Crece el malestar de la sociedad civil de Trinidad y Tobago tras la decisión del gobierno del primer ministro Patrick Manning de confirmar los permisos de construcción de fundiciones de aluminio. Se temen sus posibles efectos contaminantes. Las manifestaciones contra esas plantas se intensificaron en los últimos días a pesar de la ofensiva mediática de […]
Crece el malestar de la sociedad civil de Trinidad y Tobago tras la decisión del gobierno del primer ministro Patrick Manning de confirmar los permisos de construcción de fundiciones de aluminio. Se temen sus posibles efectos contaminantes.
Las manifestaciones contra esas plantas se intensificaron en los últimos días a pesar de la ofensiva mediática de la firma estadounidense Alcoa, una de las que tiene previsto volcar inversiones en esas islas.
Esa compañía invitó a periodistas a su fábrica en Brasil, además de poner en el aire avisos televisivos mostrando que sus instalaciones en ese país sudamericano y en Australia conviven en armonía con la vida silvestre y la vegetación exuberante de su entorno.
Manning presentó a comienzos de octubre en el parlamento el presupuesto nacional 2006-2007 en el que figuran gastos vinculados a la construcción de esas fundiciones de metal.
En esa instancia, el gobernante explicó a los legisladores que se construirían dos fundiciones de aluminio, una de las cuales pertenece a Alcoa, a pesar de que «el Poder Ejecutivo comprende las preocupaciones planteadas por los ciudadanos respecto de la construcción» de esas plantas.
La otra empresa en cuestión, Alutrint, es una asociación entre la firma local Corporación Nacional de Energía (CNE), que posee 60 por ciento de su capital, y el venezolano Grupo Sural. Esa fundición producirá 125.000 toneladas de aluminio al año.
Hace ya dos años que los residentes de varias localidades de Cedros y Chatham, en la península sudoccidental, realizan bloqueos de rutas y otras protestas contra la construcción de esas plantas por razones ambientales y de sanidad.
Según el Grupo para la Protección del Ambiente de Chatham y Cap-de-Ville, la primera de ellas estará a unos pocos kilómetros de una falla geológica, lo cual hace que sea una zona «sísmica inestable».
Los residentes del lugar señalan que la instalación de Alcoa en Cap-de-Ville, con una capacidad de producción de 340.000 toneladas, emitiría una cantidad de monóxido de carbono (CO2) equivalente a 240.000 vehículos. Además, la población está preocupada por el tratamiento que la planta le dará a los desperdicios.
Los residentes cuentan con el apoyo de políticos de oposición, estudiantes y profesores universitarios, conocidos conductores de televisión y varias organizaciones no gubernamentales.
Los detractores erigieron un campamento a las fueras de la Universidad de Indias Occidentales (UWI).
El activista Wayne Kublalsingh señaló que, pese a que esa institución no dio su respaldo oficial, «creo que está a favor del derecho los profesores, los estudiantes y la comunidad a tomar una posición respecto de asuntos vinculados a intereses nacionales».
El grupo «Estudiantes de UWI contra las fundiciones» creó un sitio en Internet desde el cual urge a los ciudadanos a enviar sus opiniones respecto del asunto y la Sociedad del Cáncer de Trinidad y Tobago reclama un referéndum nacional al tiempo que recoge información para analizar las implicancias del proyecto para la salud.
Ramdie Overbie, presidente de desarrollo de metales derivados de minerales de Alcoa, dijo a IPS que la empresa construye «plantas de vanguardia que utilizan la mejor tecnología disponible».
Overbie señaló que es muy consciente de la situación refiriéndose a las preocupaciones de los residentes locales. «Todo el mundo tiene una opinión de un proyecto como este. Estamos muy seguros de que la planta no dañará el ambiente ni la salud de la población», remarcó.
La compañía sigue dispuesta a reunirse con «personas y pequeños grupos para discutir el proyecto y ya organizó reuniones en varios ámbitos comunitarios», añadió.
Manning también insistió en que «ambas plantas cumplirán con las normas ambientales más rigurosas de acuerdo con las prácticas internacionales establecidas por la Autoridad de Gestión Ambiental de este país.
El primer ministro señaló que la construcción de las dos fundiciones crearía más de 5.000 empleos y que luego quedarían unos 1.500 puestos permanentes. Además, se anticipó que más de 850 personas trabajarían en las industrias río abajo.
«Me gustaría señalar que ya hay fundiciones de aluminio establecidas en países desarrollados y en desarrollado incluyendo a Argentina, Australia, Brasil, Canadá, México, Nueva Zelanda y Venezuela», indicó Manning.
En febrero de 2006 Alcoa firmó un acuerdo de principios con el gobierno de este país para construir una fundición de aluminio con una capacidad de elaborar 341.000 toneladas por año y fábricas vinculadas. Se estima que el monto total del proyecto ascienda a 1.500 millones de dólares.
Alcoa está muy interesada en la planta que contará con el apoyo del gobierno pues éste se encargará de proveer la infraestructura necesaria.
Los documentos del presupuesto remitidos al parlamento mostraron que el año pasado se gastaron casi 24 millones de dólares de los 60 millones del proyecto para desarrollar el sitio y otros servicios para la fundición y una planta petroquímica.
Además, una publicación del Programa de Inversiones del Sector Público de 2006 reveló que ya comenzaron los trabajos de construcción de un complejo de Alutrint de seis millones de dólares para productos derivados del aluminio, aun antes de obtener la luz verde.
Y como para que la población se convenza de que este gobierno no tiene intenciones de dar marcha atrás a pesar de las protestas diarias, Manning anunció el fin de semana pasado la existencia de otras propuestas para construir una tercera planta.
La declaración concitó una inmediata condena.
Los programas de radio y televisión se vieron inundados con llamadas del público oponiéndose a la iniciativa y los diarios instaron al gobierno a repensar sus planes.
El presidente del Grupo para la Protección del Ambiente de Chatham y Cap-de-Ville, Fitzroy Beache, remarcó que los residentes del área afectada estaban molestos por la declaración de Manning pero no intimidados.
Los detractores de las fundiciones pueden ver truncada su campaña, en especial tras las declaraciones del primer ministro en las que remarcó que el gobierno no está dispuesto a recibir influencias insensatas relacionadas a la instalación de esas instalaciones en Trinidad y Tobago. ***** +Alcoa en Trinidad y Tobago, en inglés (http://www.alcoa.com/trinidad_tobago/en/home.asp) +Estudiantes de UWI contra las fundiciones, en inglés (http://groups.yahoo.com/group/uwiantismel= ter/) +No a las fundiciones de Trinidad y Tobago, en inglées (http://www.nosmeltertnt.com/index.html)