Ante la cuestión -a mi juicio- descentrada, interesada y parcial, sobre si la Iglesia debe pagar el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), como simple creyente que intenta seguir a Jesús de Nazaret y que ya publiqué que «Yo también quiero que mi Iglesia pague el IBI», considera: Que este debate es claramente parcial, ya que […]
Ante la cuestión -a mi juicio- descentrada, interesada y parcial, sobre si la Iglesia debe pagar el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), como simple creyente que intenta seguir a Jesús de Nazaret y que ya publiqué que «Yo también quiero que mi Iglesia pague el IBI», considera:
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Que este debate es claramente parcial, ya que en tiempos de crisis como los que estamos viviendo, habría que hablar tanto más de ingresos como de recortes y gastos. Por ello habría que exigir una justa fiscalidad progresiva, atajar el desvergonzado fraude fiscal, derogar las amnistías a los defraudadores y eliminar las injustas exenciones al pago de un impuesto que -religiosamente- paga toda la ciudadanía. ¡Pues claro que deberían pagar quienes no lo hacen! y por supuesto, la Iglesia, que debería aplicarse aquel versículo evangélico de «Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios«.
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Es interesado porque se plantea de repente como una nueva ocurrencia que mas huele a cortina de humo que a otra cosa. O sea, desvía la atención sobre la vergonzosa impunidad que existe en un país donde a los ricos se les aplican amnistías fiscales, y a los pobres se les hace pagar todo el peso de la crisis; donde se rescata con desorbitadas cantidades a los bancos mientras se les permite desahuciar a cientos de miles de familias; donde un juez de jueces se va de fiesta, o un rey de cacería, o su yerno nos roba y sus gastos nos los cargan al erario público; donde se recortan los servicios sociales básicos mientras se pagan jubilaciones e indemnizaciones multimillonarias o donde, quienes nos gobiernan lo hacen para las empresas en las que ellos mismos acaban cobrando como consejeros.
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Y es descentrado porque el «quid» de la cuestión no es el IBI, sino la financiación de una Iglesia que en 1979 se comprometió a autofinanciarse y que se sigue amparando en unos trasnochados y preconstitucionales Acuerdos con la Santa Sede heredados del tardofranquista nacional catolicismo.
Es de un acerbo prácticamente común en esa amplia Iglesia de Base que representa Redes Cristianas, que la Iglesia Católica (como el resto de exentos del IBI) debería cumplir con sus obligaciones tributarias y que el Estado, constitucionalmente aconfesional, debería haber denunciado ya los inconsistentes acuerdos citados.
Confesar, para terminar, que uno siente vergüenza ajena ante el intolerable y antievangélico chantaje con el que -recientemente- un ignominioso Cardenal trató de presionar al Estado. Creo que para no dañar mas a la Iglesia, a la que dice representar, solo le queda dimitir a quien amenaza con disminuir la ayuda de Cáritas si le hace pagar este Impuesto (cuando además ésta ONG se financia mayoritariamente del voluntariado y solo en un 2% del Sr. Rouco).
Luis Ángel Aguilar Montero es miembro de las CCP y de Redes Cristianas.
Blog del autor: http://luisangelaguilar.blogspot.com.es/
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