Presentación
Las líneas fundamentales del nuevo orden mundial se establecieron por acuerdos previos entre las tres grandes potencias vencedoras, Estados Unidos, Unión Soviética y Gran Bretaña. En el terreno de la economía se perfilaron en julio de 1944 (conferencia de Bretton Woods) que creó el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo (IBRD), origen del Banco Mundial, y el Fondo Monetario Internacional como reguladores de la economía financiera. Las grandes líneas en el terreno de la política se diseñaron en las conferencias tripartitas de Yalta (4 al 11 de febrero de 1945) y Potsdam (17 de julio al 2 de agosto de 1945), cuando resultó evidente que los Estados Unidos iban a asumir un papel dirigente en la política europea y que no aceptaban la existencia de esferas de influencia que les restasen protagonismo Habiendo fallecido Roosevelt en abril de 1945, el nuevo presidente norteamericano Harry S. Truman retrasó la fecha de la reunión unas semanas con el fin de dar tiempo a que se realizase la primera prueba de la bomba atómica, que tuvo lugar el 16 de julio. Le acompañaron J. Stalin y Winston Churchill que sería reemplazado desde el día 28 de julio por el nuevo jefe del gobierno británico, el laborista Clement Attlee. Los dos problemas más urgentes que había que resolver en Potsdam eran el de decidir qué hacer con Alemania y cómo acelerar el final de la guerra contra Japón.
Josep Fontana, «Por el bien del imperio», Pasado & Presente 2011, pp. 35-41
Todo esto no impidió que la reunión de Potsdam casi se iniciara con la “cuestión española”, un día después de que Franco realizara cambios ministeriales importantes. Profundamente consciente de la amenaza de Potsdam “el buen capitán se apresuró a renovar su tripulación”, comenta Preston en la biografía de Franco. La bandera del Eje, si bien no la de Falange, fue arriada y reemplazada por una variante ideológica de la democracia cristiana extremadamente conservadora. El 18 de julio de 1945 los ministros más claramente desprestigiados por ser afectos al Eje fueron depuestos sin un solo signo de remordimiento. Mientras tanto en Potsdam, Stalin consideraba al régimen franquista como una amenaza para la paz mundial y para las Naciones Unidas, por lo que creía que había que actuar de forma contundente lo antes posible.
Nosotros los rusos consideramos que el presente régimen de Franco en España fue impuesto por Alemania e Italia y que entraña un grave peligro para las naciones unidas amantes de la libertad. Opinamos que será bueno crear las condiciones para que el pueblo español pueda establecer el régimen que elija.
Churchill por su parte no quería poner en peligro la valiosa relación comercial que Inglaterra tenía con España; la delegación británica buscaba “alguna forma relativamente anodina de resolución antifranquista”. Paul Preston, «Franco, Caudillo de España», 2015, 592-593
A partir de los documentos desclasificados por el Departamento de Estado de Estados Unidos se ha seleccionado el tema relativo a la «cuestión española» que se edita íntegro en en el enlace que figura al final. Se reproduce a continuación un fragmento traducido de la conversación de los tres líderes que se publicó parcialmente en «Stalin, Churchill y Truman hablan sobre Franco y España, Potsdam, julio de 1945 («Sociología crítica, 20 de octubre de 2009) o en «La reunión secreta en la que Stalin, Truman y Churchill discutieron sobre cómo destruir a Franco tras la IIGM» que no difiere apenas del publicado por E. Juliana, Aquí no hemos venido a estudiar, (Arpa, 2020) pp. 17-22.
Conversación sobre la Historia
***
Fragmento de la conversación del 19 de julio de 1945
Stalin: Es necesario examinar la cuestión del régimen de España. Nosotros los soviéticos consideramos que el actual régimen de Franco fe impuesto por Alemania e Italia y que entraña un grave peligro para las naciones unidas amantes de la libertad. Opinamos que será bueno crear las condiciones necesarias para que el pueblo español pueda establecer el régimen que elija.
Churchill: Estamos debatiendo todavía las cuestiones que vamos a incluir en la agenda. Convengo que la cuestión de España debería ser incluida en ella.
Truman: ¿Quiere el generalísimo [Stalin] hablar sobre la cuestión?
Stalin: Se han distribuido copias de la propuesta. No tengo nada más que añadir a lo que en ella se expresa.
Churchill: Señor presidente [se dirige al presidente de Estados Unidos, Harry Truman], el gobierno británico también está muy disgustado con Franco y su gobierno. […] El hecho de que hayan sacado a los prisioneros que han estado en prisión durante años y les hayan disparado por hechos ocurridos mucho tiempo atrás indica que España no es una democracia de acuerdo con las ideas británicas sobre este tema. Cuando Franco me envió una carta proponiéndome hacer una alianza de Occidente contra Rusia, le envié una respuesta fría. Esto demuestra que los sentimientos de Gran Bretaña son contrarios al régimen de Franco.
Stalin: Yo no he recibido ninguna copia de la respuesta británica a Franco.
