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Vitoria-Gasteiz, manifestación el 3 de junio contra la amenaza de derribo y desalojo

Errekaleor, un barrio en lucha por no volver a la oscuridad

Fuentes: Directa.cat

[Dice Wikipedia que Errekaleor es la mayor experiencia alternativa de autogestión desarrollada en el Estado español en la historia reciente. El pasado día 18 operarios de Iberdrola cortaron la electricidad de la que se proveían las viviendas ocupadas y se produjeron varios incidentes entre la Ertzaintza y los okupas, que se saldaron con tres detenidos, […]

[Dice Wikipedia que Errekaleor es la mayor experiencia alternativa de autogestión desarrollada en el Estado español en la historia reciente. El pasado día 18 operarios de Iberdrola cortaron la electricidad de la que se proveían las viviendas ocupadas y se produjeron varios incidentes entre la Ertzaintza y los okupas, que se saldaron con tres detenidos, otras dos personas investigadas y varios heridos. Un día después, el alcalde de Vitoria, Gorka Urtaran del PNV, anunció que el Ayuntamiento mantiene sus planes de desalojo y derribo de las viviendas ocupadas por más de un centenar de personas. Mañana, 3 de junio, 13 columnas partirán de puntos diversos de la ciudad para defender la ocupación con una gran manifestación, iniciativa que cuenta con el apoyo de decenas de personas de la música, la literatura, la universidad y de colectivos de todo el movimiento social. El siguiente artículo, publicado también en catalán, da buena información sobre ello: https://directa.cat/errekaleor-un-barri-en-lluita-no-tornar-foscor ]

Ubicada en la ciudad de Vitoria-Gasteiz, la histórica barriada obrera de Errekaleor ha sido recuperada por más de un centenar de personas, que han okupado y rehabilitado los edificios de viviendas y espacios comunes abandonados, pese a la amenaza constante de derribo. Desde las primeras ocupaciones de jóvenes universitarios en septiembre de 2013, el proyecto de Errekaleor ha crecido y se ha consolidado, pero no ha podido desembarazarse de la amenaza de desalojo y derribo

Una rotonda aparece en nuestro paso y hace de cruce para decidir qué rumbo tomamos. En este caso, seguimos la estela de un grupo de jóvenes que optó por una calle de ida y vuelta que atraviesa un arroyo no muy caudaloso, dejando atrás un polígono industrial más. El gris del asfalto rodeado por el verde de unos campos que -aparentemente- señalan el fin de la ciudad. Es una descripción real y la hora metafórica del último núcleo habitado del sureste de Vitoria-Gasteiz. Allí donde parece que todo acabe, es paradójicamente el lugar donde muchas personas han confluido para volver a empezar.

Errekaleor (arroyo seco en euskera ) no ha sido nunca un barrio normal y corriente, ni por su historia, ni por su estructura urbanística, más parecido a un pequeño pueblo que el barrio periférico de una ciudad con 250.000 habitantes. Muchas lo han comparado ya con el mítico Bogside de la ciudad norirlandesa de Derry, o con la llamada Ciudad Libre de Christiania, en la capital de Dinamarca. Sin embargo, tras la típica y tópica etiqueta alternativo y dentro y fuera de los pequeños edificios de hormigón decorados con murales políticos, germina desde hace casi cuatro años un proyecto comunitario en construcción y proceso de consolidación, y eso parece ser lo que algunos, bajo el mando del ahora alcalde del Partido Nacionalista Vasco (PNV), Gorka Urtaran, se empeñan en intentar evitar.

«Dicen que nos quieren echar por nuestra seguridad, pero lo que quieren es tirar el barrio al suelo y que quede una escombrera gigante», afirma Jonbe Agirre, miembro de la plataforma Errekaleor Bizirik (Errekaleor Vivo) y vecino de uno de los bloques de viviendas que componen el área.

Durante las últimas semanas, el conflicto ha subido de tono, a raíz de la irrupción en la barriada de un numeroso dispositivo de la Ertzaintza (policía autonómica vasca) el pasado jueves 18 de mayo. Aquel día, los antidisturbios custodiaban un grupo de operarios de Iberdrola que tenían la orden de cortar la luz de todo el barrio. El argumento oficial: «muchas viviendas tienen la luz pinchada y hay peligro de descargas eléctricas», a pesar de que buena parte del vecindario está en proceso de regularizar contratos. La argucia administrativa: un requerimiento del departamento de Industria del gobierno vasco. El resultado se puede ver en este vídeo : resistencia civil no-violenta para proteger el cuadro de luz central, violencia policial para sofocar la acción de desobediencia, tres vecinas detenidas, varias heridas y el teléfono móvil desde donde retransmitía los hechos un periodista de Hala Bedi Irratia , reventado por un porrazo.

