Para Daniel Viglietti, in memoriam. «Es un tiempo de guerra, es un tiempo sin sol»: https://youtu.be/FfoiDdmhgkc Para Jesús Otaola, para Paco Puche y para el resto de trabajadores de la librería Proteo. ¡Enhorabuena por un Premio más que merecido! Para las trabajadoras de Bershka. Por su coraje, por su lucha, por la equidad. Y para […]
Para Jesús Otaola, para Paco Puche y para el resto de trabajadores de la librería Proteo. ¡Enhorabuena por un Premio más que merecido!
Para las trabajadoras de Bershka. Por su coraje, por su lucha, por la equidad.
Y para todos ustedes. ¡Ánimo, resistan!
La independencia de Cataluña, proclamada por 70 diputados, es un hecho grave, contrario a la ley, que solo puede llevar a un callejón sin salida.
Anne Hidalgo (27.10.2017)
La falta de garantías del 1 de octubre o la vulneración del Estado de derecho con la ley de transitoriedad jurídica no son importantes al lado de las cargas policiales, la corrupción del PP, la monarquía o la detención de los Jordis. Así ve la situación una gran parte de esta progresía barcelonesa antes libre de identidades y de las siglas de la Transición. Han abrazado la creación de una república catalana como un ideal democrático pese a que hace dos días podían considerar la idea de un Estado-Nación como una cosa convencional, incluso retrógrada. Nada garantiza que el nuevo Estado sea mejor que el de los vecinos, es más, todo apunta a que en sus primeros años la situación económica sería desastrosa, pero esto no es importante si se puede huir de España, un país «mucho peor que Corea del Norte o Turquía», como dijo en un mitin del 30 de septiembre el presidente de la ACM (As.Cat.Munic), Miquel Buch. Tiempo atrás, personas como Buch eran consideradas por esta progresía como alocados nacionalistas; ahora repiten las mismas consignas.
Cristian Segura (2017)
Tomo prestado al excelente escritor y periodista Sergi Pàmies la expresión de «exilio-instagram» y comparto con él la acusación de que frivolizar lo que ha sido el exilio para este país es algo inaceptable, impresentable. No estoy seguro de que el señor Puigdemont entienda siquiera de qué le estamos hablando. Pero los que somos hijos y nietos, por parte de padre y de madre y de abuelos y abuelas, de refugiados y exiliados de dos guerras, la Guerra Civil española y la II Guerra Mundial, tenemos derecho a estar indignados. Los que hemos crecido en el exilio, y por cierto lo llevamos con tranquilidad sin dar la tabarra a nadie con el tema, sentimos como un insulto la puesta en escena de una supuesta ruta del exilio por el señor Puigdemont y sus amigos. El exilio fue otra cosa, truncó la perspectiva de una vida medianamente normal a centenares de miles de personas. El riesgo era de tal proporción entonces que la pretensión de estos fugitivos de pasar por exiliados ahora es sumar un insulto a una injuria.
Pere Vilanova (2017)
Con la máxima brevedad. Y esta vez en serio.
Mis coordenadas espacio-temporales: Barcelona, 3 de noviembre, viernes por la mañana. Hora de finalización: 12:30.
El título de esta sabatina era este inicialmente: «Menos banderas (y menos numeritos) y más lucha obrera (y más perspectiva ecologista)». He tenido que rectificar a última hora y reescribirla toda de nuevo. No hay forma de salir del monotema; nos atrapa a todos en sus extendidas redes.
Las acciones tienen sus consecuencias. Cuando crecemos un poco y empezamos a comprender lo más básico, es una de las primeras cosas que nos golpea. En lo más hondo. Es así y, más incluso, debe ser así. Todas las acciones; las hechas y las por hacer. Pero parece que no importa, que tampoco esto importa.
El aviso del homenaje al presidente republicano Manuel Azaña les llega un poco tarde. Disculpas. La primera cita resume en dos líneas una evidencia oceánica; la segunda, la del periodista de El País, enseña -y acierta- sobre evoluciones regresivas. De la tercera les hablo más tarde.
