Intervención de Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, durante la comparecencia especial efectuada en el Palacio de las Convenciones el 15 de abril de 2005. (Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado) Compañeras y compañeros: En realidad, les voy a presentar a ustedes algunos documentos que prueban, irrefutablemente, lo que el compañero […]
Intervención de Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, durante la comparecencia especial efectuada en el Palacio de las Convenciones el 15 de abril de 2005. (Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado)
Compañeras y compañeros:
En realidad, les voy a presentar a ustedes algunos documentos que prueban, irrefutablemente, lo que el compañero Fidel acaba de decir. No son todos los documentos, habría otras cosas que se pudieran buscar. En el juicio que se efectuó en Venezuela, hay como una docena de folios dedicada nada más que a eso, a la vinculación, según los dos terroristas venezolanos, que ellos tenían con la Agencia Central de Inteligencia.
Me voy a concentrar en presentarles algunos documentos, ninguno cubano, ninguno del gobierno cubano; son, fundamentalmente, del gobierno de los Estados Unidos de América, o de otras autoridades de otros países.
El 6 de octubre de 1976 yo era embajador de Cuba en Naciones Unidas, y, desde Nueva York, estaba acreditado también como embajador en Trinidad y Tobago, y tenía algunas responsabilidades con relación a los Estados del Caribe, con los que habíamos establecido relaciones diplomáticas poco antes.
Por ese motivo participé en una serie de reuniones que tuvieron lugar en el área del Caribe, inmediatamente después del atroz acto terrorista contra nuestro avión.
Vamos a verlo por partes:
Por un lado, los dos individuos que descendieron del avión en Barbados, después de haber colocado los artefactos explosivos que hicieron estallar el avión en pleno vuelo, permanecieron unas pocas horas en ese país, fueron a un hotel; fueron, sobre todo, a la embajada de los Estados Unidos de América, e inmediatamente esa noche viajan de regreso hacia Puerto España, la capital de Trinidad.
Por las sospechas que levantaron ante las autoridades de Barbados, que advirtieron a sus colegas de Trinidad, inmediatamente fueron detenidos por las autoridades trinitarias.
En Barbados se constituyó una comisión de investigación para, entre otras cosas, determinar la causa que produjo la explosión de ese avión en pleno vuelo. Desde el punto de vista técnico, pudiera haber sido un accidente, pudiera haber sido alguna falla mecánica, técnica, etcétera. Según los procedimientos de la Organización de Aviación Civil Internacional, esa es una de las cosas que hay que hacer, y lo hicieron las autoridades de Barbados.
No se limitaron a eso -como ustedes van a ver enseguida-, sino que también estudiaron, recibieron otros testimonios, otros elementos de juicio alrededor de ese hecho, desconocido completamente para la sociedad barbadense.
Mientras, paralelamente, la policía de Trinidad y Tobago, que detuvo a los dos venezolanos mercenarios que fueron los que colocaron la bomba, realizaba su propia investigación.
ESTADOS UNIDOS QUISO ESTAR EN LA INVESTIGACION DE BARBADOS
La comisión investigadora de Barbados invitó a algunos otros países a estar representados allí. Cuba participó, fueron especialistas nuestros de Cubana de Aviación, participaron otros países del Caribe; participó Canadá, porque era el país de fabricación de la aeronave y, por lo tanto, tenía especialistas que podían determinar si hubo algún error, alguna falla, etcétera; y participó Estados Unidos, porque pidió participar, porque quiso estar en esa investigación, la primera, que les va a servir para enterarse de que no había sido un accidente, de que no había sido un fallo mecánico, de que había sido una acción terrorista. Anoten eso por ahí, es muy importante.
Una delegación norteamericana, encabezada por un señor llamado Willis, participó en las actividades de aquella comisión de investigación, que se extendieron desde el 28 de octubre hasta el 3 de diciembre del año 1976.
Aquí yo tengo solamente las conclusiones del Capítulo VIII, de la segunda parte del informe, redactado por las autoridades de Barbados.
Entre otras cosas, aquí los barbadenses indican que sus colegas trinitarios les habían trasladado la siguiente información: que uno de los venezolanos -al que identifica aquí el documento de Barbados como el señor Lozano- le había dicho al jefe de la policía de Trinidad y Tobago que él era miembro de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, que su jefe era una persona que residía en Caracas y que se llamaba Luis Posada Carriles y que él había ido tres veces a la embajada de Estados Unidos en Barbados, después de la explosión del avión, en las pocas horas que ellos permanecieron en ese país, las necesarias para hacer dos cosas: ir a la embajada norteamericana, pasar por el hotel y llamar a un teléfono en Caracas, correspondiente al señor Luis Posada Carriles, y a otro teléfono, correspondiente al señor Orlando Bosch Ávila.
En el informe, las autoridades de Barbados incluyen los recibos, las notas, los datos del hotel: de qué número llamó quien, a qué número, y son los teléfonos de Posada y de Bosch en Caracas. Es a partir de ahí que las autoridades de Venezuela más tarde van a detener a estos dos individuos.