En estos momentos, gran parte de las calles y viviendas continúan sin suministro eléctrico, «hablan de seguridad y han dejado el barrio a oscuras», comenta indignado Agirre. Sin embargo, la consigna es no claudicar. Han acelerado la instalación -ya prevista antes de los talls- de placas solares y han adquirido algún generador para dar unas horas de luz a los núcleos familiares que más lo necesitan.

No era la primera vez que se producía una situación como esta. El 31 de marzo de 2015, los técnicos de la multinacional eléctrica -acompañados también por Policía Municipal y Ertzaintza- ya retiraron parte del cableado del barrio esgrimiendo las mismas razones. «Un informe técnico del Ayuntamiento recomendaba el desalojo preventivo por motivos de seguridad y salubridad», explica Jagoba Apaloaza, otro miembro del proyecto desde sus inicios, «por eso nosotros hicimos otro informe con arquitectos, que detectaron las deficiencias fruto del abandono que habían sufrido las infraestructuras del barrio durante años «.

Sus decisiones han sido firmes y en consonancia con lo que ha sido desde siempre la filosofía del proyecto: seguir mejorando el barrio con sus propias manos, sin pedir ni permiso ni dinero a las instituciones. «Alquilamos dos veces una grúa y un elevador para rehacer cornisas, fachadas y tejados», y así con todo. Deficiencias estructurales y obras de acondicionamiento solucionadas con el trabajo altruista de especialistas en diferentes oficios: electricistas, fontaneros, carpinteros y todo el que se aviniera a aprender y dar una mano para, poco a poco, rehacer un barrio que había sido olvidado, vaciado y condenado a la destrucción.

Sin embargo, una semana después de la última intervención policial, el alcalde Urtaran aseguró que se va preparando «el proyecto de derribo del barrio de Errekaleor, porque es el siguiente paso que vamos a dar». Si es así, parece que la pugna está servida y el pulso se medirá en las calles, no sólo a los de Vitoria-Gasteiz.

De las cenizas de El Mundo Mejor

Expiraban los últimos años de la década de los cincuenta y el llamado desarrollismo franquista hizo que la capital de la provincia de Álava recibiera miles de personas para ofrecer mano de obra en la industria pesada que se instaló en la ciudad. Familias llegadas de todo el Estado español aumentaron exponencialmente la población de Vitoria-Gasteiz, con la consecuente necesidad de construir barrios obreros como Errekaleor para ubicarlas.

El Secretariado Social Diocesano y un cura apoyaron la creación de la cooperativa de viviendas El Mundo Mejor, que sacó adelante la construcción del nuevo distrito siguiendo las directrices que estipulaba el régimen por los nuevos barrios para la clase obrera: zonas verdes, una plaza con parque infantil, escuela, iglesia, bar … en total, 192 viviendas austeras repartidas entre 32 portales en dieciséis bloques de pisos, con una capacidad para acoger un millar de personas.

Durante los convulsos años setenta, se organizó una asociación de vecinos y vecinas que luchó por mejoras como, por ejemplo, la instalación de un cine, un centro social y el segundo frontón cubierto más grande de la provincia. La lucha obrera hervía en fábricas y calles ya antes y después de la muerte de Franco, pero se vio atravesada en 1976 por los hechos del 3 de Marzo . Cinco obreros fueron asesinados por disparos de bala de los agentes y decenas resultaron heridos. Uno de ellos tenía 19 años, se llamaba Romualdo Barroso y era vecino de Errekaleor.

Durante las dos décadas siguientes, buena parte del vecindario se fue trasladando a zonas más céntricas de la ciudad, lo que provocó el inicio de un progresivo proceso de abandono y deterioro del barrio. Este hecho sirvió de coartada para iniciar -a principios del nuevo siglo- un proceso de especulación urbanística que hoy en día vuelve a ser más evidente que nunca. El proyecto arranca en 2002 desde el consistorio entonces en manos del Partido Popular. El objetivo es demoler el barrio para hacer nuevas promociones de vivienda y ampliar el anillo verde de la ciudad.

