Los bramidos machistas que salieron de las entrañas del colegio mayor Elías Ahuja de Madrid hace poco más de una semana han activado las alertas: ¿son los universitarios que residen en esta residencia masculina un espejo de la juventud? ¿Han calado los discursos de odio entre la población más joven? Mientras el movimiento feminista recoge los frutos sembrados desde hace años entre las chicas, la reacción machista batalla por frenar cualquier viso de progreso en el terreno de la igualdad. Y a veces lo consigue.
La principal encuesta de referencia para medir la percepción de los más jóvenes respecto a la violencia de género es aquella que realiza cada dos años el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). El último Barómetro, publicado en 2021, concluye que uno de cada cinco varones (20%) de entre 15 y 29 años entiende que la violencia machista es un invento ideológico. En 2019 el porcentaje era del 11,9%. “También aumenta la opinión de que la violencia es inevitable, que es habitual y que, si es de poca intensidad, no supone un problema”, señalan los autores de la encuesta.
El Barómetro incluye una pregunta clave: si los encuestados se consideran feministas. Cuando la respuesta la dan mujeres, la tendencia de los últimos años muestra un alza sin matices. Si en 2017 contestaba afirmativamente el 46,1%, en 2019 hacía lo propio el 62,1% y en 2021 decía sí el 67,1%. El avance no es tan evidente en el caso de ellos: un 23,6% se decía feminista en 2017, un 37,3% en 2019 y un 32,8% en 2021. Además, uno de cada cuatro chicos jóvenes entiende al feminismo como un fenómeno que busca perjudicar a los hombres.
¿Y qué consecuencias acarrea todo esto? La Macroencuesta de la Violencia contra la Mujer muestra que la violencia machista, en todas sus formas, azota con intensidad a las chicas jóvenes: un 37,9% de las encuestadas de entre dieciséis y veinticuatro años reconoce haber sufrido violencia en pareja, frente al 31,7% de las mujeres mayores de 25 años. La violencia fuera de la pareja también está presente en sus vidas: las mujeres jóvenes han sufrido violencia física en otros contextos más allá del sentimental en mayor proporción (21,8%) que las mujeres de 25 o más años (12,4%). E igualmente está sobredimensionada la violencia sexual (11% frente al 6%) y el acoso sexual (60,5% frente al 38%).
La última Memoria de la Fiscalía también se detiene en los efectos de la violencia de género sobre los más jóvenes y observa “una tendencia al alza de este tipo de violencia entre los adolescentes desde 2017 en adelante”. Y una amenaza concreta: la violencia sexual. “Sin incurrir en moralismo alguno, se alerta contra la despreocupación y banalidad con que se afrontan las relaciones sexuales entre adolescentes”, dice el informe anual.
El Ministerio Público, además, recuerda los riesgos de los “comportamientos altamente sexualizados a edades muy tempranas” y pone como ejemplo algunos datos: en los 216 casos de abusos sexuales registrados en Madrid, 38 afectaban a menores de catorce años y en Gipuzkoa, nueve de las 29 denuncias tramitadas por delitos contra la libertad sexual se archivaron por ser los autores menores de esa edad.
En cuanto a la violencia de género, según la Fiscalía de Menores, el número de diligencias preliminares incoadas este año es 793, lo que supone un incremento en relación con el año 2020 del 22,56%. Y respecto a los menores enjuiciados por violencia sobre la mujer, según los datos publicados por el CGPJ, han pasado de 151 en el año 2013 a 257 en el año 2021.
«El machismo sigue presente»
Pero volvamos al Elías Ahuja. Los expertos consultados tienen claro que los gritos de los universitarios no pueden ser representativos de una mayoría social, pero sí reconocen el arraigo de la cultura machista entre los más jóvenes. Lo ocurrido en el colegio mayor “representa todo aquello que no ha desaparecido: el machismo sigue presente, aunque muchos lo justifiquen”, reflexiona el exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género Miguel Lorente. No solo es que el machismo siga intacto, es que ha derivado hacia lo que el exdelegado considera una tendencia exhibicionista sin tapujos. “No solo no ha desaparecido, sino que ha sido tomado por quienes lo entienden como una forma de reivindicarse a sí mismos, más hombres, más viriles”.
Ada Santana, presidenta de la Federación de Mujeres Jóvenes, se apresura a subrayar que “sería un error” introducir a la juventud en su conjunto en el “mismo saco” en el que están los jóvenes del Elías Ahuja. “Es injusto”, clama, pero reconoce que “sigue habiendo un problema”. Se explica: las generaciones de chicos y chicas jóvenes son a su juicio de las más concienciadas en materia de igualdad, pero la exposición a la violencia de género es alta y todavía no hay conciencia de todas sus formas. “Son generaciones muy concienciadas” en lo que respecta a la “violencia física, pero no con otras conductas”, que pasan más desapercibidas en su día a día.
