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Feria del libro en La Habana

Fuentes: La Voz de Galicia

EMPIEZO esta crónica con un octosílabo porque estoy impregnado de métrica después de escuchar la transcripción del Quijote en versos del cubano Alexis Díaz-Pimienta. Un servidor, que se ha leído la obra de Cervantes seis o siete veces y se la sabe casi de memoria, se ha quedado estupefacto ante semejante hazaña poética, lograda con […]

EMPIEZO esta crónica con un octosílabo porque estoy impregnado de métrica después de escuchar la transcripción del Quijote en versos del cubano Alexis Díaz-Pimienta. Un servidor, que se ha leído la obra de Cervantes seis o siete veces y se la sabe casi de memoria, se ha quedado estupefacto ante semejante hazaña poética, lograda con todo respeto por la prosa original. Juzguen ustedes el primer párrafo del libro:

«En un lugar de la Mancha/ de cuyo nombre no quiero/acordarme, un caballero/ de alto porte y mente ancha,/ de los de pleito y revancha,/ de los de arenga y motín,/ de adarga antigua y rocín/ flaco y galgo corredor,/ con lanza de gladiador/ y estampa de paladín,/ no ha mucho tiempo vivía/ entre duelos y quebrantos,/ sin más tesoros ni encantos/ que su verbo y su hidalguía».

Y así, luego en endecasílabos, dodecasílabos y toda la panoplia de los regueifeiros, que no lo superaría ni Pinto de Herbón.

Yo no diría que éste fue el momento más emocionante de la feria del libro que se está celebrando en Cuba. Según bajé del aeroplano (hablo en antiguo para evitar en este caso la rima) me condujeron a la plaza de la Revolución, donde Fidel Castro y Hugo Chávez se dieron un largo e histórico abrazo por ser Venezuela el invitado de honor de esta feria. Ver juntos a los dos jefes de Estado que se oponen al imperialismo, cuando el cubano ha estado tantos lustros solo, es para respirar y suspirar, en espera de que otros hombres morales se unan al dúo. O mujeres, mas por ahora no se ve a ninguna por el horizonte.

Nuestro paisano Farruco Sesto, ministro de la Cultura venezolano, hizo repartir a los miles y miles (¿cien mil?) de asistentes unos pasaportes culturales venezolanos en los que se nos indican los requisitos para merecer tal distinción: «Basta con que alojes en tu corazón un profundo respeto hacia todos los seres humanos sin distinción de culturas, religiones o formas de vida. Basta con que hagas tuyo el paisaje de la diversidad de los pueblos y lo coloques frente a tu ventana. Basta con que lo contemples con amor y que, a partir de ese amor, te pongas con nosotros del lado de los pobres de la tierra, de los explotados, de los débiles, de los excluidos, y eches tu suerte con ellos¿».

Así prosigue el decálogo de los bolivarianos, que la mayoría de ellos respetan a la hora de votar. Vemos y sabemos que Farruco es un poeta. Yo lo sé desde hace unos treinta años, cuando me lo presentó Celso Emilio Ferreiro, y compruebo que sigue soñando con utopías y con razón. Por experiencia sabe que algunas se realizan.

Otros gallegos hay en la feria, entre ellos Miguel Anxo Fernán Vello, que leyó sus poemas en gallego, y cuando por cortesía quiso darlos en traducción castellana, el público los reclamó en la lengua de las meigas, que resonaba en el aire cubano como música conocida. Y cómo no, si hasta hay una caseta, muy visitada, con libros nuestros enviados por la Xunta, que al fin, tras años de ignorancia, tiene quien se interese por la cultura.

Están por aquí Anisia Miranda y Neira Vilas, como en su casa, pues en La Habana vivieron años de vida. Y otros muchos vecinos, como Bernardo Atxaga, Belén Gopegui, Joaquín Sabina, Andrés Sorel…

Da gusto estar aquí, convivir con un pueblo que desafía a los yanquis elevando una muralla de 138 banderas ataviadas con estrellas de luto por los otros tantos cubanos víctimas de sus enemigos.

Y que mientras sus cancerberos reducen los presupuestos de salud y cultura para aumentar el militar y proseguir una guerra perdida, ellos se gastan millones en libros destinados a desarrollar la cultura de su pueblo, la mejor forma de resistir.