A principios de este mes de agosto, siempre tan lleno de pérdidas dolorosas, ha fallecido la compañera Carme Conill Vall, una camarada ejemplar, tenaz, cariñosa, fraternal, más que generosa (acompañó y ayudó a Gregorio López Raimundo en su actividad política en sus últimos años), una luchadora imprescindible de la izquierda catalana-sefaradiana. Tomo de un excelente […]
A principios de este mes de agosto, siempre tan lleno de pérdidas dolorosas, ha fallecido la compañera Carme Conill Vall, una camarada ejemplar, tenaz, cariñosa, fraternal, más que generosa (acompañó y ayudó a Gregorio López Raimundo en su actividad política en sus últimos años), una luchadora imprescindible de la izquierda catalana-sefaradiana.
Tomo de un excelente artículo [1] del compañero Ramón Franquesa [RF] algunos datos fundamentales.
Carme Conill, recuerda RF, «ha sido una activista por el socialismo, la paz y la democracia, es decir, una luchadora por un mundo mejor. No era un personaje público, como miles de personas valiosas que ayudan a cambiar este mundo, fue siempre ignorada en los medios de comunicación». A pesar de ese silencio, trabajó como pocos para transformar una realidad que sabía y consideraba injusta e insostenible. La indignación corría por todas sus venas. Su lucha venía de largo, señala RF, «cuando en los años 60 su hermano Jordi Conill fue encarcelado por actividades libertarias a la terrible prisión de Burgos. Un lugar donde hacía pocos años había muerto Joan Comorera enfermo de frío y desnutrición.»
Muchos de los que nos han gobernado en Cataluña, comenta con razón, indignación y oportunidad RF, «han vestido estos últimos 40 años sus miserias reivindicando haber participado en la lucha contra la Dictadura. Eso sí, intentando hacer un inmenso ejercicio de desmemoria histórica de lo que en realidad pasó». No todos los que han mandado en Cataluña fueron antifranquistas. Por supuesto que no. Familias como los Piqué, Estivill o De la Rosa, entre muchas otras, vivieron acomodadas en el régimen fascista. Pero tampoco, prosigue RF, «los que se opusieron al franquismo, lo hicieron de la misma manera: Unos recibían multas y otras iban a cárceles inhumanas por largos años». El hermano de Carme Conill, al salir de la cárcel, «era incapaz de leer un cartel a más de veinte metros, porque después de años encerrado en pequeñas celdas había perdido la visión del horizonte. En cambio la prisión aumentó otra capacidad de visión y conocimiento».
Burgos, lo explicó con detalle Miguel Núñez en sus memorias (nada que ver con las del molt ex honorable [2]), era «la Universidad del mejor antifranquismo. Jordi maduró en aquel infierno y golpeado por el fusilamiento de Grimau pidió el ingreso en el PSUC para ocupar su lugar». Su hermana Carme siguió sus pasos.
Desde los años 70, comenta RF, nuestra compañera fue muy activa en los movimientos sindicales y vecinales. «Avances en los convenios de los trabajadores de justicia o realidades como el Parque del Clot llevan un grano de arena de su empuje». Como tantas otras personas valiosas que han hecho avanzar nuestra sociedad en justicia y equidad, ella «nunca pidió a cambio ningún privilegio ni reconocimiento, más allá de la fraternidad de los compañeros». Nunca se acomodó ni se resignó. Nunca practicó lo contrario de lo que pensaba y proclamaba. Y no es fácil, nunca ha sido fácil obrar así.
No fue tampoco una persona sectaria. «No analizaba las personas pidiendo de dónde venían, sino a donde iban. Y si estaban dispuestas a tomar su carga por defender los derechos y la dignidad en cosas concretas». El pasado no era obstáculo para trabajar con quien fuera. Una excelente lección para todos nosotros.
RF señala un punto que vale la pena destacar. Carme mantuvo una actitud muy crítica frente al orden imperante, «incluso en los tiempos en que las burbujas especulativas parecían dar la razón a los profetas del final de la historia». Cuando implosionó aquel artificio de estafa y expolio y las plazas se empezaron a llenar de gentes indignadas, «ella se reconoció de inmediato en los nuevos movimientos emergentes». Eran los suyos y su lucha era también la suya, la nuestra. «Nunca lo dudó y retornó a su activismo más intenso y productivo. Carme fue una las últimas desalojadas de la Plaza Cataluña», por unos Mossos capitaneados entonces por don Felip Puig, uno de los amiguetes-serviles-muy-serviles de don Jordi, la inversión total de la compañera Carme. «Su energía y capacidad nos enseñó que la medida de la juventud de una persona no está en los números que aparecen en el DNI» comenta RF.