Les iba a explicar un chiste. Era este: «La alcaldesa de Girona, Marta Madrenas (CiU), denunció el 31 de octubre ante la Policía Municipal el robo de la bandera española el pasado viernes, minutos después de que el Parlament de Cataluña proclamara la República. Madrenas se mostró «totalmente en contra» de cómo se hizo aquella retirada de la bandera. A pesar de que desconocen quién la retiró, está convencida que «no fue nadie del Ayuntamiento». Pero no es momento para chistes; se lo explico la semana que viene. O la otra o… cuando sea posible. Voy al tema, a nuestras angustias diarias, matutinas, vespertinas y nocturnas.
Aunque no estemos en tiempos de matices (hace mucho tiempo que no lo estamos), matiz -como nos enseñó un maestro no olvidado- es concepto, reflexión propia, demarcación, mirada singular, concepción crítica.
Nadie puede alegrarse de ninguna prisión preventiva; es una medida extrema. Tienen razón las personas, magistrados o no, que ponen énfasis en este punto. Debería haberse evitado. De hecho, el juez del Tribunal Supremo, interviniendo casi simultáneamente, la evitó. Tanto da, tanto debería dar que los abogados defensores, en uno y otro caso, solicitaran aplazamientos o no los solicitaran.
La resolución de la jueza Lamela, amparándose igualmente en la ley, hubiera podido ser otra distinta. Más garantista incluso. Sin negar, por supuesto, que las personas implicadas, los anteriores miembros del gobierno de la Generalitat, siguen actuando en términos muy parecidos, siguiendo caminos incendiarios.
No es impensable que en lo sucedido haya mucho de victimismo. Más claramente: que hayan hecho todo lo posible, menos en el caso de Santi Vila, para estar donde están en estos momentos. La causa, piensan algunos, ellos probablemente, necesita héroes. La actuación de sus abogados defensores hace plausible esa afirmación.
En todo caso, no se puede hablar, por supuesto que no, de justicia colonial y de odio anticatalán como hacen algunos «escritores de izquierda». Es el caso, por ejemplo, de Miguel Ángel Ferrer: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=233599
Las declaraciones del responsable parlamentario del PP relacionando al presidente Maduro con los líderes secesionistas producen, de nuevo, arcadas y vómitos.
El president Puigdemont, se diga lo que siga, no es un president mártir ni un exiliado político. Pere Vilanova hablaba de ello, con indignación compartida, en el global-imperial el pasado jueves. La cita inicial, la tercera, es de ese artículo.
No soporto a la señora Marta Rovira haciendo teatro, compungida, haciendo ver que llora frente a los micrófonos y cámaras de los medios. Absolutamente vomitivo, como en otras casos, como en otras ocasiones. Véanla, además, como empuja a quien sea para ponerse en primera fila, para que las cámaras la filmen y extiendan su mensaje de llanto.
No soporto que se vuelva a hablar de presos políticos por parte de Pedro Iglesias y de sus compañeros de organización para hablar de políticos profesionales acomodados dispuestos casi a cualquier cosa para incrementar la separación y el desgarro de ciudadanos/as trabajadores/as.
Es increíble que líderes, jóvenes líderes de la CUP, echen pestes sin matices del «régimen del 78», olvidándose (¿olvidándose?) de que ellos mismos han sido aliados decisivos, abrazos incluidos, de fuerzas -CiU, PDCat, ERC incluso- que han sido sostén de ese supuesto «Régimen del 78», expresión que arroja por la ventana la Constitución de 1978, toda ella, como si fuera un trapo sucio antiobrero, olvidándose de mil historias de lucha y resistencia antifascista.
