Con la justificación de enfrentar el calentamiento del planeta provocado por el derroche energético en los estados industrializados, el gobierno de estadounidense viene promoviendo la iniciativa de los agrocarburantes. Esta iniciativa no contribuye en nada a mitigar el calentamiento del planeta, ya que los agrocarburantes generan tantas emisiones de CO2 como los combustibles fósiles, pero […]
Con la justificación de enfrentar el calentamiento del planeta provocado por el derroche energético en los estados industrializados, el gobierno de estadounidense viene promoviendo la iniciativa de los agrocarburantes. Esta iniciativa no contribuye en nada a mitigar el calentamiento del planeta, ya que los agrocarburantes generan tantas emisiones de CO2 como los combustibles fósiles, pero si abre un campo «ilimitado» de ganancias para las corporaciones automotrices y las agroindustrias alimentarias.
Entre los agrocarburantes impulsados se encuentran el etanol y el biodiesel. El etanol es un alcohol que se obtiene principalmente del maíz y la caña de azúcar, el biodiesel es un aceite que se puede obtener de muchos cultivos, siendo uno de los más explotados el de la palma de aceite.
Este trabajo trata lo que viene aconteciendo con el impulso del etanol en Latinoamérica.
El proyecto
Por medio de la «ley de política energética» de 2005, el gobierno estadounidense estableció la obligación para las refinerías norteamericanas de duplicar la cantidad de etanol mezclada en la gasolina para el año 2012.
En enero de 2007, el gobierno puso la meta de producir 35 mil millones de galones de etanol en 2017[i]. La producción mundial de etanol en el año 2005 fue de 9.660 millones de galones participando Estados Unidos con 4.298 millones de galones[ii].
En Estados Unidos la producción de etanol se hace principalmente a partir de maíz. Una tonelada de maíz produce 413 litros de etanol que equivalen a 109 galones. Para alcanzar la meta prevista en el año 2017, se requiere de una producción de 320 millones de toneladas de maíz destinadas exclusivamente a la producción de etanol. En 2006, Estados Unidos produjo 330 millones de toneladas de maíz, sin embargo, sólo 50 millones de toneladas se destinaron a la producción de etanol. El resto se distribuyeron así: 155 millones de toneladas a forrajes, 55 millones de toneladas fueron exportadas, 50 millones de toneladas se guardaron en la reserva de granos y 26 millones de toneladas se procesaron -como fructuosa- para consumo humano directo[iii].
Estados Unidos no podrá cumplir la meta a menos que reste tierras a otros cultivos, que disponga del maíz destinado para otros usos o que amplié en gran escala la frontera agrícola. Estas tres posibilidades son bastante remotas, lo que ha llevado al gobierno estadounidense a mirar con apetito las tierras latinoamericanas. Para producir la meta de los 35 mil millones de galones de etanol, Estados Unidos necesita unas 44 millones de hectáreas.
Brasil a la vista
Brasil ha sido el primer país considerado por el gobierno estadounidense para su empresa. Esta escogencia esta motivada es dos razones, una, que este país cuenta con grandes extensiones de tierra disponibles, y dos, que viene produciendo etanol a partir de la caña de azúcar desde la década del setenta con rendimientos superiores a los que se obtienen en Estados Unidos con el maíz. La caña de azúcar da 7.300 litros de etanol por hectárea con respecto a los 3.000 litros de etanol por hectárea que se obtienen con el maíz.
Estados Unidos no cuenta con suelos potenciales para la siembra caña de azúcar, este ha sido por vocación agrológica un cultivo de los suelos del trópico.
El gobierno estadounidense propuso al gobierno brasileño producir 29 mil millones de galones anuales para el mercado mundial de etanol bajo su control. En 2006, Brasil exportó a Estados Unidos 526,3 millones de galones de etanol.
El asesor del gobierno brasileño, Marco Aurelio García defiende una posible «alianza» diciendo que: «Brasil tiene tecnología y poco capital. Los Estados Unidos tienen mucho capital y un enorme interés estratégico en los biocombustibles». Una postura similar es defendida por el exministro de Agricultura de Brasil, Roberto Rodrigues, actualmente co-presidente del Consejo Interamericano de Etanol, creado en el 2006 a partir de un acuerdo con el Estado de Florida y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para promover el uso del etanol. Rodríguez junto con el Presidente del BID Luís Alberto Moreno y Jeb Bush, hermano del presidente Bush, encabezan la Comisión Interamericana de Etanol encargada de promover la «Política Hemisférica del Etanol» del gobierno Bush.
