En este texto, originalmente publicado en alemán en el número de agosto de la revista Analyse und Kritik, Marie Laure Geoffray se pregunta sobre las condiciones de emergencia y los contornos de una «nueva izquierda» cubana, capaz de articular el rechazo a un proceso de restauración capitalista con una crítica del régimen y una estrategia política de emancipación.
La crítica liberal o conservadora del gobierno revolucionario cubano es la más audible en los medios occidentales. En efecto, desde 1959, una poderosa diáspora cubana se ha organizado en Miami, donde ha creado herramientas de comunicación (prensa, radio, televisión) que han adquirido una fuerte audiencia, no solo a escala local, sino también nacional e internacional. Además, numerosos cubanos exiliados han hecho carreras políticas en el partido republicano y algunos son diputados en el Congreso americano, donde disponen de un poder de influencia importante. El mantenimiento del embargo, puesto en pie en 1962 contra el gobierno cubano, está ligado a la fuerza de esta influencia, aún cuando el fracaso de esta política sea patente. Esta diáspora organizada políticamente sigue siendo un contrapeso importante para el gobierno cubano actual. Funciona, en efecto, como un repetidor y una caja de resonancia para la oposición liberal y conservadora al gobierno de Raúl Castro activa en la isla. En Cuba, toda crítica ha estado durante mucho tiempo asfixiada. No se podía estar más que con la revolución o contra la revolución, por retomar una frase célebre de Fidel Castro. Esta dicotomía impuesta de los posicionamientos ha sido asumida por las asociaciones y redes de apoyo a la revolución cubana, lo que ha tenido por efecto disuadir cualquier posicionamiento crítico de izquierdas al proceso revolucionario. Con la caída del muro de Berlín, este tipo de crítica ha aparecido además como totalmente obsoleta en un mundo en el que el capitalismo había definitivamente triunfado. Si algunas iniciativas críticas de izquierda emergían en ese período (Paideia, Tercera Opinión), eran rápidamente censuradas y no lograban obtener la atención de los medios internacionales, contrariamente a la oposición más liberal que se consolida progresivamente en asociaciones, partidos y campañas (Movimiento Cristiano de Liberación, Comisión por los Derechos Humanos y la Reconciliación Nacional, proyecto Varela). Así, solo a finales de los años 1990 se construye progresivamente en Cuba una perspectiva crítica de izquierdas sobre el gobierno revolucionario. Hay que hablar más bien, por otra parte, de perspectivas en plural, al ser tan diversa la crítica de izquierdas. ¿Existe sin embargo una «nueva izquierda», como plantean numerosos analistas? Una fuerte diversidad social y política La oposición al gobierno cubano, incluso la de izquierdas, se ha caracterizado ante todo por la construcción de partidos de oposición, cuya principal actividad consistía en poner a punto programas políticos alternativos al del gobierno revolucionario. Es por ejemplo el caso del partido socialdemócrata Arco Progresista, dirigido por Manuel Cuesta Morúa.
Cuando la crítica de izquierdas no se organizaba así, quedaba fuertemente marcada por la socialización política de sus protagonistas en las instituciones revolucionarias cubanas. Es el caso de la corriente Socialismo Participativo y Democrático (SPD:
www.cuba-spd.com), fundada por un antiguo alto funcionario del ministerio del interior y exmiembro del Partido Comunista cubano y que dispone de poca implantación popular local. Cuando la Cátedra Haydée Santamaría, y luego el Observatorio Crítico (red de la que son miembros Cátedra y SPD) emergieron, la diversidad social y política de sus animadores (libertarios, ecologistas, militantes antirracistas, activistas comunitarios, militantes contra la violencia, anti transgénicos o por el acceso a las nuevas tecnologías), su credo antiautoritario, así como sus modos de organización horizontales, similares a los del movimiento altermundialistas, aparecieron como innovadores. Esta sensibilidad dispone en efecto a la vez de un fuerte anclaje local, en los barrios populares y en el medio intelectual, y de una extensión transnacional gracias a los lazos tejidos con corrientes neomarxistas y libertarias en América Latina, los Estados Unidos, y Europa, en particular a través de su blog
www.observatoriocriticodesdecuba.wordpress.com Al mismo tiempo, la emergencia de esta «nueva izquierda» debe ser resituada en una dinámica más amplia: la constitución de una oposición política de izquierdas (de la socialdemocracia al movimiento libertario) frente al agrupamiento de oposición de orientación liberal, ya fuertemente organizado y más visible. Más allá de la «nueva izquierda», espacios sociales y políticos plurales de izquierdas se estructuran alrededor de la herencia de la revolución cubana que en parte reivindican, en particular sus valores de justicia social y de soberanía nacional. Son los talleres y ciclos de debates del centro de investigación Juan Marinello, los encuentros del jueves de la revista Temas, las conferencias y debates organizados en la Fundación Félix Varela, que abriga ahora la revista Espacio Laical, etc. Los debates tiene lugar igualmente en linea, mediante blogs, o bien en plataformas de información y de opinión, como Havana Times, donde la mayoría de las publicaciones son producidas por cubanos de la isla. En el extranjero, la plataforma cubana de noticias Cuba Encuentro constituye un espacio transnacional de convergencia de sensibilidades políticas de izquierda, puesto que publica tanto a la diáspora como a cubanos de la isla. Además, otras páginas militantes hispanófonas como
www.rebelion.org y
www.kaosenlared.org retoman una parte de los debates que ocupan a esta izquierda en constitución.