No soporto tampoco, cada vez menos, que Ada Colau y su formación política expliquen la mitad o cuarta parte de la historia y no toda la narración de los hechos. Una y otra vez; martes, jueves y viernes. Y luego, si llega el momento, digan lo contrario si conviene. En su decir, el expresident Puigdemont y sus consejeros, siguen siendo el gobierno legítimo de Cataluña. Argumentación: les votó la gente. Y a otra cosa, sin más consideraciones.
No soporto tampoco las declaraciones de algunos dirigentes de Ciudadanos y del PP, aunque ayer tarde Xavier García Albiol, justo es reconocerlo, no tuvo su peor día.
Azcona y Berlanga, si vivieran, escribieran un nuevo guión para su nuevo sainete: «Puigdemont, un presidente en el exilio». ¡Cómo es posible que lo comparen, como están haciendo, con Lluís Companys! Pero, conviene señalarlo, ese posible que este sainete o esperpento tenga su sentido. Esperemos.
Los secesionistas dejaron tirados el pasado viernes a sus partidarios. Algo debería importarles… pero no les importa. Justifican la actuación.
No olvidemos que el secesionismo pone sus huevos en varias cestas. No es impensable que hayan estudiado diversos escenarios. El que vivimos puede ser uno de ellos: medio gobierno «en el exilio»; el otro medio «en la cárcel». Volveremos a sufrir, afirman; volveremos a luchar, prosiguen; venceremos esta vez, exclaman. Y, como dicen en sus redes en lenguaje muy español, «a por ellos el 21D».
No es de recibo que se vuelva a hablar del mandato democrático del 27S. ¡Perdieron su apuesta en lo que ellos mismos llamaron plebiscito indepedentista! Pero lo han hecho estos días. A prueba de argumentos y falsaciones. Sin cambiar una coma.
El 1-O no justifica por sí mismo ninguna declaración de independencia. Ni por votos ni por participación (sin que ello implique justificar todas las acciones policiales; no es mi caso). Es otro de sus argumentos. No admiten matices ni observaciones. ¡El referéndum de autodeterminación ya se ha consumado… y lo han ganado!
La consigna y vindicación del «derecho de autodeterminación de los pueblos» está causando heridas de muerte en la izquierda. Debería hablarse de pueblos oprimidos, no de pueblos sin más. La izquierda española, en tiempos del fascismo y en los primeros años de la transición (también más tarde, erróneamente en mi opinión), reivindicaba, al mismo tiempo, ese derecho (inaplicable al caso de Cataluña) y la República federal. Dos cosas, no una. Por lo demás, no ha sido una demanda de toda la izquierda. Como historiadores-maestros nos han enseñado, no ha defendido el derecho de autodeterminación Rosa Luxemburg, por ejemplo. No lo hizo Mao y el PC Chino. No lo hizo el PC italiano ni en la cuestión de Sicilia ni en la de Trieste. Tampoco en PC francés (erróneamente en el caso de Argelia). Tampoco el PC portugués. Etc.
Se critica al gobierno PP por el uso del estado para su conveniencia. Vale, aceptémoslo. El secesionismo lleva años y años usando su estado, todo el estado que les corresponde y que no es poco, para su causa, para su finalidad de separación (y para procesos de acumulación dineraria). Sin pararse en medios ni detenerse en detalles.
El pasado jueves se dieron dos resoluciones judiciales. La de la Audiencia Nacional y la del Tribunal Supremo. Nada que ver una y otra. Si el estado fuera simplemente un juguete en manos del PP, la segunda no se hubiera producido. Las cosas no son tan sencillas. El estado, que tiene sin duda un carácter y aroma próximo a las clases dominantes y hegemónicas, no es un simple puño o un a simple escoba servil. Hay autonomías y resistencias en ocasiones.
Podemos imaginarnos cómo actuaría la justicia catalana si en una Cataluña independiente colectivos políticos, pongamos por caso, de la Corporación Metropolitana de Barcelona aspirasen a la independencia de su territorio y actuaran como ellos han actuado. Ni les cuento donde estarían. En Can Brians desde hace décadas.
