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En defensa de La filosofía, la civilización y la humanidad

Fuentes: Rebelión

Si nuestros hombres de Estado fueran visionarios se podría llegar a hacer algo práctico. Si pedimos algo abstracto podemos obtener algo concreto. (G. K. Chesterton)   Escribo este artículo en defensa de la filosofía porque lo hago en defensa de la civilización y de la humanidad. No es casualidad que al mismo tiempo que se […]

Si nuestros hombres de Estado fueran visionarios se podría llegar a hacer algo práctico. Si pedimos algo abstracto podemos obtener algo concreto. (G. K. Chesterton)

 

Escribo este artículo en defensa de la filosofía porque lo hago en defensa de la civilización y de la humanidad. No es casualidad que al mismo tiempo que se está desestabilizando nuestro Estado, nuestro sistema del bienestar, estén empezando a desaparecer los idiomas y saberes como el latín, el griego y la filosofía. Decía que no es casualidad sino que es una situación coyuntural. Hay muchas cosas que están mal en las sociedades modernas o en las mal llamadas postmodernas, pero hay muchas cosas que están bien y que hay que remedar sin remedio.

Hasta hace relativamente poco teníamos una muy buena educación estatal. Yo soy de las que aún estudió EGB, BUP Y COU. Soy de la generación en la que todavía no se podía elegir estudiar latín sino que era obligatorio, al menos en un curso; donde la filosofía era obligatoria ya fueras estudiar ciencias o letras, y ya entonces, nos quejábamos de que no se diera latín y griego en todos los cursos del bachillerato y en COU. Sabíamos que el latín y el griego, habían sido la base en la que se habían pensado las ciencias y las artes. Hoy nos quedamos perplejos, pues no es que no haya ni rastro del latín o del griego, en la ESO o en el bachillerato, sino que vemos que lo que se pretende desde el actual gobierno o desde alguno de los partidos que aspiran al poder, es que no quede ni rastro de la filosofía. Escribo pues este artículo, con mucha urgencia, como un grito de auxilio ante la catástrofe inminente que se avecina, si llegara a desaparecer la filosofía de nuestras escuelas, de nuestras aulas. Si esto ocurriera, no sólo desaparecerán gradualmente y sin remedio todos los demás saberes, sino que tras de ellos e inexorablemente, desaparecerá nuestra civilización. Estas consecuencias no son una exageración sino puro sentido común, pura lógica arquitectónica: si se quitan los cimientos sobre los que se sustentan todos los saberes, se está dinamitando desde la misma base y por tanto sin remedio, todo el conocimiento en su conjunto.

Estamos de acuerdo en que las cosas en nuestro país y en Europa, no andan bien, pero como apunta G. K . Chesterton en su libro titulado¨ Lo que está mal en el mundo¨, parece ser que cuando las cosas van muy mal , nos hacen creer que se necesita preguntar a un hombre muy práctico, y estos hombres muy prácticos, a los que se les ha preguntado qué hacer con la educación han decidido acabar con miles de años de teoría que nos han permitido precisamente eso, ser muy prácticos, y como nos dice Chesterton ¨cuando las cosas no funcionan , has de tener al pensador , al hombre que posea cierta doctrina sobre por qué no funcionan . Está mal tocar el violín mientras arde Roma; pero está bastante bien estudiar la teoría hidraúlica mientras arde Roma(…) cuanto más complicada es la avería, más canoso y más despistado deberá ser el teórico necesario para ocuparse de ella¨. [1] Y hoy, más que nunca, necesitamos a esos sabios canosos, a esos teóricos, que se han dedicado a pensar durante largas horas sobre el ser y la nada, pues hoy más que nunca nos debatimos precisamente entre o el ser o la nada.

Necesitamos urgentemente que en materia de educación no se pregunte a hombres muy prácticos sino a visionarios o profetas, a teóricos, a filósofos. Y lo último que haría un filósofo es relegar a un segundo plano, o hacer desaparecer- y menos con la que está cayendo-la filosofía, sino que la implementaría y la situaría como una asignatura sin la cual ningún profesor pueda ser maestro, es decir, pueda enseñar. Es decir, lejos de establecer la pedagogía – como han hecho estos hombres prácticos- como la disciplina sin la cual un profesor pueda ejercer, sería la filosofía la que ocuparía y debería ocupar este lugar, pues es imposible que un maestro sea maestro, si no tiene algo que enseñar, esto es, si no es dogmático, si no tiene un dogma, o lo que es lo mismo, una filosofía.

Todas las reformas que pretenden acabar con la filosofía porque piensan que la filosofía son ¨pajas mentales¨ de unos y de otros que intentan convencernos de ser materialistas o idealistas, son reformar hipócritas, pues en materia de educación no podemos liberarnos del dogma.

Nuestro país y nuestro mundo necesitan un giro, una revolución, una restauración, y esto sólo es posible si contamos con el pasado, con el estudio del pasado, pues como nos recuerda Chesterton, ¨El hombre ha de plantar sus frutos en un cementerio¨ La filosofía es necesaria para la humanidad, pues fundó la democracia, que es el modelo en que la humanidad se acerca más así misma, donde la humanidad se mantiene entre los límites entre la bestialidad y el súper-hombre.

Estamos todos en el mismo barco, en un barco que ha sido bautizado como humanidad, y la única manera de salvarlo, de sacarlo a flote y seguir navegando por la historia es la democracia y democracia significa conservar el pasado, conservar del pasado lo que está bien y no acabar con todo.

