En su intervención ante el VII Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba celebrado durante los pasados días, el presidente cubano, General del Ejército Raúl Castro Ruz, informó que el referido Pleno había acordado liberar de su condición de miembro del Comité Central al querido compañero Ricardo Alarcón de Quesada. Su salida del […]
En su intervención ante el VII Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba celebrado durante los pasados días, el presidente cubano, General del Ejército Raúl Castro Ruz, informó que el referido Pleno había acordado liberar de su condición de miembro del Comité Central al querido compañero Ricardo Alarcón de Quesada. Su salida del Comité Central establece, además, su salida del Buró Político de dicha organización. Para nosotros los puertorriqueños que tanto le apreciamos y respetamos por su incansable apoyo a la causa de la independencia de nuestra Patria, como también por su historial de lucha en la defensa de la independencia y soberanía del pueblo cubano, la decisión nos impacta.
Si bien reconocemos que la permanencia de los dirigentes en una organización política no es una condición perpetua, y más aún, que la Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba acordó, en todos los niveles incluyendo su Comité Central, la renovación de sus cuadros directivos, lo que es saludable a la vida partidaria, ciertamente su salida del Comité Central del Partido Comunista de Cuba representa la ausencia de una de las principales voces que como en el siglo XIX con el Partido Revolucionario Cubano, hermanan las luchas de nuestros respectivos pueblos.
La lucha de independencia de Puerto Rico tiene una deuda de gratitud hacia el compañero Ricardo Alarcón de Quesada. Durante años fue la voz del Puerto Rico en lucha ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, como antes en su juventud siendo dirigente estudiantil o cuadro político de una Revolución victoriosa lo hiciera ante diversos foros internacionales. Ricardo, además, fue inclaudicable luchador por la liberación de los prisioneros políticos puertorriqueños en cárceles estadounidenses y dedo acusador contra las políticas imperialistas de Estados Unidos sobre Puerto Rico. Esa deuda de gratitud del pueblo puertorriqueño hacia su persona, que es la deuda de gratitud de los puertorriqueños hacia pueblo cubano, su Revolución y sus dirigentes, es una deuda moralmente impagable. Por eso siempre estaremos agradecidos por la solidaridad de Cuba con Puerto Rico. Después de todo, como afirmara la poetisa puertorriqueña Lola
Rodríguez de Tió en el Siglo XIX, ¨Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas/reciben flores y balas en un mismo corazón¨.
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