más juvenil, entonces nos fuimos a la nueva organización, la IWW.» La Industrial Workers of the World (Trabajadores Industriales del Mundo) era un esfuerzo de socialistas y otros militantes de izquierda para organizar a la clase obrera norteamericana. Esta organización, a diferencia de la central sindical oficial, permitía la afiliación de mujeres, inmigrantes, negros, agrupando así a los sectores más explotados del movimiento obrero. A partir de esta decisión, Elizabeth militó entre las obreras del vestido de Pennsylvania, las trabajadoras de la seda de New Jersey, los gastronómicos de Nueva York, los mineros de Minnesotta y las obreras textiles de Massachussets. Además, desde su participación en la campaña contra el juicio a los anarquistas Sacco y Vanzetti, fue conocida por su gran habilidad en lo que llamaban «política de defensa obrera», es decir en las luchas por la libertad de los presos políticos, la organización de actos y fondos de huelga, etc. Sus participaciones más destacadas como dirigente sindical fueron durante la huelga de Lawrence en 1912 y en Paterson en 1913. Su personalidad le valió los sobrenombres de Flama Roja, Juana de Arco de la clase obrera o Muchacha Rebelde. En 1912, con veintiún años, Elizabeth fue una de las dirigentes y organizadoras de la huelga de las obreras textiles que se conoció como la lucha de Pan y Rosas. Allí desarrolló muchas medidas para permitir que la energía de las jóvenes obreras se expresara con fuerza y determinación. Para esto, además de la vital organización sindical -basada en la asamblea obrera y el comité de huelga-, se habían puesto en pie comedores y guarderías comunes, para que las mujeres pudieran participar de la lucha, al tiempo que se enfrentaba el machismo dentro de las propias filas, fortaleciendo al movimiento huelguístico. Ella decía que «Hubo una oposición masculina considerable a que las mujeres vayan a las reuniones y marchen en los piquetes. Combatimos resueltamente estas nociones. Las mujeres querían luchar.» Elizabeth siempre tuvo la convicción de que la lucha por los derechos de las mujeres y, en particular, de las trabajadoras, estaban íntimamente ligados a la lucha contra la explotación: «Puedo decir honestamente que en cada batalla que he estado (…) como comunista, como miembro de grupos de mujeres, peleé por la liberación de las mujeres junto con mi batalla por el socialismo».