Fundadora de EUiA y de Esquerra Plural federalista, Carme fue siempre defensora del despliegue de una propuesta que defendiendo los derechos nacionales de la ciudadanía catalana «pusiera el acento en promover las identidades de matriz social y no en las divisiones de carácter patriótico.» La fraternidad era posible, la convivencia entre pueblos también. Es mucho lo que nos une, ha sido mucho lo que nos ha unido.
Carme fue también el alma de Fil Roig una asociación para la preservación de la memoria histórica, un espacio, comenta RF, «en que a pesar de ir desbordada de múltiples tareas, nunca abandonó. Bastante había aprendido que los pueblos que olvidan su pasado están condenados a repetir sufrimientos y desastres.»
En estos últimos dos años, nuestra compañera impulsó la creación del Frente Cívico Somos Mayoría. Presidió su asamblea constituyente. Por lo demás, comenta también RF, «no puedo dejar de destacar que ha tenido un papel fundamental en la organización de la XSUC-S21, un instrumento de reflexión y organización que pretende ayudar a refundar un proyecto socialista y emancipador para el siglo 21.»
Carme ha luchado hasta el final de sus días. Hasta entonces ha mantenido «el optimismo, la calidez hacia su familia y compañeros, la fuerza de voluntad contra la enfermedad que quería destruirte. De hecho nos has dejado un último ejemplo al no darte nunca por vencida, incluso cuando las circunstancias eran totalmente adversas y la victoria casi imposible.» Nos queda la posibilidad, comenta RF, «de seguir tu ejemplo para dar la cara hasta la última bala, por una vida digna para nosotros y las generaciones futuras, para intentar, incluso cuando las posibilidades son pequeñas, persistir en el intento de la transformación para abrir paso a un porvenir de ciudadanos libres y nacidos iguales, sin fronteras, sin amos ni esclavos.» Cuando soñamos y sentimos en ese futuro, «nos damos cuenta de que tú ya lo habías empezado a crear entre nosotros. Tu manera de vivir, que ha sido semilla de futuro, pervivirá en la memoria de todos aquellos que te han acompañado.» Que así sea.
He tratado personalmente a Carme estos últimos diez o quince años. Cuando pienso en ella, sin poder ni querer evitarlo, pienso en el verso de Antonio Machado: «soy en el buen sentido de la palabra bueno» y en los versos de Brecht que a ella tanto gustaban y que están en la mente de todos: «A la gente buena se la conoce/ en que resulta mejor cuando se la conoce.» Era su caso, sin ninguna duda. Amable, generosa, tenaz, cariñosa, luchadora hasta la última base del ADN, flexible políticamente, buena persona, con ganas de aprender, enseñando siempre sin hacer gala de ello, sin realizar nunca cálculos sobre posiciones y ubicaciones institucionales, Carme fue eso: una camarada imprescindible, una luchadora ejemplar, una compañera y maestra de muchos de nosotros. ¡Hasta siempre camarada, benvolguda Carme!
Un compañero que ella conoció, Manuel Sacristán, militante del PSUC como Carme, escribió sobre Ernesto Guevara tras su asesinato: «No ha de importar mucho el cobarde sadismo complacido con el que la reacción de todo el mundo ha absorbido los detalles macabros del disimulo, tal vez voluntariamente zafio, del asesinato de Ernesto Guevara… Importa saber que el nombre de Guevara ya no se borrará de las historias, porque la historia futura será de aquello por lo que él ha muerto. Esto importa para los que continúen viviendo y luchando. Para él importó llegar hasta el final con coherencia. Los mismos periodistas reaccionarios han tributado, sin quererlo, un decisivo homenaje al héroe revolucionario, al hacer referencia, entre los motivos para no creer en su muerte, en sus falsas palabras derrotistas que le atribuyó la estulticia de los vendidos al imperialismo». En la montaña, en la calle o en la fábrica, concluía Sacristán, «sirviendo una misma finalidad en condiciones diversas, los hombres que en este momento reconocen a Guevara entre sus muertos pisan toda la tierra, igualmente, según las palabras de Maiakovski, «en Rusia, entre las nieves», que «en los delirios de la Patagonia». Todos estos hombres llamarán también «Guevara», de ahora en adelante, al fantasma de tantos nombres que recorre el mundo y al que un poeta nuestro, en nombre de todos, llamó: Camarada.»
A Carme le gustaba el texto de su compañero de lucha. Guevara era uno de los suyos. También en su caso, «sirviendo una misma finalidad en condiciones diversas», hombres y mujeres de nuestro país y de otros países de un mundo solidario, reconocen y reconocerán a Carme Conill Vall entre sus muertos… entre los muertos que no mueren y en los que jamás habitará nuestro olvido. ¡Hasta siempre camarada!
Notas:
[1] http://colectivoprometeo.blogspot.com.es/2014/08/carme-conill-vall-en-la-memoria.html
[2] Nada que ver con las memorias del ex honorable. ¿Dónde se ubicarán los ejemplares de la generosa edición?
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