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Estadísticas y color de la piel

Fuentes: Cubadebate

La raza no existe. Es una construcción social. Una invención. Una dinámica útil para las intenciones de concentración y manipulación del poder, por parte de las elites explotadoras, en los marcos de la inevitable confrontación de clase. Sin embargo, se trata de algo que se materializa a cada paso, que nos persigue y nos perseguirá […]

La raza no existe. Es una construcción social. Una invención. Una dinámica útil para las intenciones de concentración y manipulación del poder, por parte de las elites explotadoras, en los marcos de la inevitable confrontación de clase.

Sin embargo, se trata de algo que se materializa a cada paso, que nos persigue y nos perseguirá aun por mucho tiempo.

Como invención social, es algo que debe ser deconstruido, pero no lo vamos a lograr si le damos la espalda. Haciendo algo parecido al avestruz, que mete la cabeza bajo tierra, pero dejando al aire las partes más vulnerables.

En la Cuba de hoy, esa invención se expresa tras  «color de la piel», por muy absurdo que nos pueda parecer.

El color existe y no se trata, en nuestro caso, de una simple cantidad mayor o menor de melanina en nuestra piel, ni de una cuestión de matices epidérmicos.

Detrás del color, aun  en la Cuba de hoy, se esconden 500 años de historia, por lo que cuando no consideramos el color, estamos tirando a la basura esos cinco siglos de historia.

Color y Nación

La nación, es en primer lugar, el pueblo que la compone. Por lo que solo conocer cómo ese pueblo se formó, es lo que nos permite y nos puede dar la clave de lo que es hoy la nación.

La nación cubana emergió de la descomposición del régimen colonial esclavista, que España implantó en Cuba a partir del siglo XVI. Emergió como una nación de inmigrantes, negros,  e  ibéricos (mayoritariamente  españoles) ciertos residuos indígenas, incorporando más tarde a los chinos. Es decir, de gente que llegó a la Isla,  los españoles,  con credenciales de blancos, y  que aunque no lo fueran,  así se quedaron; traídos algunos por la fuerza, pero la inmensa mayoría, por su propia voluntad, buscando fortuna que no pocas veces encontraron.

Negros, cazados en  las costas occidentales de África, a veces vendidos por sus propias tribus, traídos contra su voluntad, que vinieron en los barcos negreros, separados de sus culturas, sus lenguas, costumbres y familias, sin fortuna ni modo de lograrla, vendidos como mercancía en las plazas públicas, como mismo se vende a un animal cualquiera, y finalmente, enviados a las plantaciones a trabajar como esclavos, o algunos con más suerte,  como esclavos domésticos, criados de los colonizadores.

Más tarde chinos, quienes llegaron  también prácticamente como esclavos.

Ese  es  el origen de la población que hoy puebla la Isla. Se le sumaron después antillanos, yucatecos y otros europeos, incluso norteamericanos, libaneses etc.,  mezclándose todos. Sin que hoy tengan una expresión censal particular. 

En Cuba, el indígena, aunque alguna mezcla produjo, como resultado de que a Cuba llegaron hombres solos, sin embargo, desapareció relativamente rápido, al ser insertado dentro de un sistema de trabajo brutal, que los acababa, exterminados por el esfuerzo,  también por la falta de alimentación, o por las enfermedades que trajeron consigo los colonizadores

El mestizo, que en Cuba emergió fundamentalmente  de la mezcla de la negra esclava con el blanco español. Formándose así, originariamente, los matices que hoy tipifican nuestra piel, y ciertos rasgos, a partir de una historia de siglos. A todo lo cual, ese gran sabio que fue Don Fernando Ortiz, llamó el «ajiaco». El que como hemos dicho otras veces, aún no ha terminado de hervir.

Color  y Población

Así hoy tenemos en Cuba la categorización «racial» que es recogida en nuestro censo: blancos, mestizos y negros. Tres grupos raciales. Dentro de una misma nación, unidos por una misma historia,  formando un mismo pueblo, pero con puntos de partida diferentes.

Así se creó el pueblo que forma el contenido fundamental de la nación cubana hoy. Por lo que comprender a fondo esta composición, es de vital importancia a la hora de analizar cualquier fenómeno de la sociedad cubana actual.

Esa composición se transmitió de generación en generación, de la colonia a la República, y de esta a la República socialista en que hoy vivimos.

Luego, la población que heredó la Revolución Cubana en 1959 no era homogénea; todos eran cubanos, pero con puntos de partida históricos distintos, según el grupo racial al que se pertenezca. Puntos de partida históricos diferentes, dentro de una misma nación, que se expresa en todos planos de la vida social y económica. Con una cultura de un alto nivel de  integración y consolidación, pero aún afectada por el componente racista, heredado y alimentado, que obstaculiza el que todos los grupos raciales participen dentro de ella de manera equilibrada. Asunto ampliamente tratado en nuestro ensayo titulado: «Cuba: color de la piel, nación, identidad y cultura. Un desafío contemporáneo».

