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Las cosas que pasan

Entre pasion y alienacion: todos con La Roja

Fuentes: Rebelión

EL VATICANO APUNTA A SARAMAGO Y A SU OBRA L´Osservatore romano ni siquiera guardó el tiempo prudencial que suele seguir al fallecimiento de una persona para ensalzarla o vituperarla. Atacó sañudamente, con cierta fruición, a uno de sus enemigos predilectos, el escritor portugués José Saramago. Sus críticas, sus acusaciones, vuelven a poner de forma clara […]

EL VATICANO APUNTA A SARAMAGO Y A SU OBRA

L´Osservatore romano ni siquiera guardó el tiempo prudencial que suele seguir al fallecimiento de una persona para ensalzarla o vituperarla. Atacó sañudamente, con cierta fruición, a uno de sus enemigos predilectos, el escritor portugués José Saramago. Sus críticas, sus acusaciones, vuelven a poner de forma clara que la Santa Sede -mejor valdría llamarla el Santo Oficio- sigue apuntando al corazón y a la mente de sus enemigos y ejerciendo una función de vigilante y censor de todas las ideologías liberadoras del hombre y de las personas que las defienden.

En este caso lo hace por medio de un artículo que contiene una andanada de acusaciones a cada cual más violenta, marcadas todas ellas por el signo de una intransigencia que podríamos creer pertenecen ya a otro tiempo: el de los juicios a los hombres y a las ideas transformadoras, ideas que podían en el mejor de los casos valer al acusado y a su obra el verse incluídos en el índice de autores «desaconsejados»; y, en el peor, a ser reducidos a cenizas en una fogata destinada a purificar su cuerpo y su alma.

El «Osservatore Romano» centra sus acusaciones en el hecho, evidente, de que la obra del gran escritor fallecido «no es más un intento imaginativo que no se molesta en encubrir con la fantasía la impronta ideológica de eterno marxista». Pero, como afirmaba el filósofo Pablo Flores d´Arcais en un artículo titulado «Odio teológico contra Saramago», en el que comenta la tarascada furiosa y tan poca caritativa del órgano papal, «no es de extrañar, dada su ideología personal, que Saramago merezca esa cusación»: «la de favorecer un inevitable apocalipsis, con un proyecto perturbador que pretende celebrar el fracaso de su Creador y de una Creación».

A modo de conclusión: la Iglesia, foco de hipocresía y de falsedad, de corrupcón y de antihumanismo, protectora y aliada de los poderosos y falsa amiga de los débiles y los desheredados, ha pretendido colocarle a Saramago, post-mortem, «con el cuerpo aún caliente», como comenta Flores d´Arcais, la etiqueta de enemigo de los valores éticos y espirituales que ella pretendidamente encarna. Su aversión a la obra y a la persona de este escritor se explican por la denuncia que hizo siempre de la ignorancia, la superstición y el arte de manipular las conciencias en las que basó siempre su poder terrenal la Iglesia. Por otra parte, el escritor portugués nos invitaba (otro motivo de aversión) a seguir un camino de liberación sin dogmas y sin falsas esperanzas. Se entiende, en consecuencia, el anatema que, de forma tan apresurada le dedicó, el órgano oficial de la Santa Sede.

Entre todas las acusaciones prodigadas en el artículo, retenemos esta: la que afirma «que su mente iba uncida a una banalización de lo sagrado y a un materialismo libertario que, cuanto mas avanzaba en los años, más se radicalizaba». Frase que casi suena a un homenaje póstumo. Un homenaje involuntario a la vida y a la obra del escritor portugués.

ENTRE PASION Y ALIENACION: TODOS CON LA ROJA

He leído estos días comentarios tan tajantes y peregrinos como que solo un deporte, el fútbol, lleva camino de ser universal, de extender por encima de las fronteras y de los países,una especie de tela de araña y de ir imponiendo poco a poco su lenguaje universal, como si de una nueva religión se tratase. Su objetivo: contentar y tener distraídas a las masas, extraer de esta afición multitudinaria un sustancioso negocio planetario y de paso borrar el ardor de los que aún luchan contras las desigualdes que desnortan nuestras sociedades.

