La derecha está viviendo un momento dulce en las encuestas, que sitúan al Partido Popular y a Vox en clara ventaja sobre la actual coalición de Gobierno. O, al menos, en mejores cifras que las de hace dos años. Los conservadores aseguran que se trata de un «cambio de ciclo» impulsado por la victoria de la madrileña Isabel Díaz Ayuso el pasado 4 de mayo. El líder del principal partido de la oposición, Pablo Casado, repite machaconamente que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, debe convocar elecciones anticipadas porque la legislatura ha entrado «en vía muerta».
Sin embargo, el socialista ya ha trasladado públicamente su intención de agotar la legislatura, constituida en enero de 2020, y sus socios parlamentarios no quieren, tampoco, romper relaciones, aunque de momento no garantizan su apoyo a las cuentas públicas del próximo año, superado ya el primer escollo de las enmiendas a la totalidad. Las formaciones que conforman el Ejecutivo, PSOE y Unidas Podemos, confían en aprobarlas para mandar un claro mensaje a quienes buscan que el Gobierno se rompa.
Al mismo tiempo, ambas formaciones son conscientes del desgaste que acarrean por los roces en el seno de la coalición (el primer gobierno conjunto en España), el último a propósito de la reforma laboral, pero confían en revertir la situación de cara a los próximos comicios generales. Lo cierto es que según se desprende de las últimas encuestas, el electorado de PSOE y Unidas Podemos se encuentra actualmente desmovilizado frente a una derecha activa.
Según los últimos datos que arroja el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), los votantes de ambos partidos en las últimas elecciones tienen una menor tasa de fidelidad que los de PP y Vox. Además, en el dato de «voto+simpatía», el PSOE es el partido de los cuatro con mayor transferencia de votos hacia la abstención. Ante este escenario, infoLibre ha contactado con varias voces expertas en demoscopia y ciencia política para ahondar en las posibles razones de esta desmovilización.
¿Una desmovilización coyuntural o fruto de la desilusión?
Todos los expertos consultados destacan, en primer lugar, la ausencia de citas electorales a la vista, lo que no permite calibrar bien el estado de ánimo de los votantes. Sin embargo, también perciben una cierta desmovilización del electorado de izquierdas que, si se prolonga en el tiempo, puede propiciar un cambio en el gobierno de la nación, con PP y Vox al frente. «Según nuestras estimaciones, si ahora hubiera elecciones el porcentaje de participación sería menor al de 2019», explica el doctor en Sociología y director del gabinete demoscópico Elemental Research, José Pablo Ferrándiz.
Ferrándiz aprecia una tendencia a la abstención en el electorado de izquierdas, pero cree que actualmente se trata de una «desmovilización que no es política» sino «coyuntural». En ese sentido, explica que, al ostentar el gobierno la izquierda, ese electorado no está «tan tensionado» como el de la derecha, que responde con «mayor vehemencia» a cualquier medida que venga por parte del Gobierno. «Hay una movilización de la derecha porque no están en el gobierno, porque les molesta lo que hacen los socialcomunistas, como llaman ellos al gobierno de coalición», sintetiza.
A diferencia de Ferrándiz, la socióloga y politóloga Marta Marcos, consultora de comunicación en Gad3, sí cree que esta desmovilización está relacionada con la «desilusión» y las tensiones en el seno del Gobierno. «La desmovilización viene en gran parte ligada a la desilusión. Se gestó hace unos años un proceso necesario e ilusionante para los más ubicados a la izquierda y el centroizquierda del espectro político. Tanto PSOE como Unidas Podemos aprovecharon su tiempo en la oposición y prometieron a través de sus respectivos programas electorales una serie de reformas que, lógicamente, no eran tan sencillas de llevar a cabo una vez en el Gobierno. Mucho menos en un Gobierno entre dos fuerzas que difieren en contenido y en forma en numerosas ocasiones, como vemos, por ejemplo, con la derogación de la reforma laboral», expone.
En ese punto también coincide Javier Lorente, profesor de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos. «La derecha suele estar ligeramente más movilizada, pero no es porque ahora esté en la oposición, sino porque la derecha tiene un programa y lo cumple, mientras que la izquierda no». A juicio de Lorente, a la izquierda le resulta mucho más complicado aplicar reformas y se encuentra con mayores resistencias en el ámbito internacional para aplicar leyes de calado. «El descontento influye siempre de un modo u otro», sintetiza.
Por lo que respecta a Silvia Claveira, profesora de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid, sí percibe una tendencia a la desmovilización del electorado de izquierdas, aunque destaca que esa situación podría revertirse en campaña electoral. «Las campañas no son muy efectivas para cambiar el voto de un partido a otro, pero sí para activar a los del propio partido. Y claro, actualmente no estamos en un proceso de movilización», destaca. «Es normal que entre elecciones haya una parte del electorado que se desenganche, los contextos son menos ricos en información política, hay muchos votantes que se desactivan», apoya Lorente.