Churchill: Veo alguna dificultad para aceptar el borrador propuesto por el generalísimo [Stalin] en el primer párrafo, el que trata de la ruptura de toda relación con el gobierno de Franco, que es el gobierno de España. Considerando que los españoles son orgullosos y susceptibles, semejante medida causaría el efecto de unir a los españoles entorno a Franco, incluso los que ahora reniegan de él, en lugar de apartarlos de él. […] El resultado sería un fortalecimiento de la posición de Franco. Y él tiene un ejército, aunque no sea muy bueno. Si con esta acción que se nos propone él resultara fortalecido, sería necesario considerar si tendríamos que intervenir por la fuerza. Y yo estoy en contra de usar la fuerza. En contra de interferir en los países que tienen diferentes regímenes que el nuestro, a menos que seamos molestados por ellos. Por lo que toca a los países que han sido liberados en el curso de la guerra, no podemos permitir que se establezca en ellos un régimen fascista, pero aquí tenemos un país [España] que no tomó parte en la guerra. Por eso es por lo que soy contrario a interferir en sus asuntos internos. El gobierno de Su Majestad [el gobierno británico] necesitará debatir muy detenidamente esta cuestión antes de decidir romper relaciones con España. Estoy preparado para tomar cualquier medida que sea necesaria dentro de la diplomacia para acelerar la salida de Franco del poder.
Truman: No siento ninguna simpatía hacia el régimen de Franco, pero no deseo tomar parte en una guerra civil española. Ya ha sido más que suficiente con la guerra en Europa. Nos alegraríamos mucho de reconocer a otro gobierno de España en vez del gobierno de Franco, pero pienso que es una cuestión que ha de resolver la propia España.
Stalin: ¿Es decir, que no habrá cambios en España? España está ganando fuerza ya. Se está alimentando de regímenes semifascistas de otros países [posible alusión a la Argentina del general Juan Domingo Perón]. Esto no es un asunto interno. El régimen de Franco fue impuesto a los españoles por Hitler y Mussolini, cuyos regímenes a su vez estaban en proceso de destrucción. Me creo que no sintáis ningún tipo de afecto por Franco, pero esto tiene que ser demostrado con hechos. No estoy proponiendo ninguna intervención militar, ni que desencadenemos una guerra civil que se podría perder. Solamente deseo que el pueblo español sepa que nosotros, los dirigentes de la Europa democrática, adoptamos una actitud negativa con respecto al régimen de Franco. A menos que lo declaremos así, el pueblo español tendrá motivo para pensar que no somos contrarios a dicho régimen. Podrán decir que, dado que hemos dejado en paz al régimen de Franco, esto significa que lo apoyamos. La gente entenderá que lo hemos aprobado o que le hemos dado nuestra bendición tácita. Esto constituye un grave riesgo para nosotros. No me agrada estar entre los acusados.
Churchill: La URSS ya no tiene relaciones diplomáticas con el gobierno español, así que nadie podrá acusarle de lo que está diciendo ahora.
Stalin: Pero lo que sí tengo es el derecho y la posibilidad de plantear la cuestión y resolverla. ¿Por qué tendría que estar callado? Todo el mundo cree que las tres grandes potencias pueden resolver estas cuestiones. Y yo represento a una de ellas, como el señor Churchill. ¿Debemos mantenernos en silencio ante lo que está pasando en España con el régimen de Franco y abstenernos de llevar a cabo una acción contra España, si tenemos en cuenta que ha recibido el apoyo del fascismo? No deberíamos mirar al suelo ante el peligro que representa la España de Franco.
Churchill: Nosotros tenemos antiguas relaciones comerciales con España. Si nuestra intervención no diera los frutos deseados, yo no querría que este comercio se detuviera. Por otra parte, comprendo totalmente la actitud adoptada por Stalin contra España. Franco envió su División Azul a Rusia [para luchar junto a la Alemania nazi contra la URSS], por lo que entiendo que esté molesto. […] Pero en lo que respecta a Gran Bretaña, España se abstuvo de realizar ninguna acción contra nosotros en una época en la que si lo hubiera hecho podría habernos provocado un desastre. […] Nadie duda de que el generalísimo Stalin no siente ningún afecto hacia Franco, y creo que la mayoría de los británicos comparten esa antipatía. Yo únicamente deseo subrayar que la URSS ha sido perjudicada por Franco como ningún otro país.
Stalin: No es una cuestión de perjuicios. Aun así, creo que Inglaterra también ha sido perjudicada por el régimen de Franco. Durante mucho tiempo, España puso su costa a disposición de Hitler para que la usasen sus submarinos. Puede usted decir, por tanto, que ha sufrido daños causados por Franco de una forma u otra. Pero no deseo que este asunto se valore desde ese punto de vista. Lo que importa no es la División Azul, sino el hecho de que el régimen de Franco es una amenaza grave para Europa. Esto debería tenerse en cuenta. Por eso creo que deberían tomarse algunas decisiones, incluso si eso significa romper las relaciones diplomáticas. Creo que debemos hacer algo contra ese régimen. Podemos encontrar otros medios. Solo tenemos que decir que no simpatizamos con el régimen de Franco y que consideramos justa la exigencia de democracia por parte del pueblo español. Solo tenemos que indicarlo y no quedará nada del régimen de Franco, se lo aseguro. Propongo que nuestros ministros de Asuntos Exteriores debatan si puede encontrarse otra forma más suave o flexible para hacer patente que las grandes potencias no apoyan a Franco y a su gobierno.
