A medida que nos íbamos acercando a la boca del túnel de la crisis, se esgrimían postulados (el mío entre ellos) resaltando las oportunidades de la misma. Se retaba sin miedo a la crisis para encararla desde una perspectiva global, de crisis sistémica, de crisis del capitalismo. Pero ¿será que tanto pensamiento único nos ha […]
A medida que nos íbamos acercando a la boca del túnel de la crisis, se esgrimían postulados (el mío entre ellos) resaltando las oportunidades de la misma. Se retaba sin miedo a la crisis para encararla desde una perspectiva global, de crisis sistémica, de crisis del capitalismo. Pero ¿será que tanto pensamiento único nos ha dejado a los defensores de un cambio de paradigma, sin eso, sin pensamientos? ¿Será que, como se achaca habitualmente a los movimientos alter globalización no tenemos alternativas, o será que no se escuchan las propuestas?
Un cambio de paradigma no se hace mediante decreto ley. No es tan luminoso como un discurso del yes we can. Por el contrario, una alternativa que destrone al tótem de la economía y las finanzas para regirnos por principios de justicia social y subordinación ecológica, exige inventarla paso a paso de forma colectiva. Y ese es el reto que nos toca afrontar.
Pero aún así, adentrémonos en lo más oscuro del túnel y bajemos al terreno de lo inmediato y lo posible. De lo que se puede hacer ya mismo, y aunque sea a tientas y medio ciegos, pero con una brújula interior clara, seamos creativos. Una parte del recorrido ya está hecha: el análisis y las fórmulas básicas. Ahora, y sin miedo a los abismos, hemos de transformar nuestro pensamiento en medidas desde los nuevos valores.
De entrada deberían de abandonarse pautas de modelos de producción y consumo insostenibles. A partir del lema del «gran empujón» del presidente Roosevelt, ahora hace 75 años, para reimpulsar la economía estadounidense, se ha originado el movimiento del «new green deal» para impulsar un crecimiento verde. No es la medida del cambio global que necesitamos, pero desde esos tipos de análisis podemos plantear, por ejemplo, sustituir políticas de promoción de sectores difícilmente sostenibles (como el automovilístico) por apoyo a lugares de trabajo de interés ambiental y social. Facilitar lugares de trabajo en el medio rural impulsando pequeños huertos, granjas, o creando pequeñas cooperativas de transformación que produzcan y provean de alimentos ecológicos y de calidad, además de preservar el medio ambiente y revitalizar economías locales sostenibles. Sostenibles frente a cualquier crisis. Frente a cualquiera, como se ha demostrado en los últimos…10 mil años.
Gustavo Duch Guillot
Veterinarios Sin Fronteras