«Ajustar el mundo a las demandas del capitalismo y proseguir con el funcionamiento ininterrumpido de los negocios a través de la crisis son, incluso aunque no se formule explícitamente, las directrices políticas de las élites dominantes en Europa, pero también de otras regiones del mundo», ha señalado Elmar Altvater [1], profesor de la Universidad Libre […]
«Ajustar el mundo a las demandas del capitalismo y proseguir con el funcionamiento ininterrumpido de los negocios a través de la crisis son, incluso aunque no se formule explícitamente, las directrices políticas de las élites dominantes en Europa, pero también de otras regiones del mundo», ha señalado Elmar Altvater [1], profesor de la Universidad Libre de Berlín y miembro del consejo editorial de sin permiso.
De las élites dominantes europeas y de las catalanas en concreto. La apuesta por EuroVegas es un ejemplo altamente ilustrativo de todo ello, punto esencial del proyecto de «país» que transita por venas y arterias de esas élites nacionalistas, tan serviles al gran Imperio, al Estado Único que diría Zamiátin, y a su punta de lanza, el protectorado racista, belicista y anexionista de Israel.
Ejemplos de lo anterior.
Jordi Évole es un joven periodista barcelonés de Cornellà, en el Baix Llobregat. Muchos ciudadanos le admiramos por su excelente saber y hacer en el programa de televisión «Salvados». En un reciente artículo, «Eurovegas ‘go home'»[2] es su título, tras describir vértices del escenario y algún recuerdo -«[…] Muy cerquita del aeropuerto sobrevivió una zona agrícola. Más que Parc Agrari, aquello fue un milagro. Y donde de pequeñito yo iba a ver despegar aviones y me tapaba la nariz para no oler el río/cloaca, ahora puedo llevar a mi hijo en bicicleta…»-, señala cosas tan razonables y penetrantes como las siguientes:
«[…] Nuestros gobernantes que tanto quieren a Catalunya ¿permitirían que en su comarca se construyese la aberración que será Eurovegas? ¿Cómo reaccionarían si el señor Adelson colocase sus casinos en parajes del Empordà o la Garrotxa? ¿Hubiesen permitido un Eurovegas en la Fageda d’en Jordà? [3] ¿Qué papel está jugando la oposición socialista, cuyos ayuntamientos ayudaron a consolidar el Parc Agrari y ahora no condenan rotundamente algo que va en contra del modelo de crecimiento que predican? ¿Tanto les pone a nuestros dirigentes ganar a Madrid, aunque esa victoria sea a costa de destrozar parte de nuestro patrimonio? ¿No sería esta una gran oportunidad para poner en práctica la democracia participativa y convocar un referendo sobre el Eurovegas de marras?» ¿No son estas las preguntas del millón?
Con un excelente sarcasmo que habrá que copiar y recordar en más de una ocasión, finaliza Jordi Èvole su reflexión: «He visto a Artur Mas visitando Massachusetts, ese estado que apuesta por el conocimiento y que se ha convertido en modelo para Catalunya. ¿Qué apuesta por el conocimiento es Eurovegas? ¿Descubrir cuántas combinaciones quedan para petar la máquina tragaperras? Parece que, más que apostar por el conocimiento, aquí nos olvidemos del conocimiento y nos conformemos con apostar».
El segundo ejemplo. Rafael Poch de Feliu el gran periodista y escritor barcelonés, es actualmente corresponsal de La Vanguardia en Berlín. En uno de los artículos imprescindibles a los que nos tiene acostumbrados [4], dedica un paso a este megaproyecto de destrucción social y ambiental que merece ser recordado siempre.
El Capital está desintegrando la Europa social, señala. Mientras la recesión y el desempleo se extienden por doquier, mientras las deudas públicas -y privadas- aumentan junto con los recortes sociales, el vector neoliberal sigue en el puesto de mando. «Si uno compara el peso del Pacto Fiscal, que dicta concretamente la línea a seguir en Europa (Autoridad, Desigualdad Austeridad), con la vaga calderilla destinada al crecimiento, el resultado es inequívoco».
La crisis del euro resquebrajará inevitablemente la Unión Europea, prosigue Poch de Feliu. En apenas dos años, «Alemania ha perdido gran parte del prestigio que supo ganarse desde la posguerra. Vuelve a ser vista con desagrado y antipatía por media Europa». Se lo ha ganado a pulso: «ha sido ella, su gobierno, quien ejerce el liderazgo del programa de la Gran Desigualdad en Europa y quien preside el atropello de Grecia».
