Hace pocos días conocíamos la circular de la Junta de Andalucía dirigida a los centros de enseñanza no universitaria para promocionar la música de semana santa y aspectos relacionados, como “realizar visitas a capillas” y “recrear un pequeño museo cofrade”.
Como han denunciado Andalucía Laica y otras organizaciones, la confesionalidad de la medida es evidente, pues la semana santa es una conmemoración cristiana, esos museos y capillas son católicos…
El presidente de la Junta, Juanma Moreno, y sus seguidores, apelan a la cultura popular y a la “identidad andaluza”, olvidando que no existe tal “identidad”, sino una gran diversidad de creencias y convicciones, que incluyen las de quienes se burlan de los “capillitas” y hacen chistes blasfemos sobre santos cuernos, palomas folladoras y el P.P. (pater putativus de Jesús).
Pero, por si quedaban dudas acerca de qué santo espíritu mueve al presidente de la Junta, ahora nos enteramos de que el 21 de marzo irá al Vaticano a visitar al papa Francisco, líder de la Iglesia católica y Jefe de Estado de la Santa Sede.
No le pedirá que la Iglesia y la Santa Sede avancen en Derechos Humanos (en particular de las mujeres), sino que le comunicará que en Andalucía hay una «gran devoción», a pesar de que es una comunidad de un Estado aconfesional y que por tanto su presidente no tendría que rendirle cuentas, ni pleitesía, ni mostrarle satisfacción (o insatisfacción) por la naturaleza de las creencias de las y los andaluces (que en todo caso engloban, entre otros, a los mencionados blasfemos).
Seguramente le refiera que está actuando sobre la educación infantil –por ejemplo, mediante circulares pre-semanasanteras– para que, a pesar de que (o quizás porque) cada vez menos niñas y niños cursan religión, aquella devoción no decaiga, o incluso crezca, dejando piadosamente de lado que el Estatuto de Autonomía andaluz proclama que “La enseñanza pública, conforme al carácter aconfesional del Estado, será laica” y que, por tanto, la religión no debe promocionarse, sino salir de la enseñanza.
Además, leemos que le hablará al papa del patrimonio que guardan conventos, iglesias y templos en Andalucía, me huelo que olvidando mencionar que gran parte de esos inmuebles, y muchos otros bienes públicos, han sido inmatriculados ilegítimamente (léase robados) por la Santa Iglesia Católica con la complicidad de los sucesivos gobiernos –de derechas y de izquierdas– de España… y con la satisfacción del papa, que no lo ignora, pues no es un papanatas y sabe que no son paparruchas.
En realidad, si el presidente andaluz no va al Vaticano a comunicar, digamos que por cortesía diplomática, que el Gobierno andaluz va a hacer todo lo posible por el bien común de la Comunidad (es decir, del pueblo andaluz) acabando con los inicuos privilegios educativos, económicos, simbólicos, mediáticos… de la Iglesia, no sabemos a qué demonios va. Desde luego, no a defender los intereses de los andaluces.
¡Ah, no, se me olvidaba!: sí que los va a defender, pues solicitará al papa que «interceda ante quien sea oportuno” (ya que sospecha que Jesús estará unos días de baja y Dios Padre de mala hostia) para que llueva pronto en Andalucía (pero cuidado, no en las procesiones de semana santa). No sé si con esto Juanma Moreno quiere parecer un santo, pero sí que consigue quedar como un sandio y untonto de capirote, y la imagen que proyecta es la del título de este artículo, para bochorno de muchos de los propios andaluces, creyentes cristianos incluidos. Por favor, no nos “identifiquen” con ese capillita irracional y antidemocrático; en Andalucía habrá bastantes como él, más o menos como en cualquier parte, pero también hay mucha inteligencia y respeto a la igualdad de derechos de los muy diversos creyentes e increyentes –no tanto a sus creencias e increencias 😉 –.