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Excelentes (y esperanzadoras) noticias parisinas

Fuentes: Rebelión

Era sabido; lo señaló y documentó la OMS hace un año aproximadamente. Las emisiones de los motores diésel causan cáncer de pulmón. ¿No es una noticia, una información contrastada, muy pero que muy importante desde el punto de vista de la salud pública y de nuestra calidad de vida? Lo es desde luego. ¿Qué hacemos, […]

Era sabido; lo señaló y documentó la OMS hace un año aproximadamente. Las emisiones de los motores diésel causan cáncer de pulmón. ¿No es una noticia, una información contrastada, muy pero que muy importante desde el punto de vista de la salud pública y de nuestra calidad de vida?

Lo es desde luego. ¿Qué hacemos, qué hemos hecho? ¿Qué planes se han diseñado y llevado a cabo en ciudades contaminadas por diésel como Madrid o Barcelona por ejemplo? Poca cosa… ¿Nada tal vez? Siempre nos quedará París una vez más.

La alcaldesa parisina-gaditana Anne Hidalgo, de tradición republicana ibérica como se recuerda, ha confirmado este pasado domingo su determinación de poner coto a estas emisiones. «Quiero el final del diésel para 2020», ha declarado Hidalgo a Le Journal du Dimanche (JDD) [1].

Es la medida más drástica para reducir la alta contaminación atmosférica de la capital francesa. No es la única. Con la ayuda del gobierno de Francia, que prepara su ley de transición energética y la próxima cumbre del clima, «la alcaldesa cree que París podrá incluso interceptar el paso a los vehículos más contaminantes, gracias a la identificación que próximamente será obligatoria».

Así, pues, dos en uno. Hace trece años, el 40% de los residentes no disponía de automóvil, señala la corresponsal parisina del global. Ahora son ya el 60%, un incremento del 50%. Nada menos. ¡El quinto jinete de la Apocalipsis, como lo llamó Manuel Sacristán, se bate en retirada! ¿Deberían ser distintos los datos decrecentistas de otras ciudades como Barcelona o Zaragoza? «El nuevo paquete contra la contaminación, que se debatirá el 9 de febrero, dificultará aún más el uso del vehículo privado al limitar también la circulación en el centro y grandes ejes, como Campos Elíseos y Rivoli».

Hay algo más. Los vehículos de motores diésel han estado tradicionalmente subvencionados por el Estado (por su menor emisión de dióxido de carbono). Manuel Valls, el primer ministro francés, nada sospechoso de radicalismo, reconoció la semana pasada que esa política ha sido un error. Un inmenso error decimos aquí. En España, por supuesto, también se ha llevado a cabo la misma política. Nadie se ha disculpado y ha hecho propósito de enmienda. El diésel emite dióxido de nitrógeno y, en ciertas condiciones, micropartículas especialmente perjudiciales para la salud que penetran fácilmente en los pulmones y la sangre. De ahí el cáncer.

Hace dos semanas se conoció el resultado del análisis del pico de contaminación sufrido en París el 13 de diciembre de 2013: «en las calles de la ciudad se respiraba ¡el mismo aire que generan ocho fumadores en una habitación de 20 metros cuadrados». No creo que sea muy distinta la situación en centros urbanos como el de la millor botiga contaminada del món.

El 84% de los ciudadanos franceses cree que luchar contra la contaminación es una prioridad. Aun más: el 47% de los que tienen un coche de diésel dicen estar dispuestos a cambiarlo por ciertas ayudas para el coche eléctrico o el transporte público. Me da que los resultados no serán entre nosotros muy distintos si la ciudadanía estuviera informada de lo que tenemos encima. No es el futuro, es el presente cancerígeno.

Hay más motivos para estar confiado en que se ha acertado, para creer que se transita por el camino correcto anunciado por la alcaldesa parisina-gaditana:

1. El Frente Nacional la atacó ayer por su «ciego dogmatismo». ¿Ciego dogmatismo? Con la cara más cementada que se recuerda, el FN «defendió a las personas que no pueden cambiar su viejo diésel por otro vehículo más eficiente». Arcadas, vómitos. Por lo demás, Hidalgo se dice «dispuesta a imaginar una excepción» para los hogares poco humildes que ya tengan un vehículo diésel que utilicen ocasionalmente» y a los que se podría «autorizar a circular los fines de semana».

2. Desde las asociaciones de automovilistas se asegura que en el metro hay cuatro veces más de micropartículas que en la calle. ¿Será cierto? «En parte es cierto», ha comentado el experto en contaminación del Centro Nacional de Investigación (CNRS) Jean-Baptiste Renard [1]. ¿Y por qué? Porque por «los respiraderos del metro entra el aire ya contaminado de la calle». Si no hubiera contaminación en la calle, no la habría en el metro.

Anne Hidalgo aspira a convertir el centro de París en una zona semipeatonal. Se apoya en el abandono del coche, en general, por parte de los residentes en la capital francesa. Ese es el camino, esa es una de las transformaciones urgentes que debemos acometer. ¿Es suficiente? No, desde luego, pero por ahí debemos transitar. ¿Y Barcelona?, ¿y Madrid?, ¿y tantas otras ciudades españolas?

Por cierto, ¿no hay elecciones municipales en los próximos meses? ¿No debería la contaminación de nuestras ciudades uno de los principales frentes de batalla?

 

Notas:

[1] http://internacional.elpais.com/internacional/2014/12/08/actualidad/1418060483_670635.html

http://www.20minutos.es/noticia/2317982/0/paris-prohibira-circular/vehiculos-diesel/partir-2020/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.