En el peldaño inferior de la indignidad, sostiene RPdeF, aparece nuestra autonomía, la que pretende ser la «Alemania de España». Lo es sólo, asegura, «en su contribución negativa: por mezquindad, no por los méritos habitualmente asociados con Alemania». Y a continuación, el gran escritor barcelonés nos regala el paso siguiente:
«El gobierno de Catalunya no sólo afirma que no es Grecia, sino que pretende no ser España. Su alegato alternativo viene rotundamente desmentido por el mapa de la corrupción, de la burbuja inmobiliaria, del oportunismo chaquetero y del patrioterismo carrerista del 3%: formamos parte, más que nunca, de aquella unidad de destino en lo universal, que decía Franco. Y de qué manera. La Catalunya institucional y su entorno neocón-pa-amb-tomàquet busca con orgullo una alianza con los gángsteres de Las Vegas. De paso la vende como eje geopolítico con el Estado gamberro de Oriente Medio, sin escándalo ni conmoción. Construir casinos, hoteles y vender para ello el último solar junto a su sobredimensionado aeropuerto barcelonés, es su reacción instintiva a la quiebra universal del casino inmobiliario. Ese es el último pulso que mantiene la superior Barcelona con el perverso Madrid. Ladrillo y puticlubs son la respuesta del proto Estat catalá, regado con independentismo vergonzante, y quien sabe si algún día hasta con desafío a la monarquía, ahora que, debilitada y de capa caída, es fácil objetivo. Este gobierno acabará levantando una casa de citas en el mismo Fossar de les Moreres, que es solar edificable, y lo hará pasar por patriotismo catalán. Y si no al tiempo» [las cursivas son mías].
Su posición europeísta, que no abandona, Poch de Feliu la resume en siete u ocho líneas: «En esta Europa de naciones indignas no se salva nadie. Y sin embargo, Europa, la Unión Europea, vale la pena. Aunque haya que reconstruirla de abajo arriba. Como se ha dicho tantas veces, es la mejor alternativa a lo que había antes: naciones que guerreaban unas con otras sin cesar y que protagonizaron las mayores carnicerías de la historia de la humanidad, no sólo en el viejo continente sino también allí donde llegaron con su civilizador colonialismo». La guerra, nos recuerda, no es algo del pasado: «ahora mismo hay una veintena de ellas en marcha, con diversa intensidad, casi todas vinculadas a recursos naturales».
Acaba con un paso sobre el qué hacer: las sociedades europeas tendrán, tienen que levantarse: «La juventud europea sin futuro tendrá que abandonar su rebeldía «on line», pasar a otro estadio de organización y compromiso, crear nuevas economías locales basadas en la utilidad y el apoyo mutuo, y pelar por Europa». Para ello no sería ni siquiera necesario cambiar las consignas que ofrece Bruselas: «Más Europa, sí, pero para afirmar otra Europa. Más integración, sí, pero de la protesta civil europea».
El tercer ejemplo. Juan Barredo, miembro de Economía Crítica y Crítica de la Economía, ha apuntado a otro nudo de la trama. «Eurovegas. Otro ladrillo en la construcción del discurso neoliberal español» [5] es el título de su trabajo.
La historia reciente del capitalismo, señala, es una historia de crisis económicas. La crisis actual «ha permitido distinguir en la zona euro, dos modelos de países que han sufrido sus efectos con diferentes intensidades». Existen motivos para temer que España será todavía más vulnerable a las crisis futuras. ¿Por qué? Ejemplos de estas políticas suicidas de Estado: «la reducción del ingreso y gasto público, la privatización de empresas, la supresión de ayudas a la I+D+i y al sistema de universidades públicas en general, la liberalización progresiva del mercado laboral, Eurovegas». Para Barredo, el culebrón Eurovegas es una política de Estado que fomenta una «España de hambre y pandereta». Sus razones:
Los daños directos de este «experimento» son evidentes: ataque al medio ambiente (en Madrid o en Barcelona); condiciones «especiales» para la contratación de trabajadores; desvío de fondos públicos para la dotación de infraestructuras al megacasino; implantación de la cultura del juego en el ciudadanía; privilegios fiscales, sociales y medioambientales respecto a otras actividades productivas, etc.
