He expresado en varias ocasiones durante los últimos tiempos que, a pesar de todas sus limitaciones, Izquierda Unida es hoy día el elemento político principal para aglutinar a quienes nos oponemos a las políticas neoliberales que se están aplicando. Y también he reconocido y reconozco que desde dentro de esa coalición se están dando pasos […]
He expresado en varias ocasiones durante los últimos tiempos que, a pesar de todas sus limitaciones, Izquierda Unida es hoy día el elemento político principal para aglutinar a quienes nos oponemos a las políticas neoliberales que se están aplicando. Y también he reconocido y reconozco que desde dentro de esa coalición se están dando pasos muy positivos para facilitar la convergencia de las personas y organizaciones que luchamos contra los recortes de derechos sociales y contra el daño continuo que provoca el capitalismo corrupto y sin bridas en el que vivimos. La mayoría de sus dirigentes y agrupaciones están implicados con acierto y gran compromiso en esa lucha. Pero reconocerlo no me puede impedir señalar que existen todavía lastres y herencias con los que no se termina de romper y que hacen muy difícil, por no decir imposible, que Izquierda Unida deje de ser una fuerza casi marginal en la sociedad y en la vida política española.
Hemos tenido noticias en las últimas semanas de cómo se marginaba en el grupo parlamentario a alguien como Gaspar Llamazares que es reconocido por propios y extraños como uno de los mejores y más inteligentes parlamentarios de España.
Ahora vuelve a salir en la prensa el escandaloso caso del representante de Izquierda Unida antes en Caja Madrid y ahora en Bankia, José Antonio Moral Santín, que recibe más de 500.000 euros anuales por su presencia en diversos consejos de administración y que siempre se ha opuesto (no es de extrañar) a las políticas financieras de la coalición y a las propuestas de nacionalización que Izquierda Unida ha apoyado (Estrella Digital 30-1-2012, Moral Santín, el comunista que se embolsó más de medio millón de euros«).
En los mismos días nos enteramos de que la alcaldesa de Manilva por Izquierda Unida ha colocado en diversos puestos del Ayuntamiento a los 17 miembros de la lista de IU así como hasta 57 familiares directos o políticos de estos, de los cuales13 son parientes de la regidora (El País 30-1-2012, «La alcaldesa de Manilva coloca de nuevo en el Ayuntamiento a toda la lista de IU«).
Finalmente, me llega también en estos días un enlace a la página web de las Juventudes Comunistas de Andalucía, una organización que forma parte de Izquierda Unida, que realmente pone los pelos de punta y que yo creo que en un país democrático estaría sencillamente prohibida. En ella, además de reclamarse seguidores de la obra de Stalin, presentan su club de alpinismo que lleva el nombre de Ramón Mercader y cuyo lema es «Clavando fuerte desde 1940».
Para quien no lo sepa, Ramón Mercader fue el estalinista que en 1940 asesinó a León Trosky a sangre fría, clavándole un piolet en la nuca y enterrando profundamente la herramienta en su cráneo, cuando se volvía hacia una ventana para leer los escritos que su asesino le había llevado como secuela.
Yo sé que estas cosas pueden pasar en otros partidos (salvo la apología de asesinos políticos, que solo ocurre en algunos de extrema derecha fascista o nazi). Pero es que yo pienso que en Izquierda Unida no podrían suceder nunca y que, si desgraciadamente aparecen, deben ser erradicados inmediatamente y no dejarlos ir, como está ocurriendo con Moral Santín, con esa alcaldesa o con las organizaciones, como la de las juventudes comunistas que he mencionado, que defienden auténticas e inaceptables barbaridades políticas, ideológicas e incluso personales.
La cuestión no es baladí. Si Izquierda Unida no se desentiende definitivamente de quienes entienden la política como un negocio personal o como un pasatiempo ideológico de desocupados que nunca han dado un palo al agua y si no va más allá de lo que quieren imponerle quienes están en el pleistoceno de las ideas políticas, Izquierda Unida nunca dejará de ser una simple fuerza testimonial y, además, del viejo modo de hacer política. Y seguirá condenada a dedicarse, como creo que ahora está ocurriendo en unos momentos tan importantes para Andalucía, a los simples conflictos internos para ver quién tiene más poder dentro de la organización o va antes en sus mermadas listas electorales, en lugar de a presentar ante la sociedad un compromiso atractivo y eficaz para cambiar la sociedad.
Espero sinceramente que Izquierda Unida sea capaz de desembarazarse de todos esos lastres y que ojalá lo consiga cuanto antes.
Juan Torres es economista
Su blog personal es: www.juantorreslopez.com
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