Tengo que reconocer de antemano que a mí me gusta la publicidad que impacta y hace pararse a pensar. Pero también que sea clara y explícita en su mensaje, independientemente de que comparta el contenido Que impacte para hacer debate social y no que pase sin más por nuestra vida, influyéndonos en nuestro pensamiento sin […]
Tengo que reconocer de antemano que a mí me gusta la publicidad que impacta y hace pararse a pensar. Pero también que sea clara y explícita en su mensaje, independientemente de que comparta el contenido Que impacte para hacer debate social y no que pase sin más por nuestra vida, influyéndonos en nuestro pensamiento sin enterarnos o sin cuestionar las ideas dominantes del tipo que sean. Y esto viene a cuento de dos propagandas que han salido estos días. Una, en relación con el tema de los malos tratos a las mujeres, titulada «Golpea a la zorra», de una ONG danesa y otra, el calendario Pirelli 2010 del fotógrafo Terry Richardson.
La primera ha sido tildada de cruel, en la medida que se ve muy claro cómo cada vez que una mujer le dice algo al agresor, este le pega un puñetazo. Y nos hace sentir cómo suena el golpe, cómo la va marcando. Y también cómo repite una y otra vez, cada vez que ella responde. Y esto, en una realidad mundial, en la que una de cada tres mujeres es golpeada, obligada a mantener relaciones sexuales o padece algún otro tipo de abuso, no hace más que mostrar lo que realmente es: golpes, uno detrás de otro, deterioro, ensañamiento cada vez que dices algo y sobre todo, el pensamiento que está detrás: ¡Zorra, te lo mereces! Así qué para mí es una buena publicidad, clara y que hace pensar sobre una realidad de conculcación de derechos humanos. No intentemos ocultarlo o suavizarlo. Esta es una parte de la verdad de las relaciones entre hombres y mujeres en el mundo. Y para cambiarlas hay qué explicitar de qué hablamos. Hay que conseguir que algunos se sientan incómodos y por tanto rechacen esta forma de actuar e increpen a aquellos hombres que ejercen la violencia de género en sus diferentes variantes en sus relaciones. Y otras digan ¡basta! Esto no lo quiero ni para mí ni para ninguna otra mujer. Y de verdad, ¡lo que no se muestra no existe!
La segunda se nos vende como el calendario que nos muestra la belleza de Brasil. Bueno, pues esta sí que es una propaganda poco clara y subliminal, ya que en realidad nos dice que algunas chicas brasileñas están muy buenas y que aunque no puedas acercarte in situ a tenerlas, podrás soñar y disfrutar de ellas en tu trabajo especialmente si estas en un taller, camión… Algo así como: «Chicos, aquí tenéis a estas buenazas. Haceos pajitas. Animaos para llegar a casa y pedir guerra o buscarla en las que veáis por la calle. Bueno, y si no les apetece, no hagas caso. Ya sabes que el No de una mujer en realidad quiere decir SI. ¡Son tan rebuscadas!». Y hablando de la belleza de Brasil, ¿es que en Brasil no hay hombres? Y por qué no aparecen también mujeres como Nilcea Freire, Rousseff, Marina da Silva y otras muchas líderes que se dedican a trabajar para hacer que ese precioso Brasil sea cada día un poco más justo y bello para todos sus habitantes, mujeres y hombres.
E insisto, no es un problema de mojigatería respecto a enseñar el cuerpo. Sólo pido que la publicidad sea clara y no use a las mujeres como objeto sexual de reclamo.