A Xosé Lois García, amigo y confidente.
Honestamente, no conozco a ningún escritor, periodista, artistucho y mucho menos político –solo conozco una excepción, y se llama Xosé Manuel Beiras– más o menos afín al nacionalismo gallego que maneje las referencias de Xose Lois García; desde que empecé a leerlo me sorprendió ante todo su afán divulgativo y su voluntad por dar a conocer a poetas, políticos, escritores e intelectuales que es difícil, por no decir imposible, encontrar como referencia en la mayor parte del faranduleo político televisado de las izquierdas realmente existentes, no sólo en el contexto Europeo sino también en sus periferias geográficas, culturales y económicas.
Uno puede ser fanonista teórico sin asumir compromiso práctico alguno en consecuencia, pero no fue ni es el caso de Xose Lois García si consideramos que el acto de divulgar y visibilizar a referentes y referencias del pensamiento anticolonial es -para mí lo es, al menos- uno de los mejores modos de decolonizar las conciencias de una izquierda que, aún a día de hoy, sigue usando referencias y referentes culturales que rara vez empatizan con experiencias y propuestas que trasciendan el marco eurocéntrico de partida.
Xosé Lois fue, ante todo, un divulgador a la vieja uzanza. Un divulgador con un marcado perfil político, cultural e ideológico que, además de mostrar y poner en valor la vigencia del pensamiento de Frantz Fanon, escribía desde la conciencia de que la teoría y la experiencia del psiquiatra, filósofo y escritor de la Martinica podía proyectarse en nuestra experiencia, en la experiencia gallega, sin que ello implique asociar miméticamente ambos contextos. Expresiones como mentalidad colonial, que en su tiempo eran tabú o delirio intelectual para los plumillas de lo político y lingüísticamente correcto -hay discreciones que parecen insultarte a la cara-, ahora son de uso común por políticos -no daré nombres- y periodistas -tampoco daré nombres- gallegos que en otros tiempos incluso llegaban a reírse de tal término.
Después de más de cuatro décadas de dictadura y otras cuatro de democracia televisada y de baja intensidad, la naturaleza interna -psicológica- de la dominación en el modelo occidental de democracia está más candente que nunca. A día de hoy, 8 de Septiembre de 2025, una de las correas de transmisión de ese modelo en este borde del Atlántico -el gobierno (ultraortodoxo en lo religioso y ultraconservador/neofascistas en lo político) de Netanyahu, protegido y financiado por el conglomerado industrial norteamericano sigue mostrándonos las múltiples caras en las que puede manifestarse una relación de dominación: la cara mediática, apropiándose de casi todos los medios de reproducción de la imagen y de la palabra, y la cara política, amenazando o comprando la voluntad de las altas instancias de deliberación y ejecución política de la mal llamada comunidad internacional. El anticolonialismo que nos propone Xosé Lois García nos estimula a hacer, como hacía el filósofo y médico de la Martinica, un peligroso ejercicio de imaginación empática con los mismos sujetos e instituciones que, a lo largo de los siglos, siguen interpretando la realidad gallega de una manera holística, total e integrada, sí, pero atribuyéndole implícitamente la naturalidad de un supuesto rol pasivo en el escenario político, cultural e histórico de esta Europa-frontera que, un día tras otro, no deja de ejercer ese rol pasivo con el que los gallegos de toda condición somos habitualmente interpretados.
Entender en qué consiste y cómo se reproduce una relación colonial de poder es tarea que la ciencia social puede asumir, pero interpretar con sutileza y precisión extrema cómo se comporta un sujeto colonial cuando es presionado por todo su entorno para que adapte su modo de pensar, sentir y actuar a los intereses de personas e instituciones con las que nunca en vida tuvo relación ni contacto, fue la tarea vital de esas múltiples referencias que Xosé Lois García nos legó a los gallegos en sus cientos de ensayos culturales: referencias como Frantz Fanon, como Aime Cesaire o como W.E.B Dubois son un ejemplo en el campo de las ciencias sociales y la filosofía, pero en el ámbito de la creación poética y literaria el escritor gallego es, sin duda –y esta es mi opinión personal-, el más completo e interdisciplinar divulgador gallego de ese ecosistema político, cultural y comunicacional de eso que aún insitimos en llamar lusofonía.
Completo, porque su análisis integra más variables que la mera conexión fonético-lingüística con Galicia: la conexión que Xosé Lois establece entre Galicia y la comunidad de países de lengua portuguesa es, además de lingüística, cultural, histórica y política. Y no sólo eso, su interpretación no considera a todos estos ámbitos como compartimentos estancos, sino como ámbitos conectados, cosa muy poco común en ese tipo de intelectual-especialista que sabe mucho de la caída de las hojas en Otoño más nada del aire que empuja las ramas de los árboles.
