José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en […]
José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en el Centro Andaluz de Fotografía «Operación Flecha Rota. Accidente nuclear en Palomares». Posteriormente dirigió el largometraje documental homónimo (2007).
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Seguimos en el capítulo VII: «Resultas y reparaciones». Antes de entrar en él una duda. En un correo me comentabas que has conocido recientemente al jefe de medicina interna del Hospital de Torrecárdenas. ¿Qué tal? ¿Qué impresión te ha dado? Creo que le han rechazado un permiso. ¿Quiénes, por qué?
JH.- Sí, desde hace un tiempo me había enterado que un doctor llamado Francisco Laynez Bretones estaba muy interesado con el tema de Palomares. Vi que iba en serio cuando en el último Congreso de la Sociedad Andaluza de Medicina Interna que se celebró en Mojácar (Almería), dio una conferencia que tituló: «Accidente nuclear de Palomares. Implicaciones médicas». Posteriormente contacté con él. Parecióme un hombre de sólidas convicciones, lleno de inquietudes, hambriento de lo veraz. Me informó que quería realizar un estudio epidemiológico sobre la radiactividad y cáncer en Palomares, aprovechando los recursos de la Escuela de Salud Pública, donde se concentran los historiales médicos completos de los enfermos de cáncer, incluidas las encuestas realizadas a los pacientes (trabajo, nutrición, sueño, tabaquismo-alcohol, modo de vida, etc.). Yo me permití ejercer de Nostradamus.
Se te debe de dar muy bien.
Le comenté que no se lo iban a permitir. Desgraciadamente así fue. Como tenían que buscar una excusa, un evaluador de la comisión adujo que ya había ¡más de 20 estudios al respecto! Francisco, ante el impune descaro de este señor, que ambiciona seguir trepando, le retó por carta a que le señalara esos estudios. Únicamente cabía el silencio como respuesta.
¿Qué tal en este tema la Escuela de Salud Pública que, salvo error por mi parte, depende de la Junta de Andalucía?
JH.- No te equivocas. Con estatus de empresa pública, depende de la Junta, que la controla políticamente desde su fundación. Teóricamente es un centro de excelencia, colaborador de la OMS y de la Org. Panamericana de Salud, cuya misión – cito textualmente – en el ámbito de la investigación es la de generar el conocimiento científico en el campo de la Epidemiología, la Salud Pública y la Gestión de los Servicios Sanitarios y Sociales. Como el poeta Luis Cernuda, esta institución parece moverse entre una dicotomía: la realidad y el deseo.
Por cierto, me adelanto un poco, hablas de ello en la página 296 de tu libro, pero creo que esta Escuela hizo alguna jugada extraña poco antes del referéndum otánico. ¿Nos puedes dar cuenta de ello?
JH.- SÍ, una jugada de infausto recuerdo. Probablemente presionados por los grupos medioambientalistas y la opinión pública, fueron convocados por la Escuela de Salud Pública poco antes del Referéndum de la OTAN, el Dr. Pedro A. Martínez Pinilla, que realizaba en ese tiempo el único estudio epidemiológico, el Decano de la Facultad de Medicina de Murcia y otros expertos, dirigidos por el Dr. Patxi Caralá, como grupo de investigación para la realización de un estudio exhaustivo sobre los efectos en la salud de la radiación en Palomares. Finalizado el referéndum jamás fueron convocados, ni recibieron ninguna anulación, justificación o comunicación del organismo.
Contra la justicia robada y el olvido, en pos de la memoria, recordemos los protagonistas: Consejero de Salud, Pablo Recio. Presidente de la Junta de Andalucía, José Enrique de la Borbolla. Presidente del Gobierno Felipe González.
Los españoles de la JEN se hicieron cargo de la limpieza del núcleo urbano. Gracias a la humanidad del coronel y Dr. Eduardo Ramos, que descontaminó holgadamente, muy por debajo de los estándares internacionales. Las calles y casas de Palomares quedaron perfectamente limpias. En la foto, junto a la zona 2-bis, lavado de la casa de Ana Guirao, la mujer que más alto nivel de plutonio mostró en sus análisis. (Foto: NARA)
¡Hombre, don Felipe ex GasGal Natural! ¡Está en todas partes! Regreso a donde nos habíamos quedado. Hablas, elogiosamente, del humanismo de un coronel, Eduardo Ramos. No es frecuente afirmas. ¿Por qué?
JH.- Ciertamente, no es nada frecuente, ni antes ni hoy día. Esta persona, que según varios de sus compañeros, era el mayor especialista que ha tenido España en radioprotección, sostenía ya en 1966 que cuando se trataba de población era aconsejable descontaminar hasta diez veces menos que lo estipulado en ley, sabedor que los estándares de protección radiológica han descendido imparablemente con el tiempo. Un ejemplo de su humanidad: él se empeñó en coordinar la limpieza del núcleo urbano. En principio se acordó para esa área la descontaminación de todo rincón igual o superior a 54 µgr/m2 de plutonio. En un teletipo enviado desde Palomares, los norteamericanos se quejaban porque al final terminaron limpiando niveles muy inferiores: El lavado de casas es realizado bajo la estricta petición de los monitores españoles de la JEN. Gracias a su celo, el área urbana fue la única zona efectivamente descontaminada en 1966. Alejar el plutonio de los hogares, su entorno más frecuentado, muy probablemente ha reducido los riesgos y consecuencias para su salud.
Por cierto, creo que no te lo he preguntado hasta ahora, ¿los afectados han llegado a demandar judicialmente alguna vez a las autoridades?
JH.- Los afectados, nunca. Los únicos que se atrevieron fue la Federación Provincial de Ecologistas en Acción de Almería hace dos años, con nuestro amigo José Ignacio Domínguez a la cabeza, que demandó en la Fiscalía de Medioambiente del Tribunal Supremo al CSN, CIEMAT y gobiernos anteriores como responsables subsidiarios por negligencia con la población.
Hablas de un estudio que yo desconocía: «Estudio preliminar de los efectos producidos por la explosión de una Bomba de 20 megatones en Torrejón de Ardoz». Te pregunto a continuación sobre él.
Cuando quieras.
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