LOS TERRORISTAS VISITARON TRES VECES LA EMBAJADA NORTEAMERICANA
Tres veces visitaron, sin embargo, la embajada norteamericana, según dice uno de ellos en su confesión en Puerto España; pero sucede que en Barbados, en su propia investigación -van las dos paralelamente, en las dos islas- que están haciendo los barbadenses incluye los testimonios de dos personas, cuyo oficio es ser choferes de alquiler. Una persona que está realizando esa función en el aeropuerto de Bridgetown y que recuerda cuando estos dos individuos alquilaron su automóvil para dirigirse del aeropuerto a la embajada de los Estados Unidos de América, antes de haber ido siquiera al hotel; y el otro da cuenta, un chofer del hotel Holiday Inn, que en dos ocasiones los llevó, a esos mismos individuos, hacia la embajada de Estados Unidos.
En una ocasión, y esto le llama la atención al señor Firebrace, que es el chofer que trabaja en el aeropuerto, dice que cuando van -una gente que llega a un país- del aeropuerto hacia la ciudad, él escucha que los que están hablando, uno de ellos señala con la mano hacia un edificio del centro de Bridgetown, la capital de Barbados, que hay un banco, en ese edificio está la embajada de Estados Unidos, pero no todo el mundo lo sabe. Conocer dónde está la embajada de Estados Unidos, alguien que está llegando, arribando a un país, suscita las siguientes preguntas, que la hace el gobierno de Barbados: «¿Cuándo y en qué circunstancias pudo saber de la ubicación de esa embajada?» Y concluyen las autoridades barbadenses: «A nuestro modo de ver, una evaluación global de las pruebas da cierta base para asegurar que Lozano y Lugo visitaron la embajada estadounidense el 6 de octubre.»
«No se hizo ningún intento por llevar las pruebas en contra y no se dio ninguna explicación de tal visita», a pesar de que había un representante de Estados Unidos, el señor Willis, que se limitó a señalar que el nombre de la persona que decían los dos terroristas, con quien se habían reunido en la embajada norteamericana, el señor McLeod, que no hay nadie con ese nombre en el personal de la embajada y que no hay ningún norteamericano que hubiera llegado a Barbados ese día con ese nombre.
Con toda sabiduría caribeña, les voy a leer la frase final de este informe:
«Solo haríamos la observación, que si se estaba realizando cualquier transacción oculta, no podría sorprender que se hubiera utilizado un nombre falso.»
Eso lógicamente se le tenía que ocurrir a cualquiera.
ACTITUD DIGNA DE BARBADOS Y TRINIDAD Y TOBAGO
Las autoridades de Trinidad y Tobago, como les decía, continuaron sus investigaciones, ambas, Barbados y Trinidad, hay que decirlo, tuvieron una actitud realmente de mucha dignidad, de mucho decoro. Son dos países muy pequeños que sabían que estaban enfrentando un problema muy serio: nada más y nada menos que a la Agencia Central de Inteligencia y a sus prácticas terroristas. Países, además, no Trinidad pero sí Barbados, para el cual el turismo es la fuente fundamental, ¡imagínense la tragedia para ellos de que hubieran hecho estallar un avión, que todo el mundo vio, desde las playas de Barbados, cómo se destrozaba en el aire!
Arrestados estos dos individuos en Trinidad, los otros dos, los jefes y autores intelectuales, en Caracas, el gobierno de Trinidad y Tobago convocó una reunión internacional en Puerto España, en la que participaron todos los países que, de un modo o de otro, estábamos afectados por este asunto: o sea, Guyana, porque había varios guyaneses que perdieron la vida; Venezuela, porque todos los acusados o eran venezolanos o residían en Venezuela, obviamente se había planificado allí el atentado; Barbados, porque ocurrió muy cerca de su territorio el incidente, y Cuba.
Nos reunimos en Puerto España, analizamos toda esta problemática, se habló muy claramente. Yo no olvidaré jamás las expresiones directas, claras, nítidas de las autoridades policiacas de esas islas, que estaban más que convencidas de quién había sido el autor real de este hecho atroz, y acordamos que el juicio tuviese lugar en Venezuela y que todos cooperaríamos con las autoridades venezolanas para que se hiciera justicia. Y así lo hicimos, los tribunales venezolanos recibieron centenares si no miles de páginas enviadas por Cuba, por Barbados, por Trinidad, por Guyana, y ustedes podrán preguntar: ¿Estados Unidos hizo algo? No, esta vez sí no expresó ningún interés en participar en esta otra reunión o en asociarse con esa otra investigación.
Ya había sabido lo que quería saber, que no se podía confundir a la opinión pública con la idea de que fue un accidente; ya supieron desde el principio que había pruebas irrefutables de que había sido un acto terrorista, y a partir de ahí van a actuar como si ellos no tuviesen nada que ver con el asunto, como vamos a ver un poquitico más adelante.