Xosé Lois García practicó y vivió in situ cultura decolonial mucho antes de que el término decolonialismo fuera moneda de cambio en las academias y habló de la necesidad de integrar a la literatura economicista del marxismo demodé en su tiempo elementos de antropología anticolonial -perspectiva femenina incluida- que algunos -no diré nombres- ínclitos nacionalistas de su tiempo no han podido o no quisieron incluir porque tenían demasiadas prisas por pasar a la acción y muy pocas ganas de pensar más antes de hacerlo.
Por esto, supongo, y por más motivos que no tengo tiempo ni espacio para detallar en este texto, la vida y obra de Xosé Lois García será siempre referencia y referente para los gallegos de allí y de allá que quieran resolver las perplejidades -y complejidades- de la condición colonial gallega. Que quieran entenderse a sí mismos asumiendo sus propias contradicciones con humor, imaginación y alegre irreverencia. No soy capaz, en tan poco tiempo y espacio, de abordar todos los matices de la obra de mi apreciado autor de «Por las diversas geografías de la Lusofonía», esa basta recopilación de conferencias y artículos que recomiendo encarecidamente leer; no, ni mucho menos, para que el lector use las referencias del escritor Chantadés para mimetizar el mismo discurso que los referenciados han producido en sus respectivos contextos, sino para buscar inspiración ética, estética y política, para interpretar las nuevas formas de dominación neocolonial que siguen reproduciéndose en nuestro país, para abrir un fecundo debate dialéctico así en el campo cultural y académico como en la sociedad civil, sobre nuestras afinidades y diferencias con otros contextos coloniales y experiencias de resistencia civil a un modelo de democracia y de desarrollo económico en franca decadencia que evidencia el profundo dolor que causa en las múltiples manifestaciones sociales de violencia que reproduce:
- La violencia ecosistémica, en su falsa consideración de la tierra como fuente inestable de recursos (cosificación instrumental de la naturaleza).
- La violencia inmisericorde y cotidiana contra el cuerpo y la conciencia de las mujeres, narrada en tiempo real por nuestros informativos como una agonía incesante (cosificación e hipersexualización de las mujeres)
- La violencia sexual homófoba y tránsfoba contra las opciones de vida y expresiones de erotismo y sexualidad no heteronormativas (cosificación del diferente)
- La violencia racial, desde la reproducción histórica de una economía esclavista reproducida geográfica y culturalmente en el contexto subsahariano y transatlántico y que, a día de hoy, aún constituye un fantasma histórico no superado en la realidad geopolítica africana y en la diáspora histórica del negro, fantásticamente narrada e interpretada -convertida incluso en alegoría política- por referencias históricas tan influyentes como Marcus Garvey, padre inspirador del pensamiento y praxis de Malcolm X, quien también supo identificar la trascendencia y la universalidad de la causa Palestina (cosificación del negro)
- Y, para finalizar, y a mi parecer, la partícula elemental de la que brotan todas las violencias sectoriales que he mencionado anteriormente: la violencia económica, a través de la constante depreciación y precarización del trabajo humano y de la normalización (en un pornográfico limbo de inmoralidad justificada con discursos pretendidamente científicos en los altos hornos de la teoría económica contemporánea) de modelos de desarrollo impuestos por la fuerza con la connivencia de una clase política totalmente vaciada de substancia, inquietud intelectual y volición ética en su comportamiento.
Xosé Lois García encarna esa rara avis de escritor todoterreno que crea, con el paso del tiempo, una mirada globalizadora, interdisciplinar y excéntrica -en el sentido de observar más allá de la Galicia política y administrativa- sobre nuestro país que, con el paso del tiempo, tendrá un inmenso valor para quienes deseen reivindicar su condición de gallegos dejándose ensuciar por el testimonio y la experiencia de lucha del otro, transitando esa frágil línea entre las formas cultas de la divulgación erudita o académica y las formas populares de expresión narrativa y poética del sujeto subalterno.
Es urgente, en estos pornográficos tiempos de vacío y violento exhibicionismo identitario, recuperar esa mirada mestiza e irreverente que caracteriza a los artículos, conferencias, poesias, narrativa y teatro de este entrañable, prolífico, alegre y socarrón cascarrabias.
Xosé Lois ha sido una excepción muy excepcional en este país. Pero, en verdad, es ya tiempo de exigir que nuestras excepciones culturales y políticas, nuestras meras individualidades, lleguen a ser hábito asumido.
Mil primaveras para ti y tantos más años, Xosé Lois.