Utilizando informaciones que están en flagrante contraste con la realidad, Monsanto trata de imponer, a través del gobierno de EE.UU., la dictadura corporativa sobre los cultivos y la alimentación en todo el mundo.
Monsanto, a través del gobierno de EE.UU., trata desesperadamente de invertir la tendencia negativa de sus vicisitudes creando mercados para sus cultivos genéticamente modificados (GMOs por sus siglas en inglés) mediante la coerción y la corrupción.
La Unión Europea aún no ha aprobado los cultivos GM para uso comercial o los alimentos transgénicos para la importación. Brasil estableció una prohibición de cultivos GM. India no aprobó los cultivos alimenticios GM y detuvo la difusión de Bt. algodonero en India del norte después de su atroz resultado en India del sur durante la primera temporada de cultivos comerciales en 2002.
La UE, Brasil e India están todos bajo ataque, abierta y clandestinamente, por no apresurarse a adoptar cultivos genéticamente modificados sin cuidado y sin garantizar la bioseguridad.
EE.UU. amenaza con iniciar una disputa contra la UE en la OMC por no importar alimentos genéticamente modificados. El representante comercial de EE.UU., Mr. Zoellick estuvo en Brasil a fines de mayo para obligar al país a que elimine la prohibición de cultivos GM. El Secretario de Estado de EE.UU. trató de intimidar a los países surafricanos en la Cumbre de la Tierra en Johannesburgo para que acepten alimentos transgénicos pero Zambia se negó a ceder. En India, la embajada de EE.UU. trató de presionar al Ministerio del Medio Ambiente a través de la oficina del Primer Ministro para que apruebe las importaciones de trigo GM, pero una importante movilización de grupos de mujeres como la Alianza Nacional de Mujeres por los Derechos Alimenticios del movimiento de Mujeres Diversas por la Diversidad, logró enviar de vuelta dos barcos cargados con 10.000 toneladas de trigo transgénico. Desde entonces el Presidente del Comité de Aprobación de Ingeniería Genética, que rechazó los cultivos y las importaciones GM ha sido destituido y cambiaron el Ministro de Agricultura.
Gente libre con informaciones libres dice no a los alimentos transgénicos por motivos tanto ecológicos como sanitarios. Sin embargo, la ingeniería genética está siendo impuesta al mundo por un puñado de corporaciones globales con el respaldo de un poderoso gobierno.
Los cultivos comerciales que utilizan la ingeniería genética no producen más alimentos ni reducen el uso de productos químicos. Aunque el hambre es una argucia frecuentemente utilizada para promover e imponer la ingeniería genética, los alimentos transgénicos tienen más que ver con la sed de beneficios de las corporaciones que con el hambre de alimentos de los pobres. Como señaló una información en el International Herald Tribune del 29 de mayo de 2003 con el título: «La guerra de la biotecnología reformulada en el contexto del hambre».
«El presidente George W. Bush está colocando su ataque contra la resistencia europea a los alimentos transgénicos como parte de una campaña contra el hambre en el mundo.
«Bush y sus asesores están haciendo un llamado emocional, diciendo que la posición de la administración forma parte de la lucha contra el hambre en el mundo. En un discurso de la semana pasada acusó a Europa de obstaculizar la «gran causa de terminar con el hambre en África» con su prohibición de los cultivos genéticamente modificados» (IHT, 29 de mayo de 2003).
La tecnología de la ingeniería genética no tiene que ver con la eliminación de la escasez de alimentos sino con la creación de monopolios de alimentos y semillas, el primer eslabón de la cadena y de la vida misma.
Después de haber presionado al gobierno de Lula en Brasil para que elimine temporalmente la prohibición de transgénicos, Monsanto ahora reivindica royalties por genes en los cultivos de Round up Resistance Soya, mostrando una vez más que los beneficios a través del cobro de royalties constituyen el verdadero objetivo de la extensión de cultivos transgénicos.
India ha sido obligada a cambiar sus leyes de patentes bajo TRIPS y el principal beneficiario de la Segunda Enmienda de la Ley de Patentes de India de 1970 son las corporaciones biotecnológicas como Monsanto, que buscan patentes de cultivos genéticamente modificados.
Las patentes también criminalizan e ilegalizan el trabajo humano para la reproducción de la vida. Cuando han patentado las semillas, los agricultores que ejercen su libertad y realizan su deber de ahorrar e intercambiar semillas son tratados como «ladrones de propiedad intelectual». Esto puede llegar a extremos absurdos como en el caso de Percy Schmieser cuyo campo de canola fue contaminado con la Canola Round up Resistant de Monsanto y en lugar de que Monsanto compensara a Percy por la contaminación sobre la base del principio de que «el contaminador paga», Monsanto le demandó 200.000 dólares por robo de sus genes. Monsanto utiliza agencias de detectives y a la policía para controlar a los agricultores y sus cultivos. Las patentes requieren estados policía.
La ingeniería genética no sólo está causando la polución genética de la biodiversidad y creando el bio-imperialismo, monopolios de la vida misma. También está causando una contaminación del conocimiento -socavando la ciencia independiente y promoviendo la seudo-ciencia. Está causando monopolios del conocimiento y de la información.
El injusto trato dado al Dr. Arpad Putzai que mostró los riesgos para la salud de las patatas transgénicas y al Dr. Ignacio Chapela que mostró que había sido contaminado el trigo en su centro de diversidad en México, son ejemplos de la intolerancia de la auténtica ciencia del sistema científico controlado por las corporaciones.
