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Los alumnos de Secundaria y Bachillerato reavivan la “Marea Verde”

Hacer novillos pasó de moda

Fuentes: Rebelión

En lo que llevamos de curso escolar se ha detectado una nueva tendencia estudiantil a abandonar los centros de estudio en fechas señaladas. Pero lejos de todo secretismo, los estudiantes no se esconden en sus casas o se escabullen furtivamente por la puerta de atrás. Esta temporada lo que se lleva es exhibir la ausencia […]

En lo que llevamos de curso escolar se ha detectado una nueva tendencia estudiantil a abandonar los centros de estudio en fechas señaladas. Pero lejos de todo secretismo, los estudiantes no se esconden en sus casas o se escabullen furtivamente por la puerta de atrás. Esta temporada lo que se lleva es exhibir la ausencia en plena calle, componiendo un desordenado peregrinaje desde Cibeles hasta Sol. De rostros aniñados o expresión madura, altos o bajitos, aplicados o perezosos, estos jóvenes peregrinos son identificables por un rasgo común : visten camisetas verdes.

Por supuesto, todo desfile tiene un color y es el verde el que está de moda. Este tono alegre ha conquistado los institutos públicos en los que, en ausencia de uniforme, los alumnos han decidido adoptarlo como color de la temporada. Por la misma pasarela por la que los profesores lucieron ya el modelito, los estudiantes madrileños de entre 13y 18 años se han enfundado las camisetas verdes que combinan con todas las huelgas y manifestaciones. En ellas puede leerse: ‘Escuela Pública, de tod@s para tod@s’.

Instrucciones 2011-2012

A principios de septiembre la «Marea Verde» estaba compuesta por un goteo incesante de docentes que parecían mostrar su solidaridad con los profesores despedidos. Pero las concentraciones convocadas a lo largo del primer mes de curso y, sobre todo, tres jornadas de huelga probaron que se trataba de algo más que una protesta puntual. Según denuncian desde la Plataforma Soypública, los recortes en educación pública empezaron hace cuatro años en educación primaria, por lo que el caudal por el que debía transitar la marea había sido ya erosionado.

Sin embargo, este verano se produjo la gota que colmó el vaso para los profesores de los centros de enseñanzas medias. Así, las primeras protestas de las que se hicieron eco los medios de comunicación tuvieron lugar en el mes de julio, inmediatamente después de que la Viceconsejería de la Comunidad de Madrid hiciese públicas las instrucciones para el año 2011-2012. Estas directrices afectarían a todos los centros públicos no universitarios como los Institutos Públicos de ESO, Bachillerato, Formación Profesional o Escuelas Oficiales de Idiomas.

En las instrucciones se establecía que las horas de docencia directa pasarían de 18 a 20, un aumento que no modifica las 37,5 horas semanales que constituyen la jornada laboral del profesorado, pero que suscitó polémica por suponer una menor capacidad de atención a cada grupo. Otra de las medidas más contestadas fue la desaparición de la hora de tutoría directa con los alumnos, parte de la orientación académica.

Pero a estas medidas se sumaba además la no renovación del contrato de un elevado número de profesores, cifras que varían entre los 3000 profesores despedidos según los sindicatos y los 1500 según la Comunidad de Madrid, siguiendo la necesidad de recortar el gasto público. A pesar de que la asignatura de Manualidades no forma parte de su currículo académico, los recortes iban a marcar el nuevo curso para estudiantes de ESO y Bachillerato.

El buzón de la Consejería de Educación rebosa desde la publicación de las instrucciones de cartas de denuncia sobre esta situación. Pero ante las ineficiencias que pudiera tener el sistema de reivindicación postal, un 59% de los docentes de secundaria, según estimaciones sindicales, respaldó el paro de tres días consecutivos que comenzó el martes 20 de septiembre.

Estudiantes se desmarcan

Actualmente el profesorado, motor indiscutible de las protestas, ha realizado ocho jornadas de huelga en la Comunidad de Madrid, mientras una nueva corriente de afectados por los recortes se ha sumado progresivamente a la movilización: los estudiantes de educación secundaria acumulan 10 jornadas de huelga en este singular marcador, que se suman a marchas y otros actos de protesta. La «Marea Verde» que cubrió las calles en septiembre ha inundado poco a poco las aulas de los institutos públicos.

