La tibieza y cobardía de este Gobierno de coalición se hace cada día más palpable. Mientras los ataques de la derecha y la ultraderecha se suceden por doquier, y las críticas se vuelven cada día más salvajes, irracionales e injustas, este Gobierno de coalición se limita a defenderse en un tono de muy baja intensidad.
“¿En esto ha quedado tanta lucha, tanto sacrificio, tanta esperanza en un mañana mejor? ¿En esto tanto denodado esfuerzo de una clase obrera otrora solidaria, digna, que soñaba con un futuro poscapitalista para la humanidad? Pues lo siento en el alma pero de este tren descarrilado con locos que se creen dioses del limbo a los mandos y con destino a un infierno gobernado mañana por la ultraderecha, me bajo”
(Jon E. Illescas)
Y ante escándalos mayúsculos que han salpicado la vida pública recientemente, como la huida del Rey Emérito de nuestro país a los Emiratos Árabes Unidos, fruto del eco judicial y mediático de sus fechorías, este Gobierno de coalición descafeinado no aprovecha ni un momento para plantear las grandes transformaciones sociales, políticas y económicas que nuestro país necesita. Se queda en la propaganda, en la crítica, en el mensaje de Twitter, en la respuesta en una entrevista. Aún no se creen que son Gobierno. La gestión de la pandemia es tibia y deficiente, pues son cobardes para enfrentarse a las grandes asociaciones de patronales que lo único que desean es que les anulen todas las restricciones para poder seguir funcionando sus negocios, y evitar las pérdidas. Y ante la tibieza e insuficiencia de medidas como el Ingreso Mínimo Vital, se les compra el discurso de nuevo a los empresarios, que argumentan que cientos de miles de personas se quedarán en el paro o cerrarán sus negocios, creando más ruina económica y social que la que ya existe. Si hubiesen aprovechado la coyuntura para implementar una Renta Básica Universal, toda esa gente que se queda en paro, que ha de cerrar sus negocios, pero sobre todo, la gente que no posee lo necesario para poder vivir dignamente, se hubiese visto protegida.
Es falso por tanto el eslogan de que “No vamos a dejar a nadie atrás”, porque mucha gente se está quedando atrás, en el camino, en la cuneta, al igual que se quedaron en la crisis de 2007. Y mientras, los inmensamente ricos haciéndose cada día más ricos. Miles de personas que tenían un empleo ahora ya no lo tienen, miles de los que lo conservan son pobres, miles de los que nunca habían tenido que pedir alimentos para sobrevivir ahora lo están haciendo, miles de vidas se están quedando atrás. Y mientras, las críticas de la derecha y de la ultraderecha continúan, no cesan, y se vuelven cada vez más salvajes y crueles. Y entonces, si hagan lo que hagan van a ser criticados…¿por qué continúan instalados en la tibieza y en la cobardía? ¿Por qué no se enfrentan valiente y decididamente a los poderosos y blindan de una vez por todas los derechos a la vivienda y al sustento básico? ¿Por qué no derogan la LOMCE y la Reforma Laboral del PP? ¿Por qué no se atreven a derogar los Acuerdos con el Vaticano para limitar el inmenso poder de la jerarquía católica en nuestro país? ¿Por qué no aprovechan para proyectar un ataque en toda regla, profundo y sostenido, a la Monarquía? Si es que, lo hagan o no lo hagan, van a ser atacados y criticados por tierra, mar y aire…¿por qué de verdad no sientan las bases de una sociedad más justa y democrática para nuestro país? ¿Por qué siguen jugando a la tibieza, a las medias tintas, al sí pero no, a la corrección política, a la defensa en vez de al ataque?