Quien entonces era el presidente de Venezuela, el señor Carlos Andrés Pérez, viajó a las Naciones Unidas en el mes de noviembre de aquel año, habló ante el plenario de la Asamblea General, hay que decir que condenó de forma categórica ese hecho terrorista, y pidió la ayuda a la comunidad internacional. Le pidió a todos los países que si sabían algo, si tenían algún elemento de juicio, alguna información que, por favor, se la dieran a Venezuela para ayudar al proceso legal. Eso lo dijo ante el plenario de la Asamblea General; pero después, en una reunión con la prensa en el edificio de Naciones Unidas, el señor Pérez dijo, además, lo siguiente:
«No podría hacer aseveraciones concretas en torno a posible responsabilidad de alguna agencia del gobierno de los Estados Unidos en conexión con el terrorismo cubano. Pero sí creo que es un deber de los Estados Unidos despejar todas las dudas que constantemente recoge la prensa internacional y la propia norteamericana, sobre la participación de agencias oficiales en connivencia con esos grupos terroristas.»
Hasta ahí las palabras de Carlos Andrés Pérez ante la prensa, en Nueva York, en el edificio de Naciones Unidas.
Fíjense, compañeros, como subrayaba Fidel ayer y antes de ayer, «alegado», «supuesto terrorista», o «supuestos hechos».
Carlos Andrés Pérez, del cual no voy a hablar ahora, todo el mundo sabe quién es y su involución política, él habla en noviembre de 1976, voy a volverlo a leer:
«Las dudas que constantemente recoge la prensa internacional y la propia norteamericana sobre la participación de agencias oficiales en connivencia con esos grupos terroristas».
¿Dónde está la prensa norteamericana? ¿Dónde está la prensa internacional? Se les olvidó que eso que Carlos Andrés recordaba es verdad. Es verdad que en el mundo entero, y en esta parte del mundo, a partir de cosas como las que ya dije, desde lo que sabía un chofer, lo que sabía la telefonista del hotel, lo que inevitablemente se fue sabiendo de aquellas investigaciones iniciales, y todos los antecedentes históricos que, lógicamente, marchaban en la dirección correcta, al sospechar que las autoridades norteamericanas tenían que ver con este asunto.
Ya dije que en el expediente que presentan los trinitarios, los dos individuos, de forma solemne, reiterada, dicen que son empleados, miembros -fue la expresión exacta- de la CIA y dicen, además, quién era su jefe en la CIA, el mismo individuo que era, además, su empleador; porque el señor Posada, en aquella época, usaba como fachada una supuesta agencia de investigaciones privadas, o de detectives, y los dos, Hernán Ricardo y Fredy Lugo, eran sus empleados.
POSADA NO TUVO QUE FUGARSE, HABÍA SOBORNADO
Un buen día, en el año 1985 se produce lo que la prensa insiste en calificar de fuga. Nadie se fuga por la puerta de entrada de un edificio. Posada salió caminando, muy bien acompañado, atravesó el ala central de la prisión donde él estaba encerrado, hasta la puerta se la abrieron; salió, se montó en un automóvil, de ahí para un aeropuerto y directamente a Ilopango, a cumplir una misión que le había asignado la Casa Blanca. Por favor, eso consta, además, en documentos norteamericanos. La Comisión Tower, la que investigó todo el proceso del llamado Irán-Contra, o del Contra-Gate. El no tuvo que fugarse, salió caminando despaciosamente; él sabía que podía hacerlo, porque habían comprado, habían sobornado a quienes tenían que sobornar. Y eso le consta al gobierno norteamericano en el informe de la Comisión Tower; pero, además, en las vistas que el Senado norteamericano realizó con relación al llamado Irán-Gate o Irán-Contra, como quieran llamarlo, ahí está.
El señor Oliver North, asesor del Presidente de Estados Unidos, que estaba dirigiendo un plan violatorio de las leyes norteamericanas, para enviar clandestina e ilegalmente armas a la contrarrevolución nicaragüense, algo que estaba prohibido por ley del Congreso, el señor North le pide al señor Jorge Más Canosa que aporte 50 000 dólares para sobornar a determinadas personas y organizar la «fuga», atravesando abiertamente la puerta de entrada de la cárcel, del señor Posada Carriles, para llevarlo a Ilopango, donde va a ocupar la responsabilidad de dirigir, en nombre de Oliver North, esa actividad clandestina; pero, además, va a ocupar un cargo oficial, público del Departamento de Estado como director asociado, o director de apoyo, de una cosa que llamaban como de ayuda humanitaria. Porque el Congreso prohibió la ayuda militar a los contras, pero autorizó que se les pudiera dar lo que ellos llaman ayuda humanitaria.
Para encubrir la actividad ilegal del señor Posada, el Departamento de Estado lo nombró director de esa otra oficina. Hay un memorando suscrito por él, por Luis Posada Carriles, que como funcionario de nivel podía escribir a la Casa Blanca, recomendando -y hay que reconocerle el sentido práctico- que se fundieran las dos oficinas. Por supuesto, sin afectarle el salario, que sumaran los dos salarios, pero que fuera la misma cosa, para qué esa bobería de llamarle ayuda humanitaria al tráfico de armas en que él estaba involucrado.