Para Miguel, estudiante del Instituto San Isidoro de Sevilla que prefiere no revelar su apellido, es importante distinguir que «nos manifestamos como estudiantes, no por los profesores».

Mientras en Chile fueron los estudiantes los primeros en lanzarse a las calles por los recortes en educación, en España todo parecía indicar durante los primeros días de curso que los docentes serían los encargados de canalizar las protestas. Ellos eran los más inmediatamente afectados por las medidas mientras en el ejemplo latinoamericano son los estudiantes los que sienten una amenaza inminente a su derecho de acceso a la educación. Sin embargo, a medida que avanzaban los días, un nuevo movimiento estudiantil empezaba a germinar en los patios de los institutos madrileños.

Álvaro Ramos, estudiante del Instituto Ramiro de Maeztu y uno de los primeros involucrados en el movimiento de su centro, consideraba la acción en el instituto como «una forma de que nosotros podamos reivindicar, en las manifestaciones no se nota tanto». Ante la mirada de las canastas y la efímera presencia de algunos aperitivos, apenas quince minutos de recreo debían bastar para la organización. El descanso entre clases fue la opción preferida para el intercambio de impresiones ya que en Madrid no existe el derecho de asamblea de estudiantes en horario lectivo.

Educación asamblearia

El contacto entre alumnos e institutos ha sido favorecido, como en el caso de tantas otras revueltas desde la popularización de Internet, por las redes sociales. Mientras las tecnologías de la información tratan de implantarse en los centros educativos como una destreza imprescindible, los alumnos han demostrado que dominan las herramientas electrónicas de socialización por encima de cualquier estándar académico en materia 2.0. Así, la mayoría de institutos tienen perfiles en la red social Tuenti, Twitter o Facebook, donde debaten los lugares de encuentro y hacen públicas sus reuniones.

Fue precisamente el contagio por redes sociales lo que propició que la filosofía de la primera asamblea de estudiantes, creada en el centro de Madrid, a casi 7 kilómetros de Sol pero con costumbres cercanas al Movimiento 15M, pudiera colonizar otros patios de recreo. Esta asamblea está de aniversario ya que los alumnos, como indica Alejandro Araujo, uno de los impulsores, la formaron en noviembre de 2010 con la intención de mejorar su participación en el centro y ha reforzado su presencia con las últimas protestas. El 19 de septiembre, este centro acogería el primer encierro de profesores y alumnos de la Comunidad de Madrid, que facilitaron el siguiente comunicado:

Alumnos, ex alumnos, familias y profesorado del IES Juan de la Cierva de Madrid, calle Caoba, 1, se encuentran encerrados en el mismo apoyando las jornadas de huelga convocadas en defensa de la Educación Pública y solicitando la retirada de las Instrucciones de principio de curso dadas por la Consejería de Educación, que suponen para este centro la supresión de catorce profesores cuando el número de alumnos se ha incrementado.

Una de las primeras asambleas que le siguieron nació en el Instituto Ramiro de Maeztu, donde algunos antiguos alumnos realizaron una convocatoria de reunión entre las campanas de recreo el jueves 22 de septiembre. Carteles, octavillas, pancartas… Ahora universitarios, los egresados del centro explicaron a los interesados como coordinarse frente al «atentado que está sufriendo la enseñanza pública», según escribirían posteriormente en sus panfletos.

Esta suerte de entrenamiento sería impartido más tarde por los propios estudiantes de secundaria del Ramiro de Maeztu a otros centros donde las protestas querían poner a examen las políticas educativas de la comunidad. El «Comité de extensión» de este centro se había planteado visitar dos nuevos institutos cada viernes. Según declaró un portavoz de este Comité el 28 de septiembre «ya tenemos catorce institutos en lista de espera que quieren que les ayudemos.»

Ante la pregunta de quién es el responsable del movimiento, Inés Collado, de 1º de bachillerato, tiende una amplia invitación «lo hemos hecho entre todos, pregunta a quién quieras». Álvaro Ramos explica que siguen el ejemplo del alumnado de bachillerato en el Juan de la Cierva que «había empezado con la costumbre de Sol y todo el rollo». Se refería a la creación de asambleas y protocolos de democracia participativa.

