Uruguay ha avanzado significativamente en la diversificación de su matriz energética y por tanto en la reducción de su dependencia del petróleo, colocándolo como un modelo exitoso de apuesta a las energías renovables en la región. A nivel mundial, con el combate al cambio climático, ejemplos como el de Uruguay ponen en aprietos a los […]
Uruguay ha avanzado significativamente en la diversificación de su matriz energética y por tanto en la reducción de su dependencia del petróleo, colocándolo como un modelo exitoso de apuesta a las energías renovables en la región. A nivel mundial, con el combate al cambio climático, ejemplos como el de Uruguay ponen en aprietos a los países industrializados, que con muchos más recursos y a pesar de ser los grandes responsables de esa crisis siguen impulsando los combustibles fósiles.
Desde la sociedad civil uruguaya y la academia se destacan los progresos alcanzados por las sucesivas administraciones del Frente Amplio (en el gobierno desde 2004). Si bien se subraya la necesidad de que el país siga caminando en ese rumbo, organizaciones y agrupaciones sociales se han pronunciado ante lo que consideran indicios de que el país podría desarrollar la tecnología de la fracturación hidráulica, o fracking, para la explotación de hidrocarburos no convencionales, como el gas de esquisto.
En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, celebrado el 5 de junio, el presidente de la Administración Nacional de Usinas y Trasmisiones Eléctricas (UTE), la estatal uruguaya encargada de la energía en el país, Gonzalo Casaravilla, anunció que en la madrugada del 3 de junio se registró el récord nacional de abastecimiento de la demanda por energía eólica. El 50.2% de la energía generada provino de los parques eólicos emplazados durante los últimos años en departamentos como Rocha, Maldonado, San José y Florida.
Según el Balance Energético Preliminar 2014 de la Dirección Nacional de Energía (DNE), dependiente del Ministerio de Industria, Energía y Minería, el año pasado la composición por origen de la generación de electricidad fue la siguiente: 74% hidráulica, 13% térmica (biomasa), 7% térmica fósil y 6% eólica.
De estos datos se destacan por su gran crecimiento los referentes a la biomasa y a la energía eólica, resultado de la Política Energética 2005-2030 establecida por la DNE. Esa política se propuso reducir la dependencia del petróleo, aumentar el uso de las energías renovables, universalizar el acceso a la energía hasta alcanzar el 100% de electrificación del país, entre otros objetivos.
Fuentes energéticas alternativas
De acuerdo al Informe País Uruguay 2013 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, elaborado por el Consejo Nacional de Políticas Sociales, tanto el petróleo como la hidroenergía perdieron peso en el total de la matriz uruguaya. En cambio, los residuos y la biomasa pasaron del 3% en 1990 al 22% en el 2011, crecimiento operado a partir del año 2008. Ese año la leña se ubicó en 15% y la energía eólica aportó el 1%, cifra que ahora subió cinco puntos porcentuales.
También se espera un importante crecimiento de la energía solar fotovoltaica en Uruguay para el 2020, fruto de planes solares que ya se están implementando. Asimismo, se están desarrollando agrocombustibles como el etanol y el biodiesel, que se obtienen principalmente a partir de la caña de azúcar y aceites vegetales como el girasol y la soja, respectivamente, aunque tienen un porcentaje muy minoritario en la matriz energética actual.
El 4 de junio la organización ecologista REDES-Amigos de la Tierra Uruguay (REDES-AT) realizó en Montevideo, la capital, el foro público «Sistema Energético Sustentable, Justo y Soberano». En la apertura de la actividad la coordinadora de REDES-AT, Karin Nansen, destacó que «la energía es un bien común y el acceso a ella es un derecho humano fundamental y condición necesaria para una vida digna».
«Es crucial defender un sistema energético público, ambiental y socialmente justo y sustentable, que garantice el acceso a energía suficiente para que todos y todas podamos satisfacer nuestras necesidades», agregó.
En un comunicado difundido el 1 de junio, REDES-AT saludó los avances del gobierno en la diversificación de la matriz energética, al tiempo que consideró que «debemos continuar caminando hacia un sistema energético en el que la producción y el uso de energía no contribuyan al cambio climático, ni a la degradación del agua, el aire y la biodiversidad».
La organización manifestó además su preocupación ante la posibilidad de la práctica de la fractura hidráulica en el país, alerta que ya han levantado varios colectivos sociales. En julio del 2012, la estatal Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (ANCAP) firmó un contrato con la compañía de capitales estadounidenses Schuepbach Energy Uruguay (SEU) para la exploración y eventual explotación de hidrocarburos en territorio continental uruguayo. El contrato incluye los hidrocarburos no convencionales.
Según un trabajo difundido por el Centro de Estudios de la Actividad Regulatoria Energética de Argentina (CEARE), organismo dependiente de la Universidad de Buenos Aires(UBA), para la fractura hidráulica se utilizan por pozo 10 millones de litros de agua. Existe un grave riesgo de contaminación de las fuentes acuíferas subterráneas, entre otros impactos ambientales y sociales.
Nansen reivindicó además el principio de soberanía energética, que implica el derecho de los pueblos a decidir sus políticas y estrategias sustentables de producción y distribución de la energía. Y evaluó como fundamental debatir sobre las tecnologías que plantean graves impactos sociales y ambientales actuales y futuros, y que ponen en peligro la sustentabilidad a largo plazo, así como discutir acerca del papel de las corporaciones transnacionales y los contratos y tratados internacionales que las amparan.
Soluciones cercanas a la gente
En entrevista con Noticias Aliadas, el ingeniero argentino Pablo Bertinat, del Taller Ecologista de Rosario e integrante del Observatorio de Energía y Sustentabilidad de la Universidad Tecnológica Nacional/Facultad Regional de Rosario, destacó el avance de Uruguay en materia de energías renovables y las instancias de debate entre diversos actores que se generan en el país, «lo que no ocurre del otro lado del Río de la Plata».
No obstante, Bertinat manifestó que «de la mano de las renovables es necesario en toda la región construir soluciones energéticas más cercanas a la gente».
Bertinat señala esto debido a que las fuentes pueden ser renovables pero la energía puede estar en manos privadas, de forma altamente concentrada, sin que se garantice el acceso a la población o a precios altísimos.
«Ejes como desmercantilizar el sistema energético, democratizar, desprivatizar, desconcentrar, descentralizar, son fundamentales para pensar un sistema alternativo dentro de los grados de libertad que podemos tener», aseguró Bertinat. «El sistema energético, que es lo que hace falta cambiar, es mucho más que la matriz energética, concebida como la fuente de generación de energía», agregó.
Por su parte, el sindicalista Alejandro País, de la Agrupación de Funcionarios de la UTE (AUTE), advirtió en el foro público en Montevideo que los capitales privados controlan una parte muy mayoritaria de la generación de energía eólica del país, y que UTE compite en desventaja.
«Estamos a favor de las renovables, todo lo que tenga que ver con mejoras para el medio ambiente y que nos ayude a independizarnos energéticamente va a ser bienvenido», señaló País. Advirtió, no obstante, que los privados tienen diversas facilidades para sus inversiones en el sector eólico y en cambio UTE «paga impuestos como una empresa común, por ejemplo».
«Demandamos al menos igualdad de condiciones para que UTE invierta más en renovables», reclamó.
Fuente original: http://www.noticiasaliadas.org/articles.asp?art=7185