IRREGULARIDADES, MANIOBRAS Y PRESIONES DE UN PROCESO
Continuó el resto de las personas detenidas en Caracas en prisión, un proceso judicial al cual valdría la pena dedicarle otro momento, pero plagado de irregularidades, de maniobras, de presiones de todo tipo durante aproximadamente 11 años, hasta que, finalmente, el tribunal absolvió al señor Bosch, condenó a los dos mercenarios, y no se pronunció sobre Posada. Más de una vez uno encuentra mentiras en la prensa internacional en estos días. No es verdad que Posada haya sido absuelto; él fue declarado prófugo, que es diferente. El tribunal se pronuncia sobre los tres que estaban allí, y con relación a Posada dice: «Este señor se mantiene prófugo de la justicia y sobre él no nos pronunciamos.» Y pudieran haber absuelto a Bosch y condenado a Posada, después de todo él era el jefe, el que le pagaba a los dos asesinos convictos por ese tribunal.
Pero, lo que sí quiero decir de ese extremadamente irregular proceso judicial es que el señor Bosch no fue declarado inocente porque hubiera probado su inocencia. El señor Bosch fue declarado inocente porque el tribunal, ignorando los esfuerzos que habían hecho las autoridades caribeñas durante años; la investigación meticulosa, rigurosa, seria de gente que se respeta, de países que son pequeños pero que se saben respetar en su soberanía, ah, pues, sencillamente, por razones completamente de detalles -como venía todo aquello en inglés, como es lógico, porque es el idioma que se habla en el Caribe, hubo que traducirlo al castellano, y se tradujo, pero al final parece que el tribunal consideró que no debió haber sido hecha la traducción por fulanito, sino que debió haberla hecho menganito-, se agarraron de un detalle de tipo administrativo y tomaron la increíble decisión, de desestimar completamente el fruto del trabajo que las autoridades que habían hecho la investigación de este acto terrorista habían realizado, donde estaban las confesiones, donde estaban las llamadas a Bosch, donde estaban las llamadas a Posada; lo que habían hecho muy seriamente las autoridades de Barbados y de Trinidad, y que, además, el tribunal había recibido años atrás, la habían traducido años atrás, porque ese fue un proceso que demoró 11 años aproximadamente, y, al final, tranquilamente, aduciendo ese detalle, declara absuelto al señor Bosch y culpables a sus dos mercenarios, y no absuelve a Posada, sino lo declara prófugo de la justicia, que no es lo mismo.
UN TERRORISTA HÁBIL SE VA A MIAMI
Bueno, el señor Bosch hace lo que cualquier terrorista hábil haría: irse para Miami inmediatamente. Si él realmente fuera inocente, el lugar lógico para estar era Caracas, que fue donde consiguió una absolución. No, él prefiere irse a Miami, a pesar de que en Miami, en Estados Unidos, él tenía una cuentecita pendiente.
Años atrás él había realizado algunos hechos de terrorismo en Estados Unidos, un bazucazo a un barco polaco en el puerto de Miami, por lo cual fue condenado. Por supuesto, no a una gran pena, ni cumplió ni siquiera la mitad de aquello que se le impuso y fue declarado en libertad condicional; pero él violó los términos de su libertad condicional y se marchó en los años setenta a Santiago de Chile. Recuerden los nexos que van a tener estos terroristas con los terroristas de Estado de las tiranía suramericanas, empezando por el señor Pinochet.
Él sabía que si llegaba a Miami tendría que responder por aquella violación a su libertad condicional, pero prefería irse a Miami porque es la patria del terrorismo, y allá llegó, y, por supuesto, fue detenido durante un tiempo. Era el régimen de Bush padre, año 1988.
Se procede entonces a todo el proceso normal de solicitud de asilo, lo analizan las autoridades, etcétera, y eso concluye en este documento; en este documento que es la determinación del Departamento de Justicia, o la Fiscalía General -aquí está la firma del señor Joe D. Whitley, fiscal general en funciones, junio 23 de 1989. Este es un documento norteamericano del Departamento de Justicia, de la Fiscalía General de Estados Unidos; no tiene nada que ver con nosotros, de Cuba se habla muchísimo, porque se habla mucho de terrorismo desde allá, pero no responde a nuestras autoridades, es el resultado del trabajo del FBI y del Departamento de Justicia.
Déjenme leerles algunas partes muy importantes de este documento.
El Fiscal General de los Estados Unidos explica que para llegar a esta determinación, que fue la de expulsar a Orlando Bosch por terrorista, para eso él había tomado en cuenta distintas informaciones, mucha documentación.
Sus palabras textuales:
«En los archivos del FBI y otros organismos gubernamentales figura una gran cantidad de información documental» -desde los años 60- «en que el señor Bosch» -y se puede decir lo mismo del señor Posada, por supuesto-, «personalmente ha promovido, alentado, organizado actos de violencia terrorista en este país» -o sea, en Estados Unidos- «y en varios otros y ha participado en ellos.» Eso, según el Fiscal, la información que figura en esos archivos, señala eso de manera clara e inequívoca.