En Brasil los cultivos destinados a la producción de agrocombustibles ocupan una superficie similar a la extensión conjunta de los Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Gran Bretaña. Son destinadas actualmente 6 millones de hectáreas al cultivo de caña de azúcar para producir etanol, un 60% de estas tierras esta en poder de 340 grandes refinerías de etanol. Allí labora medio millón de trabajadores en condiciones similares a las de hace cuatro siglos[iv]. Los trabajadores son subcontratados y cosechan manualmente. Los contratistas les fijan topes de corte de 12 toneladas diarias, al proveerlos de lo necesario para su subsistencia los endeudan, y los mantienen hacinados en ranchos que no cuentan con dormitorios, baños ni cocinas. Cuando llega el momento de la paga muchos trabajadores, enfermos por las condiciones de trabajo, salen a deber a los contratistas. Hay trabajadores que comprometen a los hijos menores en el cumplimiento de los topes de corte fijados, y en cada zafra muchos trabajadores mueren debido a los accidentes en el corte o el transporte de la caña.
Para alcanzar los topes fijados, un trabajador debe laborar 10 a 12 horas por día. El salario mensual oscila entre 150 y 200 dólares. En la zafra de 2007, se cortará caña genéticamente modificada. Es más liviana y elimina más agua por lo que se supone dará mayores ganancias a los empresarios. Pero los trabajadores tendrán que cortar tres veces más para llegar a las 12 toneladas[v]. La producción de un litro de etanol requiere tres a cinco litros de agua de riego y genera hasta 13 litros de aguas residuales.
Para alcanzar la meta sugerida por el gobierno estadounidense, Brasil tendría que destinar 30 millones de hectáreas al cultivo de caña, y muchos semi-esclavos más. Los pequeños propietarios están forzados a deshacerse de sus tierras o subordinarse a las grandes refinerías. Cientos de miles ya han sido desplazados por la configuración de «República de la soya», un área de más de 50 millones de hectáreas que incluye territorios del sur del Brasil, norte de Argentina, Paraguay y el este de Bolivia.
Predicar liberalismo, aplicar proteccionismo
En los Estados Unidos, la industria del etanol se ha afianzado gracias a la política agrícola proteccionista[vi]. Durante el año 2005, los subsidios directos al maíz llegaron a 8.900 millones de dólares[vii]. Adicionalmente, existen otros apoyos como créditos tributarios, donaciones y préstamos gubernamentales que están incluidos en la legislación energética aprobada en 2005.
El crédito fiscal del gobierno federal para el etanol es de 51 centavos de dólar por galón, en los primeros 15 millones de galones sacados, los productores obtienen una reducción tributaria adicional de 10 centavos de dólar por galón. Complementariamente existe la «norma de combustible renovable» que obliga a emplear el etanol mezclado con gasolina en los vehículos motores.
El Congreso estadounidense aumentará los préstamos a los productores de etanol de 200 millones de dólares a 2 mil millones.
El maíz es la material prima principal en la generación de agrocarburantes en Estados Unidos, esta decisión se ha debido a las influencias que ejercen las corporaciones agroalimentarias en las políticas de Estado. En especial, «Archer Daniels Midland Company (ADM), que es el productor de etanol más importante en el mercado. Entre 1980 y 1997, ADM recibió subsidios por diez billones de dólares. En 2006, ADM fue el principal productor de etanol produciendo más de 1,070 millones de galones, cuatro veces más que el segundo productor: Vera Sun Energy. Actualmente, ADM proyecta incrementar la producción en un 47% para el 2009″[viii].
La industria del derroche
El interés en el desarrollo del etanol lo tienen compañías como General Motors, Ford y Chrysler las cuales producen y comercializan los nuevos modelos de automóviles a etanol-gasolina.
Estados Unidos con 7% de la población mundial, consume el 51% de la energía del mundo, 35% en su territorio y más del 16% en sus transnacionales dispersas por el planeta, y genera un 33,2% de las emisiones de CO2, a pesar de ello, el gobierno norteamericano rechazó aceptar el protocolo de Kyoto.
El sistema de transporte privado tiene una alta cuota de participación en las emisiones generadas, sin embargo, la industria automotriz prosigue su carrera aprovechando los problemas medio ambientales para hacer nuevos negocios.
