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¿Es «España» quien roba realmente a la ciudadanía de Catalunya?

Fuentes: Rebelión

En los ambientes nacionalistas catalanes, y en sus poderosos medios de información (y contaminación) político-cultural, corre el postulado more geométrico, firmemente establecido, que España roba a Catalunya. No parece, prima facie, que «España» sea un tipo de ente que pueda realizar robos ni tampoco «Catalunya» una entidad que pueda ser robada. Sea como fuere, la […]

En los ambientes nacionalistas catalanes, y en sus poderosos medios de información (y contaminación) político-cultural, corre el postulado more geométrico, firmemente establecido, que España roba a Catalunya. No parece, prima facie, que «España» sea un tipo de ente que pueda realizar robos ni tampoco «Catalunya» una entidad que pueda ser robada. Sea como fuere, la acusación sigue firme y extendida urbi et orbe.

Diputados independentistas de «Solidaridad catalana», o formación afín, usaron la expresión en el Parlamento catalán. La presidenta de la institución, Núria de Gispert, militante de Unió Democrática de Catalunya -uno de los diputados de SC, un magistrado de prestigio si no ando errado, la llamó «cosa», «esa cosa»- censuró el uso de expresión. Las protestas de los diputados implicados, y algún toque de atención desde las filas convergentes probablemente, deshizo en horas y minutos el toque de atención. En el Parlament de Catalunya puede sostenerse sin sonrojo que «España nos roba» y no pasa nada. Faltaría más: ras i curt.

Pero no sólo en ese escenario. En medios y tribunas nacionalistas, independentistas o no, la afirmación se toma como axioma o noción común de la situación. Desde hace mucho tiempo se añade. El desfalco fiscal que ejerce «España» sobre «Catalunya» no tiene parangón: Catalunya, con sus impuestos, contribuye fuertemente a los presupuestos del Estado y, en cambio, son pocos., muy pocos, los beneficios obtenidos por una política central que no tiene nunca en cuenta los intereses catalanes. ¡Siguen queriendo aplastar el crecimiento y desarrollo de Catalunya! ¿Recuerdan las palabras de Duran i Lleida durante la última campaña electoral? Con los impuestos catalanes, señaló Duran-aparcamientos, se pagan el PER y el subsidio agrario de unos campesinos que, al contrario del presidente de Unió que se aloja en el Palace madrileño, no quieren trabajar.

Es narración conocida, oportunamente esgrimida cuando la situación lo requiere. Formulada desde otra perspectiva, con otro lenguaje y con otra cosmovisión, podría merecer la atención de la ciudadanía no nacionalista (e incluso de la nacionalista razonable): no es imposible pensar en una reorientación de la fiscalidad y de los gastos públicos que tenga en cuenta la actual situación económica, demográfica y social en Catalunya sin menoscabo de apoyo y solidaridad a otros territorios de Sefarad.

Sea como fuere, ¿es «España» la responsable de los robos, sin duda verdaderos, a los que la ciudadanía catalana, sobre todo la más desfavorecida, se ve sometida en los últimos meses? No lo parece, todo apunta en otra dirección y esa dirección tiene que ver directamente con el gobierno unionista-convergente y sus aliados (el PP, y a cada vez con más ímpetu y con más ganas, ERC, sin que por su parte el PSC-PSOE haya anunciado hasta el momento su voto contrario a los presupuestos de 2012).

Algunos ejemplos de ello sin olvidar aquella agresión que significó la revisión del PIRMI este último verano y lo sucedido a lo largo de este año en la sanidad pública catalana.

La T-10, la tarjeta más usada por la ciudadanía en sus viajes en transportes públicos (bus, metro, trenes de cercanías) costaba hasta ahora 8,25 euros. El gobierno de la Generalitat ha autorizado una subida del… 12%. Valdrá a partir de enero 9,25 euros.

Está también lo del «ticket moderador» (¡qué cara dura doña Impostura!) A partir del próximo año, todos los medicamentos que se adquieran con receta pagarán un complemento de 1 euro. Ni qué decir tiene quienes serán los ciudadanos más perjudicados: las personas mayores y los enfermos crónicos [1]. La filosofía económica de fondo: que los servicios públicos sean abonados básicamente por las personas «beneficiadas». Todo un giro copernicano defendido por el conseller Mas-Colell, con el entusiasta apoyo del ministro (privatista) de Sanidad

Una última ilustración para no cansar. Hay más. Los trabajadores de la Administración pública catalana cobrarán su salario mensual, sin paga extra, el 23 de este mes con todas las reducciones incorporadas sobre el salario usual y la paga extra navideña. El 28, así se ha anunciado, se les abonará el 80% de la paga extra. Del 20% restante no se tienen noticias. Es decir, sufrirán (sufriremos) retenciones por un salario no abonado (el 20%) y lo sufrirán días antes de recibir el 80% de esa paga extra. Por anticipado. Mas-Colell, que se ha hecho responsable político de la medida, ha apuntado alguna de las razones: facilitar la declaración de renta de los empleados públicos. ¡Para morirse de risa… y de vergüenza!

¿Quién, pues, está robando, con luz y sin taquígrafos críticos a la ciudadanía catalana? ¿España? ¿El nuevo Ministro de Economía Lehman Brothers? Tal vez no.

Una pista de la situación y de la cosmovisión político-económica que rige en el gobierno catalán la regaló con claridad y distinción el vicepresidente económico Mas-Colell en su conferencia de finales de septiembre ante el Círculo de Empresarios [2]. Dejo para otra ocasión el análisis detallado del argumentario del responsable económico del gobierno Mas. Cabe aquí recordar sus palabras finales.

Mas-Colell finalizó su intervención recordando una reflexión de un artículo de Claudio Boada -el presidente del Círculo de Empresarios, un hombre que no tiene ningún reparo en aparecer en Intereconomia- publicado el 29 de septiembre de 2011 en Expansión. La frase en cuestión: «[…] Sabemos que los poderes públicos son como los gases que se expanden allá donde encuentran espacio disponible que pueda ser ocupado, pero también tenemos que reconocer que si los poderes públicos ocupan más espacio del que les corresponde es, en parte, porque nosotros [Mas-Colell anota: «la sociedad civil», ¡qué risa tía Felisa!] no lo hemos ocupado».

¿Qué espacio corresponde a los poderes públicos? Sin comentarios, pero no es difícil inferirlo. Eso sí, vale la pena recordar el comentario final de Mas-Colell, con el que finalizó su intervención. Tomen nota: «Pues bien, los poderes públicos, como los gases, tienen ahora dificultades serias para expandirse. ¡Aprovéchenlo!»

¿Está claro? ¿Se imaginan los aplausos, los guiños y palmaditas de sus colegas del Círculo?

Lo quieren todo y lo quieren ya. Ya no ocultan el lado oscuro de sus propósitos esenciales.

Notas:

[1] Mi hijo por ejemplo lo es. En su caso, este impuesto netamente regresivo representará, aproximadamente, unos 50 euros anuales.

[2] Andreu Mas-Colell, «Les oportunitats d’aquesta crisi». Generalitat de Cayalunya-Departament d’Economia i Coneixement.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.