La Asociación de Industrias Químicas y Básicas de Huelva (AIQB) acaba de presentar su octava Memoria Medioambiental en la que pone de manifiesto la pasta que se gastan las empresas que la integran en mejorar el medio ambiente en la ciudad y los avances producidos en la materia (y nadie lo duda aunque a algunos […]
La Asociación de Industrias Químicas y Básicas de Huelva (AIQB) acaba de presentar su octava Memoria Medioambiental en la que pone de manifiesto la pasta que se gastan las empresas que la integran en mejorar el medio ambiente en la ciudad y los avances producidos en la materia (y nadie lo duda aunque a algunos desaprensivos pueda parecernos insuficiente) en los últimos años.
Ahora bien, lo que no es de recibo es que la presentación de dicha memoria haya sido aprovechada por la AIQB para arremeter contra los colectivos y ciudadanos que defendemos otro modelo de desarrollo diferente al iniciado durante la Dictadura y en el que (creo que la mayoría estaremos de acuerdo) tiene que tener cabida la industria. Y menos aún tratando de asumir el papel de pobre víctima inocente que nunca rompió un plato. Y la AIQB en Huelva, a pesar de las evidentes muchas mejoras producidas, ha roto y sigue rompiendo muchos platos. Las industrias de la AIQB nos han legado, entre otras cosas, 1200 hectáreas de extintas marismas sepultadas por 120 millones de toneladas de residuos (con contenidos nada despreciables de arsénico, uranio, mercurio y prácticamente la totalidad de los elementos de la tabla periódica) y ha sido y es en gran parte responsable de que Huelva no pueda constituirse como una ciudad moderna integrada en su Ría. Y nos arrebataron la playa de la Gilda y,
aún hoy, continúan emitiendo contaminantes atmosféricos sobre los que, por mucho que según los datos oficiales no se superen habitualmente los parámetros de calidad establecidos legalmente, no existen garantías suficientes para poder asegurar que no perjudiquen la salud de los onubenses. Cosas del progreso.
Pero bueno, como es evidente yo, que de nuevo vuelvo a hablar de fosfoyesos, marismas sepultadas y espacios públicos arrebatados a los ciudadanos, para el Señor Contreras y su grupo de publicistas sólo debo ser un demagogo obsesionado con hacer cuanto más daño mejor a mi ciudad y a mis conciudadanos. Eso se llama culpar al mensajero y recuerda también aquello otro de que «cuando alguien señala la Luna sólo los necios miran el dedo». Aunque creo que en este caso los de la AIQB, de necios nada de nada, al contrario, inteligentes y bien preparados (cualidades que no siempre tienen por que ir unidas a las buenas intenciones) y con muchos medios para perpetrar su burda propaganda.
Personalmente no creo que muchos ciudadanos de Huelva tengan el perverso deseo de que las industrias acaben marchándose dejándoles su tan triste legado ambiental, así como a un buen número de trabajadores en la cola del paro. Yo, al menos, pienso que lo que hay que exigir a las industrias de la AIQB es que se queden y que vayan progresivamente reparando tanto desaguisado del que son responsables.
Otra cosa es que reclame que se cumplan aquellos acuerdos de 1991 para la recuperación de la Avenida Francisco Montenegro que a, día de hoy, ya casi parecen sólo formar parte de una irreal leyenda urbana que rememoramos obsesivamente y sin fundamento un grupo de desequilibrados y tarados. Y poder recuperar la playa de la Gilda y contar con un paseo marítimo como se merece Huelva y poder ir desarrollando en los terrenos ocupados por el Polo Químico un urbanismo moderno con objetivos sociales (ese gran olvido del urbanismo) que mejore la calidad de vida de los onubenses, que nos integre en la Ría y que sirva como tarjeta de presentación de una ciudad europea de futuro. Y por supuesto que en este modelo se integre la industria, no sólo el sector químico y básico, sino también otras muchas industrias, en especial aquellas que hemos dado en denominar medioambientales. Y que las industrias actuales, una vez obsoletas sus instalaciones, cumpliendo aquellos acuerdos que también firma
ron, se reubiquen para que la sociedad y las instituciones de Huelva podamos comenzar a trabajar para lograr todo lo anterior. Compromiso, este último mencionado, que está quebrantando ENDESA (con el apoyo de la AIQB y de otros agentes que también estamparon gloriosamente su firma en aquel documento de intenciones -el papel lo aguanta todo-) con su ciclo combinado de la Punta del Sebo. ¿No será este incumplimiento flagrante uno de los motivos de mayor peso en esa quiebra social a la que ha hecho referencia el Señor Contreras, tratando de culpar a otros?
Dicho todo esto surge en mi mediocre mente las preguntas del millón ¿A que viene tanto victimismo de la AIQB? ¿No se tratará de una cortina de humo? ¿No será que alguna o muchas de sus industrias ya están preparando su retirada a lugares más propicios para engrosar su cuenta de resultados al albur de unas exigencias ambientales y laborales más laxas, y pretenden endosar el mochuelo de la culpa a la irresponsable ciudadanía de Huelva que vindica sus derechos? (al trabajo, a un medio ambiente sano, a que no les traten de tomar el pelo). No, Señor Contreras, al menos conmigo no cuente para darles esa, tal vez deseada por ustedes, patada en la espalda. ¡Quédense Señor Contreras! Y cumplan los compromisos adquiridos ya hace tanto tiempo, y si para ello este año en lugar de triplicar se tienen que multiplicar por 10 o por 15 o por 25 las inversiones de la AIQB en mejoras medioambientales pues háganlo. Y sobre todo no se nos presenten como pobres corderitos desvalidos a los que una
manada de sanguinarios lobos feroces se pretenden merendar. Porque a ustedes no les va el papel de víctima ni a los ciudadanos de Huelva que quieren otra Huelva posible el de verdugo. Así qué, a partir de ahora, para llevarnos bien que cada cual cargue con el mochuelo que le corresponde. Pero que todo esto quede entre nosotros ¡eh! De víctima a víctima, de demagogo a demagogo.