«En Estados Unidos circulan más de 250 millones de automóviles. Incluyendo todos los vehículos motorizados terrestres son más de 300 millones, más de uno por habitante y un promedio de más de tres por familia. Para sostener este «estilo de vida», los norteamericanos consumen quinientos setenta millones de metros cúbicos de gasolina al año»[ix].
En la sociedad norteamericana el carro es como una extensión de las personas, «una pieza que encaja en el organismo social con una coherencia física y animista tan fuerte como para producir el caso de conductores que en sus testamentos piden ser enterrados en la misma fosa con su automóvil. El automóvil es centro cultural, en él se come y se va a cine, en él se copula y en él se muere. La vida entera transcurre en él. Hay familias que circulan perpetuamente en el mobil-home sin salir nunca de las autopistas»[x].
En el año 2005, el gobernador de Montana, Brian Schweitzer, refiriéndose al tema dijo: «están tratando de cambiar el modo de vivir del norteamericano, estaría dispuesto a invertir como estado más de 1.2 billones de dólares para convertir 120 billones de toneladas de carbón provenientes de las minas del este de Montana (en términos líquidos un cuarto del tamaño de todo el Medio Oriente) en 180 billones de combustible líquido, utilizando la patente de la compañía SASOL, en asociación con las compañías Shell, BP, Exxon y General Electric».
Tales declaraciones no obedecen a un razonamiento de uso racional de la energía sino al cálculo capitalista que renta en el derroche energético.
«En Estados Unidos, en la actualidad existen unos 6 millones de vehículos que pueden funcionar con diversas mezclas de etanol y gasolina o biodiésel. Pero sólo hay 1.100 surtidores de E85 y 1.000 de biodiésel sobre un total de 170.000 estaciones de gasolina que existen. Para llenar el tanque de 25 galones de un vehículo deportivo con etanol se necesitan más de 450 libras de maíz, lo cual contiene suficientes calorías para alimentar a una persona durante un año.
En la última reunión de Bush con los gerentes de General Motors, Ford y Chrysler fueron publicitados tres vehículos que funcionan con etanol-gasolina. El Chevrolet Impala de GM que usa E85 (una mezcla de 85 % de etanol y 15 % de gasolina); el Ford Edge serie Hy, que funciona también a hidrógeno, y el Jeep Gran Cherokee de DaimlerChrysler que se mueve con una mezcla de biodiésel llamada B5″[xi].
Actualmente, once de las doce mayores transnacionales del mundo se dedican a la fabricación de automóviles y de combustible para ellos o a la producción de energía.
Cada año se producen cerca de 80 millones de autos, pero el consumo es poco más de 60 millones. La industria automotriz que es la causante principal del calentamiento global ha encontrado en la obligatoriedad de incorporar una mezcla de etanol en la gasolina, y en la transformación de hecho de los automóviles, una magnifica oportunidad para aumentar sus ganancias.
La industria del hambre
En el interés por el etanol convergen las transnacionales agroalimentarias. Muchas de estas lideran la producción de cultivos transgénicos: Syngenta, Monsanto, Dupont, Dow, Bayer, BASF, y otras dominan el comercio mundial de cereales Cargill, Archer, Daniel Midland, Bunge.
Según sus ingresos, en 2006 10 compañías controlan el 57% del mercado de semillas comerciales. Las tres compañías principales son Monsanto, Dupont y Syngenta que controlan el 39% del mercado. Monsanto tiene el 20% del mercado mundial de semillas comerciales.
El proceso de monopolización de la estructura productiva ha sido intensivo, incluso en los Estados Unidos, donde «al final de la segunda guerra mundial había 6 millones de familias de agricultores, hoy en día no llegan a 2 millones. Cada semana durante 50 años, más de 4 mil familias han quebrado debido a los monopolios. Cargill, ADM, Dreyfus y Bunge, han comprado y dividido el territorio para no competir entre sí, de tal manera que en cada condado los agricultores sólo encuentran un comprador que les impone precios bajos. Por otro lado, las mismas empresas han comprado casi todas las tiendas vendedoras de insumos y han hecho alianzas estratégicas con la industria biotecnológica y agroquímica. Los precios de los insumos resultan demasiado altos y se imponen precios a las cosechas demasiado bajos»[xii].