Desde un punto de vista político, la decisión de la jueza Lamela beneficia esencialmente a los colectivos secesionistas y al núcleo duro de su cosmovisión: España, que no es propiamente nación, en un estado opresor y autoritario. No al gobierno ni a las fuerzas catalanas no secesionistas.
Santi Vila ha salido de la cárcel después de abonar su fianza.
Los planes secesionistas no pueden esquematizarse ni olvidarse. Son muy astutos-arturos. Hay miembros del gobierno aquí y miembros del gobierno allí. Por debajo y a las claras: extender la idea en Europa (han ido al país, Bélgica, donde hay fuerzas más próximas al nacionalismo conservador que representan) de que en España la justicia no vale un pimiento y las garantías son inexistentes.
Su mensaje: no nos quieren, nos persiguen, no quieren sentarse con nosotros, no quieren dialogar, nos encarcelan. Son unos brutos neofranquistas; no son europeos de espíritu. Nosotros, en cambio, somos modernos, pacíficos y muy muy europeos.
Una duda, una tontería: ¿no será la juez a Carmen Lamela una agente infiltrada por el secesionismo en los aparatos judiciales del «Estado español»?
Dos apuntes finales. El primero. El artículo que antes les citaba, el de Cristian Segura («Nuevos patriotas»), se abría con estas palabras que les copio. Valen la pena:
La madrugada del 12 de octubre sucedió un hecho que me impactó de forma especial. Aquel jueves, la noche de fiesta en la sala Razzmatazz de Barcelona finalizó con el público cantando Els Segadors y alzando el brazo formando las cuatro barras con los dedos, como gustaba tanto hacer a Artur Mas. Razzmatazz, la antigua Zeleste, es donde muchos disfrutamos de nuestros primeros encuentros con la música internacional más transgresora o más indie. Razzmatazz era un puente que conectaba Barcelona con una red global cultural que iba más allá de identidades nacionales. El apátrida barcelonés, el individuo que rechazaba formar parte de una nación y al que le daba igual ser ciudadano de un Estado o de otro, pero que si se identificaba con algo era con su ciudad, siempre ha estado en minoría. Hoy lo está mucho más. Escritores, músicos, actores, ilustradores o agentes culturales de Barcelona que viven del mercado español han abrazado la causa independentista. Personas que también trabajan en castellano, personas para las que su patria era una buena edición de Blackie Books o de Anagrama, un disco de Los Planetas, una peli de los Trueba o que se reían de las miserias nacionales de unos y de otros. Seguro que continúan gozando de estas opciones culturales, pero ahora lo hacen mientras te inundan las redes sociales con fotografías de antidisturbios zurrando a una señora, con las ocurrencias de Assange, increpaciones al PP, PSOE, C’s, a EL PAÍS, últimamente también a la UE y, sobre todo, con imágenes de las masas desfilando con banderas.
No es que antes no les preocuparan la política y sus causas nobles, concluye Segura, pero «el hecho nacional, estas masas envueltas en banderas y colores nacionales, les generaban suspicacias». Ahora son hiperactivos defensores de ello y, añado yo, sin andarse con muchos miramientos. Miren las redes en las que se despachan a gusto.
El segundo apunte. Paco Frutos intervino en la manifestación ciudadana antisecesionista celebrada en Barcelona el pasado 29 de octubre de 2017. Citó unos versos al final de su parlamento: «Diversos són els homes i diverses les parles i han convingut molts noms a un sol amor (Diversos on los hombres y diversas las hablas y han convenido muchos nombres para un solo amor)», Salvador Espriu, de La pell de brau. y «Un amor que conversa y razona; sabio y antiguo -diálogo y presencia- nos trajo de su Ilustre Barcelona», de Antonio Machado, de su » Sonet o a Eugenio D’Ors» , Nuevas canciones.
