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España electoral: prensa, partidos, publicidad

Fuentes: Rebelión

En la trilogía cinematográfica Matrix, Morfeo, Trinity, Neo y el resto de rebeldes ejemplificaban al ser humano que defiende la capacidad de decisión, la libertad de decidir, de elegir entre realidad y sueño inducido. El creador de Matrix, el Arquitecto, había conseguido crear una realidad virtual parecida a la verdadera, necesaria para que los humanos […]

En la trilogía cinematográfica Matrix, Morfeo, Trinity, Neo y el resto de rebeldes ejemplificaban al ser humano que defiende la capacidad de decisión, la libertad de decidir, de elegir entre realidad y sueño inducido.

El creador de Matrix, el Arquitecto, había conseguido crear una realidad virtual parecida a la verdadera, necesaria para que los humanos sobrevivieran a la simulación que los esclavizaba. La mayoría de los humanos, inmersos en sus tanques de turbios nutrientes, utilizaban su libertad para elegir la esclavitud.

Hoy, lo admitamos o no, nuestra realidad social es más virtual que verdadera. Los grandes medios de comunicación configuran una Matrix, a través de la cual nos organizan sociológica y económicamente, mientras nosotros nos creemos estar informando-formando sobre la realidad que nos rodea.

Los grandes capitales controlan los grandes medios de comunicación. Herramientas, a través de las cuales, mayoritariamente, los comunes de los mortales nos informamos y formamos política, social y culturalmente. Si no somos capaces de acceder a medios menos dependientes, aceptamos la realidad hegemónica de la élite socio-económica.

Los grandes medios de comunicación dominantes han dejado a un lado la labor informativa. Apoyándose en técnicas de marketing nos venden sus diferentes mercancías. Múltiples. Siempre favoreciendo las empresas que controlan el sistema neoliberal. Nos inculcan el diseño socio-antropológico de una ciudad, la historia de nuestro país, de nuestro pueblo, la conformación del Cosmos, nuestra clase social, nuestros amigos y enemigos, etc. Cualquier concepto-imagen que pueda convertir a los lectores, oyentes y espectadores en simples consumidores del concepto neoliberal de nuestra sociedad.

Los periodistas de estos medios se presentan como los propietarios de un saber general sobre el deseo íntimo que nos mueve y la sociedad que conformamos y que nos conviene. Se nos muestran como los depositarios exclusivos de un saber evidente que sirve al orden socio-económico que necesitamos para ser felices. Los demás miembros de la sociedad, simples consumidores de estos conocimientos, debemos aceptar tal saber. Es nuestro nutriente necesario de la matrix.

La finalidad última de la publicidad es modelar los sueños de felicidad de los seres humanos, individual y colectivamente.

Esta publicidad socio-política, educa a las sociedades, modelando a los individuos, creándoles deseos, necesidades, para, finalmente, inculcarles el pensamiento de que necesitan y disfrutan los derechos que la sociedad-matrix les promete. Aparentemente, la publicidad es un ejercicio democrático, pues ante la promesa publicitaria, todos los potenciales espectadores se sienten con derecho a poder consumir el producto anunciado. No importa si, finalmente, la realidad -una y otra vez- nos lleva a la resignación, cediendo nuestro derecho a poseer el objeto a aquellos otros conciudadanos que, realmente, gozan la capacidad económica de poseer. En definitiva, la mayoría de los ciudadanos, cada día, hacemos rendición, resignación, de nuestro derecho a poseer el coche, el chalet, hacer tal viaje, comer aquel manjar, ser dueños de nuestro tiempo…

Políticos, medios y publicistas

Los políticos han tomado-alquilado como asesores a publicistas. El vínculo que establecen con sus votantes es a través del lenguaje publicitario, que difunden a través de los medios de comunicación de masas. No pretenden convencernos de un proyecto social, lo que requiere un proceso de reflexión por parte del votante antes de aceptarlo. Nos venden un producto a través de eslóganes, lemas, que elevan a la categoría de mantras que repiten, una y otra y otra vez, a lo largo de las campañas electorales. Estas, suelen abarcar todo el período comprendido entre unas elecciones y otras. Se intensifican en los meses finales de una legislatura, que, por supuesto, coindicen con los meses previos a las nuevas elecciones.

