Entre los muchos asuntos que no han salido a la luz o que no han sido comentados en ningún medio, sobre la acción de guerra sionista contra la Flotilla por la Libertad de Gaza, hay dos momentos que conozco directamente y que son testimonios fehacientes del pensamiento de sus protagonistas, aquello en lo que apoyan […]
Entre los muchos asuntos que no han salido a la luz o que no han sido comentados en ningún medio, sobre la acción de guerra sionista contra la Flotilla por la Libertad de Gaza, hay dos momentos que conozco directamente y que son testimonios fehacientes del pensamiento de sus protagonistas, aquello en lo que apoyan su acción. Lo demás, lo que difunden, las palabras pronunciadas ambiguas en las televisiones, emisoras de radio y periódicos que les ocultan, son palabras de difuminación de los hechos, que con los resultados de la respuesta de la acción de la gente irán matizando, modificando y hasta dándole la vuelta a lo que habían dicho si ven que se les rebasa y se les descubre en su verdadera posición, pero no será esto para hacer algo contra sus mismas posiciones sino para esconderse entre lo que piensa la ciudadanía si es que ha hecho acto de presencia en la vida política, en el transcurrir diario.
La primera de estas anécdotas testimoniales está situada en la rueda de prensa que se dio en el Ateneo de Madrid, que relaté bajo el título Rueda de prensa sobre el asalto a la Flotilla por la Libertad de Gaza, en rebelion.org el día 1 de Junio. Cuando llegué al Ateneo subí en ascensor a la cuarta planta, donde se daba la rueda de prensa, con dos parejas que me hicieron pensar por su vestimenta que irían a otro sitio o a otra reunión nunca relacionada con Gaza. Así es que salí el primero del ascensor creyendo que iban a continuar, pero me sorprendió ver que entraban en la sala detrás de mí, pero eso no era nada para la sorpresa que iba a llevarme poco después. La sala estaba llena y me quedé al lado de la tribuna para tomar notas, y ellas y ellos se sentaron y se quedaron entre el público, y en la primera fila, justo en la silla que había haciendo esquina con el pasillo se sentó uno de ellos. Como estaba enfrente mío a metro y medio de distancia pude verlo y claramente; pero no me fijé en él hasta que terminada la primera intervención desde la mesa, observé que todo el mundo aplaudía menos él, y luego vinieron la segunda y la tercera intervención y los aplausos que eran manifestación de solidaridad con los internacionalistas de la Flotilla, y volví a ver que seguía con las manos cruzadas sobre sus rodillas, sin moverse. El personaje sentado frente a mí, vestido con lo que llamaría elegancia moderna, o eso que quiere decir ir vestido decentemente, pero moderno, nada que se salga de su sitio o que tenga aspecto de ser corriente o sea barato, tenía una pierna sobre otra, se recostaba el lateral de la silla contraria al pasillo, y sacaba su pie en el aire al pasillo mostrando un zapato que yo diría sin duda que debía ser caro. Las manos nudosas y fuertes pero nada trabajadas acompañaban al color del rostro algo tostado, afeitado, pulido y brillante, y con el pelo cortado de modo tradicional.
Conforme desde la mesa se exponía el acto criminal sionista y se señalaba a los responsables de allí y de aquí, él mostraba una sonrisa irónica que me llevó a ponerle atención, levantaba una ceja con desprecio por lo que se decía o, estando de costado como estaba sacando la pierna doblada por el pasillo, miraba de reojo a los intervinientes mientras levantaba un extremo del labio superior o arqueaba los labios como si le asquease algo que estaba en el ambiente, y en la mesa estaba un representante de la Embajada de Palestina, un representante de las ONGs palestinas y Manuel Espinar, representante de la ONG española que tenía dos de sus miembros en la tripulación de la Flotilla. Y si tras cada intervención los allí presentes, la sala estaba llena de periodistas y gente diversa, los aplausos eran cerrados, todos los asistentes aplaudían, menos uno: el señorito que tenía frente a mí se mantenía impertérrito; viendo a éste personaje pensé en quién podía manifestarse tan distante ante semejante acto criminal.