Un opio, el del fútbol, más poderoso que el que la Iglesia logró, a lo largo de los siglos incrustar en el cerebro de sus seguidores para conseguir el mismo objetivo: sujetar y dominar a la grey. Con una diferencia a favor del fútbol que explica el entusiasmo y la locura colectiva desatada por el triunfo de la Roja en el Mundial de Sudáfrica. El fútbol despierta pasiones insospechadas, revela un amor desbordado, no satisfecho, a la fiesta, al instinto gregario,y al orgullo de ser reconocido (como español) en todo el orbe, aunque solo sea por unas horas (gracias al ojo vigilante de nuestro Big Brother preferido, la televisión).

La verdad: he estado a punto de pronunciarme a favor del fútbol… No solo por mi afición antigua a este deporte y por haberlo practicado asduamente en los solares que rodeaban la capital. Pero sobre todo a causa de la experiencia que me ha tocado vivir en un bar situado a dos pasos del portal de mi casa. He viso ese día a la gente que llenaba el bar pasándose, bebidas y refrescos por encima del hombro, dándose palmadas de amistad y gritando al unísono cuando uno de nuestros jugadores encaraba la porteria adversa. Enfin: toda una lección de fraternidad y de buen rollo que tuvo lugar durante el encuentro del Mundial de fútbol España-Honduras.

A mi lado, un muchacho de ojos azules y aspecto de emigrante, me incitó a compartir con él y con su hijo, un arrapiezo envuelto en la bandera española y ataviado con, La Roja, un plato de gambas. Tenía además, delante de mí, un grupo de chavales y chavalas del barrio, retozando al pie de la televisión y echando un vistazo de vez en cuando al partido.

De repente, en un rincón de estadio observé que la cámara se había fijado en una pancarta situada en un ángulo del estadio. La frase no podía ser más doméstica y racial:

«¡MAMA, NO TE PREOCUPES! ESTOY COMIENDO BIEN»

Ha terminado el partido. Suena en las calles de Madrid el grito unánime de «¡TODOS CON LA ROJA!», repetida en coro por los aficionados y amplificada por unos mediois de comunicación de masa que dejan chicos a los métodos y objetivos polvorientos de la propaganda franquista (distraer a toda costa la atenciónde la crisis social, económica e identitaria, que sufre este país).

(…De pronto me he proyectado, inesperadamente, en aquel veraneo pasado con mi famuilia en un pueblo de la sierra de Madrid, allá por los años 65-70. La señora que nos alquiló el piso superior de su casa nos contó que en los años más crudos de la represion, le pusieron el mote -peligroso en aquella época- de La Roja. Su marido, de ideas socialistas, había pasado varios años en la cárcel. En su ausencia, como castigo, le hacían fregar a su mujer, varias veces por semana, las escaleras de la iglesia del pueblo. Ella y su marido eran personas discretas y bondadosas. Inseparables, en mi memoria, de aquella casa modesta y acogedora, que olía a piñas y a suelos de madera recién fregados).

No sé qué conclusión se puede sacar de esta experiencia y de estos recuerdos. Se me ocurre la siguiente: no hemos defendido con suficiente ardor ni nuestras ideas, ni nuestros símbolos, ni nuestro vocabulario, ni nuestros colores. Nuestros adversarios se han ido adueñando poco a poco de ellos. Hasta el punto de que, para nuestro desmemoriado pueblo. tras cuarenta años de fascismo y casi otro tanto de seudodemocracia, todos se han vuelto rojos gracias, digámoslo, a La Roja. Hasta el propio Botin y su Banco de Santander, se han apoderado de ese color y lo han bautizado ROJO PASION. ¡El color rojo, símbolo de la especulacion, de una estética mercantil y del adocenamiento -no sé si remediable- de las masas!