Aunque las protestas contra los recortes en educación pública no tengan una vinculación directa con el 15M, la respuesta ciudadana ha podido verse influenciada por este movimiento que «ha hecho pensable que la movilización vale la pena, además de ser justa» según Pedro Chaves, Profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid y ex director de la Fundación por la Europa de los Ciudadanos.

Igualmente, Julio Alguacil, profesor de Sociología en la Universidad Carlos III, considera que la dinámica asamblearia en los institutos «también es un proceso pedagógico y de aprendizaje sobre la participación e incrementa la capacidad de estimación de los participantes».

A la 2ª asamblea del Ramiro de Maeztu se le hizo de noche. En tres horas se creó ad hoc una comisión de encierros que se encargaría de la primera de una larga lista de acciones nocturnas. «Hicimos comisiones, acta, turno de palabra y todo eso. Lo hicimos bastante serio» relata Álvaro frente a la puerta del instituto, mientras sujeta sus enseres para pasar la noche y un libro no para de escurrírsele bajo el brazo.

Al igual que sucedió en el Instituto Juan de la Cierva, el encierro transcurrió sin puertas que atestiguasen el pretendido confinamiento. Los menores pasaron la noche en la calle ya que existía una gran confusión en torno a si estaban o no autorizados para pernoctar en el centro y si debían o no tener permiso paterno.

En torno a estas incertidumbres que hicieron que los sacos de dormir se desplegaran en plena acera, Jacobo Dopico, profesor de derecho penal en la Universidad Carlos III, explica que «carece de relevancia jurídica el mero hecho de que unos menores se encierren en un colegio». Asimismo, aclara que en lo referente a jóvenes de 16 o 17 años el permiso paterno «no tiene por qué ser expreso para ausentarse del hogar paterno».

A diferencia de los asamblearios pioneros, los alumnos del instituto Ramiro de Maeztu sí recibieron la atención de las cámaras de televisión, tal vez por ser uno de los colegios más mencionados habitualmente en los medios. Aún así, según Montserrat Carrazo, de 15 años, no siempre informa como a los alumnos les gustaría «se supone que somos uno de los colegios públicos más importantes y no estamos de acuerdo con Esperanza Aguirre, que nos pone como ejemplo».

Tras la marcha de los periodistas, entre los corrillos que copaban la acera una chica comentaba nerviosa que su padre había visto la concentración por la televisión. A pesar de esta cobertura, desde las pantallas de los hogares no podían descifrarse los irregulares carteles que habían convertido la fachada del instituto en un jeroglífico reivindicativo con lemas como «Se abre el telón. Sale Esperanza. Se privatiza el telón.» Entre estos muros estáticos podía verse un cartel andando de un lado a otro, esta vez sujetado por una profesora que había escrito «todos mis alumnos son excelentes». Aquella noche, durante la asamblea, un estudiante preguntó entrecortadamente quién escribiría el acta. Una compañera respondió bromeando «Jorge, tú, que escribes muy bien, que ya casi no tienes faltas».

Los asistentes a la asamblea admitieron que su instituto no sufría grandes deficiencias respecto al curso anterior, aunque Laura Montes, de 16 años, asegura que «al aumentar las horas, la atención que recibimos es menos concreta». Aprovechando la presencia mediática, los estudiantes querían que los colegios más pequeños se animasen a seguir su ejemplo.

Transformados a local en boga, otros centros educativos empezaron a acoger estancias nocturnas y las recién creadas asambleas se pusieron en contacto. El 6 de octubre se reunió por primera vez la Asamblea Interinstitutos en el Campus de Somosaguas, en un intento por crear un espacio nómada donde elaborar reivindicaciones comunes.

La asistencia no es obligatoria, pero antes de empezar se pasa lista: han acudido representantes de 15 institutos de la Comunidad de Madrid. Tan sólo cinco días más tarde tenía lugar otro encuentro, esta vez frente al IES San Mateo. Miguel, el benjamín de su clase de 2º de bachillerato, explica que «el Ramiro (de Maeztu) tiene poder por ser el Ramiro, pero nos tenemos que mover todos». Miguel tiene argumentos para llamar a la movilización, y es que el descontento aún no había alcanzado a algunos alumnos. Pone como ejemplo el instituto San Blas, en el que, asegura, a mediados de octubre aún no tenían profesores de Geografía o Historia del Arte: «los estudiantes no habían hecho nada porque consideraban que así tenían tiempo libre».