Truman: Me parece bien. Propongo pasar el asunto a los ministros.
Churchill: Debo oponerme a esto. Creo que este es un asunto que debe ser resuelto en esta reunión por los líderes de los gobiernos. Interferir en los asuntos internos de otros países es una cuestión peligrosa.
Stalin: No lo considero un asunto interno de España, puesto que su régimen se creó desde el exterior y es un peligro para Europa.
Churchill: Todo el mundo puede decir esto del régimen de cualquier otro país.
Stalin: No, no hay ningún régimen como el de España en ningún país. No queda ningún régimen como ese en país alguno de Europa.
Churchill: Portugal también podría ser condenado por tener un régimen dictatorial.
Stalin: No es la dictadura lo que importa. El régimen de Portugal es el resultado de un proceso interno, mientras que el régimen de Franco fue instaurado desde el exterior, por medio de la intervención de Hitler. Franco se comporta de manera provocadora y da asilo a nazis.
Churchill: […] En la Guerra Civil española hubo una intervención por ambas partes. La URSS intervino en un bando y Hitler y Mussolini, en otro. Pero, además, eso fue hace ya mucho tiempo. Creo que las acciones que pudiéramos decidir en esta reunión con respecto a ese problema servirían más para consolidar a Franco en su cargo. Y el gobierno británico no va a apoyar en lo más mínimo a este régimen, más allá de las relaciones comerciales.
Truman: Propongo que sean los ministros de Asuntos Exteriores quienes debatan si se puede encontrar otra forma más suave de llegar a un acuerdo sobre este asunto.
Stalin: Creo que este tema debemos resolverlo aquí. Propongo hacer una evaluación del régimen de Franco, incluyendo las observaciones hechas por el señor Churchill sobre la posible evolución de los acontecimientos en España. La situación del régimen de Franco debería ser uno de los puntos en la declaración que hagamos sobre Europa. Debería ser una declaración breve en la que dejáramos claro que nuestras simpatías son con el pueblo español y no con su régimen. Y sugiero dejar la forma en que debemos realizar esta declaración a los ministros de Asuntos Exteriores.
Churchill: No estoy de acuerdo con esta declaración. […] Hay muchas cosas que no nos gustan de otros países, como Yugoslavia o Rumanía. Yo no sé qué opinan realmente los españoles [sobre su régimen]. Hay muchas sombras en la opinión de los españoles. Creo que a la mayoría de ellos les gustaría deshacerse de Franco sin la interferencia de extraños.
Truman: Sugiero que pasemos a otro tema y ya volveremos al punto de España más tarde.
Atlee, Truman y Stalin al final de la conferencia de Potsdam (foto: Wikimedia Commons)
Después de Potsdam *
El día 2 de agosto de 1945 se hizo pública finalmente la declaración de la conferencia de Potsdam, que incluía un párrafo sobre España. Decía así: «Nuestros tres gobiernos creen que tienen el deber de señalar que no apoyarán una solicitud de admisión [a la futura Organización de las Naciones Unidas, que sería fundada oficialmente en octubre de 1945] que sea presentada por el actual gobierno español, el cual, habiendo sido establecido con el apoyo de las potencias del Eje, no dispone, por razón de sus orígenes, de su naturaleza, de sus antecedentes y de su estrecha asociación con los estados agresores, de los títulos necesarios para justificar su ingreso». El 5 de agosto, el gobierno de Franco respondió a esta declaración con una nota del ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martín-Artajo:
«Ante la insólita alusión a España que se contiene en el comunicado de la Conferencia de los Tres en Potsdam, el Estado español rechaza, por arbitrarios e injustos, aquellos conceptos que le afectan y los considera consecuencia del falso clima creado por las campañas calumniadoras de los rojos expatriados y sus afines en el extranjero».
Stalin murió en 1953 y Churchill, que dejó de ser primer ministro británico en su segundo mandato en 1955, nunca volvió a establecer relaciones con España. Por su parte, Estados Unidos también las rompió poco después, y su presidente no perdió su oportunidad de declarar públicamente en varias ocasiones que «nunca había sentido mucha simpatía hacia España». Mientras, sin embargo, negociaba en secreto con Franco la implantación de bases militares en la Península y le concedía al régimen ayudas económicas millonarias.
*Estos dos párrafos proceden de Israel Viana «La reunión secreta en la que Stalin, Truman y Churchill discutieron sobre cómo destruir a Franco tras la IIGM, ABC 5 de septiembre de 2019. https://www.abc.es/historia/abci-reunion-secreta-stalin-truman-y-churchill-discutieron-sobre-como-destruir-franco-tras-iigm-201909050154_noticia.html.