Esa táctica cobarde solo está provocando la desafección de mucha gente de izquierdas, que está comprobando que ni siquiera con un Gobierno que se tilda de “progresista” (el “progresismo” es también un eslogan vacío y sin contenido, si no lo rellenamos con profundas transformaciones) podemos aspirar a conseguir los objetivos que venimos deseando para nuestro país desde el final de la dictadura. Claro, enseguida vendrán a decirnos que hay que seguir apostando por este Gobierno porque no existe alternativa, porque un Gobierno de PP, apoyado por Ciudadanos y por Vox, como existe en algunas Comunidades Autónomas, sería un desastre para el país y para el conjunto de la población, pero no se dan cuenta de que para avanzar en una sociedad hacia modelos más justos y democráticos hay que atreverse a realizar reformas valientes, transformaciones de calado, profundos cambios, porque de lo contrario, la gente que aspira a gozarlos y a defenderlos verán frustradas sus aspiraciones, y caerán en la apatía, que a su vez se traducirá en la abstención electoral, que volverá a reforzar a la derecha, como de hecho ya ha ocurrido en otras ocasiones en nuestra reciente historia. Toda esa masa crítica que aspiramos a cambiar las cosas de una vez por todas en nuestro país volverá a caer en la más profunda decepción, si es que no ha caído ya.
Hay que volver a recuperar la radicalidad en el lenguaje, en el discurso y en los objetivos. Hay que superar la condición de muleta del PSOE, con unos cuantos Ministros/as en el Gobierno de turno, para reconducir la estrategia hacia profundas transformaciones que, al menos por una vez, consigan para nuestra sociedad altas cotas de justicia social. Hay que volver a reivindicar la ruptura con el Régimen del 78, hay que dar respuesta a esa lucha de los pensionistas que siguen (y ya van años) reivindicando unas pensiones dignas, sobre todo una actualización digna de las pensiones más bajas. Hay que volver a los discursos de nacionalización de los grandes sectores económicos y productivos del país (y ni siquiera se han opuesto frontalmente desde el Gobierno a las últimas fusiones bancarias, de Bankia con Caixabank, y la que se proyecta de Unicaja con Liberbank, sabiendo que dichos procesos únicamente representan mayor concentración del poder económico, mayor desigualdad, mayor abuso y tiranía empresarial, y pérdida de empleos para los trabajadores y trabajadoras del sector). Hay que rescatar a los trabajadores, y socializar la propiedad de las empresas cuyos propietarios quieran dejar en la estacada, como es el caso actual de Alcoa, cuyos trabajadores/as llevan protagonizando huelgas desde hace meses. Se me podrá argumentar que dichos objetivos no están recogidos en el Acuerdo Programático del Gobierno de Coalición, pero lo cierto es que si no los planteamos cuando tenemos la oportunidad, será de nuevo una oportunidad perdida. No podemos continuar instalados en la cobardía y en la tibieza, defendiéndonos de unos ataques y de unas críticas cada vez más envalentonadas y más salvajes de la derecha y la ultraderecha. Si no volvemos a recuperar la radicalidad, todos estos objetivos se irán esfumando en el horizonte, y al final nadie se acordará de ellos. ¿Dónde están Izquierda Unida y el Partido Comunista de España? Hay que volver a recuperar sus valores y su ideario. No podemos dejar que se diluyan como un azucarillo dentro de los objetivos de un Gobierno “progresista”, que lo único que hace es defender sus posturas ante las ridículas y patéticas críticas de una ultraderecha desbocada, que hace prepotencia del insulto y de la descalificación más absoluta.