La Macroencuesta revela que los porcentajes de prevalencia más altos entre las chicas jóvenes son, precisamente, los relacionados con los celos: sus parejas «se enfadan o se han enfadado si habla con otro hombre o mujer», repiten el 30,2% de las mujeres de entre 16 y 24 años. Muy cerca, el 29,3%, reseña que sus novios «insisten o han insistido en saber dónde están en cada momento».
Lo cierto es que “la igualdad formal existe”, asiente la activista, un logro indiscutible del feminismo que, sin embargo, dibuja una falsa sensación de victoria completa: los chicos han crecido con la convicción de que ya está todo conseguido. El riesgo es evidente: para qué reivindicar más igualdad, para qué legislar al respecto. “Aparentemente se siente esa igualdad, pero no es tan efectiva cuando las oportunidades para las mujeres no son las mismas que para ellos”, agrega Santana. Según el Barómetro de la FAD, siete de cada diez mujeres considera que las desigualdades de género son elevadas en suelo español, frente a solo cuatro de cada diez hombres. Uno de cada diez chicos estima de hecho que las desigualdades de género no existen.
Y en ese contexto, los discursos ultra funcionan como gasolina. El estudio Adolescentes frente a los discursos de odio, también elaborado por la FAD y publicado este año, analiza el impacto de los discursos machistas entre los más jóvenes, a partir de grupos de discusión formados por adolescentes. “Durante los debates de las primeras sesiones, vemos cómo surge el tópico de las denuncias falsas”, dicen los autores del estudio, quienes observan también diferencias en función del género, sobre todo en lo que respecta a las “resistencias para reconocer algunos privilegios” por parte de los chicos.
Feminismo transformador
Y ahí, coinciden los expertos, la gran esperanza anida en las mujeres. El análisis confeccionado por el Instituto de las Mujeres La sexualidad de las mujeres jóvenes en el contexto español, determina que el 54,2% de las mujeres entrevistadas se considera “totalmente feminista”. Solo un 5,9% se reconoce “nada feminista” y, en el medio, un 22% dice ser “bastante feminista”, un 13,3% “algo feminista” y un 4,6% “poco feminista”.
“A menudo se sobredimensionan los discursos sobre el auge del machismo, o del conservadurismo en la juventud, en vez de fijarnos en el reverso”, introduce la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez. “El hecho es que el feminismo ha avanzado como una fuerza política arrolladora y transformadora en todo el mundo y lo ha hecho con las mujeres jóvenes en la vanguardia”, completa a preguntas de infoLibre.
Rodríguez recuerda que el Eurobarómetro del pasado mes de febrero sitúa precisamente a la igualdad como asunto prioritario para los españoles. No obstante, añade, “no hay que negar el hecho de que hay un discurso negacionista, un discurso del odio y contra los derechos, que busca colocarse en espacios donde los jóvenes socializan”, especialmente las redes sociales. Son, a su juicio, “la gasolina de la violencia machista, la LGTBIfobia y de la normalización de la desigualdad”.
Según la ONG Plan International, el 38% de las niñas y adolescentes españolas cambia su forma de expresarse, deja de manifestar sus opiniones, reduce el uso o abandona las redes sociales como consecuencia del acoso online.
Involucrar a los chicos
¿Y cómo se combate? También se lo pregunta Lorente. “No ha habido nada lo suficientemente intenso y continuado” capaz de impulsar una verdadera transformación que involucre a los hombres. “No hemos hecho lo bastante para que los hombres inicien un proceso de reflexión y de cambio”, señala el exdelegado, quien advierte de las dificultades de que ellos sigan la estela que han dejado las mujeres. “Los hombres parten de una posición de poder y privilegios, así que reflexionar supone renunciar”, sostiene e insiste en que no existe una solución mágica, sino un proceso paulatino que debe nutrirse de “medidas y políticas transformadoras que generen esos cambios”.
Rodríguez lo considera “uno de los grandes retos del presente”. Los hombres, señala, no pueden quedar al margen. “Hay que poner este tema sobre la mesa, hay otras formas de vivir la masculinidad, más sanas y más abiertas”, enfatiza. La educación afectivo sexual, coinciden las voces consultadas, está en la base. Rodríguez amplía: “Lo dice la legislación, lo dicen también las expertas, educadoras, sexólogas… y lo dicen las propias jóvenes”. Según el anteriormente citado informe del Instituto de las Mujeres, el 50,7% de las jóvenes encuestadas estima que la calidad de la formación sexual recibida no alcanza el aprobado y el 49,9% señala que le hubiera gustado recibir más información sobre relaciones sentimentales y gestión emocional.
Pero Rodríguez cree importante “escuchar y observar más”, no solo desde las aulas, sino desde los espacios en los que se mueven las generaciones más jóvenes. Y tal vez constatar que pesan más los discursos que claman por la igualdad real que los aullidos machistas del Elías Ahujo.
Fuente: https://www.infolibre.es/igualdad/machistas-feministas-realidad-juventud-elias-ahuja_1_1340453.html