La capacitación de las personas involucradas en la prevención y atención de la violencia de género en Cuba, pero también el desmontaje de mitos machistas muy arraigados en la sociedad clasifican entre los principales desafíos para atender la problemática, coincidieron especialistas y activistas en un taller el 29 de enero en La Habana.
Qué elementos pueden favorecer la atención de la violencia de género e intrafamiliar en Cuba y cuáles representan obstáculos o desafíos fueron dos interrogantes que guiaron el taller «Violencia de género, retos para la implementación de la Estrategia», organizado por la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), con la presencia de Inés María Chapman, viceprimera ministra de la República de Cuba.
La socióloga Clotilde Proveyer presentó los núcleos de la «Estrategia integral de prevención y atención a la violencia de género y en el escenario familiar», aprobada a fines de 2021 y publicada en la Gaceta Oficial de la República, y los retos más generales para su implementación.
La también coordinadora del equipo asesor del grupo nacional de la FMC para la atención a la violencia encabezó un panel que identificó igualmente desafíos en materia jurídica, de la comunicación y sus nexos con la problemática de los cuidados y el proyecto del Código de las Familias, actualmente en fase de consulta popular.
De acuerdo con la psiquiatra Ada Alfonso, especialista del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y una de las participantes en la cita, para poder implementar la estrategia resulta esencial la comprensión, por parte de decisores de todos los ámbitos, de que la violencia es un problema real en el país.
En ese sentido, la periodista Herminia Rodríguez, especialista de comunicación en el Ministerio de Educación Superior e integrante del colectivo feminista Cimarronas, llamó a potenciar «la fortaleza de contar con una escuela nacional de cuadros del Partido y el Gobierno».
A juicio de Rodríguez, estos asuntos deben incluirse sistemáticamente en los programas de estudio de esos ciclos de preparación de decisores, «una necesidad ya reconocida en el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM)», recordó.
Igualmente, Alfonso insistió en la necesidad de que cada institución y organismo construya y ponga en vigor sus protocolos para el cumplimiento de esta nueva política y que estos sean lo más abarcadores posibles e incluyan todas las situaciones que sea posible.
Por su parte, la socióloga Marilin Peña Pérez, integrante de la coordinación colegiada del Centro Memorial Martin Luther King, identificó como otro desafío fundamental la participación de muchas personas en la implementación de una política nacional para prevenir y atender las violencias intrafamiliar y de género.
«La participación pasa por la capacitación, no solo de quienes la van a implementar directamente, sino también de las mujeres en general, de las maestras y maestros y de otros muchos actores sociales», precisó.
En su opinión, ese reto se conecta, a la par, con la formación de alianzas con todas las organizaciones de la sociedad civil cubana y con diferenciar los mensajes y los lenguajes según los públicos a los cuales van dirigidos.
«Tenemos que comunicar diferente. A los jóvenes de una manera, a las personas cristianas de otra manera, por solo poner dos ejemplos. Este tema atraviesa muchos otros, entre los cuales uno de los más importantes es el cambio cultural a nivel social. Contar con esta estrategia es el primer paso», indicó Peña.
La joven activista feminista Claudia Damiani, fundadora de Cimarronas, llamó a «salir de la excepcionalidad». O sea, a multiplicar la información y debate sobre las problemáticas de género y otras desigualdades a otros espacios que no sean «de entendidos», pues estos tienen «la limitación de que cuentan con públicos muy específicos».
Justamente establecer y aprovechar las alianzas «entre ministerios, organismos de gobierno y organizaciones de la sociedad civil» fue también un llamado de Inés María Chapman, durante las palabras finales del taller.
Para la viceprimera ministra, otro nudo crítico es comprender la necesidad de «visibilizar y dar respuesta inmediata a las situaciones de violencia de género», insistió.
El difícil camino de la implementación
«La Estrategia no es un punto de llegada, es un parteaguas en la atención a la violencia y un resultado del trabajo de muchos años», precisó Proveyer, quien agregó que una de sus principales fortalezas es que tiene carácter vinculante y y obliga a todos los actores sociales a cumplir con su responsabilidad ante la problemática, lo cual le otorga un gran alcance.
A respecto, Arelys Santana Bello, presidenta de la Comisión de Atención a la Niñez, la Juventud y la Igualdad de Derechos de la Mujer del Parlamento cubano, comentó que ese hecho garantiza que desde la Asamblea Nacional del Poder Popular se pueda seguir y chequear su cumplimiento.
Por su parte, Chapman instó a «revisar exhaustivamente las estructuras institucionales y su accionar en torno a la atención a la violencia en cualquiera de sus manifestaciones.
Para Proveyer, urge que los problemas de género y desigualdad sean transversales a todos los análisis y tenerlos en cuenta en las políticas sociales y los programas de desarrollo de todo tipo, pues «entonces estaremos en mejores condiciones de implementar el PAM y la propia Estrategia, y de lograr toda la justicia para todas las personas».
«Tenemos que pasar de la reactividad a la proactividad; informar, capacitar, documentar y sensibilizar, pues tenemos argumentos, razones y muchas cosas que mostrar», insistió Proveyer.