Pueden ver aquí su intervención http://www.asec-asic.org/2017/10/29/yo-soy-un-botifler-traidor-contra-el-racismo-que-estais-creando/. Habló en catalán y no está subtitulada. Pueden entender lo fundamental si se ponen un poco. Les ayudo tomando pie en informaciones de prensa:
«Con efusividad, el ex diputado se ha dirigido a los cientos de miles de personas que se han dado cita en las céntricas calles de Barcelona. Así se arrancó: «Vengo a hablar en nombre de la izquierda no nacionalista. Suponiendo, permitidme la ironía, que existe la izquierda nacionalista». Continuó con estas palabras, las más citadas y recordadas: «Permitidme también que utilice el lenguaje del adversario. Yo soy un botifler (traidor) a las mentiras y a las historietas que os inventáis cada día desde 1714. Soy un traidor al racismo identitario que estáis creando. Soy un botifler contra el dogmatismo sectario que preconizáis e intentáis aplicar a toda la sociedad. Y, además, soy un botifler porque nunca justificaré las corrupciones. Ni las de allí, ni las de aquí». De los líderes independentistas, los calificó de «botiflers reales», dijo lo siguiente: «Porque traicionáis a la gente trabajadora, porque enfrentáis a la gente sin motivo alguno, porque os cargáis la libertad, la democracia y la palabra de quienes no piensan igual que vosotros. Qué puedo decir de gente que manda a niños y niñas de 16 años, e incluso menos, a manifestarse por Barcelona con una pancarta que dice Contra el franquismo. Eso es algo miserable».
Frutos insistió en que hablaba «en nombre de una izquierda plural y no nacionalista». Criticó también a «esa izquierda cómplice que se dice que no es nacionalista, pero que se va detrás de los nacionalistas y les baila el agua». «¿Qué hace esta izquierda que no está aquí, como lo está la izquierda real?» se preguntó. Pidió a los independentistas que «acaben con las mentiras y con los odios, que no se sabe cómo empiezan y no se sabe cómo acaban. Los nacionalismos destrozan el mundo». Recordó una obra de Stefan Zweig sobre los inicios de la I Guerra Mundial, donde se narraba «aquel optimismo y nacionalismo que había en los pueblos, donde unos se tenían que comer a los otros. Y, después, hubo treinta millones de muertos. Y Europa destruida».
Frutos, que fue como recordamos líder de CCOO, secretario general del PSUC y del PCE, no habló, por supuesto que no, en nombre de ninguna de estas organizaciones. De ninguna. NO es tonto ni estúpido. Habló en nombre de la izquierda no nacionalista. Pensó seguramente en grupos como ASIC/ASEC.
Pues bien, esa misma tarde se difundió un acuerdo del Comité Federal del PCE sobre la participación del que fuera su secretario general en la manifestación. El texto del comité federal:
El Comité Federal del Partido Comunista de España, ha conocido en el día de hoy la intervención del ex Secretario General del PCE Paco Frutos en la manifestación y acto convocado por Sociedad Civil Catalana, en Barcelona.
Desde el PCE, nos hemos manifestado en contra de las posiciones que defienden tanto la aplicación del artículo 155 de la Constitución Española como de la Declaración Unilateral del Independencia, nuestra propuestas es la República Federal y Solidaria. En función de ello, la presencia de Paco Frutos en la mencionada manifestación no nos representa en la medida que su posición es contraria a los acuerdos del Partido, los de ahora y los que se tomaron cuando él ejerció como Secretario General del PCE. Siempre hemos defendido el derecho de autodeterminación para los pueblos del estado español.
El Comité Federal del PCE reprueba la actitud del que fuera su secretario general, Paco Frutos, y le recrimina la utilización del cargo que ostentó para ir contra la política y los acuerdos del partido.
Les puedo asegurar que Frutos no utilizó en ningún momento el cargo que ostentó en su momento. ¿A qué viene entonces ese comunicado? El PCE puede tener razón o no en sus reflexiones, en su crítica al 155, a la DUI, en su defensa «del derecho de autodeterminación de los pueblos del estado español» y de la República federal española. No la tiene, en cambio, en su crítica a la intervención de Frutos, un ciudadano que puede decir lo que crea conveniente.
