Crecen los temores en Francia por la decisión de quemar una gran cantidad de desechos tóxicos traídos en barco desde Costa de Marfil. Los residuos, unas 7.000 toneladas de petróleo y químicos mezclados con tierra y gravilla, fueron transportados el mes pasado desde Abidján, la capital de Costa de Marfil, hasta la septentrional ciudad portuaria […]
Crecen los temores en Francia por la decisión de quemar una gran cantidad de desechos tóxicos traídos en barco desde Costa de Marfil.
Los residuos, unas 7.000 toneladas de petróleo y químicos mezclados con tierra y gravilla, fueron transportados el mes pasado desde Abidján, la capital de Costa de Marfil, hasta la septentrional ciudad portuaria francesa de Le Havre.
Una vez llegados al puerto, fueron trasladados por tren al incinerador de la localidad de Salaise-sur-Sanne, a unos 50 kilómetros de la oriental ciudad de Lyon, donde se prevé sean quemados en los próximos meses.
Residentes y algunos grupos ambientalistas respetan la operación, pero otros plantearon dudas sobre la eficiencia del incinerador.
«No sabemos nada sobre la toxicidad de estos desechos, y nos preguntamos por qué deben ser quemados en vez de ser guardados», dijo a IPS el portavoz de la Federación para la Protección de la Naturaleza (Frapna, por sus siglas en francés), Alain Chabrolle.
El portavoz explicó que el acuerdo entre el gobierno de Francia y el de Costa de Marfil «fue realizado en total secreto, sin informar al público». «La compañía que administra el incinerador fue elegida por Abidján, sin una licitación», afirmó.
Chabrolle indicó que recientemente se descubrió que los incineradores emiten un nivel de dioxinas superior al permitido por las normas ambientales y sanitarias francesas.
Las dioxinas son subproductos de procesos industriales y de combustión. Son sustancias muy tóxicas y volátiles, de gran persistencia y capacidad para acumularse en los tejidos animales grasos y transmitirse a través de la cadena alimentaria. Estos compuestos causan desórdenes en los sistemas inmunológico y neurológico, y pueden provocar diversas enfermedades, desde una forma persistente de acné hasta cáncer y desórdenes en la tiroides, así como defectos de nacimiento.
Los científicos comprobaron que los incineradores de residuos son los principales responsables de contaminar la atmósfera con dioxinas.
Dioxina se convirtió en sinónimo de veneno ecológico luego del desastre en la septentrional ciudad italiana de Seveso. En julio de 1976, barcos de carga de una planta química cerca de esa localidad se rompieron, liberando varios kilos de basura tóxica y causando la muerte de decenas de miles de animales domésticos y de granja.
Unos 25 kilómetros cuadrados de tierra y vegetación fueron afectados. Más de 600 personas debieron ser evacuadas y 2.000 tratadas de envenenamiento con toxinas.
Jean-Luc Pérouze, portavoz de la organización ambientalista francesa Vivre Ici, señaló que las deficiencias del incinerador en Salaise-sur-Sanne y la naturaleza tóxica de la basura a ser quemada «requieren un estudio epidemiológico en la localidad, y un análisis sistemático del suelo de la región».
«Queremos saber si podemos comer verduras, huevos y los animales que criamos aquí sin tener que pensar dos veces sobre los riesgos sanitarios», dijo a IPS.
Los desechos fueron originalmente embarcados desde Amsterdam hasta a Abidján en agosto por la firma holandesa de transporte de petróleo Trafigura Beheer BV.
En Abidján, la basura causó la muerte de al menos 10 personas, el envenenamiento de 10.000 y la contaminación de productos agrícolas y de diversos sitios alrededor de una laguna.
Salaise-sur-Sanne es una pequeña localidad en el densamente poblado valle sobre el río Rohne, donde se concentra gran parte de la industria química de Francia. Allí, antes de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los militares franceses produjeron armas químicas como el gas mostaza.
La preocupación por los residuos tóxicos creció luego de que estudios del Instituto para la Vigilancia de la Salud (InVS, por sus siglas en francés) descubrieron que los riesgos de contraer cáncer se incrementan entre las poblaciones que viven cerca de incineradores.
«Existe una significativa relación entre el crecimiento del riesgo en algunos tipos de cáncer y el lugar de residencia cerca de incineradores», indicó el InVS.
Las investigaciones también concluyeron que, en una población de 2,5 millones de personas que residen cerca de incineradores, unas 136.000 desarrollaron diferentes tipos de cáncer. El InVS calculó que el riesgo de contraer esa enfermedad se incrementa casi 10 por ciento.
Francia tiene 128 incineradores, el mayor número de Europa, y los usa para quemar residuos domésticos e industriales.
Estos estudios llevaron a autoridades sanitarias y a ambientalistas a reclamar una moratoria en la quema de los desechos.
Sébastien Lapeyre, portavoz del Centro Nacional Independiente de Información sobre Incineración de Basura, dijo que los resultados de la investigación del InVS eran «aterradores».
«La industria no puede seguir mintiendo sobre las consecuencias en la salud humana de incinerar residuos tóxicos. Es tiempo de dejar de usar esta tecnología arcaica y peligrosa», dijo a IPS.
La oposición a la incineración de basura ha crecido en los últimos años, indicó la antropóloga Elvire Van Stael, de Lyon.
«En Francia, el número de personas que rechazan proyectos en su zona de residencia por asuntos ecológicos crece día a día, y particularmente cuando se refiere a incineradores», dijo a IPS