Tras varias preguntas que se hicieron a la mesa y sus correspondientes respuestas aquél que me llamó la atención pidió la palabra, y pensé: ahora sabré quién es y algo más. Y vaya si lo supe. Se presento: Pedro Sánchez, diputado del Psoe. La sorpresa fue… ¿sorpresa? Su discurso tomaba como base que el gobierno había hecho lo que tenía que hacer y había hecho bien. Las acusaciones de Manuel Espinar eran que el gobierno no había escuchado la petición de seguimiento y protección de la Flotilla solicitada por los españoles, que el gobierno vende armas a los sionistas, que había abandonado su obligación de socorro, que no habían atendido sus reclamaciones en ningún momento, que pretendían que los pacifistas firmasen los documentos de culpabilidad que presentaban los sionistas, que éste gobierno habían dado entrada en la UE a un Estado que no respeta los Derechos Humanos e incumple todas y cada una de las resoluciones de la ONU, y que, lo que faltaba, en sucesivas declaraciones, éste gobierno, falsea los hechos e intenta confundir a la ciudadanía… El señor diputado mostró una frialdad por la tragedia y las denuncias que me recordó a Aznar y a la actitud del PP ante los asesinatos en Iraq como consecuencia de la guerra que declararon a aquel país, escandalizaba su amoralidad: el diputado Pedro Sánchez ni sentía ni padecía, parecía darle igual lo que se dijese sobre el incumplimiento de sus obligaciones, sobre la promoción que hace el gobierno español de un estado terrorista como es Israel desde las instituciones, parecía no importarle lo que se dijese sobre las últimas víctimas, sobre la venta de armas a los sionistas, sobre los habitantes de Gaza, sobre los crímenes del sionismo durante los 62 años de ocupación de Palestina…
De las intervenciones posteriores hubo dos que me llamaron la atención, la primera fue la de otra diputada, cuyo nombre no recuerdo, diciendo: Pedro, no te reconozco, me siento avergonzada de oírte, sabiendo lo que ha pasado ¿no hay una sola palabra crítica? Su discurso fue estrictamente moral y sin pedir responsabilidad concreta, terminó.
La segunda intervención a destacar por contundente, la hizo el actor Willie Toledo, que hasta entonces había permanecido entre el público; cuando los periodistas y reporteros con sus cámaras de tv y demás le tomaron por objetivo ya había empezado a hablar, y viendo a los equipos forzando sus posiciones para tomarle se volvió a ellos y dijo: que se vea bien lo que digo, que no haya después añadidos ni variaciones, ahora quiero ver a esos intelectuales y artistas que firmaron contra Cuba acusando a la Revolución de no respetar los Derechos Humanos. Cuba nunca ha hecho una cosa semejante, nunca ha roto los Derechos Humanos, ¿dónde están? -y dio los nombres de dos de esos personajes firmantes contra la Revolución que se habían prestado a la labor que les pidió la mafia de Miami y sus representantes en España-. No los veo aquí, continuó, pero si veo a unos diputados que hacen pertenecientes a un partido que hace lo mismo, que protege a los sionistas… Los aplausos llenaban la sala.
Al terminarse la rueda de prensa y salir ocurrió algo que me recordó otras tantas escenas vividas con ocasión de otros actos en los que el Psoe se ha visto envuelto y la arrogancia y el desprecio de otros diputados del Psoe se habían manifestado de forma semejante; en ésta ocasión una diputada del Psoe al pasar por la puerta para salir se dirigió a Willie Toledo que iba detrás hablando con todo el que le saludaba, le felicitaba o contestaba a una pregunta, y ella le dijo a gritos tras oír una de sus respuestas: ¡No te consiento que digas eso! ¡No te consiento que digas eso! Entonces Willie Toledo, que se volvió ante los gritos de la señora que pretendía prohibirle hablar, se volvió para decirle: ¿Es que me vas a prohibir lo que yo pienso? ¿Es que me vas a prohibir hablar?
La tensión se mantuvo en esos términos un momento, lo que tardaron los asistentes en reaccionar y mostrar su solidaridad con el actor, con lo que el señorito y sus acompañantes tomaron rápido el ascensor y abandonaron el Ateneo de Madrid.
Recordarán que en las primeras líneas les decía que hay dos momentos que no se han comentado en los medios informativos y que demuestran el sentido de la acción de sus protagonistas más allá de las palabras, pues llega el segundo: Llegada al aeropuerto de Barcelona de los tres internacionalistas españoles que formaban parte de la Flotilla por la Libertad de Gaza. Desde antes de su aterrizaje estaba negociada con AENA la disposición de la sala de prensa, donde los periodistas disponen de todos los medios adecuados para su labor. Cuando llega el momento se anuncia por AENA que el permiso ha sido denegado, que el Delegado del gobierno se ha opuesto a que se ponga a disposición de los pacifistas la sala de prensa. Antes había llamado la atención que debido al conflicto internacional, llegando los españoles secuestrados en alta mar y llevados a una cárcel sionista, puestos en libertad por la presión publica internacional, teniendo que ocultar sus colaboraciones con el estado sionista, no hubiese ningún gesto de aproximación por parte del gobierno español y no estuviese presente en la recepción representante de las instancias gubernamentales. El recibimiento fue el de las personas solidarias, del gobierno que se dice democrático sólo se supo su prohibición para dejar la sala de prensa. ¿Podemos esperar a que la Fiscalía del Estado, bajo la tutela del gobierno, prepare denuncias contra el estado sionista en los Tribunales Internacionales?
Las dos anécdotas son el testimonio más claro del pensamiento y la acción de nuestros gobernantes.
Ramón Pedregal Casanova es autor de Siete Novelas de la Memoria Histórica, editado por la Fundación Domingo Malagón y la Asociación foro por la Memoria (asociación.foroporlamemoria@
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