La sociedad municipal Ensanche XXI es la encargada de abrir un proceso de negociación y reubicación del vecindario en pisos de protección oficial. En 2006, en paralelo a la firma de los primeros realojos, un grupo de 43 familias contrarias al proyecto crean la Plataforma de Afectados de Errekaleor para evitar el derribo del barrio. Sólo una cuarta parte de los propietarios se resiste a abandonar el lugar que les ha visto crecer. Inician la vía judicial y consiguen victorias que son esquivadas temporalmente gracias a la modificación del Plan General de Ordenación Urbana.

Los pisos se van expropiando y el Ayuntamiento comienza a tapiar puertas y ventanas para evitar las okupaciones, sin contar con la crisis económica que en 2010 les obligará a detener el proyecto, que también prevé incluir huertas ecológicas en buena parte de los solares que las excavadoras dejarían a su paso. En todo este tiempo, sólo diez propietarios se han negado a firmar ningún acuerdo y ya se han desembolsado 22 millones de euros de dinero público. Es el día 3 de septiembre del año 2013 y una decena de estudiantes universitarios reciben las llaves del bloque 26 de parte de las pocas familias que se niegan a marcharse. A partir de ese momento, nada volverá a ser como antes.

«Nosotros lo tenemos claro»

Probablemente, ni ellas mismas pensaban que su sueño se vería compartido por tanta gente. «Los alquileres estaban al alza y queríamos emanciparnos y crear un proyecto integral más allá de la vivienda». El lugar era idóneo y de ganas iban sobradas. De las diez estudiantes que inicialmente dieron el paso de trasladarse a Errekaleor, pasaron a una cuarentena de personas sólo el primer año. Jonbe y Jagoba muestran sorprendentemente orgullosos su documentación española: «Estamos empadronados en el barrio», explican sonrientes mientras señalan la dirección. Actualmente, más de 150 personas se han sumado al proyecto y han trasladado su residencia estable al barrio.

Pagan cuotas mensuales de cinco a diez euros y organizan eventos para recaudar fondos. Espacio no les falta. Rehabilitaron el cine y han convertido la iglesia en el gaztetxe (casa de jóvenes) donde hacen asambleas y actos. Han arreglado un estudio de grabación y de radio, que se complementa con los locales de ensayo musical. Cuentan con la biblioteca, una guardería infantil y un gimnasio, pero también se han dotado de infraestructura productiva como una imprenta que reescribe libros y cuadernos, o una panadería dotada con un horno y una amasadora que les permite elaborar pan tres veces por semana A base de talleres y múltiples actividades, el movimiento en el barrio ha vuelto a ser constante y trasciende más allá del propio vecindario.

Con sus propias manos han removido tres hectáreas de tierra para hacer una gran huerta. En los campos hay un centenar de árboles frutales y han instalado un gallinero. Las herramientas las guardan en el almacén donde tienen el plantel y distribuyen los productos que cultivan entre la comunidad. «Ahora hemos conseguido un tractor», exclaman los dos jóvenes antes de explicar que lanzarán un micromecenazgo con el fin de conseguir financiación para colocar decenas de placas solares. La autogestión y el apoyo mutuo han sido desde el primer momento los pilares fundamentales del proyecto; la soberanía alimentaria y energética una supuesta utopía que se ha transformado en plausible.

Ya no son sólo los estudiantes que empezaron. Han creado una gran red y han sido inclusivas: «aquí hay condiciones para que diferentes perfiles de gente aporten al proyecto y desarrollen su vida». Una activista de Errekaleor dejó constancia de ello en una intervención en el Pleno del Ayuntamiento la semana pasada. Recordó a vecinas como Lourdes de 75 años, o a Maialen que pasa sus primeros días de vida en el barrio, pero también a Yacin, que vivía desde el año 1999 y tuvo que irse por mobbing y por la amenaza de las expropiaciones.

En un consistorio gobernado por el PNV en coalición con el Partido Socialista de Euskadi, que desbancó al PP de la alcaldía con el apoyo de Bildu a la investidura (para impedir que fuera alcalde Maroto, el xenófobo candidato del PP, ndr), los equilibrios y pactos están a la orden del día. Los nacionalistas vascos y el bipartidismo estatal se han unido contra Errekaleor, pero el barrio okupado más grande de todo el Estado español cuenta con el apoyo de un montón de personalidades y colectivos de todo tipo, dentro y fuera del País Vasco. La joven vecina advirtió el alcalde Urtaran que se equivoca en su cálculo político: «lo demostraremos miles de personas el 3 de junio en la manifestación que recorrerá Gasteiz, porque en política, a diferencia de en este pleno, el pueblo tiene la última palabra».

Fuente: http://kaosenlared.net/errekaleor-barrio-lucha-no-volver-la-oscuridad-catcast/