Decía Chesterton ¨Democracia en su sentido humano no es el arbitrio de la mayoría, ni siquiera el arbitrio de todo el mundo. Puede definirse más concretamente como el arbitrio de cualquiera (…) Sólo las cosas que se suponen que cualquiera puede entender tienen la autoridad total de la democracia¨ [2] Y cualquiera puede entender, cualquiera al que preguntemos por la calle puede entender, que el que quiten la filosofía o el que la reduzcan a un mínimo en los planes de estudio estatales, es un síntoma de una enfermedad muy grave de nuestra sociedad, que algo muy grave está por venir en una sociedad donde se pretende desplomar el edificio del saber , pues esto conllevaría el desplome de la democracia.

Necesitamos en materia de educación un pacto de sentido común, un pacto en donde no tenga cabida lo práctico, esto es, lo comercial, pues no se puede revolucionar la educación para que se adapte al mercado, hay cosas que por sentido común no se puede adaptar al mercado: la educación y la sanidad, pues son la base de la democracia.

¨La educación no es un objeto sino un método [3] – nos dice Chesterton- y un método. Debe significar la transmisión de ciertos hechos, puntos de vista y cualidades al último recién nacido.(…)La educación es tradición y la tradición ( como su nombre indica) puede ser traición¨ [4] . En materia de educación este país está sufriendo una traición por parte de sus gobernantes y de parte de todos aquellos partidos e intelectuales, que en materia de educación pregonan mermar la filosofía y todos aquellos saberes e idiomas que como el latín y el griego son la base de nuestra civilización. La educación es transmisión y tiene que intentar ser transmisión de la verdad y ¿cómo podremos transmitir la verdad – el conocimiento, su base, su fundamento- nunca ha llegado a nuestras manos?

Ahora mismo todas las reformas educativas, en todas las edades, están siendo revolucionadas, bajo la excusa de la necesidad de una reforma pedagógica. Se pretende algo así como que el profesor no tiene nada que enseñar , pues el alumno debe aprender a aprender , es decir, se pretende algo así como que el alumno por sí mismo es capaz de sacar de sí el contenido de toda la historia universal. Es decir, se pretende que la educación no sea instrucción, se pretende, como nos diría Chesterton, ¨que no se enseñe por medio de la autoridad, presentan el proceso como una llegada , no desde el exterior , desde el maestro, sino de dentro del niño(…) se pretende hacernos creer que- el educador sólo extrae del niño su amor invisible por las divisiones largas, sólo dirige la ligeramente velada preferencia del niño por el pudin de leche hacia las tartas. (…) he oído la poco afortunada sugerencia de que la palabra educador, cuando se aplica a un maestro de escuela romano, no significa < conducir nuestras jóvenes funciones hacia la libertad> sino < llevar a los niños pequeños de paseo> (…) pero la educación significa darles unas determinadas formas y entrenarlas para determinados propósitos, o no significa nada en absoluto¨ [5]

En materia de educación nos encontramos con una hipocresía nacional, una hipocresía que pretende hacernos creer que la educación basada en aprender a aprender -el lema de moda- no es coercitiva , pero esto es de un cinismo exagerado, pues toda educación es coercitiva, ya sea porque inculca conocimientos , ya porque los extrae. Inculcar y extraer ambas son acciones violentas. Y debemos, de una vez por todas -como nos recuerda Chesterton- ¨aceptar la responsabilidad de esa violencia intelectual. La educación es violenta porque es creativa y es creativa porque es humana. Es tan imprudente como tocar el violín, tan dogmática como hacer un dibujo, tan brutal como construir una casa. En resumen, es todo lo que es una acción humana, es una interferencia con la vida y el crecimiento¨ [6]

En estos tiempos que corren debemos remedar la educación, porque debemos remedar la democracia. No podemos enseñar ciudadanía sino somos ciudadanos, y no somos ciudadanos si estamos a favor del plan de acabar con la filosofía, que no es sino la malla sobre la que se asientan los demás saberes. Tenemos la responsabilidad para con el mundo y para con la humanidad de conservar aquello que está bien, aquello que nos permite seguir siendo humanos a pesar de todos los errores, a pesar de todos los desastres. Tenemos la responsabilidad de cuidar no sólo nuestra tierra, nuestros campos, nuestros mares y nuestro aire, a nuestro vecino y a nuestra familia, sino que tenemos la responsabilidad de cuidar nuestro pasado y los conocimientos que nuestros antecesores nos han legado. Son estos conocimientos sobre los que se sustentan nuestra humanidad, nuestra democracia.

No se puede ser demócrata y querer acabar con la filosofía, pues esto es una contradicción y una hipocresía. Democracia es una palabra griega y fue en Grecia donde nacieron la filosofía y la democracia. Si desaparece la filosofía desaparecerá inexorablemente la democracia.

A la hora de votar, piensen como un griego, como un filósofo, piensen que la tarea de hoy es la de democratizar la escuela pública, esto es, hacerla griega. A la hora de votar debemos preguntarnos ¨ ¿por qué debería disgustar el griego– o la filosofía- a un demócrata, cuando la misma palabra demócrata es griega?



[1] G. K. Chesterton, Lo que está mal en el mundo, Acantilado 2008, p. 20

[2] G.K. Chesterton , Lo que está mal en el mundo, Acantilado 2008. P. 88

[4] G. K Chesterton; Lo que está mal en el mundo, Acantilado 2008, p. 170-171

[5] [5] G. K. Chesterton, Lo que está mal en el mundo, Acantilado 2008. P 175.

[6] G.k. Chesterton, Lo que está mal en el mundo. Acantilado 2008, p 176.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.