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Reseña

Feminismos transfronterizos

Fuentes: CTXT

El ensayo de Carolina Meloni mueve los ejes de una filosofía blanca, europea, y nos descubre que su ‘civilización’ se erige sobre una inmensa violencia sobre las otras, subalternas, barbarizadas

Si no puedo remover el cielo, sacudiré el infierno (Virgilio) 

¿Cuál es la gran capacidad del ensayo de Carolina Meloni? Mover el escenario, la aventura más desafiante que debe perseguir una ética intelectual seria. 

En estos tiempos atravesados por un fortísimo conservadurismo moral, al que gran parte de la izquierda institucional parece haberse adscrito con fuerza, supone un soplo de aire y de sabiduría recordar a todas esas pensadoras que pusieron en jaque al esencialismo ontológico desde los años 60 en el siglo XX.  

La construcción de un sujeto descentrado, desmontado y erguido de nuevo sobre las ruinas de la decadencia es el gran desafío del feminismo contemporáneo.

Carolina recuerda la inmensa influencia del posestructuralismo francés en las corrientes críticas del pensamiento no identitario. Deleuze y Guattari. El encuentro entre la abeja y la orquídea desbarata la lógica binaria del género y la especie; no hay calco, hay robo, hay captura. Son líneas de fuga, nómadas que tambalean el concepto de estructura y  producen  desplazamiento. 

Renacen así con fuerza las ideas de Judith Butler, que con suma agudeza ya desbarató la pretendida unidad del “movimiento”, y habló sobre la importancia del disenso y la capacidad altamente productiva de cuestionar premisas inamovibles para mantener vivo al feminismo. 

Emergen también las reflexiones sumamente atractivas del feminismo chicano y negro. Sucio. La frontera como una herida abierta. Las otras, las inapropiableslas  bastardas, las que no pueden identificarse con comunidades geográficas o “étnicas”.  

Cobra vida el marxismo crítico: donde veis opresión, nosotras vemos explotación. Mientras la mística de la feminidad corroe la angustia existencial de las burguesas blancas, un ejército de trabajadoras lava su ropa sucia.  

Lo que nos dicen estas reflexiones, tan pertinentes hoy, es que la palabra hermandad lleva implícita una supuesta homogeneidad de experiencias que no existen, porque no cabe pensar en un sujeto que no esté atravesado por la clase o por las técnicas del “saber poder”. 

¿Qué decir del sujeto nómada de Braidotti?  Recuperar la idea de exilio, de proceso, del devenir mujer, algo no unificado, multiestratificado, ingobernable. Más acontecimiento que esencia.  

Y, claro, la risa, la parodia, herramientas absolutamente devastadoras de lo dado. Haraway, “prefiero ser un cyborg antes que una diosa”, o Paco Vidarte, con su Ética marica: “Putos chuchos, nadie quiere ser como nosotros”.  

Tras todo ese arsenal de conocimiento, hay, sin embargo, una línea que recorre el ensayo. Darnos la vuelta, comprender. Su escritura no es sino un arma que desnuda el centro y se desplaza a la periferia.  

Mueve los ejes de una filosofía blanca, europea, y nos descubre que su civilización se erige sobre una inmensa violencia sobre las otras, subalternas, barbarizadas.  

Esta es la grandeza del ensayo de Carolina. Disfruten su lectura. 

Fuente: https://ctxt.es/es/20220201/Firmas/38533/feminismos-carolina-meloni-ensayo-amaya-olivas.htm