Nacido en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) en 1972, Rafael Burgos es historiador, periodista y, en la actualidad, guía oficial de Cataluña. Ha colaborado en La Vanguardia, RNE y Enciclopèdia catalana. Entre sus publicaciones cabe destacar: Cervantes en Barcelona (Marge Books, ediciones catalana y castellana). Recientemente ha publicado en Icaria, Crema catalana, un libro apasionante […]
Nacido en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona) en 1972, Rafael Burgos es historiador, periodista y, en la actualidad, guía oficial de Cataluña. Ha colaborado en La Vanguardia, RNE y Enciclopèdia catalana. Entre sus publicaciones cabe destacar: Cervantes en Barcelona (Marge Books, ediciones catalana y castellana).
Recientemente ha publicado en Icaria, Crema catalana, un libro apasionante sobre la corrupción, el amiguismo y los negocios turbios-más-que-turbios. Sobre esta publicación conversamos en esta serie de entrevistas.
***
Estamos en el epílogo, breve, apenas dos páginas, y nos queda como cierre el caso Pujol, que merece todo lo que merece. Unas ocho preguntas, no más, he abusado demasiado.
El libro, señalas en este epílogo, es producto de más de tres años de seguimiento informativo en hemerotecas y de una ardua tarea de documentación basada en decenas de libros, revistas, periódicos, etc (¡siete páginas de bibliografía!). ¿Por qué te dio por ahí? ¿Qué hizo que depositaras tu mirada sobre este asunto-gran-asunto?
Pues aunque pueda sorprenderte, Salvador, el origen está en un asunto que nada tenía que ver con Cataluña. Fue una noticia relacionada con Egipto y el gas. En concreto, un empresario próximo al ex presidente Hosni Mubarak llamado Hussein Salem. Según informaban la publicación, habría dado un trato de favor a la multinacional española Unión Fenosa en un negocio relacionado con el gas. Fruto de ello obtuvo la ciudadanía española, lo que evitó su extradición al país africano para ser juzgado por blanqueo de dinero. Entonces me pregunté: ¿existen aquí casos similares en los que las connivencias políticas y financieras sean tan descaradas?
Los caminos del Señor, según dicen, son inescrutables pero lo de tu libro no anda muy lejos. Me lo cuentan y no me lo creo. ¡Bienvenido sea tu espíritu indagador!
¿Piensas continuar con un Crema catalana II? La nave de la corrupción sigue su camino por nuestro territorio (y por otros próximos desde luego).
Pues estoy un poco cansado, la verdad. Ahora lo que más me motiva es explicar algunos de los casos que aparecen en el libro, lo que te obliga a estar siempre al día puesto que siempre aparecen nuevas informaciones. No acabas de desligarte de todo ello. Por otro lado, te planteas tirar adelante otros proyectos relacionados con la corrupción a la vez que escribes de vez en cuando algún artículo sobre el tema. Siempre en medios alternativos porque los tradicionales se resisten. En cualquier caso, esta tarea de «apostolado» resulta muy estimulante. La verdad es que rara es la semana en que no hago alguna conferencia sobre la corrupción. Creo que es esencial para darnos cuenta de la información que nos llega y, sobre todo, la que no nos llega. Al fin y al cabo, la información es poder.
Pues creo que esta tarea de apostolado te pediremos que la ejerzas en nuestro Instituto, en el IES Puig Castellar. Estamos en Santa Coloma de Gramenet, una ciudad trabajadora que conoces bien.
Escribes: «Cuando hecho la vista atrás me invade una sensación agridulce!». ¿Por qué? Mi impresión es que has acertado de pleno. Has hablado e intervenido sobre un tema del que era urgente hablar, pal i paller de la política catalana durante tres décadas como mínimo. Una autoridad en el tema con las manos en la masa y en la crema, como el molt ex honorable (por no hablar de otros miembros del clan), lo ha corroborado una y cien veces más.
Sí. Me refería a la sensación -durante todo este tiempo- de estar solo, de que estás predicando en el desierto. No puede ser que alguien que no dispone de medios para analizar y hacer un vaciado de información tan ingente no disponga de ayuda o altavoces. Mientras tanto, quienes sí disponen de ellos no lo hacen. No es una queja a un medio en concreto. Simplemente es que echo la vista atrás y yo mismo me sorprendo. Si no llega a ser por el apoyo familiar (económico, sobre todo) no hubiera sido posible. Y la pregunta es, ¿y ahora qué? Toca volver a empezar de cero, incluso laboralmente. Quiero pensar que la semilla ya está plantada. Habrá que esperar, pues, a que arraigue y fructifique. Claro que también dicen que la creación genera sufrimiento. Más aún cuando el camino está lleno de obstáculos.