Una derecha unida contra el Gobierno sin el ‘lastre’ de Ciudadanos
La ventaja que tiene actualmente la derecha frente a su situación en el año 2019 es que ya no está dividida en tres, ya que Ciudadanos ha quedado prácticamente borrado del mapa. La preponderancia de PP y Vox podría facilitar su ascenso al Gobierno. «Esa movilización del elector de las derechas, en plural, se produce por hartazgo del Gobierno y como contagio del ámbito autonómico. La posibilidad de sacar de La Moncloa a la izquierda les apasiona», valora Marcos. Según su lectura, «la esperanza en los suyos y el odio hacia los otros son dos motivos fundamentales por los que la derecha está más movilizada. Detener esos sentimientos es, francamente, complicado», remacha.
Ferrándiz resalta que el sistema electoral en España, dominado por circunscripciones pequeñas y medianas donde la traducción de votos a escaños no es estrictamente proporcional, penaliza la fragmentación electoral de los bloques ideológicos. En ese sentido, destaca que ambas formaciones tienen más fácil sumar sin Ciudadanos como rival a batir, pero también destaca que necesitan ser autosuficientes para alcanzar la mayoría, porque tienen «muy complicado sumar a otras formaciones» para llegar a la mayoría absoluta. Para el sociólogo, esta lucha cuerpo a cuerpo entre ambos partidos fuerza un giro de Casado a la ultraderecha, ahora que los votantes de Cs «ya han vuelto al PP».
Por su parte, Lorente también destaca que esa unión de la derecha es positiva para PP y Vox, pero resalta el daño que puede hacer a la extrema derecha la España Vaciada, que prevé presentarse a los próximos comicios generales en varias provincias. «Vox era la tercera formación en liza en muchas de esas provincias —resalta—, por lo que la España Vaciada puede ser un actor que dinamite mayorías», afirma. «Es un fenómeno que tenemos que tener en cuenta a futuro».
El precedente de las elecciones madrileñas: «El miedo a Vox no moviliza»
La campaña de las elecciones madrileñas dejó un panorama desolador para la izquierda: Ayuso, la candidata del PP, obtuvo más escaños que las tres formaciones progresistas juntas (Más Madrid, PSOE y Unidas Podemos). Aunque los expertos consultados insisten en que ese resultado no es extrapolable a nivel nacional, fue una inyección de moral para un PP en horas bajas tras el fracaso en Cataluña de meses atrás. «El resultado de Ayuso no se puede extrapolar a Casado. Ella era la candidata de Vox pero Casado no es el candidato de Vox», resume Ferrándiz.
Asimismo, el sociólogo destaca que el miedo a Vox con mensajes apocalípticos no funciona, «si es que en algún momento lo hizo». «En Madrid hemos visto que estos mensajes maximalistas de ‘fascismo o democracia’ o ‘comunismo o libertad’, no llegan a la sociedad, ni en la derecha ni en la izquierda», opina. A su juicio, ahora que Vox ya está instalado en los distintos parlamentos autonómicos y consistorios municipales, «su presencia no supone un gran elemento movilizador«, señala.
Lorente coincide con Ferrándiz. «Las elecciones de Madrid mostraron que la gente no tiene ningún miedo a Vox«, señala el profesor de la URJC. En ese sentido sí que aprecia que la opinión pública ha dejado de tener miedo a la extrema derecha porque nuestro país «tiene una comunión de medios perfectamente armónica con una agresividad en contra del Gobierno que nunca ha tenido la izquierda». «Están muy movilizados, crispados, y eso explica muchas cosas. Las horas de desinformación, tertulias y portadas crean opinión pública, y puede haber un efecto de movilización que se va a transformar en votos en algunos casos y en abstención en otros».
¿El electorado de España se inclina hacia el centroizquierda?
Una de las (escasas) certezas a nivel demoscópico es que una alta participación electoral se ha traducido históricamente en una preponderancia del bloque de la izquierda sobre el de la derecha. «La escala ideológica no ha variado casi nada desde la instauración democrática. El PP siempre ha obtenido peores resultados cuando ha habido más movilización, por ese motivo cuando Rajoy y Aznar obtuvieron sus mayorías absolutas la participación se situó por debajo de la media», recuerda Ferrándiz.
«Ahora, se podría decir que hay una suerte de empate técnico entre bloques: 11 millones de votos de la izquierda y 11 de la derecha, por lo que no me atrevo a decir que pasará a futuro. Es un escenario más complejo que antes», opina el sociólogo. La prueba de que una mayor participación no supone una victoria de la izquierda la encontramos en las recientes elecciones madrileñas. A Lorente le sorprendió. Creyó que la izquierda podría dar la sorpresa tras certificarse esa alta participación, aunque finalmente fue al contrario; Ayuso obtuvo un resultado mejor que el que le auguraban las encuestas.
Marcos destaca que «España es un país ideológicamente diverso, pero en los últimos años, especialmente a raíz del movimiento 15M, los ciudadanos se han ido moviendo hacia el centroizquierda. Es fundamental entender, sin embargo, que eso no tiene por qué trasladarse directamente al voto, especialmente porque la ideología no siempre está presente como principal motivo a la hora de votar», zanja.