Es entonces cuando se acuñan nuevos eslóganes tratando de remozar el producto.

Es, también entonces, cuando más se ve la guerra entre medios de comunicación. Naturalmente, salvo rara excepción, no suelen atacarse entre ellos directamente. Ya se sabe: perro no come carne de perro.

Pero todos estos medios inician una carrera por convencer al mayor número de posibles votantes para la opción-partido político que defienden, que desean que gobierne. A través de ellos, se pueden ver los diferentes discursos de poder que los controlan, al menos parcialmente. La finalidad última, por supuesto, es dominar los principales resortes de control de la sociedad.

Y, en esta guerra, la propaganda política de los medios de comunicación, trufada por la publicidad, procuran esté en sintonía con el partido que desean venza la contienda.

Al mismo tiempo, los miembros candidatos suelen adoptar lenguaje, lemas, dichos, locuciones, modismos y frases de tales medios. Estos actúan como verdaderas agencias publicitarias para sus opciones políticas respectivas, llevando a cabo una simplificación de lenguaje, que resume y hace comprensible, hasta extremos infantiloides, el concepto político-social que conllevan los proyectos de los diversos partidos. Es un lenguaje debilitado. Su simplificación de ideas conlleva tal vaguedad y dilución de conceptos, que permite que el posible elector lo haga suyo adaptándolo a su propio significado. Emisores del mensaje político publicitario -candidatos y medios- hacen al posible votante co-creador del proyecto político a través de tal simplificación del concepto. Las mismas técnicas publicitarias favorables a sus candidatos elegidos, son utilizadas negativamente contra los adversarios políticos. El votante encuentra, gracias a este cohesivo lenguaje publicitario, que forma parte del proyecto político. Su adhesión se hace incondicional. Su aversión al resto de proyectos puede llegar a negar cualquier viso de posible verdad que el adversario político pueda tener. Alcanzando en ocasiones una radicalidad violenta.

En estas campañas publicitarias, de los medios de comunicación, no sólo resaltan las ideas de sus políticos, en numerosas ocasiones revistiéndolas de una racionalidad social que no poseen, sino que, generalmente, destacan una irracionalidad -sea o no cierta- de los mensajes rivales. Ocultan toda noticia que pueda favorecer a los opositores y perjudicar a su partido. Vemos estos días, como los medios de Mediaset y Atresmedia,   y otros pequeños medios situados más a la derecha o extrema-derecha, no informan o deforman sobre la trama de la Policía Patriótica creada desde el Gobierno por el PP, destinada a crear falsos informes sobre Podemos y los nacionalistas catalanes, independentistas o no. O, en todo caso, al igual que la gubernamental TVE, informan parcial y tendenciosamente. Lo que falsea la noticia en sí. La realidad se falsea no sólo utilizando datos falsos. La manipulación puede ser más sutil con técnicas imperceptibles en la utilización del lenguaje e imágenes, lo que lleva al lector, oyente y espectador a no poder percibir fácilmente tal manipulación. Vean la información de La 6ª sobre los documentos de la presunta financiación de Podemos. No es lo mismo que los documentos fotocopiados los entregue el exministro chavista a que se los presenten a él, para ratificarlos, los corruptos policías.

El lenguaje no es inocente, y una palabra colocada estratégicamente puede desde cambiar el sentido de una noticia, hasta cambiar la propia idea que teníamos sobre un acontecimiento.

Víctor López, «Los medios de comunicación: reproductores del pensamiento hegemónico dominante», https://ssociologos.com/2014/10/20/los-medios-de-comunicacion-reproductores-del-pensamiento-hegemonico-dominante/

Según Bill Kovach y Tom Rosenstiel, en su libro Los elementos del periodismo, Aguilar, 2012, los Principios elementales del periodismo, son:

El propósito del periodismo consiste en proporcionar al ciudadano la información que necesita para ser libre y capaz de gobernarse a sí mismo.