Protesta bicéfala

Las asambleas independientes de estudiantes no son las únicas cabezas visibles del movimiento estudiantil. El Sindicato de Estudiantes, la organización con mayor implantación en los centros, 2000 en este curso, ha impulsado también las protestas. Sin embargo, desde las asambleas se trasladan ciertas reticencias a unirse al Sindicato frente a voces que apelan a la unidad.

Este colectivo tiene un fuerte componente de ideología marxista y Tohil Delgado, Secretario General, cree que tratar de despolitizar las protestas sería «un error. ¿Quién está interesado en que haya una buena red de escuela pública? ¿Botín? Él nunca va a enviar a su hijo a la escuela pública». Sin embargo, esta marcada ideología de la organización despierta rechazo entre algunos estudiantes que han preferido organizarse en asambleas independientes.

Desde el Sindicato no ocultan que ambos grupos trabajan separados, pero Tohil Delgado afirma que se debe a que «no nos hemos encontrado». A pesar de esta falta de encuentro entre estudiantes, que desde el Sindicato no quieren tachar de desencuentro, el descontento ha engrosado las filas de la organización con 300 nuevos estudiantes en Madrid. Tohil Delgado se muestra satisfecho con el volumen que está adquiriendo el movimiento aunque, dice, se encuentra en una encrucijada por lo que hay que «fortalecer, endurecer y dar un nuevo impulso a la movilización», un refuerzo que en su opinión depende de las direcciones sindicales «que tienen que cambiar completamente el planteamiento de la movilización».

Estas divergencias han marcado la actitud del Sindicato de Estudiantes, que ha convocado ya diez jornadas de huelga, dos más que el profesorado. El Secretario General explica el porqué «no nos parece razonable que una movilización comience de menos a más. Lejos de mostrar fuerza ante la Comunidad de Madrid lo que muestra es debilidad». El Sindicato de Estudiantes ha cifrado el seguimiento de las 10 jornadas de huelga estudiantiles entre el 60% y 80%, pero no existen cifras oficiales con las que contrastar los porcentajes. Desde su local de Vallecas Delgado llama a «mantener un nivel de contundencia».

Principales afectados

Independientemente del grupo donde surja la protesta, lo cierto es que la organización estudiantil ha dejado atrás su estado embrionario. Además del auge del Sindicato de Estudiantes, las distintas asambleas siguen brotando entre el cemento de los patios de los institutos regados por la Marea Verde y por una nueva conciencia. Gonzalo, estudiante de 17 años del IES San Juan Bautista, lo deja claro: «nosotros somos los principales afectados. Es una lucha nuestra».

Anatolio Alonso, alumno del Instituto Juan de la Cierva, muestra su descontento por la desaparición de «horas de tutoría enmarcadas en las seis horas de clases diarias. Han puesto un día la clase de tutoría a séptima hora, a la que como podrás entender nadie va dado su horario y su condición de clase no evaluable». Este joven, que rechazó estudiar el recién estrenado Bachillerato de Excelencia para continuar sus estudios en su instituto de siempre, destaca que «este año no tenemos horas ni del laboratorio de física ni del de biología, bastante importantes si, como yo, se ha optado por la rama sanitaria en la cual no todo consiste en el mero estudio, ya que el componente visual es también necesario».

Tal vez porque desde un aula repleta nos es fácil alcanzar a ver la pizarra, los estudiantes quieren apoderarse de la tiza y los megáfonos para esgrimir sus propias reivindicaciones. Montserrat Carrazo pronuncia estas palabras muy enfadada «queremos que se nos oiga». Por ello, la Asamblea Interinstitutos ha acordado enviar a la Consejería de Educación una carta que recoja los cambios que los alumnos habían notado en sus institutos en el nuevo curso. En un esfuerzo similar, las direcciones de algunos centros se dirigieron a los padres a principio de curso para compartir con ellos las consecuencias de los recortes.

