El antropólogo Ballet Djédjé asegura que el caso Vinicius es un ejemplo más del «problema de racismo» en el Estado, con mucha «falta de educación» en el tema y la incoherencia de una ciudadanía que se «cree más moderna de lo que es».
Diez denuncias hay presentadas ya en estos años por racismo contra el futbolista Vinicius (antes, el primero fue Iñaki Williams, del Athetic) y solo dos condenas. «¡Mono, mono!», insultó a los gritos un espectador el otro día en València al jugador del Real Madrid, un afrodescendiente procedente de Brasil, el país fuera de África con más habitantes negros y mulatos. Hasta el presidente Lula da Silva se ha hecho eco de este escándalo.
Sin dudas es la punta del hilo de un complejo y gordo ovillo, que se zambulle en las profundidades sociológicas del Estado español. Que haya habido nueve denuncias y alguien se animara a hacerlo de nuevo dice mucho del cuadro social.
«La verdad es que me sorprendió, porque esta vez fue mucha gente del estadio insultando y me sentí mal por Vinicius, por mí y por todos los negros que vivimos en España. Me ha sorprendido lo grotesco del hecho, que los que lo hicieron no tenga miedo a que se les oiga», dice en conversación con NAIZ el antropólogo Ballet Djédjé, que reside desde 2018 en Madrid (aunque viaja permanentemente a Alemania, Francia y su anterior lugar de residencia, Reino Unido).
Nacido y criado en Costa de Marfil, Djédjé eligió la Universidad Autónoma de Madrid para hacer su tesis doctoral, que publicará el año que viene y cuyo foco está puesto en el racismo interseccional dentro del colectivo LGBTIQ. De hecho, recientemente ha publicado el libro ‘Cómo amarte a ti mismo siendo gay en África’ (Amazon, 2023). Por su investigación ha entrevistado a casi un centenar de ciudadanos españoles y considera que hay una brutal «falta de educación sobre el tema» aquí.
«La diferencia que veo con respecto a Francia o Alemania no es que allí no hay racistas, sino que aquí la gente piensa que el racismo es cuando una persona no blanca quiere entrar a un sitio y se le prohíbe por no ser blanco. Creen que el racismo no cambia con el tiempo y la sociedad, ¡y sí! Es lamentable escuchar a la gente que dice que tal o cual comentario no es racismo porque se creen que sólo son racismo las formas del siglo XIX o XVIII», enfatiza.
«Una sociedad anticuada que no quiere cambiar»
Sí, el Estado español «tiene un grave problema de racismo», responde asertivo y lo vincula a la falta de autopercepción y de educación. «Creen que cantar ‘mono’ a alguien no es racismo, pero lo creen porque no se está hablando de ellos y porque en España los blancos se creen que pueden decidir lo que es o no racismo. Es el único país que conozco donde los blancos se creen que tienen ese derecho», explica.
Djédjé no oculta su exasperación al contar una situación que parece revivir en bucle constantemente: «Cuando escucho comentarios racistas y yo lo señalo, los españoles luchan contra lo que digo, y me dicen ‘calla, no, no, eso no es racismo’. Pero son blancos, ¿cómo pueden saber tan bien lo que es o no racismo? Es una peculiaridad de aquí que no veo en otros países europeos, donde las personas, cuando se señala eso, suelen pedir disculpas y ya está. Aquí en nueve de cada diez casos te lo discuten con todas sus fuerzas».
El antropólogo, que ha cursado su Máster en Alemania y ha vivido muchos años en Inglaterra, considera que la sociedad española con respecto al racismo «es muy anticuada y no es casualidad, la gente tiene esa actitud para no cambiar su manera de ver a los negros, no quiere hacer un trabajo sobre ellos mismos, es una sociedad más conservadora de lo que se cree» También subraya esa contradicción que ha descubierto en su investigación doctoral: «Se creen modernos por tener derechos LGBTI pero en realidad muchos españoles gays no pueden vivir en su pueblo y van a Madrid para ser libres».
Otro patrón cultural alarmante que dice haber encontrado en las entrevistas que hace para su investigación es la tolerancia intergeneracional para con los pensamientos y declaraciones racistas. «Cuando hablé con españoles jóvenes me di cuenta de que no tienen la mente tan abierta como dicen tenerla y cuando profundicé en las entrevistas sobre las formas de pensar de sus familias observé que ellos dicen ser diferentes a sus abuelos o padres pero les toleran el racismo, opinan que no quieren discutir y lo justifican con que es otra generación. Si eso no se corta, habrá siempre ideas racistas que se transmiten de abuelos a nietos».
Djédjé comenta que, si bien está radicado en Madrid, ha entrevistado a ciudadanos que provienen de todas las regiones del Estado y que no han sido pocos los que opinaron que en la capital había más racismo que en la periferia.
Otro elemento es el Gobierno estatal. «Me sorprende que siendo de izquierdas no haya políticas para combatir el racismo. Lo de Vinicius hace muchos meses que ocurre y no se le da la importancia que deberían darle. El tema no existe en la agenda pública», lamenta.
Racismo, discriminación y prejuicios
En su trabajo también ha detectado la discriminación entre personas racializadas y que los diferentes grupos se menosprecian entre sí como si fueran diferentes castas: los negros africanos, los negros europeos y los negros latinoamericanos. Este último grupo le ha dicho siempre que el Estado español «es poco racista y esto es porque vienen de sociedades en las que la discriminación es eminentemente de clase y no consideran el racismo».
De hecho, lo ha vivido en carne propia. Cuando dialogaba con gente recabando datos, probaba a decir que era inglés, senegalés o de Burkina Faso. «Cuando decía que era africano me trataban muy diferente que cuando decía que era inglés», añade.
Un matiz interesante es la aclaración que hace sobre las diferencias entre racismo, discriminación y prejuicio. Cuando se le pregunta por el racismo entre los afrodescendientes frena en seco: «No puede haber racismo entre misma raza».
Al profundizar, explica: «El racismo es discriminación con poder cuando hay asimetría, es sistémico. La gente no lo entiende. Entre negros hay discriminación, no racismo, porque el racismo es organizado por el sistema de poder predominante, es el statu quo».
«Un ejemplo puede ser que alguien tenga un prejuicio sobre las mujeres y su mala capacidad para conducir. Discriminación será cuando la mujer esté conduciendo un taxi y alguien rechace subir al coche por ello. Se está actuando sobre el prejuicio y es discriminatorio. Si es un hombre o mujer no blanco y eliges no subir al coche por eso, es racismo. Hay que entender que el racismo es usar el poder que te da ser una persona blanca y usarlo en contra de una persona no blanca», afirma.
Preguntado sobre qué cree que pasará en la sociedad española, considera que «está cambiando, lentamente pero cambia, en 2019 no había estas discusiones que se están teniendo, hay muchos Vinicius que no se van a cerrar la boca y el Gobierno deberá actuar».
Sobre el final de la charla, se permite una ironía: «Este país no solo tiene que modernizarse en las infraestructuras, lo que se ve aquí no se ve en ningún lado, la gente abre la boca sobre racismo y es lamentable. Hay que modernizar algo más que la infraestructura».