Para cumplir esa tarea, el periodismo debe ser fiel a los siguientes elementos:

1. La primera obligación del periodismo es la verdad.

2. Debe lealtad ante todo a los ciudadanos.

3. Su esencia es la disciplina de verificación.

4. Debe mantener su independencia con respecto a aquellos de quienes informa.

5. Debe ejercer un control independiente del poder.

6. Debe ofrecer un foro público para la crítica y el comentario.

7. Debe esforzarse por que el significante sea sugerente y relevante.

8. Las noticias deben ser exhaustiva y proporcionadas.

9. Debe respetar la conciencia individual de sus profesionales.

Para Kovach y Rosenstiel, elementos como la imparcialidad y la equidad, son conceptos:

demasiado vagos para elevarse al nivel de elementos esenciales de la profesión. […] La idea de que los periodistas deberían estar protegidos por un cortafuegos que separase empresas e información es un mito. Al igual que la independencia requiere que los periodistas sean neutrales es otro. El concepto objetividad ha sido tan pisoteado que muchas veces se utiliza para describir el problema que pretendía resolver.

Bill Kovach y Tom Rosenstiel, Los elementos del periodismo, Aguilar, 2012, pp. 18-19.

¿Cuántos de los nueve criterios de Kovach y Rosenstiel [1] cumplen ABC, El Mundo, El País, TVE, A3, Tele5, La 6ª? No profundicemos en Onda cero, La13, es.Radio, la COPE, etc. ¡Qué decir de OK Diario de ese tal Inda!

Como el propio Víctor López en su artículo citado expresa, la adjetivación negativa constante sobre los rivales políticos, más la desviación del fondo de la cuestión y, cuando conviene, el recurrente ventilador equiparando a todos los políticos y todos los hechos convierten al rival en enemigo que debemos odiar y combatir, y al partido aliado en víctima de las circunstancias al que hay que apoyar incondicional y ciegamente.

Así, las campañas de esta prensa, son campañas publicitarias con una finalidad muy concreta, donde la información importa muy poco. Como en toda publicidad, no apelan a nuestra razón sino a nuestro deseo. Y como los spots publicitarios, tanto los editoriales como los artículos, nos hablan bajo los vagos y polimórficos conceptos de los slogans. Así, cada lector, oyente y televidente, en tales mensajes-spots encuentra el concepto-deseo que mejor se adecua a los que siente como sus propios intereses. Han convertido en mercancía el desconocido programa de los partidos. El político papagayo de turno es el logo de tal producto. Los amos de los medios son los clientes. Nosotros somos los consumidores, más o menos crédulos.

Lector, oyente y televidente, se sientan ante su terminal-matrix familiar, y se nutren de la realidad virtual de la que se han hecho dependientes.

Citando al propio Víctor López:

«Como dijo el presidente de Ecuador en una entrevista concedida a TVE ‘Desde que se inventó la imprenta, la libertad de prensa es la voluntad del dueño de la imprenta’.»

Preguntémonos quiénes son los dueños de la imprenta. [2] Cada día elegimos entre la píldora roja y la azul. Entre la realidad y la matrix de los media dominantes.

Notas:

[1] Bill Kovach: ex jefe de la oficina en Washington de The New York Times, ex editor de Atlanta Journal-Constitution, presidente del Committe of Concerned Journalists, miembro de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias.

Tom Rosenstiel: escritor estadounidense, periodista, crítico de prensa y director ejecutivo del American Press Institute. También es miembro senior no residente de Brookings Institution. Director de Project for Excellence in Journalism y vicepresidente del Committe of Concerned Journalists.

[2] Jonathan Martínez, «Villarejo y el dueño de la imprenta», https://ctxt.es/es/20190327/Firmas/25283/Jonathan-Martinez-television-cloacas-Ferreras-Ana-Pastor-Atresmedia-Mediaset.htm

Antonio San Román Sevillano, jubilado

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.