Después precisa:
«Hay una cantidad de información pública» -información que no es de índole confidencial- «y una cantidad bastante mayor, tanto secreta como no secreta es de índole confidencial debido a la necesidad de proteger fuentes y métodos de obtener información.»
Viene un resumen de las informaciones principales, según el Fiscal, de carácter confidencial y de carácter no confidencial, haciendo esta aclaración:
«La descripción de los elementos confidenciales se ha abreviado y depurado, como era forzoso hacerlo, para proteger su índole confidencial.» Depurado esto es como decir blanqueado, suavizado, para encubrir, para tapar. Tengan en cuenta eso.
EL GOBIERNO ESTADOUNIDENSE TENÍA PRUEBAS
A pesar de eso, yo les voy a leer dos acápites relacionados con la documentación confidencial que el Fiscal General de Estados Unidos, el 23 de junio de 1989 dice poseer con relación al señor Bosch, que es aplicable también al señor Posada, a parte de la vida de Posada.
Oigan bien:
«Información sobre la organización y estructura de mando de la CORU, según la cual, entre junio de 1976 y marzo de 1977, diversas personas vinculadas a la CORU participaron en alrededor de 16 episodios que comprendían detonaciones de bombas, intentos de secuestro, asesinatos políticos e intentos de asesinatos políticos. Los episodios habían tenido lugar en los Estados Unidos, España, el Caribe, América Central y América del Sur.» Ustedes no oyeron la palabra supuesto ni alegado, ni sospechoso; no, es bien directo, información sobre todo eso, detonaciones de bombas, secuestros, asesinatos, etcétera, etcétera.
Siguiente párrafo que les quiero leer, y escuchen bien:
«Información que indicaba que la detonación de una bomba, el 6 de octubre de 1976, en un avión de línea cubano, había sido una operación de la CORU dirigida por Bosch.» «Información que indicaba»; información, no suposiciones, no rumores, información confidencial, y esta formulación está abreviada y depurada.
¿Qué quiere decir eso? Que el gobierno de Estados Unidos tenía pruebas sobre quiénes eran los autores de aquel hecho terrorista, pero no se las dio jamás a las autoridades de Venezuela. ¿Para qué, para ayudar a la justicia o para proteger a su terrorista?
Voy a seguir, porque si hay algo que prueba el cinismo de la política norteamericana es este hecho.
Con esos elementos el Fiscal decidió lo que cualquier persona razonable hubiera decidido, ordenar la expulsión del señor Bosch. Dijo: «Este tipo no puede entrar aquí si es un terrorista, es un asesino, es un criminal»; pero de aquí que ante esta determinación de su Ministro de Justicia, la decisión que tomó el presidente Bush padre fue la de sacar al señor Bosch del centro de detención donde se encontraba y enviarlo para su casa en Miami, en condición de detenido, ¡cuidado!; cuidado, porque ellos saben ser muy estrictos con eso, que se lo digan a las compañeras de nuestros Cinco Héroes. Se puede ser terrorista y estar cumpliendo una sanción en la casa, en su casa, porque el señor Bush le dio esa facilidad.
Y después, el 18 de julio del año 1990, lo perdonó, le perdonó todos sus crímenes, lo declaró un hombre libre, sin antecedentes penales, el papá del gladiador contra el terrorismo.
INUSITADO INTERÉS ANTITERRORISTA
Pasó el tiempo, llegamos a los años noventa, y otra vez yo regreso a Nueva York -no quiero ser personalista, pero me ha tocado el tema en los dos extremos-; en los años noventa se produce una cosa muy interesante, específicamente en el año 1992: Cuba fue miembro del Consejo de Seguridad año 1990 y 1991, cesamos en el Consejo el 31 de diciembre de 1991 y dio la casualidad que no hizo más que salir Cuba por una puerta y Estados Unidos empezó a promover la cumbre, una reunión del Consejo de Seguridad en la Cumbre para discutir el terrorismo internacional, para condenar el terrorismo y para movilizar, bueno, para incorporar a la agenda del Consejo de Seguridad la temática del terrorismo. Hubo varias reuniones, hubo varias resoluciones entre enero y marzo de 1992, incluyendo una reunión a nivel de jefes de Estado de los miembros del Consejo de Seguridad.
Nosotros, en vista de ese inusitado interés del Consejo de Seguridad y de Estados Unidos por la lucha contra el terrorismo, iniciamos un proceso para tratar de, si lo hicieron en enero, lo hicieron en febrero y lo hicieron en marzo, ver si en abril también podían hablar de terrorismo.
¿Por qué lo hicimos? Porque, por un lado, perdonaban al señor Bosch; por el otro, se había destapado todo el escándalo del Irán-contra y, por lo tanto, de la fechorías más recientes del señor Posada, y el perdón para Bosch, su liberación primero y el perdón después, estuvo precedido de la más sucia, la más vergonzosa campaña de la mafia anexionista de Miami para convertir a este señor en un héroe.