La masificación de las aulas es la queja general entre los alumnos y la consecuencia evidente de la reducción del número de profesores y un aumento de 4.313 alumnos en enseñanzas medias según las previsiones de la Consejería. De acuerdo con la LOE (Ley Orgánica de Educación), el número máximo de alumnos por aula es de 30 para la Educación Secundaria Obligatoria y 35 en caso de Bachillerato. Las cifras en el límite de la legalidad son las más habituales, Álvaro Ramos asegura que son 35, mientras Anatolio Alonso comparte aula con otros 33 alumnos en Bachillerato. No obstante, Alejandro Araujo, alumno del Instituto de Juan de la Cierva, asegura que en su grupo de la ESO hay 38 alumnos y 42 en un grupo de Bachillerato.

Así describen los estudiantes la situación cuando no hay bajas, pero la falta de reemplazo para los enseñantes enfermos ha sembrado ya alguna situación desconcertante y la consiguiente pérdida de sesiones lectivas. Silvia, del Instituto San Isidoro de Sevilla, asegura que este curso «ha habido cuatro clases en las que hacía falta un profesor y sólo había uno de guardia». Desde el San Isidoro de Sevilla hablan también de la falta de inversión en recursos materiales «estamos tres personas por ordenador en la sala de informática».

Otra novedad que preocupa a los alumnos es la asunción por los profesores de asignaturas en las que no son especialistas, «uno de física da ciencias para el mundo contemporáneo, asignatura que es casi por completo biología» denuncia Anatolio Alonso, que añade que su profesora de biología del año pasado ha dejado el centro.

Igualmente, la selección de asignaturas se ha visto limitada por el mismo fenómeno como describe David Pérez de la Fuente, de 17 años y matriculado en el IES Madrid Sur, «de momento los recortes se han notado sobre todo a la hora de elegir optativas. Psicología tiene treinta y seis alumnos se ha llenado tanto que el resto los han metido a otra sin preguntar, antes había seis asignaturas para elegir».

A Edna Señarís, del Instituto San Isidoro de Sevilla, se le acumulan los argumentos por los que acudir a las protestas «es un tema de recortes hacia los profesores pero nos influye directamente. Además yo quiero hacer carrera de Magisterio y tengo hermanos pequeños, es una cuestión de familia».

La protestas de cada instituto son materialmente diferentes aunque se engloban en unas grandes cifras comunes, unos datos a los que los estudiantes son menos ajenos que nunca. La Comunidad de Madrid es la autonomía que menos porcentaje de su PIB dedica a gasto público en educación, un 2,9%, frente al 5% de media en España.

A pesar de ser el reflejo económico del conflicto, no es fácil sustentar un movimiento de protesta sobre unas cifras cuyo alcance es difícil comprender. En esta línea, llama la atención una de las reivindicaciones que la Asamblea Interinstitutos realizó el 15 de noviembre, en la antesala de la jornada de huelga del 17, pero sobre todo, en la recta final antes de las elecciones generales. Los alumnos solicitaban c lases obligatorias sobre economía, política y sociedad: « No podemos salir del instituto y entrar en el mundo laboral sin saber nuestros derechos como trabajadores y no podemos salir del instituto sin saber cómo funciona la economía ni tener unos conocimientos básicos de ella».

Noche en verde

Nunca los alumnos habían sido tan puntuales como la mañana del 20 de octubre. Aquella mañana sus padres no tuvieron que sacarlos de la cama ni fueron regañados por los profesores. ¿Por qué? Porque alumnos, padres y profesores estaban llamados a encerrarse en los centros.

Esta vez se había realizado una invitación a toda la comunidad educativa en una noche con un programa que pretendía entretener a todos aquellos a los que el conflicto educativo mantiene en vela. Lástima para los madrugadores que su esfuerzo no se hubiera recompensado con el aplauso de los compañeros al entrar en clase: la mañana siguiente era jornada de huelga.

«La noche en verde» trataba de trasladar un ambiente de reivindicación festiva a los centros pero algunos de estos «juerguistas» se toparon con un portero en la puerta del instituto. Es el caso del IES Cervantes, en pleno corazón de Madrid, donde se había convocado el encierro en el último momento. Como en casi una treintena de institutos fue aprobado por el Consejo Escolar y los padres tuvieron que firmar una autorización permitiendo acudir a sus hijos. Carlos, profesor de lengua, definía el IES Cervantes como «un instituto muy clásico, la noche en verde rompe fronteras en este sentido».