Como resultado de lo ya explicado, en todas las estadísticas heredadas de la República, según nos movamos de los planos de la riqueza a los de la pobreza, tales estadísticas se comportan del modo siguiente: los blancos aparecen siempre en una mejor situación, los mestizos se encuentran en una posición intermedia y los negros en el sótano de la sociedad.

De modo que, aunque la pobreza también puede ser blanca, la riqueza casi nunca es mestiza y mucho menos negra. Por lo que todos los blancos no son ricos, aunque sí la inmensa mayoría de los negros y mestizos son pobres. Realidad, que  a pesar de todo lo que la nación cubana ha avanzado, aún persiste. Negros, mestizos y blancos, compartían la pobreza en medio del capitalismo republicano. Esta pobreza fue fuertemente atacada por la política social, pero todavía no ha sido resuelta en su totalidad.

Por eso, a pesar del  carácter extraordinariamente humanista de la política social de la Revolución Cubana. A pesar de que la población no blanca en Cuba, nunca había tenido, como ahora, un gobierno que velara por sus intereses, nuestra política social ha tenido dificultades.

Nuestra política social cometió un error: considerar a toda la población pobre, como homogéneamente pobre. No tomando en consideración que el color de la piel es y opera en nuestro país como una variable de diferenciación social.

Querámoslo o no, el color de la piel nos diferencia socialmente. Todos los cubanos no son iguales. Por lo que es de presuponer, que dentro de un grupo pobre, compuesto por blancos, mestizos y negros; de mejor a peor situación, esa es la escala en que se comportara.

Y mientras mayor sea la muestra, con más razón  esa  será la escala del comportamiento de la pobreza. Entonces, no es posible ningún análisis científico objetivo de la población cubana que deje de tomar en consideración esa realidad.

Razón por la cual la política social no puede tratar como iguales a los diferentes grupos raciales. Ni puede tampoco, dentro de cada grupo  tratarlos de manera homogénea.

Para solucionar un problema como ese, hay que saber que tales diferencias se expresan respecto a los grupos raciales entre sí primero y dentro de cada grupo, en el sentido de que existen personas que tienen posibilidades diferentes para alcanzar las oportunidades que la política social trata de poner a su alcance, por razones de puntos de partida diferentes.

Algo que se expresa, para los diferentes grupos raciales, especialmente, aunque no solo, para negros y mestizos, con independencia de que consideremos o no la existencia de los estereotipos raciales negativos, los prejuicios raciales, la discriminación y el racismo.

Se trata de diferencias objetivas, y en tal caso, lo único que hace la discriminación racial es agravarlas. Porque se trata de diferencias que son, epistemológicamente hablando, anteriores al ejercicio de la discriminación racial.

Es que los no blancos presentan una posición desventajosa dentro de la sociedad, que después los prejuicios raciales y el racismo lo único que hacen es agravarlas. Requiriendo ello otro tipo de análisis, que no podemos abordar en el corto espacio de este ensayo. Fenómeno que queda muy bien connotado, cuando Fidel Castro dice: «…Discriminación objetiva, por sus características, afecta históricamente a los sectores más pobres y marginados de la población… 

Entonces, las afirmaciones dentro de las cuales están implícitas las preguntas, son bien sencillas. No es posible recoger estadísticamente la actividad de la sociedad cubana, sin tomar en consideración el color de la piel. No es posible dirigir científicamente a la sociedad cubana de hoy si no se toma en consideración el color de la piel.

No es posible diseñar la política social de la sociedad cubana de hoy, sin tomar en consideración la variable color de la piel.

Para Cuba, incluso, el asunto es más complicado, porque la raza no existe, pero el color de la piel sí, es objetivo. Y el asunto de la discriminación por el color de la piel, forma típica bajo la cual esta se ejerce en Cuba, no es un simple hecho cultural, sino todo un mecanismo social, construido durante siglos, todavía reproducible por la sociedad cubana, que es el que estamos obligados a deconstruir. Faltándole mucho aún, a nuestras estadísticas  para contribuir de manera más efectiva con esa tarea.

Problema este, que con  una diferencia importante, en términos de la voluntad política para solucionarlo, lo compartimos, dentro del hemisferio, con el Sistema Estadístico de Naciones Unidas y de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) donde todavía, más de 25 millones de indígenas y 150 millones de afrodescendientes, esperan por ser diferenciados dentro de las estadísticas. 

Tal ausencia, les permite a los gobiernos neoliberales ocultar la real   pobreza; mientras que a Cuba, paradójicamente, le obstaculiza mostrar la verdadera obra de la Revolución. 

Por supuesto, el asunto analizado en este ensayo, no es más que uno de los tantos retos que tienen que ser abordados, en el contexto de la problemática racial cubana contemporánea la que, sin duda, desborda en mucho un tratamiento, simplemente, desde las estadísticas sociales.

*Dr. C. Esteban Morales, Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU), Universidad de La Habana

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2010/03/19/cuba-estadisticas-y-color-de-la-piel/