Te servirá de poco tal vez pero sé de muy buena tinta que muchos ciudadanos/as catalanes te estamos muy pero que muy agradecidos. Ni que decir tiene que yo soy uno de ellos. Soy presidente democrático y sin poder de mando del club de tus admiradores. Por cierto, hablando del tema, ¿no se te ha llamado a declarar por el caso Pujol? Poca gente mejor informada que tú para hablar del tema.
Se me propuso por el Grup Mixt, aunque luego saltó mi nombre. Creo que ha sido mejor así. Ahora asisto a alguna de las sesiones acreditándome como periodista y tengo una sensación de mayor libertad. No digo que por el hecho de ir a declarar no la tuviese pero vas, como lo diría, más ligero de equipaje.
Haces referencia a los medios de comunicación, especialmente la prensa escrita. Dices: «luchan por su supervivencia y de resultas de ello evitan cualquier alusión a noticias que resulten incómodas tanto para sus propietarios como para sus anunciantes (en ambos casos, mayoritariamente bancos y multinacionales)». ¿Es así? ¿Nos puedes dar algunos ejemplos?
Son muchos, en función de los temas. La Vanguardia o el ABC siempre serán complacientes con la Monarquía. Bueno, ¡qué medio de los grandes no lo es! El País ya es propiedad de los bancos y queda clara su posición con respecto a las políticas de determinados gobiernos latinoamericanos. La Razón, exactamente lo mismo. El Mundo, otro tanto. El Periódico acaba de vender un 21 % a José Manuel Lara (Planeta). El Punt Avui ha tenido su via crucis empresarial, también con Lara de accionista. Y el Ara intenta el equilibrio difícil, quizás una metáfora de la situación actual que vive periodismo escrito, que consiste en cuadrar los números mediante ventas en quiosco, la publicidad y los suscriptores. En la mayoría de cabeceras quienes se miran de reojo cualquier movimiento son el BBVA, Santander, CaixaBank y Telefónica.
Por cierto, lo que destacaba de tu epílogo en la pregunta anterior, ¿sigue siendo así?
Desgraciadamente sí. Podemos rasgarnos la vestiduras o aceptarlo y apostar por medios alternativos. Apoyarlos y, sobre todo, desconfiar y cuestionar las informaciones vengan de donde vengan. Para ello es esencial saber quién es el dueño del medio y por qué destacan una u otra noticia en la llamada agenda informativa. Proyectos como Crític, eldiario.es, Mongolia, La Directa, El Triangle, Alternativas Económicas, L’Accent, Tinta Libre o la misma rebelion.org son ejemplos de que se pueden (y se deben) hacer cosas.
Gracias por la referencia. Una de tus razones, lo dices tú mismo, ha sido ayudar a recuperar el interés por la política, «lo cual es un cierto despertar de la conciencia ciudadana». No sé si tiene alguna duda al respecto, pero es más que evidente que has ayudado… y mucho. ¿No lo ves así? Las presentaciones del libro, por lo que me cuentan, no he podido asistir hasta el momento por motivos laborales y familiares, son un exitazo.
Es la parte más agradecida. Es como salir del «laboratorio» después de muchas horas de investigación. Ves a mucha gente indignada, pero a la vez con ganas de hacer cosas. Es una riqueza y un estímulo que no debemos perder. Sería interesante unir todos estos anhelos de cambio. Somos muchos pero atomizados.
¡Como salir del «laboratorio» después de muchas horas de investigación! Es muy hermosa la comparación.
Te cito de nuevo: «Quiero dejar claro que en ningún momento me ha movido una actitud de desquite: menos aún de odio con respecto a aquellos que mueven los hilos en Barcelona y en Cataluña». ¿Y que habría de malo en ello? No hablo de odio, pero un poco-mucho de indignación y de gritar «ya está bien, ya está bien» ante tanta infamia, no parece que sea una actitud muy descortés y equivocada.
Tienes razón. Gritar bien alto para que quede claro por dónde no queremos ir. Eso sí, con la lección aprendida y con proyectos en la mano. A veces pecamos de ingenuos y de esto se aprovechan. En definitiva, que a eso que llamamos poder tenga frente a él un contrapoder.
El proyecto, ¿ha valido la pena? Desde mi punto de vista de lector y entrevistador, insisto en ello, sin ningún género de duda.
No sabes como agradezco estos comentarios. Cuando al acabar una charla o incluso por correo te llegan este tipo de mensajes son como una bocanada de aire fresco. Un estímulo. Pienso en la sensación que invade al actor mientras recibe el aplauso del público.
Pues hay muchos, cercanos a mi y no tan próximos, que están en pie aplaudiéndote. ¿No los notas?
Nos queda el caso Pujol-Ferrusola para acabar la serie.
Adelante con él.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.