ERIC RHOMER JUNTO A JEAN-LUC GODARD

El 18 del mes de enero de este año falleció a los 89 años de edad el director de cine francés Eric Rhomer, uno de los fundadores del movimiento de «La Nouvelle Vague». Autor de una extensa filmografía, entre ellas la memorable «Ma nuit chez Maud», supo expresar con imágenes esas cosas tan impalpables y translúcidas que son los sentimientos.

Una emisión de la tan denostada (con razón) televisión española, nos ha ofrecido, con motivo de su fallecimiento, un regalo inesperado: una emisión dedicada a su vida y a su obra. Junto a Eric Rhomer aparece, en un momento de la emisión, la figura de Jean-Luc Godard, otro de los pioneros de «La Nouvelle Vague». Inventor de un lenguaje cinematográfico que revolucionó el cine, Godard, alardeaba, allá por los años 70, de ser «el único suizo pro-chino». Eso no le impidió realizar una película inolvidable, «A bout de souffle», con Jean Seberg y Jean-Paul Belmondo. (Aparece de pronto en la pantalla el rostro divino de una de sus actrices, Macha Méril; veinte años apenas y un perfil maravilloso, en una de las primeras películas de Godard, «La mujer casada»). Por la pantalla desfilan algunas de las imágenes del cine de Rohmer: instantes de pura y misteriosa belleza que nos devuelven a aquella época como si formásemos parte aún de ella.

(En este momento, fuera de la pantalla, no pasa bsolutamente nada. Salvo esa lluvia que cae sin cesar. Que anega el cielo, los paisajes, las carreteras, los edficios y que parece invitarnos a flotar plácidamente sobre las aguas como aquella hermosa muerta llamada Ofelia).

Entre otras películas de Rohmer, hubo una, «El rayo verde», que yo no pude ver. Era el título, de uno de los libros de mi autor favorito, Julio Verne, cuando yo era crío. Veinticuatro horas después de fallecer Rohmer murió Daniel Bensaïd: filósofo, marxista y uno de los fundadores en Francia de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR). Tenía 64 años… La muerte no suele hacer distinciones.

METRO DE MADRID CONTRA ESPERANZA

Resulta bastante deprimente vivir en una ciudad o, mejor dicho, en una capital, Madrid, cuyos habitantes, mayoritariamente, aplauden con las dos manos a una persona prepotente y deslenguada. orgullosa de su poder y de su ignorancia (véase su paso por el Ministerio de la Cultura, cuando confundió a Saramago con una inventada bailarina llamada Sara Mago); enemiga furibunda y vocacional, dado su origen aristocrático, de la clase obrera (la huelga del Metro de Madrid ha sido una respuesta de los trabajadores a su decisión, arbitraria y unilateral, de rebajarles el sueldo), etc., etc.

Nunca he creído en las reencarnaciones y otras bambabalinas por el estilo. Pero confieso que a veces creo adivinar detrás de sus facciones el rostro del incorrupto y siempre venerado Caudillo.

Supongo que todos habrán reconocido en este retrato a Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, ídolo de lo más granado del facherío de la península y pesadilla nocturna de nuestro futuro presidente Mariano Rajoy.

G20 EN TORONTO (CANADA)

Delincuentes y extremistas por un lado, rompiendo escaparates y quemando coches (inspirados quizás o ayudados por la propia policía). Y, por el otro, miles de manifestantes venidos de todas partes protestando pacíficamente en las calles de esta ciudad canadiense (los períodicos).contra la celebración de este nuevo G20.

¿Y a los que están parapetados detrás de las barreras metálicas, protegidos por miles de policías, mientras se reparten los despojos del mundo? ¿Cómo habría que calificarlos? ¿Y qué policía, qué fuerzas de ese orden y esa armonía a los cuales todos aspiramos, nos podrían proteger de lo que se ha cocido en ese G20, de los designios funestos, destructores, de esos veinte amos del mundo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.