Sin embargo, añade, existe un riesgo potencial que no reside en estos efectos sino «en el discurso político-económico que a partir de él se cree para la economía del país». Su pronóstico a partir de ese riesgo: «sea donde sea que se construya ese monstruo, habrá una creación inmediata de puestos de trabajo: primero en construcción (ladrillo e infraestructura) y posteriormente en la actividad hostelera y de juego y todo lo que de ella depende… Rápidamente el paraíso fiscal, social, lúdico y etílico pasará a ser el referente de España en desarrollo y creación de empleo». Volveremos, como en los viejos tiempos, «a atraer a europeos ávidos de perder sus ahorros en nuestras tragaperras».
Las conclusiones: la misma oligarquía que trajo este lodazal «apostará por hacer de España un inmenso paraíso del capital, tratando de equiparar las condiciones del resto del territorio a la «excepción» de Eurovegas». No sólo el Prat o la zona madrileña sino España, toda ella, será un gran megacasino.
De este paisaje triste durante la batalla, se está derivando, como señalábamos, una respuesta ciudadana creciente a pesar de la intoxicación informativa -dirigida con mano de hierro desde despachos gubernamentales y presidenciales- a la que nos vemos sometidos.
El ejemplo: «Un sindicato da informes [sobre los incumplimientos legales] contra Eurovegas a un comisario europeo», al máximo responsable de Medio Ambiente en Europa, ha señalado Anna Flotats [6]. Se trata del sindicato agrario catalán, con larga tradición de resistencia, Unió de Pagesos.
Se ha salido a la calle, se han escrito manifiestos, se han mostrado pancartas y han gritado hasta la saciedad que no quieren que el macrocomplejo Erovegas se construya ni en Madrid ni en Barcelona, señala Flotats. «STOP Eurovegas ha incrementado sus protestas especialmente durante las recientes visitas a España de varios ejecutivos de la empresa Las Vegas Sands Corporation, pero el pasado viernes Unió de Pagesos, uno de los colectivos más implicados en esta lucha, dio un paso al frente».
El sindicato agrícola ha entregado al comisario europeo de Medio Ambiente, Janez Potocnik, la documentación que acredita que los terrenos que la Generalitat de Catalunya ofrece a Adelson son zonas protegidas del Parc Agrari del Baix Llobregat. Lo ya sabido.
Dos miembros de Unió se entrevistaron recientemente con Potocnik, entregándole varios informes que demuestran que el Parc Agrari -el terreno que ofrece Mas a Adelson del que nos hablaba Jordi Èvole- es una zona protegida por ley. El comisario se comprometió a «estudiar el tema». Veremos en qué queda ese estudio.
Lluís Parés, miembro de Unió, recordó a Público.es que «este parque está protegido desde 1976 por el Plan General Municipal». Una protección que aumentó en el año 2000 a raíz del nuevo plan territorial de Barcelona: sus casi 3.000 Ha están protegidas por su valor agrícola y medioambiental. El sindicato agrario, razonablemente, reivindica el carácter estratégico del parque: el macrocomplejo Eurovegas se comería nada menos que 800 Ha de la zona más rica del parque, la de regadío. Al contrario de lo que pregona el presidente Mas el soberbio, la construcción de este resort lúdico sí incumple la legislación urbanística y ambiental. Parés añadía: «El 60% de la producción hortícola de Catalunya se cultiva en zonas urbanas. Y de esa cantidad, un 20% proviene de las tierras del Parc Agrari del Baix Llobregat». Un 20%, la tercera parte.
En contra del (pseudo)argumento del gobierno pro-israelí de los mejores privatizadores de que Eurovegas generará puestos de trabajo, sin hablar nunca de las condiciones laborales en que se enmarcarían, Unió de Pagesos ha recordado también que en estos momentos unas 1.500 familias viven gracias a la actividad que genera el parque. La apuesta EuroVegas les haría sumar las listas del paro.
¿Este el proyecto de país que tiene en mente el nacionalismo conservador catalán (y algunas fuerzas próximas)? ¡Qué horror doña Leonor! ¡Qué risa tan triste doña Sofía!
Notas:
[1] Elmar Altvater, El fin del capitalismo tal y como lo conocemos. El Viejo Topo, Mataró (Barcelona), 2012, p. 14 (traducción de Àngel Ferrero y Raúl Alfred Enzenbach).
[2] El Periódico de Catalunya, 24 de junio del 2012. http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=5097
[3] Basta pensar por un momento la ubicación de las centrales nucleares en Catalunya. La decisión transitó por el mismo sendero.
[4] http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=5099
[5] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=152422
[6] http://www.publico.es/espana/439118/un-sindicato-da-informes-contra-eurovegas-a-un-comisario-europeo
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