Tres diferenciaciones estructuradoras
La izquierda emergente en Cuba es plural; está también fragmentada, lo que es ocultado por la noción de «nueva izquierda». Varias diferenciaciones estructuran en efecto las posiciones de izquierda en Cuba y entre los cubanos de la diáspora. Y estas diferenciaciones atraviesan lo que ha sido llamado la «nueva izquierda». Por otra parte, la noción de «nueva izquierda» parece designar una corriente política partidaria, lo que no corresponde a la realidad empíricamente observable. La primera diferenciación se ha construido alrededor del anuncio de la puesta en marcha de reformas económicas por Raúl Castro el 1 de agosto de 2010. Estas reformas (despidos de una parte de los funcionarios, liberalización parcial del pequeño comercio, liberalización de la compraventa de coches y de viviendas, etc.) van claramente en el sentido de una apertura más fuerte al mercado. Mientras que el Arco Progresista, de orientación socialdemócrata, habría deseado reformas económicas más estructurales, que habrían llevado a la creación de una verdadera economía de mercado/1, el Observatorio Crítico (OC) se posicionó, al contrario, contra la liberalización económica. Para OC, liberalizar no es una solución para superar la propiedad estatal que ha caracterizado al socialismo cubano. Liberalizar no puede conducir más que a crear una nueva dualidad, no ya entre el estado y los trabajadores, sino entre los patronos y los trabajadores, y por tanto al aumento de las desigualdades sociales. En cambio, cooperativizar permitiría dar a los trabajadores un verdadero control sobre su herramienta de trabajo, sobre la organización de ese trabajo y sobre su remuneración /2.
Esta diferenciación es el umbral que distingue claramente entre una izquierda más reformista como Arco Progresista y una izquierda anticapitalista, con OC. La segunda diferenciación opone a los defensores de una focalización prioritaria en la justicia social y quienes reivindican una parte de la herencia liberal, en materia de derechos individuales, en particular los derechos civiles y políticos. Una mayoría de los miembros del Observartorio Crítico se reivindica de un marxismo que concede la prioridad a la «igualitarización» de las condiciones sociales y económicas, en particular al derecho a una vida digna, a una vivienda, a un trabajo y a servicios sociales básicos en términos de salud y educación. Sin embargo, varios miembros de OC subrayan, al contrario, la pertinencia de la herencia liberal, en términos de derechos individuales (derecho a voto, libertad de expresión y de reunión) / 3.
La diferenciación no se sitúa por tanto aquí entre socialdemócratas y anticapitalistas como entre herederos de una tradición marxista antiliberal y promotores de una articulación entre igualdad y libertad. La tercera diferenciación opone estratégicamente al conjunto de la oposición política cubana, tanto en la isla como en el exterior a una parte de la «nueva izquierda» cubana. Para la mayor parte de los cubanos politizados y que desean contribuir a un cambio social y político en Cuba, es necesario constituir un frente de oposición aglutinador más allá de toda diferenciación partidaria. Esta posición es compartida por ciertos miembros de SPD y de Cátedra que han firmado una de las peticiones internacionales más aglutinadoras de los últimos años demandando el «respeto inmediato de los derechos y libertades ciudadanas básicas», entre ellas el derecho a la creación de partidos, de sindicatos, de asociaciones, etc. /4.
Firmada por cubanos de obediencia política plural, liberales y conservadores, anticapitalistas, republicanos y socialdemócratas, esta petición ha sido criticada por una parte de la «nueva izquierda» cubana. Para esos militantes, la democracia representativa, y en particular el pluripartidismo, están desacreditados pues fracasan a la hora de tomar en cuenta las aspiraciones de los ciudadanos a una vida digna y con menos desigualdades (movimientos Occupy, Indignados, etc.). Esos militantes se caracterizan por una orientación más libertaria que los demás y también más basista, en el sentido latinoamericano, es decir que conceden una atención particularmente fuerte al nivel local de la acción política, al trabajo comunitario efectuado a escala de barrio. Si, por tanto, existe claramente una «nueva izquierda» cubana, en tanto que corriente política caracterizada ante todo por un posicionamiento antiautoritario, anticapitalista y basista, ésta es plural y los militantes que se reivindican de ella no están siempre de acuerdo en la estrategia política de su movimiento. Hay que decir que son numerosos los cubanos que se sienten parte de esta sensibilidad sin desear adoptar un posicionamiento ideológico y estratégico bien definido. La «nueva izquierda» constituye por tanto más bien una nebulosa cuya ambición es ante todo experimentar, es decir, practicar nuevas formas de sociabilidad, de ciudadanía y de acción social, artística y política a nivel local, más que constituirse en una corriente política sólidamente estructurada. Este estado de cosas está en el origen de más de un malentendido entre los militantes o personas cercanas a esta «nueva izquierda» en Cuba y los intelectuales y militantes de la diáspora así como las redes de apoyo transnacionales que desean la emergencia de una izquierda fuerte en la Cuba post revolucionaria /5.
3/ Ver el debate entre Armando Chaguaceda (durante mucho tiempo miembro de OC) y Julio César Guanche, que pertenece a esta nebulosa de izquierdas sin tener afiliación específica:
http://jcguanche.wordpress.com/2013....