Las transformaciones en el entorno general de la empresa estatal son indispensables para su despegue. Pero igual importancia tienen las transformaciones al interior de esta.
Los actores económicos en Cuba han dado mucho de qué hablar en los últimos tiempos. Ya contamos con más de 2000 nuevas micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) entre privadas (la gran mayoría, como era de esperar) y estatales. Como se decía en una contribución anterior, son parte de la solución necesaria –no la varita mágica- cuyo aporte se espera sea importante para alcanzar propósitos como dinamizar la economía, mejorar su estructura productiva, y contribuir al aumento de la oferta total por vía de la producción nacional.
En dichos propósitos, no se descubre nada nuevo al afirmar que, dado su papel protagónico en nuestro modelo de desarrollo, la empresa estatal aún queda a deber bastante.
En ello – y bastante también se ha escrito al respecto- se esgrimen razones como la centralización excesiva de decisiones de naturaleza empresarial en niveles superiores de dirección, (la tan mencionada falta de autonomía), con una planificación de corto plazo que arrastra problemas de mala asignación de recursos en cantidad, tiempo y forma, desacoplada de las necesidades operativas del funcionamiento de las empresas y que no contribuye a propiciar su desarrollo.
Diseños hipertrofiados de estructuras empresariales, alejamiento de tendencias internacionales en materia de dirección empresarial, cambio tecnológico y organizacional, con honrosas excepciones que no hacen sino confirmar la regla, podrían mencionarse también.
Aunque desde el gobierno nacional han proliferado medidas para concederle una mayor autonomía a las empresas del sector estatal (43 medidas generales para todas las entidades, otras 63 para el caso específico del sector agropecuario y más recientemente unas 93 para rescatar la agroindustria azucarera) el llamamiento de turno, en este caso el de «estremecer la empresa estatal «, todavía no arroja todos los frutos esperados.
¿Llegará el despegue?
Las autoridades esperan que 2022 deberá dar la clarinada definitiva acerca del despegue de estos actores, a lo que se añade que este año finalmente debe aprobarse la esperada ley de empresas como marco jurídico que sustente el deber ser de la empresa estatal con especificaciones críticas mínimas para su actuación e interacciones con el entorno que la rodea.
Complejas circunstancias del contexto mundial y sobre todo nacional, analizadas por varios especialistas, hacen sumamente difícil que la empresa estatal haya podido despegar en la medida necesaria.
Y ya pasó el tiempo de emplear la práctica de otorgar grandes subsidios al sector empresarial, menos con un déficit presupuestario de alrededor de un 18 % del PIB, y un crecimiento de 2 % de la economía que no compensa la caída de casi 11 % registrada en 2020. Para ilustrar más la afirmación, baste decir que a poco más de un año del inicio del ordenamiento monetario, unas 500 empresas estatales cerca de un 28 % del total) presentan pérdidas, lo cual, a todas luces, no es sostenible. Reestructuraciones organizativas y financieras deberán ser efectuadas.
Una pregunta que surge es si la solución a los problemas de la empresa estatal cubana consiste solamente en crear condiciones en el entorno macroeconómico e institucional que mitiguen circunstancias externas adversas y permitan el despliegue de potencialidades internas que detecten y aprovechen oportunidades de negocios. La mayoría de las ideas y propuestas para el mejoramiento de la empresa estatal hoy parecieran concentrarse exclusivamente en este plano de análisis.
Necesaria transformación interna
Una mirada más amplia indica que no será suficiente. El estremecimiento de marras también deberá ser desde adentro. Si bien la calidad institucional y un entorno macroeconómico saludable son condiciones generales indispensables para facilitar una dinámica favorable de creación, funcionamiento y desarrollo de empresas, contar con esas condiciones no asegura en lo absoluto que todas nuestras empresas estatales se transformarán en empresas de excelencia.
Las empresas son sistemas sociotécnicos abiertos en permanente interacción con el entorno que, mediante su subsistema gerencial, deben moldear un equilibrio dinámico entre continuidad y cambio, y entre sus subsistemas humano y técnico.
Y a los desafíos en nuestro entorno nacional se unen aquellas tendencias que a nivel global se aprecian en el mundo del trabajo y las múltiples implicaciones de la transformación digital para la actividad empresarial, que implican nuevas realidades y con ellas cambios organizacionales y de los modelos de negocio que nuestras empresas estatales deberán diseñar e implementar a lo interno, con sus equipos directivos a la cabeza. Hacerlo es tan importante como transformar, «desde fuera» su entorno de negocios.
Humberto Blanco Rosales, Centro de Estudios de la Economía Cubana
Fuente: https://www.ipscuba.net/espacios/estremecer-a-la-empresa-estatal-desde-donde/