Un pequeño grupo de padres espera también a que abran la verja de entrada y uno de ellos bromea refiriéndose a su hijo como «el revolucionario»: «me ha puesto deberes y me quedo hasta el final». Una de estas madres, Beatriz Gijón, justifica su presencia dado que la situación «concierne a toda la comunidad educativa. He estado en lo que ha estado en mis manos». Sin embargo, Carlos García lamenta la escasa implicación de las familias «sólo nos movilizamos los que estamos en las APAS».

A las diez de la noche los alumnos acceden al gimnasio y también algunos de los profesores.

Un profesor se acerca «yo creo que tienes bastante. Es mejor que te vayas». La Dirección del instituto no había aprobado la celebración de la iniciativa que finalmente salió adelante por el peso de los alumnos. Ante una negativa, el profesor nos reitera la invitación a abandonar el centro: «ya tenemos bastantes problemas». Teme represalias por parte de una Dirección trasnochada.

Pero más allá de las dificultades que se encuentran en algunos centros para llevar a cabo las protestas, lo cierto es que la unidad entre los colectivos parece haber ido creciendo y la visibilidad de los padres dentro de las protestas, aunque imbuidos en el verde homogeneizador de la marea, es cada vez mayor. Pedro Chaves cree que  «el éxito de las movilizaciones solo se explica con este ingrediente. Pero, es verdad, que sería deseable que fuera más y mayor esta implicación. Me parece que este es el desafío de los próximos meses.»

El permiso familiar

Michael Apple, Catedrático de Políticas Educativas en EE UU, diagnosticó en una entrevista concedida a El País que la única forma de que triunfaran las protestas era lograr la implicación de las familias. Los alumnos como Silvia, del Instituto San Isidoro de Sevilla, también parecen ser conscientes de la relevancia de este factor «si nos movilizamos supongo que se quejarán también los padres». Lorite, alumna del mismo centro, asigna a sus progenitores un estatus curioso, la Suiza del conflicto educativo: «son el único colectivo imparcial, a nosotros nos dicen que lo que nos gusta es el cachondeo».

No obstante, instar a las familias a implicarse es una labor de responsabilidad incierta. Aunque las Asociaciones de Padres son las agrupaciones con mayor capacidad de movilización, Jesús María Sánchez, presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), aclara que CEAPA, a nivel estatal, no ha hecho un llamamiento a la huelga porque «no es nuestra función. Algunas de nuestras federaciones territoriales, sin ser parte convocante de las huelgas, sí han respaldado las movilizaciones. Y sin duda muchas familias han acudido a las mismas».

Jesús María Sánchez recuerda en este sentido que «la Federación de APAS Francisco Giner de los Ríos de Madrid, perteneciente a CEAPA, está teniendo un papel muy activo en la denominada «Marea Verde». Efectivamente, l a Federación de APAS de la Comunidad de Madrid Francisco Giner de los Ríos dejó clara su intención de sumarse a las denuncias al negarse a asistir a la inauguración oficial del curso escolar. Según un comunicado, este acto trasladaba «una falsa sensación de normalidad en una Comunidad Autónoma que tiene un gravísimo conflicto social y educativo».

Dado que CEAPA trabaja a nivel estatal, sus responsables se dirigieron a principios de curso a l entonces Ministro de Educación, Ángel Gabilondo, para que intercediera en la situación de algunas comunidades como Madrid. Sin embargo, aunque el propio Gabilondo llamó a las administraciones regionales a no hacer recortes en educación, una materia que calificó de «prioridad», esta petición no produjo ningún cambio.

Las asociaciones canalizan sin duda el goteo de padres preocupados que se conforma poco a poco como una nueva corriente de movilización. «En su momento nuestros padres decidieron que fuéramos a una escuela pública. Son ellos los que nos han inculcado esto» sentencia Laura, del IES Pio Baroja de Usera, que cree que los padres han de ser otro pilar fundamental sobre el que asentar las protestas «, se deben preocupar por la educación de sus hijos».

Visión de futuro

En sus consignas, los estudiantes se refieren a sí mismos como «el futuro». No tienen reparos en reivindicar un presente verde frente a un futuro que se antoja para muchos cada vez más negro a pesar de las pérdidas que conlleva. En palabras de Tohil Delgado, «en una balanza está perder diez días y en otra expulsar a decenas de miles de jóvenes del sistema educativo». Igualmente, el Secretario General del Sindicato de Estudiantes trata de dignificar las protestas «parece que eres un descerebrado y un pasota por defender la educación pública de calidad».

