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La energía de un nuevo referente

Gabriel Rufián y la izquierda plurinacional del siglo XXI

Fuentes: Rebelión

​El panorama político de la izquierda popular y soberanista en el Estado Español asiste a una significativa reestructuración, marcando un claro desplazamiento en el epicentro de la influencia mediática y estratégica. Si la irrupción de Pablo Iglesias y Podemos hace no muchos años simbolizó el nacimiento de una fuerza rupturista anclada en una lógica de izquierda de carácter principalmente estatal, el liderazgo de Gabriel Rufián se perfila en la actualidad como el emergente más destacado de la izquierda con vocación popular y soberanista.

​El contraste entre ambos liderazgos es nítido. Mientras Pablo Iglesias construyó un espacio que, a pesar de sus intentos de integración territorial, se percibía internamente como una «bolsa de gatos asamblearios», a menudo paralizado por un debate identitario y un «jacobinismo» que le impedía articular la política fuera de una estricta óptica estatal, Rufián propone un enfoque distinto: la articulación de un nuevo frente popular del siglo XXI.

​La visión de Iglesias, en sus años de mayor influencia, tendía a subsumir la cuestión nacional en la cuestión social, sin otorgar el peso suficiente a la diversidad plurinacional del Estado. El antiguo líder parecía incapaz de ver la política de alianzas fuera de una concepción de izquierda monolítica.

​Por el contrario, Gabriel Rufián, portavoz de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) en el Congreso, ha señalado reiteradamente la necesidad urgente de un acuerdo amplio entre la izquierda soberanista y la izquierda confederal. Esta propuesta no es una mera táctica, sino la expresión de una convicción pragmática: que la única fórmula efectiva para frenar el avance de la derecha y la ultraderecha pasa por la suma de fuerzas desde una óptica plurinacional.

​Su divisa se ha resumido en un mensaje dirigido tanto a los independentistas como a la izquierda estatal: «Menos pureza y más cabeza». Con esto, el nuevo referente busca desterrar el repartimiento de «carnés de pureza» que tanto daño hizo a las alianzas progresistas, abogando por una estrategia de gran calado que ponga el foco en las políticas sociales y en la defensa de los derechos, incluso para aquellos que no comparten la simbología tradicional.

​El liderazgo de Rufián, más conectado con la comunicación digital y el fragor de la trinchera parlamentaria, se distingue por su capacidad para generar alianzas transversales, reconociendo que la supervivencia del bloque progresista en el Estado pasa por aceptar y potenciar la fuerza de las izquierdas periféricas. Así, el nuevo referente, Gabriel Rufián, representa una evolución crucial: el paso de una izquierda popular centrada en lo estatal a una izquierda popular y soberanista plenamente consciente de la plurinacionalidad y dispuesta al acuerdo pragmático.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.