1. En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica, o COP-15, el marco posterior a 2020 probablemente respaldará el objetivo de declarar el 30% de la tierra y los océanos del mundo como áreas protegidas de aquí a 2030. Reconocemos que las áreas protegidas pueden ser medios eficaces para restaurar y conservar la biodiversidad y apoyar a las comunidades costeras que dependen de la pesca para su sustento y seguridad alimentaria. El éxito del marco posterior a 2020 depende de que se adopten enfoques participativos y transparentes para ubicar dichas áreas y elaborar normas sobre las actividades comerciales que se permiten en ellas.
2. Al cumplir con «30×30», un enfoque apresurado en la catalogación de grandes áreas de los océanos como zonas protegidas podría ser extremadamente perjudicial. Por lo tanto, los gobiernos deben reconocer los derechos de las personas, incluyendo su consentimiento libre, previo e informado a cualquier decisión que les niegue el acceso a sus zonas de pesca históricas, en línea con las Directrices Voluntarias de la FAO sobre la pesca sostenible a pequeña escala, tal y como se propone en la Llamada a la Acción de los Pescadores/as Artesanales. [1]