Realizado en 15 maternidades públicas de la Argentina, un reciente estudio muestra que más de un tercio de las adolescentes pobres de ese país -entre 15 y 19 años- creen que el embarazo es la única forma de concretar un proyecto de vida propio. La muestra incluyó a madres que dieron a luz en los […]
Realizado en 15 maternidades públicas de la Argentina, un reciente estudio muestra que más de un tercio de las adolescentes pobres de ese país -entre 15 y 19 años- creen que el embarazo es la única forma de concretar un proyecto de vida propio. La muestra incluyó a madres que dieron a luz en los últimos meses y coincidentemente, más de la mitad de ella ni siquiera estudiaba al momento de embarazarse.
(Mujereshoy) «Lo estaba buscando hacía tres meses» -cuenta una de las tantas madres adolescentes argentinas que reflejan la realidad que recogió el estudio realizado por XXXX. Lilian tenía a penas 16 años y en el embarazo buscaba generar esa familia que -dice- nunca tuvo.
«Siempre quise formar la familia que nunca había tenido. Soñaba con tener un marido y un hijo. Y la verdad es que no creo posible haber tenido otro proyecto de vida.» -comenta.
Para ella, como para una gran cantidad de adolescentes pobres en la Argentina, la maternidad se convierte en el proyecto de vida más inmediato y en la única posibilidad que ven para «tener algo propio».
El estudio realizado por el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes), abarcó quince centros de salud gratuitos de las siete zonas con más altas tasas de fecundidad adolescente en las provincias argentinas de Misiones, Chaco, Catamarca, Salta y Tucumán, el Gran Rosario y el conurbano bonaerense.
El sondeo, apoyado por el Ministerio de Salud, entrevistó a 1645 adolescentes entre 15 a 19 años que fueron madre entre diciembre de 2003 y febrero de 2004, en hospitales públicos. Sin embargo, la edad promedio del primer embarazo en el universo encuestado fue de 16 años y medio. Más de un tercio del total, manifestó que quería ser madres como una forma de realización personal.
«Dicen que quieren tener ese hijo porque es lo único propio que van a tener en la vida» – describió Walter Barbato, profesor de Ginecología y Obstetricia de la Universidad de Rosario en Argentina.
Los elocuentes resultados, indicarían que en las clases sociales más bajas de la nación argentina, la maternidad es una alternativa válida para muchas jóvenes que no ven mayores posibilidades de desarrollo social.
Mariana Vera, que coordina un proyecto de retención escolar en la ciudad de Buenos Aires, advirtió que «ante tantas carencias, el hijo les permite un proyecto propio, les da identidad a su subjetividad fragilizada».
«El hijo viene a darles un poco de fortaleza a las chicas. Es un pilar en el que pueden apoyarse. Ya no están solas» – añadió Vera, que trabaja con alumnos madres o padres para que sigan estudiando.
Pero además, el estudio reveló otras dramáticas realidades que muestran la precariedad en el acceso a la salud reproductiva de estas jóvenes, a pesar que desde hace un año y medio, está vigente en ese país, la ley nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable.
A través de ese instrumento legal, el Ministerio de Salud incrementó considerablemente la entrega de anticonceptivos sobre todo en los consultorios de planificación familiar de los hospitales generales y las maternidades.
Sin embargo, hay una escasez dramática en la entrega de preservativos con lo que se impide la doble protección: contra embarazo y VIH/SIDA.
Por otro lado, varios programas provinciales de salud reproductiva aún no incorporan a los adolescentes como población objetivo, con lo que la información de planificación y protección, no estaría llegando directamente a ellos y ellas.
De hecho, el estudio refleja que luego del parto, las madres adolescentes encuestadas recibieron una muy precaria información sobre la planificación de futuros embarazos.
La iniciativa -coordinada por Mónica Gogna (Cedes-Conicet)- pretende convertirse en uno de los primeros intentos serios por hacer una radiografía del embarazo adolescente en ese país porque incluyó además, a informantes claves de las áreas de Salud, Educación, Desarrollo Social, Ongs y líderes comunitarios de las zonas elegidas.
También resultó que al momento del primer embarazo de hijo nacido vivo, 40, es decir el 6% de las consultadas, convivía con el padre del niño y el 55,5% estaba en pareja, aunque sin convivir
En promedio, el 15,2 por ciento de las adolescentes ya tenían más de un hijo. Pero en Tucumán y La Matanza más del 30 por ciento se encontraba en esa situación.
Casi la mitad no estudiaban al momento del embarazo; de las que lo hacían, sólo 4 de cada 10 continuaron en la escuela hasta cerca del parto, y un tercio de las que abandonaron reportó que lo hicieron por vergüenza o temor
a ser discriminadas.
El sondeo también detectó que tras el parto, las jóvenes reciben en baja proporción información para planificar embarazos y que los centros de salud no cuentan con preservativos, pese a que rige desde hace un año y medio una ley específica y la Nación los provee a las provincias.