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Trabajadoras lesbianas en Latinoamérica

Espiadas, despedidas, relegadas, hostigadas y estigmatizadas

Fuentes: Raíz - Diversidad Sexual

Las trabajadoras lesbianas en América Latina son espiadas, despedidas, relegadas, hostigadas y estigmatizadas. «La discriminación por género y orientación sexual impregna las vidas de las lesbianas y socava de forma significativa su seguridad económica». Aunque los ajustes estructurales de las últimas décadas han empeorado la vida de gran parte de nuestras poblaciones en la región, […]

Las trabajadoras lesbianas en América Latina son espiadas, despedidas, relegadas, hostigadas y estigmatizadas. «La discriminación por género y orientación sexual impregna las vidas de las lesbianas y socava de forma significativa su seguridad económica». Aunque los ajustes estructurales de las últimas décadas han empeorado la vida de gran parte de nuestras poblaciones en la región, lo cierto es que las más afectadas por la situación laboral (desempleo, subempleo, salarios bajos y precarias condiciones laborales) son las mujeres, y entre ellas las lesbianas, cuyos efectos son más negativos cuando se trata de lesbianas afrodescendientes, lesbianas indígenas, lesbianas jóvenes y lesbianas mayores. Así lo evidencia el informe «La invisibilidad aseguraba el puchero. Lesbianas y discriminación laboral en Colombia, Bolivia, Brasil, Honduras y México».    

 

De acuerdo con datos de la OIT de 2004, ha aumentado el trabajo informal, pero no ha crecido el número de trabajadoras/es que cuentan con protección social y los dos sectores más afectados por el desempleo siguen siendo las mujeres y las/os jóvenes. «[A]l contar las mujeres con menores ingresos y al acceder en menor medida a los niveles superiores de educación, las jóvenes lesbianas tienen menos posibilidades que los hombres gays de independizarse -lo que resulta imperioso en los casos (muy frecuentes) en que las familias condenan la preferencia sexual».

De hecho, los lugares donde las lesbianas tienen mayores probabilidades de experimentar discriminación y abuso son sus propios hogares, las escuelas, las oficinas, las fábricas y otros entornos en los que trabajan. «En el caso de las lesbianas (y también de algunas mujeres bisexuales o heterosexuales) cuya expresión de género no se adapta al ideal de lo «femenino», las dificultades para encontrar trabajo y conservarlo son serias, como se verá en los testimonios».

Carlos Rodríguez, religioso jesuita y presidente del Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal), comenta: «Entramos en contacto, a través de estas páginas, con historias de vida referidas a hechos de acoso y prácticas que vulneran la dignidad de los centros de trabajo. Nos acercamos no sólo a cada uno de los casos, sino de los climas o los ambientes hostiles que permiten esta vulneración, agravados por los prejuicios en contra de la orientación sexual de las trabajadoras». Expresa que no está demás recordar que cuando nos referimos a los mundos del trabajo hablamos de trabajo subordinado y de trabajo basado en relaciones asimétricas del poder. Y habla también del ocultamiento como un mecanismo de resistencia y sobrevivencia: «Ahora, lo que quiero decir, por experiencia propia también, es que las relaciones laborales, los mundos del trabajo, son un mundo de ocultamiento, sobre todo en la experiencia fabril. En la experiencia fabril, uno oculta su identidad, uno oculta su verdadera historia, porque se intenta resistir a condiciones de deshumanización. Ese ocultamiento creo que también plantea la posibilidad de la conspiración, la posibilidad de la alianza, la posibilidad de la resistencia».

Según el informe, la reacción más habitual entre las trabajadoras lesbianas despedidas es no reclamar, aceptar el despido y buscar un nuevo empleo en el que redoblarán las precauciones para no ser «descubiertas». La falta de protección legal y, en algunas sociedades, la condena explícita e implícita a las lesbianas, contribuyen a imponer ese silencio, que a su vez permite que continúen los abusos, ya que los empleadores saben que pueden actuar impunemente. Sin embargo, las experiencias recogidas muestran que cuando las lesbianas se atreven a reclamar sus derechos, presentar su preferencia sexual no como una vergüenza sino como un rasgo más de su personalidad, por lo general, el resultado es positivo, como aconteció en el caso de Paulina.

Sin lugar a dudas, este informe se constituye en un valioso aporte de las organizaciones involucradas y en un llamado a los activismos LGBT latinoamericanos a afianzar la lucha desde el enfoque integral de los derechos humanos, centrados en los principios de interdependencia, indivisibilidad y universalidad, y denunciando la vulneración de los derechos en los centros de trabajo, apelando a la defensa y promoción de los derechos económicos, sociales y culturales (DESC). «El modelo de los derechos humanos brinda una visión potente y herramientas para enfrentar los patrones vigentes de control sexual y económico. Es un vehículo que ayuda a las/os activistas y organizaciones de una variedad de sectores a romper con las agendas limitadas a un solo tema y con las barreras que imponen las políticas de identidad pensadas con criterios estrechos».