Más de la mitad del bosque de caldén en Argentina ya no está. Según estimaciones, de las 7.350.000 hectáreas que había orginalmente (una superficie que equivale a la mitad de La Pampa), hoy hay menos de 2.300.000 hectáreas, un 31%. Y el problema no termina. El que queda no es el original, está fragmentado, y […]
Más de la mitad del bosque de caldén en Argentina ya no está. Según estimaciones, de las 7.350.000 hectáreas que había orginalmente (una superficie que equivale a la mitad de La Pampa), hoy hay menos de 2.300.000 hectáreas, un 31%. Y el problema no termina. El que queda no es el original, está fragmentado, y con las vacas y el arado a punto de entrar.
Según el «Inventario de campo de la región del Espinal, formaciones de Caldén y Ñandubay», el desmonte para leña, los incendios y la extensión de la frontera agropecuaria, son algunas de causas del estado crítico en que se encuentra el bosque de caldén.
Realizado por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, señala que las «diferentes actividades humanas como el desmonte para la reconversión de tierras, la extracción selectiva, el sobrepastoreo y los incendios forestales, han contribuido a la reducción de la superficie boscosa total y degradaron cualitativa y cuantitativamente los bosques remanentes de caldén».
Un lugar en el mundo
El caldenal es único en el mundo. Originalmente ocupaba el centro y sur de San Luis, sudoeste de Córdoba, centro sur de La Pampa, sur de Buenos Aires y el noreste de Río Negro.
Entre llanuras y algunas ondulaciones, era un bosque abierto con caldenes de gran porte creciendo entre pastizales.
Pero la situación cambió. De la superficie original apenas queda un 31% y en muy mal estado.
En Córdoba ocupaba unas 3.000.000 de hectáreas (un 20% del territorio provincial), mientras que hoy no supera las 50.000 has. (un 0,3% de la Provincia).
En San Luis, antes, cubría unas 850.000 has. y ahora apenas unas 644.000 has. (un 1,8% del total provincial).
En La Pampa había una superficie de bosque de 3.500.000 has., que abarcaba el 24% de la superficie provincial. Hoy apenas quedan un remanente de no más de 1.600.000 has., es decir, apenas un 11% del territorio provincial.
Tiempos difíciles
«En la actualidad los bosques de caldén están siendo amenazados por la extensión de la frontera agrícola favorecida por los valores de mercado de los productos agropecuarios, el aparente incremento de las precipitaciones en la región en los últimos años y la utilización de modernos sistemas de labranza e irrigación que permiten el uso de áreas que en el pasado no eran deseables para cultivos», agrega el Inventario.
Y el panorama es bastante desalentador. Desmontes, incendios, caminos y picadas, campos arados… parten el bosque y lo convierten en un gran tablero de ajedrez. El problema es que se fragmenta el hábitat de cientos de especies vegetales y animales. Existen fragmentos que van desde una hectárea (una manzana en una ciudad cualquiera) hasta unas 50.000 has. Pero lo más alarmante es que la mitad de estos corresponde a fracciones de menos de 100 has.
Especies que se van
Están identificadas una variedad de 333 especies de vertebrados, 71 mamíferos (mayormente terrestres), 68 reptiles, 15 anfibios y un total de 178 especies de aves, de las cuales unas 70 son acuáticas, semiacuáticas o periacuáticas.
Sin embargo, se denuncia que la degradación y la pérdida del hábitat son una amenaza actual.
«En los últimos 100 años se han extinguido localmente unas 15 especies de vertebrados, y dos aves migratorias, la Gallineta antártica y el Playero esquimal, están a punto de desaparecer globalmente. La presencia histórica de algunas especies perdura sólo en toponimias que hoy sorprenden, pero que hace apenas un siglo testimoniaron, por ejemplo, la existencia de Panthera onca («tigres» o yaguareté,) y de otros representantes de una fauna hoy extirpada para siempre del centro de Argentina».
Según el trabajo de la SAyDS, ya no hay bosque original. De hecho, el que se observa, corresponde a una nueva configuración que le han dado el ganado, el fuego (sólo «en La Pampa se quemó un promedio de 300.000 hectáreas por año en los últimos 5 años») y la introducción de especies exóticas. Así, caldenes flacos y pastizales naturales modificados conforman hoy un bosque impenetrable.
* Pablo D’Atri
Ecodigital
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