Las ficciones de Monsanto sobre el Bt. Cotton en India constituyen un ejemplo de la promoción de una tecnología innecesaria, no verificada, peligrosa, a través de la seudo-ciencia. Mientras la producción de algodón transgénico bajó un 80% y los agricultores sufrieron pérdidas de cerca de 6.000 rupias por acre, Monsanto utilizó a Martn Qaim (Universidad de Bonn) y a David Zilberman (Universidad de California, Berkeley) para publicar un artículo en Science para afirmar que la producción de Bt. algodonero aumentó en un 80%. Qaim y Zilberman publicaron su trabajo basado en datos suministrados por Monsanto, provenientes de las pruebas de Monsanto y no en la producción de los agricultores durante el primer año de producción comercial.
Los datos amañados que presentan un fracaso del Bt. algodonero como un milagro, ocultan que insectos y enfermedades no previstos aumentaron entre un 250 y un 300%, que los costos de las semillas fueron un 300% superiores y que la cantidad y la calidad del algodón fueron inferiores. Por este motivo, el 25 de abril de 2003, el Comité de Aprobación de Ingeniería Genética (GEAC, por sus siglas en inglés) del gobierno de India no autorizó que Monsanto vendiera semillas de Bt. algodonero en India del norte.
La falsedad de las afirmaciones de Monsanto también fue confirmada por el fracaso total del maíz híbrido en el estado de Bitar, motivo por el cual la compañía fue puesta en la lista negra por el gobierno.
En Rajastán, Monsanto conquistó el premio de los rendimientos milagrosos. Mientras sus folletos pretendían 50 a 90 q/acre, los agricultores cosecharon sólo 7 q/acre, un 90% menos de lo prometido. Los agricultores en el distrito Udaipur de Rajastán han iniciado una campaña para boicotear las semillas de Monsanto.
Los informes sobre estos fracasos no llegan al ámbito internacional porque Monsanto controla los medios a través del sesgo de sus relaciones públicas, exactamente como trata de controlar a los gobiernos y a la ciencia.
Nuestras cosechas están siendo contaminadas, nuestros alimentos contaminados, nuestra investigación científica y nuestras agencias reguladoras, amenazadas y corrompidas.
Éste es el contexto en el que tiene lugar la Conferencia de Biotecnología para Ministros de Agricultura en Sacramento, California, auspiciada por Ann Vanneman, Secretario de Agricultura de EE.UU. Ann Vanneman solía dirigir Agracetus, una subsidiaria de Monsanto. El Ministerio de Agricultura de Brasil es un rehén de Monsanto. La destitución del Ministro de Agricultura de India, Ajit Singh, unos pocos meses antes de las elecciones generales es un hecho destinado a asegurar que la amenaza a la supervivencia de los campesinos bajo el control corporativo de la agricultura no se convierta en un tema importante en la agenda y que el Ministerio de Agricultura de India también caiga bajo el control de Monsanto/ Cargill. La primera actividad en la que participó el nuevo ministro de agricultura, Rajnath Singh, fue una Conferencia Global de la Semilla organizada por la industria biotecnológica.
La sustentabilidad y la ciencia están siendo sacrificadas por un experimento insensato con nuestra biodiversidad y nuestros sistemas alimenticios que conduce a las especies y a los campesinos a la extinción. Debemos restituir la tecnología a la ecología y la ética para asegurar que se considere la totalidad de los costos ecológicos y sociales.
Lo que está en juego es la evolución de la naturaleza y la supervivencia de la gente, nuestra soberanía alimenticia y nuestra libertad alimenticia, la integridad de la creación y nuestros sistemas alimenticios basados en la libertad evolutiva de la naturaleza y las libertades democráticas de agricultores y consumidores. La alternativa que enfrentamos es el bio- imperialismo o la bio-democracia. ¿Tendrán unas pocas corporaciones un poder dictatorial sobre nuestros gobiernos, nuestros conocimientos e información, nuestras vidas y toda la vida en el planeta o nos liberaremos nosotros y a todas las especies, como miembros de la familia de la Tierra, de la prisión de las patentes y de la ingeniería genética?
Tenemos que recuperar nuestra libertad de cómo alimentarnos y nuestra soberanía sobre nuestros alimentos.
Nuestro movimiento en India quiere defender nuestra libertad en las semillas (Bija Swaraj) y nuestra libertad en los alimentos (Anna Swaraj) defendiendo nuestros derechos y negándonos a cooperar con leyes inmorales e injustas (Bija Satyagraha). Conservamos y compartimos nuestras semillas, boicoteamos las semillas corporativas, estamos creando zonas agrícolas libres de patentes, libres de productos químicos, libres de ingeniería genética para asegurar que nuestra agricultura permanezca libre de monopolios corporativos y de la contaminación química y genética.
Nuestro pan es nuestra libertad. Nuestra libertad asegurará nuestro pan. Y cada uno de nosotros tiene el deber de ejercer la libertad del pan (Anna Swaraj) – por el bien de la tierra, de todas las especies, para nosotros y las generaciones futuras.
Título original: Biotech Wars: Food Freedom Vs Food Slavery
http://www.zmag.org/sustainers/content/2003-06/23shiva.cfm