Ocho naciones insulares del océano Pacífico buscan salvar sus grandes reservas de atún, las mayores del mundo, pese al rechazo de los países de origen de las flotas que pescan en sus aguas. Los isleños, reunidos este mes en la conferencia de las partes del Acuerdo de Nauru, dijeron a los responsables de las flotas […]
Ocho naciones insulares del océano Pacífico buscan salvar sus grandes reservas de atún, las mayores del mundo, pese al rechazo de los países de origen de las flotas que pescan en sus aguas.
Los isleños, reunidos este mes en la conferencia de las partes del Acuerdo de Nauru, dijeron a los responsables de las flotas que desde el 1 de enero ya no podrán pescar en un área con forma de «m» en las aguas internacionales ubicadas al sur de Hawaii.
Actualmente, las flotas obtienen 85 por ciento del atún enlatado de la región a través de su Zona Económica Exclusiva, que se extiende hasta 200 millas náuticas de la costa. La medida se aplica a los buques que emplean redes de cerco, que capturan alrededor de las tres cuartas partes del atún del Pacífico -hasta 200 toneladas por vez- y lo venden a fábricas de enlatados, principalmente en Asia.
En pocos años serán eliminados del área los barcos palangreros, que usan anzuelos para capturar diferentes atunes para el mercado de pescado fresco y de «sashimi», un plato elaborado con pescado crudo. La zona es conocida como el Bolsón Oriental de Alta Mar.
Todas estas medidas combinadas crearán una zona del tamaño de India donde estará prohibida la pesca. Es decir que, por lejos, será la más grande del mundo, y según los científicos se convertirá en un imán para las especies que son objeto de pesca excesiva. Esto ayudará a recuperar los atunes del Pacífico, que cada vez más son blanco de flotas internacionales que ya han agotado las especies de los océanos Pacífico oriental, Atlántico e Índico.
A comienzos de este mes se realizó en Honolulu la reunión anual de la Comisión de Pesca del Pacífico Occidental y Central. Allí, Estados Unidos, ya muy criticado por sus políticas pesqueras en el Pacífico, se negó a apoyar la medida, reservándose el derecho de ser la única nación en pescar en el área, de 3,2 millones de kilómetros cuadrados. Bajo un tratado que expira en dos años y medio, Estados Unidos tiene derecho a hacerlo, aún cuando se obligue a otras flotas a reducir sus capturas. «Estaremos muy desilusionados si Estados Unidos no coopera con nosotros», dijo Sylvester Pokajam, de Papúa Nueva Guinea, portavoz del grupo de Nauru.
Sus miembros son los Estados Federados de Micronesia, Kiribati, las islas Marshall, Nauru, Palau, Papúa Nueva Guinea, las islas Salomón y Tuvalu.
Charles Karnella, quien lideró la delegación a la reunión pesquera, dijo que Estados Unidos no había decidido qué hacer porque estaba negociando una ampliación del Tratado del Atún del Pacífico Sur con las naciones insulares. Hace dos años, Estados Unidos respaldó la prohibición propuesta por el grupo de Nauru en los dos bolsones de aguas internacionales hacia el oeste, de 1,3 millones de kilómetros cuadrados.
A consecuencia, los miembros de la comisión pesquera, que incluyen a los ocho del Acuerdo de Nauru y a otras naciones pesqueras más distantes, como Japón, China, Taiwán, España y Estados Unidos, aprobaron por unanimidad el cierre de la zona, junto con otras medidas para frenar el declive de las últimas grandes existencias de atún del mundo. Estados Unidos ha acatado el cierre.
Pero este año, según científicos pesqueros, la situación del atún ha empeorado. No sólo las medidas de 2008 no lograron frenar al pesca excesiva, sino que además las capturas aumentaron alrededor de 30 por ciento.
Las reservas de atún de ojos grandes, que puede alcanzar 2,5 metros de largo y pesar 180 kilogramos, están particularmente agotadas: los expertos estiman que quedan apenas 17 por ciento de la población original en edad reproductiva. Esta variedad es la más buscada después del atún de aleta azul (que nada en aguas más frías y desaparece rápidamente). Esto se debe a que es muy apreciada por los amantes del sushi, debido a la adiposidad de su carne.
A los ejemplares jóvenes del atún de ojos grandes les gusta nadar con el atún barrilete adulto, una especie más pequeña y abundante, preferida por las firmas de enlatados. En la nueva área cerrada a la pesca, la proporción de los primeros atrapados en las redes de palangre es de alrededor de 30 por ciento. «El cierre es primero una medida para salvar al atún de ojos grandes», explicó Pokajam, portavoz del grupo de Nauru.
Este año, el grupo de Nauru redujo un tercio la cantidad de días en que los buques palangreros podrán pescar en sus aguas para 2011, en otro intento por frenar la sobrepesca.
Los científicos sostienen que las 80.000 toneladas de atún de ojos grandes que capturan anualmente las embarcaciones palangreras están haciendo colapsar a esta variedad. Desde 2008 vienen reclamando sin éxito una reducción de 30 por ciento en las capturas totales de la misma.
Es en este contexto que, en la reunión de la Comisión, Corea del Sur y la Unión Europea manifestaron su fuerte oposición ante la nueva medida, que Nueva Zelanda apoyó mientras Estados Unidos se mantuvo en silencio. A consecuencia, la decisión sobre este tema simplemente se postergó para el año próximo.
Estados Unidos cuenta actualmente con 36 buques palangreros en el Pacífico. Alrededor de una decena están apostados en el Pacífico central y llevan sus capturas a una empresa de enlatados en la Samoa estadounidense. Los demás son barcos taiwaneses que operan cerca de Asia y a los que hace pocos años se les permitió llevar la bandera estadounidense, lo que los liberó de las restricciones que el grupo de Nauru impone a sus clientes. Los beneficios que obtiene Estados Unidos con la medida nunca fueron explicados, y representantes de Estados Unidos se negaron a discutir el asunto.
En el marco del tratado, los contribuyentes estadounidenses cubren la mayor parte de los costos de las licencias que se pagan a las naciones insulares. A cambio de que los 40 barcos tengan un acceso irrestricto, Estados Unidos distribuye 18 millones de dólares en ayuda al desarrollo a 14 naciones del Pacífico.
La mayoría de los estados insulares denunciaron que el tratado, firmado en 1997, es anticuado e injusto.