Hay un día dedicado a él en esa ciudad, hay un día de Orlando Bosch en Miami. Me imagino que pronto haya el día de Posada Carriles, o la semana de Posada Carriles.
Recuerdo a la señora Ros-Lehtinen en la época, único legislador de origen cubano, que hizo toda su campaña alrededor de dos temas: Libertad para Orlando Bosch y Aviones para Hermanos al Rescate, aviones militares para Hermanos al Rescate, aviones del modelo O-2 que acababan de quedar en desuso, porque ya había terminado el conflicto armado en El Salvador, y esta señora hizo una gran campaña para que esos aeroplanos, de doble uso y empleados en Vietnam y en El Salvador como instrumentos bélicos, les fueran entregados a ese grupo terrorista que entonces comenzaba a actuar.
En las dos cosas esta señora obtuvo éxito, le dieron los aviones y enviaron al señor Bosch para su casa y después, además, lo amnistiaron.
Obviamente, eso significaba una muestra más de que Estados Unidos iba a continuar e intensificar su campaña contra Cuba, incluyendo su campaña terrorista.
Por cierto, la señora esta que mencioné tuvo éxito en gran medida, porque en aquellos días ella tenía como uno de sus colaboradores a alguien de apellido Bush y de nombre Jeb, que después ha llegado a ser, incluso, gobernador de aquel estado, que dicen que convenció al papá de las dos cosas: que les dieran los aviones a los terroristas y que liberaran al terrorista.
TRANSFORMACIÓN ABSOLUTA DE UN CONSEJO
El gobierno de Cuba, por mi intermedio, el 27 de abril del año 1992, solicitó al Consejo de Seguridad que se reuniera para discutir estas cosas, para discutir el terrorismo contra Cuba; para discutir el caso todavía pendiente, no resuelto, sobre el cual no se ha pronunciado el honorable Consejo de Seguridad, del ataque al avión cubano en Barbados, ese consejo que acababa de condenar dos actos terroristas cometidos, uno contra un avión de la Pan American; o sea, una línea norteamericana, y otro contra un vuelo de la UTA, una compañía francesa. Me parece muy bien, no se deben hacer estallar en el aire ni aviones norteamericanos ni aviones franceses, ¿pero es que acaso los cubanos sí?
Sobre esa base, a ver si era verdad toda esa retórica, que llegó hasta nivel de Jefes de Estado del Consejo de Seguridad en su lucha contra el terrorismo, le pedimos que se reuniera también para discutir estos aspectos del terrorismo internacional, los que afectan a Cuba, y entonces vino la transformación absoluta de ese Consejo: perdió la velocidad, perdió la agitación, y aquí yo tengo varios compañeros que estábamos juntos en aquella época. Nos pasamos un mes bombardeando al Consejo con cartas, pidiendo lo más elemental: una reunión.
No fue hasta el 21 de mayo de 1992 que el Consejo, finalmente, acepta reunirse para escuchar nuestra denuncia. Dos oradores nada más: este servidor y el delegado norteamericano. Los demás de la «ilustre» Europa, de la «noble» América, ni suspiraron: silencio absoluto en aquella sala.
Pero ahí se produjo algo que me parece que es muy importante registrarlo: la mentira del gobierno norteamericano reflejada en un documento que el embajador Perkins, exactamente el 21 de mayo, presentó a ese Consejo, yo lo tengo aquí.
Voy a leer dos frases nada más:
«En el Departamento de Estado no hay constancia de haberse recibido del gobierno de Venezuela ninguna solicitud de pruebas o de testimonio, en relación con el proceso penal», está hablando, por supuesto, del caso de nuestro avión. «Los países que Cuba enumera como países que han presentado información al tribunal venezolano son países que tenían alguna vinculación con los hechos; es decir, aquellos en los que ocurrió el delito, en los que se detuvo a los sospechosos o cuyos ciudadanos fueron víctimas del delito. Al parecer, las autoridades venezolanas consideraron que era poco probable que los Estados Unidos tuviesen alguna información útil que no tuviesen ya las autoridades venezolanas.» Hasta ahí la cita de la declaración del Departamento de Estado.
Bueno, pues todavía estas informaciones, según las cuales la detonación de la bomba el 6 de octubre fue un hecho del CORU, dirigido por Orlando Bosch, todavía las autoridades de Venezuela, el tribunal de Venezuela y la opinión pública, están esperando por recibirla.
LOS NORTEAMERICANOS NO PUEDEN IGNORAR
El gobierno que dijo que no tenía nada, sabía que tenía esto; pero bien protegido, para proteger a sus terroristas.
Ha pasado el tiempo, ha pasado el tiempo, por supuesto, y han ocurrido algunas cosas más, el compañero Fidel hace un momento lo señalaba, y hay algo que yo creo que los norteamericanos no pueden ignorar, que es esta Resolución del Consejo de Seguridad, este texto (Lo muestra), que es muy importante, lo han blandido por todo el planeta, redactado por ellos, por Estados Unidos, que fue el autor de esta propuesta, la Resolución 1373.