En la actual fase del proceso de acumulación capitalista los alimentos dejan de ser un pilar económico del proceso de acumulación interno para convertirse en un factor político de dominio mundial. Con miras a fortalecer su dominio sobre las distintas naciones del mundo, los Estados Unidos destinan enormes cantidades de recursos para financiar la producción agroindustrial. Según Rosset, «el precio interno del trigo en Estados Unidos está 40% por debajo del costo de producción, y el del maíz en un 20%. Estos precios dumping se imponen a nivel internacional y permiten la colocación de los excedentes exportables del país del norte. Con ello, quiebran la capacidad de competencia de los países compradores e imponen una crisis estructural en ellos, en tanto, el precio se mantiene artificialmente bajo durante períodos prolongados»[xiii].
En Estados Unidos, 70 % del maíz que se produce ha sido modificado genéticamente, en México cerca del 90 % de las semillas mejoradas de maíz son controladas por Cargill.
Las corporaciones agroalimentarias ya consideran a Brasil como la Arabia Saudita del etanol. Cevasa que es la mayor productora de caña de azúcar en Brasil; fue comprada en un 63% por Cargill. Bunge disputa el control de la fábrica Vale do Rosário, en Morro Agudo (SP). Noble Group anunció la compra de la fábrica Pertibru Paulista, en Sebastianópolis do Sul (SP). ADM abrirá una fábrica de semillas en Rondonópolis (MS) y Dreyfus anunció la adquisición de cinco fábricas del grupo Tavares de Melo, para convertirse en la segunda mayor productora de etanol del país. Hasta el especulador George Soros adquirió una fábrica en Monte Alegre (MG).
Mientras que el hambre en América Latina llega a 52 millones de personas, las grandes corporaciones, con ayuda de los estados, dedican miles de millones de dólares para la producción de nuevos agrocarburantes.
En abril de 2007, el BID anunció inversiones por 3.000 millones de dólares para proyectos de agrocombustibles en Brasil, El Salvador, Republica Dominicana y Haití. Del 2004 al 2007, el capital invertido en agrocombustibles se ha incrementado ocho veces.
Expansión etílica
Los cultivos de caña para producir etanol se extienden en toda la región. En El Salvador[xiv], el presidente Elías Saca anunció la siembra de 600.000 manzanas de caña de azúcar, Ecuador planea expandir en 50,000 hectáreas la producción de caña de azúcar, y habilitar 100,000 hectáreas de bosque natural para plantaciones de aceite de palma.
En Argentina fue reglamentada la ley 26.093 en febrero de 2007, con la cual se crea un régimen de desgravaciones e incentivos para la producción de biocombustibles.
En Colombia, a partir de la Ley 693 de 2001 se fijaron subsidios a los ingenios azucareros que controlan la producción de etanol[xv]. La ley 693 estipula que la gasolina colombiana deberá tener 10% de etanol en 2009 y que en 20 años deberá alcanzar una proporción del 25%.
Pure Biofuels Corporation anunció en junio de 2007 la construcción de su primera planta en el Puerto del Callao en Lima, con una capacidad 52.000 galones por año y se espera que empiece a funcionar en el 2008. La compañía ha asegurado el arrendamiento a largo plazo de 60,000 hectáreas de tierra, en el este del Perú, las cuales se expandirán a 100.000 hectáreas en los siguientes meses. Esta producirá combustible de los cultivos de palma africana y esta situada junto a la refinería de Pampilla.
«En México, la fiebre del etanol llegó en el año 2006, donde la empresa Destilmex, subsidiaria de Zucarmex -una de las principales productoras de azúcar del país y dueña de cuatro ingenios-, inició la construcción de su primera planta de etanol en Navolato y planea la construcción de otras dos más. La empresa proyecta la utilización de maíz para la producción de etanol. Para sus primeras dos plantas, Destilmex necesitará cerca de 600 mil toneladas de maíz anuales, que le rendirán 75 millones de galones destinados a la exportación a Estados Unidos»[xvi].
«En Bolivia, el gobierno promulgó la Ley 3546 del 28 de noviembre del 2006 que tiene por objetivo la creación de la Empresa «Complejo Agroindustrial de San Buenaventura» (declarando a dicho emprendimiento como de prioridad nacional) «para la producción de azúcar, biocombustibles en base al etanol, alcohol anhidro y alcohol deshidratado, así como también la producción de palma africana para la producción de aceite y biodiesel, como fuentes de energía renovable y compatible dentro del marco de la producción ecológicamente sostenible»[xvii].
