Nuestro Redactor Jefe -y amigo- se declara en huelga de hambre reclamando al Gobierno la regulación de un derecho fundamental: el de la igualdad [Ver: Primer activista gay en huelga de hambre para exigir la Ley de Identidad de Género]. Desde el recién nacido diario «La República» podemos aportar dos visiones al lector: Profesionalmente se […]
Nuestro Redactor Jefe -y amigo- se declara en huelga de hambre reclamando al Gobierno la regulación de un derecho fundamental: el de la igualdad [Ver: Primer activista gay en huelga de hambre para exigir la Ley de Identidad de Género]. Desde el recién nacido diario «La República» podemos aportar dos visiones al lector:
Profesionalmente se precisa ofrecer la visión del compromiso con aquello que supuso el arranque y la creación de este medio y al que tanto aporta, ha aportado y aportará Jaume D’Urgell, y recordamos que tenemos un compromiso claro y directo con el reconocimiento de los derechos humanos y, por tanto, con los derechos de igualdad de los individuos y de los colectivos.
El compromiso de quienes formamos parte del medio es el mismo compromiso que tiene «La República» con la sociedad. Un compromiso que se materializa en nuestro llamado permanente a la participación y a la crítica.
En este sentido, en el del ejercicio de la profesión, sea desde el puesto que sea, consideramos que el apoyo y el compromiso de Jaume con sus convicciones que, en este caso, son las de los derechos ajenos, pero que pudieran ser propios de cualquier ciudadano o ciudadana de este mundo, debe ser recogido y difundido para que tenga eco, no sólo de tipo social, sino también de tipo político, que es el que en definitiva debe tomar las decisiones oportunas. Pero, también nos preguntamos hasta dónde puede hacer llegar una sociedad a los ciudadanos que la componen, o a una parte de los mismos, para que se sientan desplazados, marginados, tratados como escoria o, peor aún, no tratados, cual si no existieran.
No nos consta que tal sea el caso de D’Urgell, pero esto es informativa y socialmente indiferente, habida cuenta que es una decisión personal que hoy o mañana puede corresponder a cualquiera, ya que lo que se reclama es el derecho a poder tomar esa decisión y hacerla efectiva. Al parecer, la conciencia de igualdad no llega de la misma manera a todos los estamentos ni a todos los grupos políticos de este nuestro Estado – antes República y mañana también -, por lo que sólo se escuchan trámites de demoras y aplazamientos, que pueden llevar, no sólo a la desesperación de ciertas personas, sino al agotamiento y al mal entendimiento de otras. De esta manera, conviene recordar que los derechos fundamentales, como lo es el de la igualdad, o el de la salud, son inalienables, o visto por el lado contrario: los derechos fundamentales no se conceden, se tienen de facto por el hecho de haber nacido seres humanos.
Quiere esto decir que, desde el punto de vista del político de turno (ayer y hoy, pero esperemos que no mañana) van a concederse unos derechos a algunos ciudadanos – o quizá no -, porque puedan provenir de los votos que recibieron para ello o porque puedan transformarse en futuros votos. Pero esto es un error, estos derechos ya les eran inherentes a las personas afectadas por una situación discriminatoria y, por tanto, conveniente o no, les corresponde que se diseñen los medios por los que la legislación reflejará este hecho.
Desde la otra visión, la personal, nos preocupa que un compañero tome esta decisión, por los riesgos que pudiera correr su salud, por la deriva que pueda tomar la situación política del proyecto del Parlamento, y cómo esta pueda dejar atrapado a Jaume o a quiénes pudieran tomar una decisión similar, en un callejón sin salida.
Esperemos que las situaciones de este tipo nunca lleguen a ser extremas.