KAMPALA, abr (IPS) – Clementine Auma todavía vivía en un campamento de refugiados en el distrito ugandés de Gulu cuando le entregaron un horno solar. Un año después, saca orgullosa de su choza la caja con la unidad para montarla y explicar a IPS su funcionamiento. Un dispositivo vital para este país en la línea […]
KAMPALA, abr (IPS) – Clementine Auma todavía vivía en un campamento de refugiados en el distrito ugandés de Gulu cuando le entregaron un horno solar. Un año después, saca orgullosa de su choza la caja con la unidad para montarla y explicar a IPS su funcionamiento. Un dispositivo vital para este país en la línea del Ecuador.Para mostrarlo abre el estuche y arma el dispositivo con facilidad. Despliega cuatro reflectores de aluminio dentro de una caja negra con vidrio. Auma, de 65 años, entrecierra los ojos para mirar al cielo y ubicar el horno en la posición correcta para recibir mejor los rayos solares que calentarán el agua de la olla para el té.
«Debes ver la sombra del horno cuando está al Sol para saber que está bien ubicado», explicó.
Auma fue una de las pocas que recibió el Sun Oven, en el marco de un proyecto piloto realizado en el norte y el sudoeste de Uganda para probarlo antes de fabricarlo y venderlo en todo el país.
«Es muy bueno porque puedes calentar té mientras trabajas en la huerta», añadió.
Horno solar
El horno consiste en una caja cuadrada de 50 centímetros de lado y 30 de profundidad. La parte exterior es de plástico con aislante, para mantener el calor, y la interna, de aluminio anodizado.
Tiene un estante oscilante que permite que el aire caliente de la cámara de cocción circule alrededor de la olla y nivele automáticamente la base de horno, que debe estar inclinada hacia el Sol mediante una pata colocada en la parte de atrás del estuche.
La cámara de cocción, pintada de negro mate para convertir mejor la radiación solar en calor, está cubierta de vidrio templado para conservar el aire caliente. El Sun Oven alcanza temperaturas similares a las de un horno común, aseguran sus fabricantes. El dispositivo pesa 9,5 kilogramos.
Puede utilizarse para cocinar casi cualquier alimento, a condición de que la cocinera o el cocinero sepan cómo mezclarlos antes de ponerlos, explicó Margaret Sempijja. «Alguna gente no sabe que se puede preparar posho (alimento a base de maíz) en este horno, y queda delicioso», añadió con una sonrisa.
Para Saida Matovu, el horno es conveniente y eficiente, pero lo encuentra muy pequeño para una familia grande y, por supuesto, no sirve cuando llueve.
Hay otro dispositivo de mayor tamaño para instituciones como escuelas u orfanatos.
Más de 90 por ciento de los 34 millones de habitantes de Uganda usa biomasa, por lo general leña, para cocinar y calefaccionar en ciudades y zonas rurales.
Estudios del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo indican que la leña y el carbón representan 88 por ciento y seis por ciento respectivamente del consumo de energía de país. El resto es a base de electricidad e hidrocarburos.
Tecnología apropiada
La primera vez que el príncipe Ronald Mutebi vio uno de esos hornos fue en una conferencia de rotarios realizada en Chicago hace siete años. De inmediato se dio cuenta que podía ser una herramienta útil para enlentecer la deforestación causada por el uso de leña y para proteger la salud de las ugandesas que tienen problemas respiratorios por estar muchas horas inhalando humo.
Mutebi, actual director de la consultora Sun Oven Uganda Tek Consult Group, se asoció con Sun Oven International, con sede en Estados Unidos, para importar los hornos. Ahora tiene previsto crear una fábrica en Uganda para distribuir el dispositivo en África oriental.
«Conocía la tecnología, pero no sabía que fuera tan efectiva. Cuando vi el horno en la conferencia pensé que Uganda estaba justo en la línea del Ecuador y tenemos abundante Sol. Si funciona en otro lado, con más razón en este país», dijo Mutebi a IPS.
El aislante es tan bueno que puede mantener caliente la comida hasta cuatro horas si no se abre la cámara de cocción, explicó.
«Es importante culturalmente, puedes preparar la cena a las cinco de la tarde y servirla en la noche», añadió Mutebi.
Los hornos solares fueron creados a mediados de los años 80 por Tom Burns, un jubilado que había sido dueño de un restaurante en Estados Unidos y miembro del Rotary International. Tienen una vida útil de alrededor de 15 años gracias a su resistencia y a que no se oxidan.
Los dispositivos fabricados en Uganda se venderán al equivalente de unos 170 dólares, pero bajarán cuando comience la producción en masa. «Sigue siendo caro para este país y estamos pensando en un programa para poder venderlo en cuotas», añadió.
Boca a boca
Varias organizaciones ven con buenos ojos el horno solar para mejorar la situación en muchas comunidades.
El grupo Nyanya-Kentale Kukama Butonde, con sede en el sudoriental distrito de Rakai, promueve su utilización.
La demanda de hornos aumenta a medida que la gente conoce sus beneficios, dijo a IPS el presidente de esa organización ambientalista, David Sentongo, quien pretende comprar una unidad industrial para tener un horno comunitario.
Mutebi informó que Sun Oven Uganda ya tiene los componentes para armar 365 unidades en el país. Espera poder comercializarlo antes de fin de año.
El precio sigue siendo el principal obstáculo de los hornos solares, cada vez más populares.
Clementine Auma es reacia a prestar su precioso horno pese a que es portátil. «Me lo piden prestado para hacer pan, pero temo que se dañe», explicó.