En resumen
Lo que el gobierno estadounidense está imponiendo es una solución al cambio climático, sino un nuevo negocio capitalista. Que como la mayoría de sus negocios, deja a su paso la devastación de los trabajadores y del medio ambiente. En este caso, con el agravante que incrementa la hambruna ante el alza de los alimentos, y la escasez -artificiosa- de los mismos.
Llama la atención que mientras se pregona el libre desarrollo de las fuerzas del mercado, sea a través del apoyo del Estado como progrese la empresa del etanol, tanto es Estados Unidos como en América Latina, es ostensible el rol que juegan los subsidios y préstamos del Estado para hacer rentable el negocio etílico.
Los Estados Unidos cuentan con numerosas posibilidades tecnológicas -el uso de la energía eólica y fotovoltaica, el desarrollo de programas de ahorro y eficiencia de energía, y la racionalización del sistema de transporte, privilegiando el transporte público- para enfrentar las demandas energéticas, sin embargo, dichas opciones no arrojan tantas ganancias como la del etanol y el biodiesel.
«La fiebre del etanol» se inscribe entre las muchas fiebres que han consumido a los pueblos latinoamericanos. El etanol continúa el ciclo abierto con el oro y la plata, el guano y el salitre, el caucho y tabaco, el azúcar y el café, el estaño y el cobre, el petróleo y el carbón, es la prolongación del modelo de explotación y saqueo vigente por más de quinientos años. La diferencia de esta fiebre es que puede ser una fiebre terminal, ya que amenaza con la hambruna masiva y la deforestación sin límites.
En el afán compulsivo de ganancia convergen agroindustriales y latifundistas, corporaciones y gobiernos, que siguen fielmente la empresa de la desposesión de los pueblos.
[i] http://www.whitehouse.gov/stateoftheunion/2007/initiatives/energy.es.html [ii] http://www.visionesalternativas.com/article.asp?ID=%7B9C29AA99-77ED-454B-87D2-D5A61C7418D5%7D&language=ES [iii] http://www.visionesalternativas.com/article.asp?ID={60528C95-B655-494C-A9EC-8F35C690ACF2}&language=ES [iv] http://www.visionesalternativas.com/article.asp?ID={CA526B4C-9821-4F14-A578-849267AADB70}&language=ES [v] http://www.visionesalternativas.com/article.asp?ID={E289E76A-00C0-4235-9E4E-4C67FC9847D5}&language=ES [vi] http://www.visionesalternativas.com/article.asp?ID=%7B9C29AA99-77ED-454B-87D2-D5A61C7418D5%7D&language=ES [vii] http://www.visionesalternativas.com/article.asp?ID=%7B9C29AA99-77ED-454B-87D2-D5A61C7418D5%7D&language=ES [viii] http://www.visionesalternativas.com/article.asp?ID=%7B9C29AA99-77ED-454B-87D2-D5A61C7418D5%7D&language=ES [ix] http://www.visionesalternativas.com/article.asp?ID={989135E9-8B84-402F-B462-4C0459B05CB5}&language=ES [x] El planeta americano, Verdú, Vicente, Anagrama Barcelona. P.139. [xi] http://www.visionesalternativas.com/article.asp?ID={989135E9-8B84-402F-B462-4C0459B05CB5}&language=ES [xii] Rosset, Peter. ¿Cómo confluyen las resistencias en Estados Unidos? en Rebeldía No.10 agosto del 2003. [xiii] Rubio, Blanca, La fase agroalimentaria global en América Latina. En Impactos del libre comercio, plaguicidas y transgénicos en la agricultura de América Latina, Red de Acción sobre plaguicidas y alternativas en México, México 2003. P.34. [xiv] http://www.visionesalternativas.com/article.asp?ID={AFCA59CE-859A-4A86-A140-BE2221E0C69F}&language=ES [xv] http://www.visionesalternativas.com/article.asp?ID={C77DA895-21F5-4E5E-A9B0-382F81509604}&language=ES [xvi] http://www.visionesalternativas.com/article.asp?ID={88B7314B-BEFA-450D-B202-9926A226E947}&language=ES [xvii] http://www.visionesalternativas.com/article.asp?ID={D4A1D8DA-AD63-4F2D-A8EF-9CA908A6C878}&language=ES