Termina su preámbulo con esta frase, que los que conocen Naciones Unidas saben su implicación: «Actuando en virtud del Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas…» ¿Qué quiere decir eso? Que lo que viene ahora, señores, es obligatorio, y que el que no lo cumpla puede ser objeto de sanciones y hasta del uso de la fuerza. Eso es el Capítulo VII.
¿Y qué dice la Resolución?, sería terrible leerla completa, ir párrafo a párrafo:
«Párrafo 2. Decide que todos los Estados
«a) Se abstengan de proporcionar todo tipo de apoyo, activo o pasivo, a las entidades o personas que participen en la comisión de actos de terrorismo;
«b) Adopten las medidas necesarias para prevenir la comisión de actos de terrorismo, inclusive mediante la provisión de alerta temprana a otros Estados mediante el intercambio de información.» Mediante el intercambio de información, no la hipocresía esa de decir que «al parecer las autoridades de Venezuela suponían que nosotros no sabíamos nada.»
¿Y quién era Carlos Andrés Pérez? ¡Qué forma de insultar a un viejo aliado y amigo de Estados Unidos! ¿El no era el jefe del Estado venezolano? Y un discurso ante el plenario de la ONU y una exhortación pública en la prensa, donde el amigo Carlos Andrés le pide, por favor, aclaren esto, todo el mundo está hablando de ustedes. ¿No le había pedido Venezuela a Estados Unidos que le diera la información? Parece bastante obvio, pero voy a seguir con la Resolución.
«c) Denieguen refugio a quienes financian, planifican o cometen actos de terrorismo, o prestan apoyo a esos actos, o proporcionan refugios.»
¿Les suena algo?
Otro párrafo.
«f) Se proporcionen recíprocamente el máximo nivel de asistencia en lo que se refiere a las investigaciones o los procedimientos penales relacionados con la financiación de los actos de terrorismo o el apoyo prestado a estos, inclusive por lo que respecta a la asistencia para la obtención de las pruebas que posean o que sean necesarias en esos procedimientos.»
Esta bien, esta Resolución no se había aprobado antes, en 1992, no se había aprobado cuando el tribunal venezolano bregó con el caso de nuestro avión y Estados Unidos no le mandó información porque no se la pidieron; pero ahora sí, ahora dicen que es una obligación, y ahora dicen que el otro autor intelectual, el que nunca fue juzgado, está allí.
¿Puede Estados Unidos acoger al señor Posada, protegerlo, no entregar ahora mismo lo que sabe de ese hecho y no estar violando esta Resolución?, que fue adoptada, repito, actuando en virtud del Capítulo VII.
Amigos míos, eso quiere decir que es obligatorio, que al que no la cumple le pueden aplicar hasta la fuerza militar. Todos los Estados tienen que acatar las decisiones del Capítulo VII, incluyendo los miembros del Consejo de Seguridad, por supuesto; incluyendo los autores de la Resolución que lo pida, en este caso los norteamericanos.
Voy a seguir:
«g) Impidan la circulación de terroristas o de grupos terroristas; intensificar y agilizar el intercambio de información operacional, especialmente en relación con las actividades o movimientos de terroristas individuales; cooperar, en particular mediante acuerdos y convenios bilaterales y multilaterales, para impedir y reprimir los ataques terroristas, y adoptar medidas contra quienes cometan esos actos.»
Bueno, Estados Unidos está violando esta Resolución aprobada al amparo del Capítulo VII, desde el momento en que reiteradamente se ha negado a discutir con Cuba un acuerdo bilateral para la lucha contra el terrorismo, que se le ha reiterado en cada reunión bilateral que ha habido entre los dos países. Ellos han dicho que no. Capítulo VII para los demás, para ellos cinismo, hipocresía, mentira. Aquí lo dice: tienen que cooperar, incluso, mediante acuerdos bilaterales.
En realidad, Estados Unidos está en violación de este documento, que fueron ellos los que buscaron su aprobación por las Naciones Unidas, después del atroz ataque al pueblo de Nueva York el 11 de septiembre del año 2001. Está en violación de esa doctrina todos los días que pasan, aplicando esa política de propiciar el terrorismo contra Cuba, como parte de su campaña anticubana.
NI UN SEGUNDO DE ENCIERRO ESTÁ JUSTIFICADO
No quiero cerrar sin presentar otra prueba evidente, de una claridad irrefutable, de cómo ellos están violando sus propias palabras y sus propias resoluciones en la lucha contra el terrorismo. Está aquí representada con toda dignidad por las compañeras, las madres y las esposas de nuestros cinco héroes.
Esta Resolución se aprobó en el Consejo de Seguridad en septiembre del año 2001. En ese momento se estaba a la espera de las sentencias contra nuestros cinco compañeros, y cuando vino ese momento el mismo gobierno que escribió esto, escribió lo que se llama Memorandos de Sentencia, donde el gobierno de Estados Unidos pidió para Gerardo, para Ramón, para Antonio, para Fernando y para René la pena máxima posible en todos los casos; pero no es solamente que sean condenados desde dos cadenas perpetuas, en el caso de Gerardo, otros dos más a cadenas perpetuas, ¡ni un segundo de encerramiento a esos compañeros está justificado! Pero es que no fueron solamente condenados a eso, los memorandos hechos por el gobierno de Estados Unidos, por escrito, al mismo tiempo que están haciendo esto, claramente plantean una nueva doctrina jurídica: la de la «incapacitación».