Para que un Gobierno sea legítimo también tiene que creérselo él mismo. Parece que este Gobierno no se lo cree. Parece que tiene que andar de puntillas para que no se escuchen sus pasos. Parece que a cada medida que toma tiene que ir pidiendo disculpas a una parte del país, cosa que no ocurre cuando gobierna la descarnada y desalmada derecha. No tenemos, sin ir más lejos, ni un solo canal de televisión en nuestro país que de verdad proclame los postulados de la izquierda, emita documentales de izquierda, entreviste a gente de la izquierda, debata con gente de la izquierda, y analice las noticias desde una crítica izquierdista. Tenemos un montón de canales de televisión privados, todos pertenecientes al ideario más conservador, desde la propia cadena de los Obispos (TreceTV), pasando por los canales más populares (A3, T5…), hasta llegar a La Sexta, que es el que juega a “poli bueno”, es decir, a hacer como que critica a la derecha y defiende a la izquierda, cuando en realidad es otro canal pagado y controlado por la derecha, por los poderes económicos y por los grandes conglomerados mediáticos del país. La Sexta “simula” ser un poco más “progresista” que el resto de canales, simplemente porque alberga algunas voces y opinadores más “críticos” con la derecha, pero no responde, como hemos propuesto más arriba, a los contenidos divulgativos de un canal izquierdista que se precie de serlo.
La política espectáculo, al estilo de la practicada en los Estados Unidos (al cual le seguimos siguiendo el rastro, incluso en tiempos de “Calígula” Trump), está cada vez más presente en este Gobierno de coalición. Pocos contenidos reales, pero mucho espectáculo. Cada conjunto de medidas es presentada en un gran foro, bien repleto de adornos y símbolos (incluidos los sempiternos patrocinadores), donde acude no solo el Gobierno en pleno (algo absurdo pues los Ministros/as ya conocen dichas medidas), sino que se invita a toda la plana mayor de los “agentes sociales” de este país, es decir, toda la pléyade de grandes empresarios/as, representantes institucionales y políticos de rompe y rasga, y todo ello bajo un clima de glamour y esplendor que no corresponden con la austeridad de un Gobierno que debiera practicarla y difundirla, pero de verdad. ¡Cuán enemigo de tantas zarandajas era nuestro querido y admirado Julio Anguita, referente, según ellos/as mismos/as proclaman, de algunos dirigentes de este tibio Gobierno de coalición! Hace falta menos política-espectáculo y más medidas reales que dignifiquen la vida de la gente, de los más desfavorecidos, de los más vulnerables. Hacen falta menos foros, menos escenarios, menos glamour y menos reuniones de salón y más política real que nos haga alcanzar cotas de mayor democracia y justicia social. La podredumbre y mediocridad de nuestros líderes gubernamentales salta a la vista, cuando solo son capaces de organizar bajo tanto bombo y platillo…¡las medidas huecas! La nada.
Si en esto ha quedado la izquierda, si este es todo el “progresismo” que pueden ofrecernos, siento decir que seguirán teniéndonos a su lado, seguiremos (al menos yo) votándolos (porque efectivamente las otras alternativas ni están ni se las espera), pero continuarán defraudando los ideales de justicia y democracia de muchos miles de personas, de generaciones anteriores y actuales, de dirigentes de la izquierda que dieron sus vidas por sociedades mejores, de represaliados por el franquismo que aún están en las cunetas, y de millones de personas (y creciendo) cuya vida es cada vez más frágil, más vulnerable, más sometida. Seguiremos votándoles a ellos/as, simplemente porque representan lo menos malo, pues la alternativa, ya lo sabemos, son las hordas salvajes y criminales de la derecha. Este Gobierno de coalición, con su tibieza y cobardía, seguirá contribuyendo a la desilusión de la verdadera izquierda, esa que aún aspira a profundas transformaciones sociales, políticas y económicas, y que contempla con estupor y vergüenza hasta qué punto los dirigentes de un Gobierno “de progreso” solo saben hacer lo que están haciendo. Los que aspiramos a otro mundo posible, a otra sociedad más justa y humana, no estamos orgullosos ni contentos. No podemos estarlo al comprobar hasta qué punto el posmodernismo imperante, la tibieza y la cobardía con que se limitan a defender insulsas medidas eclipsan lo que en el pasado criticaban abiertamente. Sin saberlo (o siendo conscientes, que es peor), están contribuyendo a extender el mantra del “todos los políticos son iguales”. Aunque no lo sean. Pero es que eso hay que demostrarlo.
Blog del autor: “Actualidad Política y Cultural” http://rafaelsilva.over-blog.es