Josep Bel, uno de los más honestos e interesantes dirigentes obreros que ha generado la clase trabajadora en estas últimos años, me acaba de dar la noticia. Ha fallecido Juan Ramos Camarero, a quien nunca conocí personalmente pero que me ha acompañado en la distancia, como a muchos otros, durante décadas. Juan Ramos Camarero nació […]
Josep Bel, uno de los más honestos e interesantes dirigentes obreros que ha generado la clase trabajadora en estas últimos años, me acaba de dar la noticia. Ha fallecido Juan Ramos Camarero, a quien nunca conocí personalmente pero que me ha acompañado en la distancia, como a muchos otros, durante décadas.
Juan Ramos Camarero nació en Íllora, Granada, en 1944. De joven se estableció en Cornellá de Llobregat donde trabajó en la Siemens. En esos años, los sesenta del siglo pasado, formó parte de jurados de empresa del sindicato vertical -esa era la táctica de la mayoría de las organizaciones comunistas-, e ingresó en las Comisiones Obreras, el que fuera, como es sabido, un movimiento sociopolítico clandestino duramente perseguido por la dictadura fascista. Militó en el PSUC, de cuyo comité ejecutivo formó parte, y fue también secretario de la confederación del metal de CC.OO. Su papel en las luchas obreras del Baix Llobregat de mediados de los setenta fue esencial.
Diputado por la provincia de Barcelona en las elecciones generales de 1977 y 1979, dimitió para presentarse a las elecciones al Parlament de Catalunya de 1980. Miembro del llamado -con intención nada inocente y con mucha inexactitud político-cultural- sector «prosoviético», no se acomodó a la reorganización del Partido -diseñada y abonada por fuerzas internas y externas de la organización- que se efectuó después del cambio (usurpación) de la dirección del PSUC que había sido elegida democráticamente en el V Congreso del Partido.
En 1982, con Pere Ardiaca y otros camaradas, fundó el PCC, el Partido de los Comunistas de Catalunya. Tampoco la trayectoria de esta organización mereció su apoyo con el tiempo. Años después, Ramos Camarero fue secretario general del Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE).
«Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar», dijo una vez el que fuera en su momento camarada de Juan Ramos, el secretario general de un sindicato al que también Ramos entregó años y años de militancia incansable. Tampoco a él le domaron ni le doblaron ni le domesticaron; fue un imprescindible. ¡Hasta la victoria siempre!
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