Las recomendaciones de la semana (que seguramente no les van a interesar ni un quark de medio átomo divisible de la décima parte de un pimiento):
Un homenaje a Federico Luppi: http://play.cadenaser.com/audio/370RD010000001280087/, acompañado de una interesante reflexión de Jordi Mir Garcia. Dos textos de interés: Kate Pickett y Richard Wilkinson, «Los costes verdaderos (y falsos) de la desigualdad» http://ctxt.es/es/20171025/Politica/15791/costes-desigualdad-salud-violencia-felicidad.htm, y Mikel de la Fuente, «Pobreza laboral y degradación del empleo», Viento Sur 28/10/2017. Una entrevista de Daniel Viglietti a Eduardo Galeano sobre el escribir: https://www.youtube.com/watch?v=IyqcvN-Sk58. Desde un punto de vista marxista alternativo (¡por fin!): Vila (Le Grand Soir), «La Catalogne et la question nationale» https://www.legrandsoir.info/la-catalogne-et-la-question-nationale.html De Jordi Ibáñez Fanés, «El descrédito de Cataluña». El País, 30 de octubre de 2017. Dos artículos del martes 31 de octubre: J.J. Moreso, «La regla del reconocimiento» y Rosa Cullell, «El Estado catalán del desasosiego», ambos en El País-Cat, p. 2. Del viernes 3.11: Frances Valls, «Fe en los dirigentes», El País-Cataluña, p. 2; Xavier Vidal-Folch, «Supremo, 10; Audiencia Nacional, 0», El País, p. 20, y Francisco J. Laporta, «Una salida constituyente», El País, p. 13. Incluso este aunque piensen que he perdido el juicio político: Joan Antoni Duran i Lleida, «Reconciliación». http://www.lavanguardia.com/opinion/20171103/432551551733/reconciliacion.html
Les dejo finalmente en buena compañía. Con la reflexión del ex profesor Francesc Xavier Pardo,en el 500 aniversario (y cuatro días más) de la acción de Lutero:
Como sabéis, el 31 de octubre de 2017 se cumplieron 500 años del gesto histórico del fraile Martin Lutero (1483-1546), clavando en la puerta de la iglesia de Wittenberg sus 95 tesis contra el papado de Roma, iniciándose así la llamada «Reforma protestante». En mi opinión, nadie como Karl Marx(1818-1883) ha sabido ir hasta la raíz para explicar lo que esa reforma significó históricamente, como dejó escrito en 1844 en su Introducción a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel, desmenuzando -en este breve texto- el hecho de que el protestantismo convertía la religión en cuestión privada y el segundo la mantenía como cuestión pública. Así escribió, pues, el titán de Trier (Tréveris), Karl Marx: «Lutero venció, efectivamente, a la servidumbre por la devoción, porque la sustituyó por la servidumbre de la convicción. Acabó con la fe en la autoridad, porque restauró la autoridad de la fe. Convirtió a los curas en seglares, porque convirtió a los seglares en curas. Liberó al hombre de la religiosidad externa, porque erigió la religiosidad en el interior del hombre. Emancipó de cadenas al cuerpo, porque cargó de cadenas el corazón.
Cadenas en el cuerpo, cadenas en el corazón, y olvido de lo más básico, de lo más esencial. También se trata de eso.
PD: Algunas «sesudas reflexiones» en este añadido. Cuidado con la acidez estomacal. Disimulan a veces pero son así… aunque no pueden ser «tan así». ¡Seguro que hay falsedades (que no he podido detectar concretamente) en los comentarios que les copio! ¡La situación no puede haber alcanzado estos niveles de despropósito! «Insultos castellanos» es un aportación político-cultural de una ex presidente del Parlament de Cataluña; lo de la «destrucción del fascismo» es made in Rufián.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.