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Europa plantea la reducción de las emisiones en un 20% para 2050

Fuentes: El País

La Unión Europea ha asumido el objetivo de que la temperatura media del planeta no aumente más de dos grados centígrados a finales de siglo debido al cambio climático, porque superar esa barrera sería demasiado peligroso para el planeta. Para lograr esa meta, según las estimaciones de los científicos, las emisiones mundiales de gases de […]

La Unión Europea ha asumido el objetivo de que la temperatura media del planeta no aumente más de dos grados centígrados a finales de siglo debido al cambio climático, porque superar esa barrera sería demasiado peligroso para el planeta. Para lograr esa meta, según las estimaciones de los científicos, las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global deben caer de un 15% a un 20% hacia 2050 en comparación con el nivel de 1990, lo que significa lograr que sean entre un 50% y un 60% más bajas que lo previsto si no se toman medidas de contención.

La Comisión Europea plasma este escenario en un documento presentado en la Cumbre del Clima que se celebra en Buenos Aires, en el que explora las opciones de actuación, las implicaciones y las perspectivas para Europa, pero también del resto del mundo, desarrollado y en desarrollo. Una combinación de objetivos de reducción de emisiones fijos y obligatorios para algunos países, compromisos voluntarios para otros y fórmulas flexibles sería la estrategia para alcanzar la meta de los dos grados como máximo.

El calendario para abordar las medidas futuras ante el cambio climático polarizó ayer las negociaciones de la conferencia, tras la propuesta del delegado argentino Raúl Estrada de concretar las reuniones en 2005 de los países de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático sobre la cuestión. La propuesta fue muy bienvenida por la UE y EEUU no se pronunció de momento. Un acuerdo sobre dicho calendario sería considerado un resultado notable de esta cumbre.

El Protocolo de Kioto, que estipula una reducción de emisiones para los países desarrollados de un 5,2% en 2012 respecto a 1990, no pasa de ser un ejercicio para aprender a caminar en la senda necesaria para atenuar el cambio climático y sus efectos. Los científicos lo han advertido: habría que reducir las emisiones totales en aproximadamente un 50% para apreciar un impacto real en el sistema climático terrestre. Pese a lo limitado de su objetivo, el cumplimiento del Protocolo de Kioto es un serio quebradero de cabeza para la mayoría de los países, incluida España. Pero ya ha llegado el momento, según indica el propio protocolo, de empezar a discutir qué hacer después de 2012.

Según la CE ‘sin la participación de países en desarrollo, el objetivo de estabilizar las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero en un nivel no peligroso no puede alcanzarse’.

EEUU aumentará sus emisiones más del 16% en 2012

Tras su negativa a ratificar el Protocolo de Kioto, pese a que EE UU lo había firmado en 1998, la Administración de George Bush puso en marcha un programa propio alternativo para incentivar la contención de emisiones de gases de efecto invernadero en su país. A ese plan se ciñe el representante de Washington en la cumbre mundial del clima de Buenos Aires. Pero al traducir los objetivos de ese programa a los parámetros del protocolo, el resultado es que EE UU habrá aumentado sus emisiones de gases de efecto invernadero entre un 16% y un 26% en 2012 respecto a sus niveles de 1990, según explicó esta semana a El País Harlan Watson, representante de EE UU en la cumbre del clima.

Estados Unidos es responsable del 25% de las emisiones mundiales. En el tratado de Kioto, este país figura con un compromiso de reducción de un 7%, y actualmente su crecimiento es del 14%. ‘El crecimiento económico del país es primordial para nosotros’, ha dicho Watson. Los grupos ecologistas y muchos expertos destacan la oposición que la postura de la Administración de Bush suscita en el país norteamericano, con varios estados, como California, poniendo en marcha medidas que se aproximan al Protocolo de Kioto.

Un artículo del hasta hace poco secretario de Estado de Energía estadounidense Spencer Abrahams, publicado en julio pasado en la revista Science y distribuido en esta cumbre, empieza por recordar que, ‘como firmante de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, EE UU comparte con muchos países su objetivo final: la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que evite la interferencia peligrosa con el sistema climático’.

Efectivamente, para llegar a alcanzar ese objetivo surgió el Protocolo de Kioto, rechazado por Bush en su primer mandato presidencial y que nadie sueña con que acepte en este segundo. El programa propio estadounidense pretende que la intensidad de sus emisiones de gases de efecto invernadero se reduzca un 18% en 2012, recordó Harlan Watson, representante de EE UU en la cumbre del clima de Buenos Aires, con medidas voluntariamente asumidas por la industria e incentivos para las tecnologías más limpias. La intensidad mide la cantidad de emisiones por unidad de PIB, mientras que la contabilidad del Protocolo de Kioto se hace en volumen real de emisiones, por lo que hay que hacer una traducción de un parámetro a otro para poder comparar el efecto del plan de Bush con los objetivos de Kioto y los países dispuestos a cumplirlo, como la UE y Japón.

Es en esta traducción donde se aprecia que la disminución de la intensidad significa aumentar las emisiones algo más lentamente de lo previsto, pero generando un significativo incremento real de entre un 16% y un 26%. Según expertos consultados, incluso este incremento es el mínimo.

Las proyecciones estadounidenses, en ausencia de medidas de contención de emisiones, indican un aumento de entre un 20% y un 30% en 2012 con respecto a 1990, comentó Watson. ‘Con nuestro plan de reducir un 18% la intensidad, las emisiones absolutas serán un 4% inferiores a lo previsto sin medidas; actualmente estamos en un 14% de aumento’. El programa de Bush se basa en compromisos voluntarios de la industria y rechaza de plano cualquier medida obligatoria, así como objetivos y calendarios fijos.

El Protocolo de Kioto establece una reducción de emisiones para los países desarrollados de un 5,2% de media entre 2008 y 2012, con un 7% específico para EE UU, un 6% para Japón y un 8% para la UE. Las críticas de la red de grupos ecologistas estadounidenses no se han hecho esperar en esta cumbre y van rebatiendo punto por punto los argumentos del plan estadounidense. Según sus cálculos, el incremento de emisiones de su país será de un 32% en 2012 respecto a 1990.

El segundo pilar presentado por Watson en la cumbre es la fuerte inversión en investigación científica sobre el clima: casi 2.000 millones de dólares al año. Los científicos estadounidenses han criticado fuertemente dicho plan por considerar, entre otras cosas, que repite investigaciones que ya están hechas y concluyentes, en lugar de avanzar en áreas nuevas. La red ecologista recuerda: ‘Más de 46.000 científicos, incluidos 48 premios Nobel, han firmado una declaración criticando a la Administración de Bush por su politización de la ciencia del cambio climático y otros temas’.

También es impresionante la cantidad de dólares comprometidos en el desarrollo de nuevas tecnologías, entre otras cosas, para los planes de secuestro de carbono, las tecnologías del hidrógeno y las de baja emisión. Se trata de ‘proporcionar la energía necesaria para continuar el desarrollo económico al tiempo que reducimos las emisiones de gases de efecto invernadero’, explica Abrahams.

Jessica Coven, de Greenpeace de EE UU, comentó ayer que ese énfasis en las tecnologías supone un retraso en la puesta en marcha de medidas efectivas de contención de las emisiones y una apuesta por tecnologías que tendrán su efecto dentro de bastantes años, algunas de las cuales aún no han demostrado ni su seguridad ni su efectividad, como el secuestro de carbono. Aun así, los expertos consideran que este empeño de EE UU colocará a la larga al país en una excelente posición en cuanto a su competitividad internacional en sectores industriales clave.