Paradójicamente, declarar oficialmente a ciertas especies en peligro de extinción aumenta su valor para los coleccionistas y traficantes e incrementa el riesgo de su desaparición, alertaron científicos este martes La perversa afición humana por poseer el último loro gigante, la última lagartija tegu o una orquídea «zapatito de dama» incrementa el valor de estas especies […]
Paradójicamente, declarar oficialmente a ciertas especies en peligro de extinción aumenta su valor para los coleccionistas y traficantes e incrementa el riesgo de su desaparición, alertaron científicos este martes
La perversa afición humana por poseer el último loro gigante, la última lagartija tegu o una orquídea «zapatito de dama» incrementa el valor de estas especies raras. Los coleccionistas están dispuestos a gastar miles de dólares y hacer lo posible, sea legal o ilegal, para obtenerlas.
Esto establece un lazo entre explotación y rarezas que arrastra a las especies a la vorágine de la extinción, señaló Franck Courchamp y su equipo de investigadores en la última edición de la publicación científica internacional PloS Biology.
«Puede ser peligroso para una especie declararla como algo difícil de encontrar si no se la puede proteger de la explotación», dijo Courchamp a IPS desde su oficina en la Universidad de Paris Sur, en Francia.
«Incluso especies que no llaman la atención pueden de pronto volverse valiosas sólo porque son poco halladas», señaló
Coleccionistas particulares, cazadores de trofeos, traficantes de animales exóticos y fabricantes de medicinas tradicionales son las fuerzas que llevan a las especies a la extinción.
La literatura científica es con frecuencia usada para identificar las próximas especies en peligro, señaló Courchamp.
Inmediatamente después de que un artículo reconoció a la pequeña tortuga indonesia y a la lagartija china como rarezas, sus precios se dispararon en el mercado de mascotas exóticas. La tortuga está casi extinta, y la lagartija ya no se encuentra en el sudeste chino, como era habitual.
Los traficantes de mascotas exóticas se dedican a conseguir una amplia gama de animales, que incluye orangutanes, monos, reptiles, aves, gatos salvajes, arácnidos, insectos y peces.
Internet también es un factor que aumenta el riesgo de las especies en extinción, ya que conecta fácilmente a vendedores y compradores, señaló Ernie Cooper, director de tráfico de fauna y flora en la oficina canadiense del Fondo Mundial para la Naturaleza
Un traficante puede fácilmente vender 200 salamandras a través de la red, algo que era muy difícil una década atrás, señaló.
Hace dos años, Cooper descubrió que 50 tritones manchados de Kaiser, un batracio amenazado original de Irán, se vendían en Canadá. El activista siguió el rastro del vendedor canadiense y llegó hasta un traficante ucraniano que ofrecía hasta 200 de estos animales.
«Quedan menos de 1.000 tritones de Kaiser en sólo algunos pequeños arroyos de Irán», dijo Cooper.
Aunque esa especie está protegida en Irán y coleccionarla es ilegal, no está prohibido venderla a través de la web.
«Si no me hubiera topado con el tráfico de tritones de Kaiser, esa especie se hubiera extinguido antes que nadie lo notara», señaló.
La «lista roja» de especies amenazadas de la Unión Mundial para la Naturaleza (IUCN) incluyó a los tritones de Kaiser «críticamente en peligro», junto a casi 16.000 plantas y animales.
Ante esto, el precio los tritones en el mercado de animales exóticos pasó de 200 a 400 dólares. Todavía son vendidos.
La mayor autoridad científica en materia de especies en riesgo, la IUCN, no ofrece ninguna protección legal a esos animales, lamentó Peter Galvin, del grupo ambientalista estadounidense Centro para la Diversidad Biológica.
Depende de cada país adoptar sus propias leyes para proteger a las especies en peligro y elaborar una lista de éstas en conformidad a la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas, indicó.
«Si no hay protecciones legales, entonces sería buena idea mantener en secreto cuáles son las especies que se han vuelto amenazadas», sostuvo.
Sin embargo, en muchos casos divulgar cuáles son las especies en riesgo ha sido la única forma de motivar a los países a que adopten leyes para cuidarlas.
China aprobó medidas severas para proteger al oso panda sólo después de la polémica causada a nivel mundial por informes científicos que alertaban sobre el futuro de esa especie.
«A muchos países les da vergüenza dejar que una de sus especies se extinga», dijo Galvin.
No obstante, el ambientalista consideró que en algunos casos sería mejor mantener en secreto la condición de determinadas especies.
Quizás ya es tarde para los tritones de Kaiser. Aun si Irán quisiera prohibir su comercio internacional, sería un proceso que tomaría uno o dos años, y eso no es una prioridad para Teherán, indicó por su parte Cooper.
Educar a los coleccionistas sobre las consecuencias de sus acciones no funciona, pues muchos de ellos tienden a poseer personalidades obsesivas.
«Son por lo general expertos, que saben bien que las especies están al borde de la extinción, pero las desean tener de todas formas en su colección», explicó Cooper.
Courchamp ha realizado experimentos sobre esta compulsión humana por las rarezas.
«Las personas siempre están interesadas en lo que es poco común. Aun si dos objetos son idénticos, y les dices que uno es muy escaso, eso lo convierte en su objetivo. Es una tendencia muy fuerte», señaló.