Lo cierto es que la estrategia de visibilización del conflicto parece haber tenido resultados y los cientos de pancartas exhibidas en las manifestaciones no son sólo papel mojado.

Un comunicado oficial de la FAPA Giner de los Ríos recoge los resultados de dos meses de movilizaciones: «la rectificación con relación a las tutorías grupales; la adjudicación de destino del profesorado funcionario que no tenía plaza cuando comenzó el curso; la contratación, aunque sea de forma parcial en demasiados casos, de muchos interinos cuyo destino inicial era el paro forzoso». Éstas son algunas de las rectificaciones que ha llevado a cabo la Consejería de Educación. Aún así, reiteran su esperanza de que «el conflicto termine» y desean continuar protestando junto a estudiantes y profesores, postura que mantienen también en CEAPA «la acción debe ser conjunta en todos aquellos puntos en los que podamos coincidir, y siempre y cuando no se contemplen únicamente reivindicaciones laborales del profesorado» sentencia Jesús María Sánchez.

Para Pedro Chávez, «como la movilización se promete larga y sostenida la convergencia de todos los sectores de la comunidad escolar es imprescindible. Y hay espacio y lugar para las reivindicaciones específicas de todos ellos. Este no es un conflicto contra los estudiantes, es un conflicto contra la Educación pública.»

En esta línea, para la huelga convocada el 17 de Noviembre los estudiantes universitarios también se sumaron a sus compañeros más jóvenes. Entre ellos, desde la Plataforma Juventud Sin Futuro tratan de impulsar una nueva generación «ni-ni»: «ni en casa, ni en clase» puede leerse en sus lemas.

Horas perdidas

Los apoyos recibidos por parte de estas asociaciones de padres ayudan a fomentar el sentimiento de perseverancia en los ánimos y las actas de las asambleas de estudiantes. Un impulso necesario porque, aunque los estudiantes no renuncian a ningún sueldo en las jornadas de huelga, también deben realizar sacrificios y denuncian que los propios profesores no siempre les respaldan.

David Pérez de la Fuente se queja porque «algunos profesores tratan de condicionar las huelgas diciendo que van a seguir con la materia y darán clase, es para pensárselo», sobre todo, como en el caso de este estudiante de sociales, cuando se está a las puertas de la selectividad.

Aunque ni Esperanza Aguirre, Presidenta de la Comunidad, ni Lucía Figar, Consejera de Educación, se han referido específicamente a las huelgas de estudiantes, las pérdidas de jornadas lectivas entre el profesorado son algunos de los argumentos que se esgrimen para censurar estas protestas.

David Pérez de la Fuente, sin embargo, apela a la responsabilidad de los estudiantes y cree que la ausencia del profesor en estas jornadas «no nos influirá porque nos lo curramos en casa». La tecnología también ayuda en algunos casos y lo que no se aprende en los libros se recibe por correo electrónico. David Pérez de la Fuente agradece haber recibido mediante este método apuntes para suplir el programa académico de los días de huelga. Ante esta situación la idea de manifestarse fuera del horario escolar empieza a cobrar cada vez más fuerza y ninguno de los estudiantes presentes en la Asamblea Interinstitutos cruza los brazos para mostrar descontento sobre ese punto.

Julián, estudiante de 17 años del San Juan Bautista, apela a la perseverancia , o si una huelga no tiene efecto decir que no funciona».

Bajan las temperaturas en la Comunidad de Madrid y esto también se ha notado en la «Marea Verde». Ya no se lucen las polémicas camisetas cuyo poder de evocación ha alcanzado a la Junta Electoral Provincial de Madrid, que prohibió vestirlas a los miembros, apoderados o interventores de mesas electorales por la posibilidad de incurrir en un delito de propaganda electoral.  No obstante, el color sigue vivo entre aquellos que aún no han tenido edad para votar el pasado 20-N.

La «Marea Verde», en un ataque de sensatez, ha decidido cambiar las camisetas por bufandas, jerseys y un armario variado de prendas de abrigo que llevan impreso el mismo lema. Profesores, padres y, sobre todo, alumnos, se preparan para un invierno largo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.