Ahí está escrito que para ellos, tan importante como ponerles la pena más dura, está el asegurarse de que esas personas queden para toda la vida incapacitados. ¿Incapacitados de qué? De seguir haciendo lo que habían estado haciendo, de que no puedan volver a hacer lo que hicieron.
¡Y qué diablos es lo que hicieron sino luchar contra el terrorismo! No porque lo diga yo, es que lo dicen ellos.
Yo voy a citar lo que el gobierno le pidió al tribunal y lo que el tribunal accedió a darle. Los cinco son cubanos, pero hay dos de ellos que tienen la ciudadanía norteamericana por nacimiento, los otros tres que estaban allá sin una documentación apropiada, se aclara que una vez que cumplan su sentencia serán expulsados hacia Cuba. En los otros dos casos, que son el caso de René y el caso de Tony, ellos tienen un problema: como nacieron en Estados Unidos, tienen la ciudadanía por nacimiento, no pueden ser expulsados, y entonces están condenados no solo a la cadena perpetua que tiene Tony y a los 15 años que tiene René, sino, además, a condiciones especiales para el día que recupere su libertad René; incluso para el día que Tony, en su segunda vida recupere su libertad, «por si acaso», dijo la fiscalía, «este hombre llega a la calle, hay que hacer lo mismo que pedimos con relación al señor González». ¿Y qué es lo que establecen? Un régimen especial con una serie de condiciones. Yo voy a leer una, la que tiene que ver con esto:
«Como una condición especial adicional para la liberación supervisada» -porque no serían hombres libres, serían hombres controlados más allá de haber cumplido su sentencia-, «se le prohíbe al acusado asociarse con o visitar lugares específicos donde se sabe que están o frecuentan individuos o grupos tales como terroristas, miembros de organizaciones que abogan por la violencia y figuras del crimen organizado.»
¿Qué quiere decir eso? Que ellos saben que en el sur de la Florida hay individuos y grupos terroristas que no están como topos escondidos debajo de la tierra. Hay lugares que se sabe que ellos frecuentan, donde ellos están; pero no van a buscarlos, no van a reprimirlos, no van a aplicar esta resolución; hacen algo monstruoso, castigan a personas norteamericanas o a personas en Estados Unidos, los castigan con la prohibición de acercarse por allí, de no hacer nada que pudiera, en alguna forma, arriesgar las actividades que despliegan sus terroristas.
Voy a concluir diciendo lo siguiente: Yo creo que Estados Unidos está ante una magnífica oportunidad, ¡una magnífica oportunidad! Papá Bush, al menos, tuvo varios meses encarcelado -con todas las comodidades del caso, por supuesto- al señor Bosch, cuando no existía esta resolución, que es tan categórica; que yo no sé si el señor Bush, hijo, si Bush el pequeño se la ha leído, pero es bueno que alguno de sus colaboradores le llame la atención sobre eso.
Ahora ellos están obligados a actuar, o a quedar desenmascarados para siempre. Estados Unidos tiene una obligación de la que no puede escapar, de informar a la opinión pública, empezando por la norteamericana, todo lo que sabe y ha ocultado durante muchos años y que hoy está obligado por su propia Resolución del Consejo de Seguridad a compartir con la opinión pública, con los demás gobiernos. Y otros miembros de la comunidad internacional, la culta Europa y otras naciones con menos cultura aparentemente, tenemos la obligación de exigir a Estados Unidos que haga eso, que ponga fin al ocultamiento, que ponga fin a todas las acciones que ha llevado a cabo durante muchos años para impedir que se sepa la verdad, para mantener allí, en sus archivos -sabiendo que los tiene, no la sospecha, no lo alegado-, información de que eso es así; dicho por ellos, con sus palabras, tienen la obligación de actuar contra los terroristas o dejar de hablar de toda esta retórica falsa, hipócrita de una supuesta batalla contra el terrorismo.
Nosotros no debemos descansar hasta lograr que le sea exigido eso, que se lo exija la gente, que se lo exija el pueblo de Estados Unidos; porque cada día que pasa, con esta situación cada día que pasa, protegiendo, amparando a estos terroristas, es una afrenta a la justicia, es una forma de mancillar las conciencias de mucha gente ante estos crímenes sin castigo; pero es, sobre todo, un insulto imperdonable a ustedes, a los familiares de las víctimas, y a todos nosotros, a todo nuestro pueblo, y es también un insulto y un agravio imperdonable a los norteamericanos que fueron injustamente asesinados el 11 de septiembre del año 2001.
Nosotros hoy estamos en una batalla que tenemos que seguir librando, confiados, conscientes de que más temprano o más tarde no será posible para ellos seguir ocultando los crímenes de una política que cada vez es más difícil justificar o engañar con ella a los demás.